“Antes se me ocurrían las ideas como columnas; ahora, como libros”: Adolfo Zableh
El periodista y columnista barranquillero Adolfo Zableh habló con Diario Criterio sobre su primera novela, ‘Paraísos en el mar’, un relato íntimo de la adolescencia, el amor y la nostalgia.
“La juventud es emanciparnos de casa para lanzarnos a los brazos de alguien que está tan perdido como nosotros y acabar destrozados después de entregar el corazón, convencidos de que nunca nos lo iban a romper”, dice Adolfo Zableh en Paraísos en el mar.
En su primera novela, el periodista y columnista barranquillero comparte sus memorias de adolescencia con todos los contrastes que tienen esos años de la vida: los primeros amores, los dilemas existenciales, el walkman que le dejó su primer trabajo, los besos que nunca dio.
Con un lenguaje cercano, como si se tratara de una conversación ente amigos, Zableh habla con sinceridad y nostalgia, una profunda nostalgia. Contempla los futuros posibles con interrogantes que solo resuelve el lector. Recurre a la ficción de una forma tan genuina que ni se siente y conecta con las historias de lo que fue o nunca fue.
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En sus letras, además de viajar por la memoria de un joven en su natal Barranquilla, se pasea por las fiestas noventeras, las primeras borracheras, las decisiones prematuras, las frustraciones constantes y la música, no solo la que se escucha, sino la que se lee y se siente.
‘Paraísos en el mar’ es un relato íntimo de memorias de ese pasado que sigue aferrado en el alma como las raíces de los árboles viejos. Diario Criterio habló con el autor sobre las razones que lo llevaron a dar el salto a la literatura, la ficción, la realidad y la música.
Diario Criterio: ¿Cómo nace la idea de crear un libro con estas memorias de su vida? ¿Cómo fueron esos primeros bocetos?
Adolfo Zableh: Desde el 2019 venía con la idea de dejar de escribir periodismo y hacer literatura. Antes de la pandemia empecé a escribir cosas, que no tienen nada que ver con ‘Paraísos en el mar’, pero era el ejercicio de sentarme a escribir una historia que se convirtiera en un libro.
Lo dejé congelado cuando empezó lo del covid porque nada tenía sentido y cuando empezaron a pasar las cosas y a retomar la vida “normal”, seguí escribiendo y empecé de cero.
Inicialmente, iba a ser un libro de relaciones fallidas, de mujeres que han sido importantes en mi vida, pero cuando empecé a hablar de Barranquilla, la historia sola se fue por ese camino. Sentí que tenía que hacer algo con eso.
Es una fracción muy pequeña de mi vida; yo no tomé mi infancia, ni mi adultez. No es una historia familiar. No tiene muchos fragmentos del colegio. Cogí como pedazos de mi época adolescente, entre los 14 y los 20 más o menos.
Diario Criterio: Hablar de la adolescencia es un llamado preciso a la nostalgia. De todo lo que ha vivido y de todas sus experiencias, ¿por qué escoger de la juventud como uno de los ejes centrales del libro?
A.Z.: Porque quería que fuera una historia linda. No quería que fuera ni polémica, ni triste, ni violenta, ni irreverente. Quería una historia muy sencilla y medianamente simpática y la adolescencia (por lo menos la que me tocó a mí) fue muy así.
Uno, cuando recuerda las cosas que ya no están, las recuerda con cariño. Entonces, siento que fue por eso: la nostalgia es un sentimiento universal que todos tenemos, todos en algún momento hemos perdido algo o nos hemos ido de algo o de alguien de algún lugar.
Muchas cosas van cambiando. Quería coger esa parte de mi adolescencia que recuerdo con mucho cariño y contarla.
Diario Criterio: El lenguaje narrativo es muy cercano al público. Nos ubica en lugares importantes como su casa de joven, los lugares donde hacían las fiestas de pelados o incluso en su apartamento de Bogotá mientras escribe lo que leemos. ¿Qué lo llevó a escoger la primera persona para narrar esta historia?
A.Z.: Así me salió. Ahora estoy escribiendo cosas en tercera persona que espero que se conviertan en libros, pero siento que este tenía que ser así, aunque no es un libro ciento por ciento real y tiene más ficción que la que el lector puede creer que tiene.
Es cierto que es una historia muy personal e íntima y no quería crear un personaje y distanciarme de ello como un narrador que lo observa todo desde afuera, sino que yo tuviera una parte activa de las diferentes historias que cuento.
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Diario Criterio: ¿Cómo integrar las memorias de su vida con relatos de ficción?
A.Z.: Yo en mis columnas siempre hago eso. Usualmente, paso de un hecho real a la ficción sin necesidad de dañar la historia o de desvirtuar el mensaje que quiero decir, o a veces le meto exageración o me invento algo.
En este libro fue así. La anécdota con la que empiezo es cierta y, después, cada recuerdo de mi vida que se me venía a la cabeza lo iba contando, pero en algunos apartes (que van saliendo solos) pensaba que podía meter algo que no pasó: integrarlo a la historia para que parezca real.
Meter algo que me pasó pero no en ese momento sino en otro punto de mi vida, o cosas que les pasaron a amigos que yo vi o me contaron, y esas historias se me quedaron en la cabeza con los años y aproveché eso para meterlo en el texto.
Diario Criterio: Es decir, ¿no es un libro autobiográfico?
