‘And Just Like That’… volvió ‘Sex and the City’
¿Qué tanto han cambiado realmente? Ver a un grupo de amigas no-veinteañeras hablar de cosas como las canas, como los hijos o los cambios profesionales es algo que me gusta, aunque no es nuevo en la televisión.
Advertencia: si no ha visto los dos episodios de estreno de And Just Like That… y le molestan los ‘spoilers’, es hora de dejar de leer.
Cuando me han pedido que haga un top 3, un top 5 o un top 10 de mis series favoritas, creo que nunca he incluido a Sex and the City y eso es curioso porque es una serie de la que he hablado y escrito mucho (le dediqué, incluso, todo un capítulo de mi libro). Entonces, aunque no creo que sea una de mis series favoritas de la vida, sí es una de las series que más disfruto analizar porque fue un fenómeno cultural lleno de momentos y actuaciones inolvidables, y también de escenas y frases que envejecieron muy mal. Ahora con el lanzamiento de And Just Like That…, la continuación de la legendaria serie en HBO Max, mi impulso por analizar todo lo que dicen y hacen Carrie Bradshaw y compañía revivió.
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Los dos primeros episodios, de los diez que tendrá esta serie, estuvieron llenos de momentos que, en efecto, me llenaron la cabeza de comentarios que quiero poner en esta columna. ¿Es esta una secuela necesaria? No. ¿Me entretuve viéndola? Claro que sí, porque, así como la serie original, esta nueva entrega está llena de chispazos geniales, pero también de cosas que me hacen blanquear los ojos.
Salgamos de eso primero, de lo no tan bueno. La embarrada más obvia es la explicación que dieron para la ausencia de Samantha Jones. En la vida real, Kim Cattrall y Sarah Jessica Parker están peleadas por… razones que nunca han estado muy claras. Eso dejaba a los productores de la serie con un dilema: ¿cómo reunir a este grupo de amigas sin una de ellas? La explicación que dan en los primeros minutos del primer episodio me pareció floja: Samantha se peleó con Carrie porque Carrie le pidió que dejara de ser su publicista, así que con el ego herido decidió mudarse a Londres y aunque todas la han buscado, ella no les ha querido responder los mensajes. ¿En serio? ¿Samantha, la amiga que menos juzgaba a las demás, la firme, la que aceptó hacerle relaciones públicas a Carrie gratis en la quinta temporada, ahora las está ghosteando? Perdón, pero no. Qué falta de respeto.
Siguiendo con lo no tan bueno, está el hecho de que en esta continuación de una serie que fue pionera a la hora de poner a mujeres a hablar de sexo con franqueza, en esta nueva temporada hay muy poco sexo. El par de escenas sexuales son protagonizadas por el hijo adolescente de Miranda (algo que bajo ninguna circunstancia quería ver) o por una Carrie casi mojigata que le pregunta a Big si él, su pareja de tantos años, se masturba. No pido que las vidas sexuales y las aventuras de una noche sean las mismas que las protagonistas tenían a sus treintas, pero que ahora sean tres mujeres de 50 y pico no significa que no puedan tener vidas sexuales activas o que se escandalicen cuando alguien, como quienes trabajan con Carrie en el podcast, les pregunten cosas que ni siquiera son tan gráficas.
Ahora, pasemos al terreno de lo que no es ni muy bueno ni muy malo. El terreno medio. Han pasado más de 20 años desde el estreno de Sex and the City en 1998. Muchas cosas han cambiado en el mundo y en la televisión. Viéndola en retrospectiva, ahora notamos que era una serie con un enfoque muy estrecho sobre lo que es ser una mujer en Nueva York (todas muy blancas, todas con plata, todas heterosexuales). Así que ahora en la continuación, tenemos un poco más de diversidad en el elenco. Está la profesora de Miranda, está la nueva amiga de Charlotte y está Che, conductore no binarie del podcast en el que trabaja Carrie. Eso está bien, porque además las tres actrices que las interpretan son buenas en sus papeles. ¿El problema? Que cada una existe solo en torno a nuestras protagonistas, entonces es inevitable sentir que son agregadas para dar la sensación de diversidad y que su verdadera función es hacernos pensar que estas tres señoras blancas no son tan “cerradas” como pensábamos, que han cambiado porque ahora se juntan con personas diferentes a ellas.
