‘Almendra’, el relato íntimo de un mundo sin emociones

Una de las novedades editoriales que tendrá la FILBo es el ‘best seller’ global ‘Almendra’, de la surcoreana Won-pyung Sohn, una novela de formación que tiene en su centro a un joven incapaz de sentir emociones. 

En las primeras páginas de Almendra, la novela de la coreana Won-pyung Sohn que le ha dado la vuelta al mundo, Junyae presencia cómo una compañera de clase se tropieza con una piedra en el camino a la escuela. Ambos tienen la misma edad: alrededor de 4 años. En vez de ayudarla a ponerse de pie, o de buscar a un adulto para que la auxilie, él se queda quieto. Cuando ella empieza a llorar, tampoco se inmuta. En silencio, se limita a observar “su cinta para el pelo con motivos de Mickey Mouse“. Junyae no entiende el alboroto que se genera a su alrededor minutos después, los reclamos de la madre de la niña, el cuchicheo de otros estudiantes. Él tiene una condición médica que se llama alexitimia: es incapaz de expresar y de reconocer emociones. 

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El nombre de la novela alude a la limitación de Junyae. Es la analogía que escoge su madre para explicarle que sus amígdalas, que son del tamaño de almendras, no crecieron como las de otras personas, y que por ello su cerebro no recibe estímulos como el miedo, la alegría, el amor o la tristeza. Por eso no reaccionó ante el llanto de su compañera de clase. Por eso los otros niños lo llaman robot. Por eso su madre hace todo en su poder para enseñarle a fingir emociones, para que no sea estigmatizado y pueda pasar por un niño común y corriente. Ella desea, ante todo, que él sea normal, a diferencia de su abuela, que aplaude su personalidad y lo llama “monstruo” cariñosamente. La vida que comparten los tres, sin embargo, se trunca por una catástrofe al final de la primera parte del libro; desde ese momento, un Junyae ya adolescente debe encontrar su lugar en el mundo a solas. 

Almendra, de Won Pyung Sohn, es publicado en Colombia por Planeta.
‘Almendra’, de Won Pyung Sohn, es publicado en Colombia por Planeta.

Almendra ha sido clasificada como una novela de “literatura juvenil”. Como otras obras acogidas bajo ese calificativo, tiene una dimensión pedagógica: a lo largo de sus 252 páginas, Sohn celebra la diferencia, la singularidad, y enarbola la empatía como una cualidad redentora. Muestra, a partir del personaje de Gon, el amigo rebelde de Junyae, la relación que existe entre las crisis de la adolescencia y las carencias afectivas, e insiste en señalar la bondad que a veces se encuentra escondida detrás de la fachada de la indisciplina y de la insolencia. 

Su elemento pedagógico también se expresa por medio de definiciones. Por culpa de la alexitimia, Junyae a menudo se ve obligado a preguntar por el significado de las emociones que no entiende. La gente que lo rodea –primero su mamá y su abuela, más adelante Gon y el doctor Shim, un vecino que se convierte en su mentor–, le ofrecen interpretaciones. De esa manera, Sohn actualiza el diccionario con creatividad. La ansiedad: una sonrisa fija en un rostro que evita los ojos de quienes le rodean. La temeridad: ser “suficientemente estúpido para permanecer de pie en la carretera cuando un auto se dirige a ti”. El amor: la capacidad de reconocer la belleza. El miedo: buscar aire en un lugar sin oxígeno. Una y otra vez, Almendra alude a la capacidad –y a las limitaciones– de las palabras para expresar las emociones que sentimos.

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Buena parte de la novela transcurre en la librería de segunda mano que abre la mamá de Junyae y que, después de la catástrofe, él empieza a administrar con la ayuda del doctor Shim. En esas escenas se evidencia con particular originalidad la manera en que la autora aborda el reto principal de su obra: ¿cómo se describe el mundo interno de un niño que no tiene acceso a sus propias emociones? En la librería, Junyae descubre que los libros son para él un medio ideal para experimentar el mundo, pues ellos develan sus historias “calmada y cuidadosamente“, sin el afán o la imprevisibilidad de las personas. Los personajes de las novelas son para él los compañeros ideales: no los necesita descifrar ni tiene que desplegar emociones para estar cerca de ellos. 

Won-Pyung Sohn
Won-pyung Sohn

En la librería, además, Junyae entra en contacto con dos obras que hacen parte del canon occidental de novelas para adolescentes: Demian de Hermann Hesse y El guardián entre el centeno de J.D. Salinger. La influencia de la primera sobre Almendra se siente a lo largo de la obra. Así como Emil Sinclair, el héroe de Hesse, crece a partir de su relación con Max Demian, de la misma forma Junyae madura y consolida su personalidad gracias a su amistad con Gon. Los dos –Junyae y Gon– son de alguna manera opuestos: si el primero es incapaz de sentir, el segundo siente demasiado. Comparten, eso sí, que de niños se perdieron de sus padres; se trata de un detalle menor, pero con peso simbólico: ellos se encuentran a sí mismos a través del otro. Se salvan, si se quiere. 

Con excelentes diálogos, una buena dosis de humor y personajes que tienen ecos del universo narrativo de Murakami, Almendra es una novela al tiempo divertida y enternecedora. Al leerla, no cuesta trabajo entender porqué ha vendido más de 600.000 ejemplares en Corea del Sur y porqué recibió el premio de los libreros de Japón en 2020. Sus últimas páginas, en particular, son conmovedoras, quizás porque nos ofrecen dos sopados de catarsis: el que siente Junyae al comprender que Gon es parte de él, y el que sentimos los lectores al comprender que ellos dos son, también, parte de nosotros.  

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