A.Z.: Todo parte de hechos reales, de recuerdos reales, personas reales, sentimientos reales. Pero algunas anécdotas fueron contadas tal cual ocurrieron y a otras le metí otro tipo de elementos así no fueran ciertos. Si tuviera que dar un porcentaje, diría que es 30 o 40 por ciento real y el restante es ficción.
Diario Criterio: En una de las partes del libro habla de que “anda a pie en cualquier lugar, topografía y clima”. Cuenta la importancia en los recorridos a pie. ¿Qué representa caminar para usted? ¿Qué significa esta acción en su vida cotidiana?
A.Z.: Hoy caminé cuatro kilómetros para ir a almorzar y volví a la casa. Para mí es un tiempo de descanso para pensar, es un recurso para mantenerme activo. La gente está muy metida en su casa, en un carro o en un bus, y más con el encierro de la pandemia la gente se acostumbró a ser muy sedentaria y a mí eso nunca me ha gustado.
“Soy muy casero, me gusta estar en casa, pero cuando me muevo, quiero sentir que me valgo por mí mismo. Yo no uso nada de domicilios: si yo quiero algo, voy y lo compro”.
La caminada es una especie de terapia, entretenimiento, tiempo para pensar, para ver la calle, la gente, para mantenerme activo.
Diario Criterio: En Paraísos en el mar usted entreteje la música con cada una de sus anécdotas y vivencias. Hay incluso una serie de fragmentos de canciones importantes que le dan un toque musical a la narrativa y casi que marcan el ritmo de las letras. ¿Por qué fue importante para usted integrar la música al libro?
A.Z.: Yo soy muy musical aunque no sea mi principal tema de vida o escriba de eso. La música siempre ha estado muy presente en mí y la disfruto y la oigo para escribir o lo que sea. La música es una especie de literatura, además con sonido, rima y una estructura matemática muy compleja y a la vez muy exacta.
Me sirve para el ritmo del teclado del computador cuando escribo; mi escritura tiene el mismo tono y estilo de la música que suena. No es que coja la letra de la canción y la copie, pero, por ejemplo, si es una canción rápida y con sonidos fuertes, yo termino escribiendo así: agresivo.
Si es una canción más romántica, puedo terminar escribiendo de amor, o de sonidos más calmados, escribo como tal. La música le da ritmo a mi escritura.
Además, yo ahora es que leo literatura. Durante muchos años no leí literatura; en teoría empecé a leer en forma hace cuatro años, entonces las ideas y los mensajes que lo van nutriendo a uno a lo largo de la vida, siento yo que es lo musical.
Diario Criterio: ¿Siempre que escribe escucha música? ¿Puede hacer las dos cosas al mismo tiempo?
A.Z.: Si tengo que escribir algo rápido o de afán, prefiero salir de eso y ya, o si voy a hablar de política, no me gusta hacerlo con música. Pero si voy a escribir otra cosa, o algunas columnas, suelo poner música de fondo y eso me ayuda para coger ritmo, para inspirarme, pero sí, puedo hacer las dos cosas al tiempo.
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Diario Criterio: La gama musical de Paraísos en el mar es amplia: va de Chayanne a Madonna, pasando por Gustavo Cerati, el Joe Arroyo y hasta Fito Páez. ¿Cómo hizo esta selección?
A.Z.: Las canciones que salen en el libro son de la época, tal cual de como hablo; otras me gustan bastante. Lo que hice fue meterlas en la historia como si las hubiera oído y descubierto en esa época, pero no es así. Pero, por ejemplo, mi grupo favorito de adolescencia, que es Aerosmith, no está metido ahí.
Yo ahora no soy fanático de nada. No quiere decir que no me gusten las cosas, a mí me gustan muchas cosas pero no soy fan de nada porque siento que ese es un sentimiento inmaduro, es entregarse con furia a algo.
En mi adolescencia sí conocía a Aerosmith. Los descubrí a mis 15 y durante seis o siete años fui súper fan de ellos. Tengo todos los álbumes desde que empezaron en el 73. Aunque no haya mencionado ninguna canción de ellos en el libro, sí es cierto que fue el grupo que más oí en la adolescencia, como hasta los 22 años.
Diario Criterio: Yo siento que Paraísos en el mar no es un libro que se pueda encasillar en una sola categoría literaria, pero además pienso que no puedo dar una sola hipótesis de lo que es el libro. ¿Cómo define usted Paraísos en el mar?
A.Z.: Yo creo que fue un ejercicio, un experimento de pandemia, aunque no fue eso lo que hizo que yo me pusiera a escribir literatura. Fue una exploración, yo quedé conforme, seguramente en algún momento lo leeré o me acordaré y pensaré que pude haberlo hecho mejor, o de otra forma.
Pero en general siento que fue un experimento y que me gustó el resultado. Fue la puerta de entrada a la literatura como tal, a cosas que seguiré escribiendo. Ahora estoy haciendo otro tipo de historia y textos porque mi idea es escribir un libro al año, más allá del ritmo con el que se vaya publicando, quiero escribir uno al año.
Antes se me ocurrían las ideas y lo pensaba como columnas, pero ahora lo pienso como libros. Siento que este fue un buen comienzo, y espero en un futuro ver este libro como lo que me despertó.
Foto de apertura de Adolfo Zableh: David Rugeles
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