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¿Pero qué tanto han cambiado realmente? Ver a un grupo de amigas no-veinteañeras hablar de cosas como las canas, como los hijos o los cambios profesionales es algo que me gusta, aunque no es algo nuevo en la televisión. Protagonistas de más de 40 años han existido siempre (por ejemplo, las Golden Girls o Maude y en años más recientes la fantástica Grace & Frankie, donde se muestra y se habla de sexo y masturbación sin lío), pero me alegra ver esta nueva versión de Carrie, Miranda y Charlotte. Me entretiene ver qué cosas cambiaron, qué cosas siguen igual y qué cosas empeoraron en sus personalidades. Charlotte sigue siendo rígida con sus expectativas, juzgona y le hace bullying a su hija que no quiere ponerse vestido. Miranda se salió del derecho corporativo y ahora va a estudiar humanidades con una profesora a la que le dice todas las cosas que una ‘Karen’ diría. Y Carrie ya no tiene su columna, sino que hace un podcast y tiene un perfil de Instagram donde publica outfits que ve en las calles. Ah, y sigue con Big. Al menos hasta el final del primer episodio.
La muerte de Big encima de una bicicleta de Pelotón es otra de esas cosas que no me parecen ni muy buenas ni muy malas. Por un lado, creo que ese montaje de edición del piano dramático sonando mientras a Big le da un infarto fue exagerado. Por otro lado, creo que matarlo fue la decisión correcta. La relación de Carrie y Big siempre me hizo blanquear los ojos; nunca entendí el encanto de ese hombre que unos días mostraba interés y otros días desaparecía. Sigo pensando que es una de las relaciones más tóxicas de la televisión, pero algo que sí tenía a su favor es que era entretenimiento puro.
El problema es que creo que los escritores de Sex and the City no saben cómo escribir esa relación si no es con drama. Por eso, apenas vi esas primeras escenas de And Just Like That… en las que se les veía felices, enamorados y con una rutina saludable, empecé a sospechar. Le dije a mi amiga Daniela, con quien estaba viendo el episodio: “Acá hay algo raro”. Y apenas se despidieron para que Carrie fuera al recital de la hija de Charlotte, dije: “Big se va a morir”. Así fue. Quizás no de la forma más sutil posible (me da risa pensar en la crisis que debe haber en las oficinas de Peloton ahorita), pero creo que fue la decisión correcta porque ver a Carrie y a Big sin drama habría sido aburrido.
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Además, sin la muerte de Big, nos habríamos perdido de lo mejor de estos nuevos episodios (y con esto paso al terreno de las cosas que me gustaron): la actuación de Sarah Jessica Parker y la forma en la que, en el duelo, Carrie interactúa con sus amigas. Eso es lo que más rescato de estos dos episodios que pudimos ver, la razón por la que en el segundo episodio lloré y la razón por la que seguiré viendo los siguientes episodios.
Después de una pérdida repentina (y de una escena trágica en la que moja sus Manolo Blahnik en la ducha mientras Big agoniza), Sarah Jessica Parker logra expresar con muy pocas palabras la mezcla de rabia, tristeza, fastidio y cansancio que siente Carrie. Creo que lloré más yo que ella durante el funeral (aunque me sentí identificada con la que comentó durante la ceremonia: “¿Todo el mundo olvidó lo mal que él la trató?”). Ese tipo de duelo diferente, un duelo transitado no como “se debería” sino como le nace a quien lo está viviendo, es interesantísimo y me muero de la curiosidad por ver qué será de Carrie en esta nueva fase de su vida, acompañada, como siempre por sus mejores amigas, que son sus verdaderos amores de la vida.
9 Comentarios
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Los de Peloton se pusieron las pilas muy rápido y respondieron con esto
https://youtu.be/vgEHT_m8Qf4
La que dice la frase de “se olvidaron de lo mal que la trató” es Susan Sharon una ‘amiga’ de Carrie que le daba vainas de cachemira y tenía un esposo abusivo, creo que sale en la segunda temporada.