Antología del sofista
“Lo noto muy aficionado al sofisma. Traigo a continuación una muy restringida muestra de algunos tipos de sofismas, los cuales nos fueron enseñados en el bachillerato por el profesor de lógica, en los cuales ha incurrido el señor presidente”.
Como parlero que es y de largo alcance, nuestro hombre, el presidente Gustavo Petro, en lo que mi tiempo me lo permite, solamente logro hacerles seguimiento más o menos a la mitad de sus intervenciones diarias. Como bien sé que no me pierdo mucho, pues este nuestro expositor principal es repetitivo en un 90 por ciento y elemental en la misma proporción, me atrevo a pergeñar aquí un diagnóstico somero, en borrador, sometido a cambios y ajustes, de cómo procede la mente de nuestro primer mandatario.
Habla mucho él al tuntún, como si no hubiese reflexionado a fondo sobre las consecuencias de lo que dice. Los respectivos ministros del ramo, con frecuencia, tienen que reunirse de urgencia en el recule room del Palacio de Nariño, para explicar, reformar, rectificar, aderezar, endulzar, aclarar, deformar, neutralizar, recortar, alargar o lo que sea del caso, ciertos versátiles, inapropiados y muy frívolos planteamientos del muy conferenciante presidente. Le queda a la opinión el sabor de un “sí es, no es”. A lo mejor ese despiste es lo que buscan.
Lo noto muy aficionado al sofisma. Traigo a continuación una muy restringida muestra de algunos tipos de sofismas, los cuales nos fueron enseñados en el bachillerato por el profesor de lógica, en los cuales ha incurrido el señor presidente. Solo algunos.
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Uno. El sofisma de la falsa generalización. En un asunto —y no exagero— de vida o muerte, como lo es el de la reforma a la salud, expone dos argumentos de carácter particular: las muertes que se podrían evitar y los problemas del cáncer de mama en las mujeres. Luego, con estos dos ejemplos, sin soporte adicional alguno, generaliza y concluye: el sistema de salud de Colombia es el peor del mundo.
También llamado este sofisma el de la falacia del accidente, cuando se confunde aquello que es particular con lo que es esencial. Se le podría sugerir al mandatario, con respeto, que propusiera que se actúe más bien sobre esas dos posibles fallas, ya que parece que no se conseguirá solucionarlas con la simple supresión de las ya sentenciadas empresas promotoras de servicios de salud (EPS).
Dos. El sofisma ad hominem. Cuando se trata de refutar algún argumento mediante la descalificación de quien lo sostiene. Fue el caso de la defensa que hiciera nuestro gobernante de su decisión de liberar a los de la primera línea, condenados o imputados o acusados por los jueces competentes. Defendió su posición así: “¿Por qué será que a la extrema derecha iberoamericana le da tanta fobia el que los jóvenes puedan ser libres?” Así pues, quedamos muy despachados y muy tranquilos. Entendimos claro frente a esa tremenda decisión que tanta desazón ha causado en tantas personas de bien.
Tres. El sofisma de la secuencia. Cuando se altera el orden temporal de unos acontecimientos ligados entre sí, con lo cual se llega a conclusiones que no son valederas. Es el caso de la alharaca del presidente Petro sobre lo que le aconteció al presidente Castillo, del Perú. Petro insistió en que Castillo, por ser elegido, requería de un tribunal independiente para su juzgamiento.
Desconoce que los acontecimientos fueron, en su secuencia, así: primero, golpe de Estado de Castillo, destituyendo a todos los poderes; segundo, destitución de Castillo, por parte del Congreso, basado ello en una norma constitucional, aplicada a muchos presidentes anteriores; tercero, juzgado Castillo, ya ex, por un juez independiente y competente de conformidad con las leyes de ese país. Que es lo que ha sostenido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para estos eventos, a la que tanto invoca Petro, obviando la secuencia de los recientes hechos en el vecino país.
Cuatro. El sofisma del espantapájaros. Cuando, ante cualquier circunstancia, se usa, como argumento, la no verdadera afectación de un valor muy estimable, un paradigma, al que presuntamente se menoscaba. Así es como se juega con la paz. Un ejemplo: a las observaciones de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) al proyecto de reforma tributaria, Petro, simplemente, respondió afirmando que se trataba de unos enemigos de la paz. Con ella, con la paz, es posible espantar, refutar cualquier observación de cualquier clase. Descalificados, así no más quedaron los argumentos de estos imberbes, ignorantes y superficiales opinantes de la Andi sobre los temas económicos.
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Quinto. El sofisma del antecedente verdadero con la conclusión falsa. Es, quizás, el más protuberante y repetido por parte de nuestro sofista criollo. Y se trata del calentamiento global. Valedero este grave problema. Peligro real. Pero, la absurda conclusión del filósofo de Zipaquirá es la de que la solución para semejante desafío es la de dejar de explorar y extraer el petróleo aquí. Aquí, en donde producimos solo un 0.6% de petróleo total mundial y en donde contribuimos solo con un 0,4 por ciento, con nuestra polución, al cambio climático del planeta.
Quedan por fuera otros muchos sofismas, y entre ellos y para otro artículo, el tema de la posición presidencial sobre la lucha contra el narcotráfico, sobre los cultivos ilícitos y la sustitución de los mismos. Sofismas, en estos campos, que dan risa.
Y sofismas que me recuerdan a Nacho Tellez, barcelonés, quien no obstante su nombre llano y de compadre, es autor de un señalado libro, El Ponente Atractivo. Tiene él una mente aguda, es experto en motivación y además es maestro de oradores. Palabras más palabras menos, lo cito de memoria: No hay que escandalizarse. Con frecuencia tratamos de engañar a nuestros semejantes.
El jugador de ajedrez concentra piezas en un lugar para atacar por el opuesto; el futbolista delantero amaga hacia la izquierda, luego lo hace hacia la derecha, para al final embocarse hacia la portería por la izquierda; el mago sabe dirigir la atención del público hacia un determinado sitio, para sacar, impune, el conejo de la chistera que se encuentra discreta en discreto lugar. Pero, advierte, en política y en la vida no todo puede ser así pues no todo vale. Hasta aquí el amigo Nacho.
Tres actores estos que me rememoran la dialéctica de nuestro presidente. En especial la del futbolista ese, el de la izquierda a la derecha y al final a la izquierda. Pienso aquí en José Félix Lafaurie.
El abuso del sofisma desgasta la palabra presidencial. Y les hace daño a las instituciones. Y al país en general. De allí lo que escribiera Carlyle, en Los Héroes, refiriéndose —raro— no al héroe político sino al héroe poeta. Afirma: “Un sofisma suavemente sostenido no es un orden; por el contrario, es el compendio de todos los desórdenes”.
Más vigente lo anterior cuando ese oficio se reverencia desde las alturas de la primera magistratura de la nación.
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3 Comentarios
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LGG:
Saludo.
celebro que ponga
los puntos sobre las íes.
las íes debajo de los puntos.
Es un gusto leerlo
Darío Jaramillo Agudelo
Los politiqueros aún no asimilan los cambios del nuevo gobierno en Colombia. Hacen análisis y afirmaciones, dejando a un lado el terrible legado de corrupción y saqueo al país que dejo el uribismo. Con el arranque del gobierno de Gustavo Petro, se siente un país esperanzador de remediar mucho del espantoso daño causado por la mafia uribista. El miedo de los politiqueros es que los cambios renovadores continúen por otros cuatro años más y la manguala uribista no pueda regresar al poder para seguir robando. A eso le llaman sofisma.