Arauca, a la deriva: la crisis de una tierra olvidada por muchos
La lista de males que azota a este departamento es tan extensa y dolorosa que los recientes apagones e inundaciones parecen ser solo la gota que derramó un vaso lleno de desigualdad y abandono estatal.
El pasado domingo 4 de julio los araucanos fueron informados de algunos cortes de energía por algunos arreglos “urgentes” en el sistema. Muchos lo tomaron como algo rutinario e incluso prepararon su jornada para estar algunas horas sin el servicio. Sin embargo, en lugar de los cortes breves, se presentó un apagón total.
Este episodio sería solo el primer golpe que recibiría el departamento en los días siguientes. La falla en el fluido eléctrico se produjo tras un derrumbe que dejó en el suelo algunas torres de energía de la línea de transmisión Toledo Samoré. Todo esto fue consecuencia de las fuertes lluvias en la región.
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Las dificultades para acceder a la zona del daño impidieron que la empresa ISA realizara los mantenimientos, por lo que, por varios días, se dijo que la electricidad solo regresaría hasta el 23 de julio. Sin embargo, para algunos pobladores la compañía actuó tarde y contribuyó a la crisis.
Durante casi dos semanas los araucanos estuvieron a oscuras. Con la ayuda de algunas compañías petroleras que realizan explotación en la región, tuvieron electricidad por intervalos de hasta cuatro horas. Muchos perdieron alimentos que necesitaban refrigeración, tuvieron que cerrar sus negocios y estuvieron incomunicados por la mala señal de telefonía.
Lo más grave es que clínicas y hospitales vivieron momentos de angustia para mantener a pacientes críticos con ventilación, asistencia y otros cuidados especiales. La falta de este servicio generó una crisis humanitaria tan compleja que la Defensoría del Pueblo tuvo que llamar la atención del Ministerio de Minas y Energía y pedir una pronta reconexión.
“La Defensoría exhorta a las autoridades y empresa de energía para que adopten los planes que permitan a los habitantes, de manera pronta y efectiva, acceder a este servicio público de manera eficiente y constante, que permita el desarrollo de las actividades de toda la comunidad”, señaló el defensor Carlos Camargo.
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Parte de esta presión surtió efecto, pues en la tarde de este viernes los medios locales confirmaron que, luego de 14 días, el servicio empezaba a retomar su funcionamiento normal. Aun así, este no es el único mal que padece por estos días el departamento, lo que, según sus ciudadanos, es una muestra de una crisis estructural que merece atención de medios y autoridades.
“Pese a que hace 16 años la energía era inestable, debido al derribamiento de torres que hacían los guerrilleros, en Arauca nunca se construyó un plan de contingencia para recibir energía de otros departamentos como Boyacá y Casanare”, comenta Silvana Morales, habitante del departamento.
Con el agua al cuello
El jueves 8 de julio, cuando algunos habitantes veían una luz de esperanza gracias a la energía suministrada por las petroleras, llegó otro duro golpe. Emserpa, empresa encargada del acueducto, suspendió el servicio de agua potable. Todo parecía indicar que la época de invierno desataría otra crisis.
Ese mismo día la corriente de los ríos arrasó con el puente Bojabá, una arteria vial que comunica al departamento con sus vecinos de Norte de Santander, Santander y Boyacá. De ahí en adelante, el panorama fue aún más desolador: calles, casas, parques, veredas y hasta iglesias inundadas.
Ante la aparente desconexión del gobierno central y el silencio de los medios de comunicación, las redes sociales se convirtieron en un escenario de protesta para pedir una solución para Arauca. Según cifras preliminares, serían por lo menos 20.000 las víctimas de esta ola invernal.
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Con rabia y dolor, muchos habitantes no tuvieron más opción que registrar con sus teléfonos cómo la furia de los ríos se llevaba sus casas, puentes y animales. En algunos videos también queda evidenciado cómo muchos arriesgan su vida cruzando puentes improvisados.
El virus al acecho
Otro de los problemas que enfrenta Arauca es la crisis sanitaria derivada del tercer pico de la pandemia de coronavirus. Denuncian las autoridades que de las 70 camas UCI ubicadas en el departamento, hoy no queda ninguna disponible. Todas las unidades hospitalarias están a punto de colapsar y el personal médico no da abasto.
Cabe recordar que el corte de electricidad también puso en riesgo este sector, pues la falta del servicio dificulta la atención de pacientes covid-19. Asimismo, los puentes y carreteras destruidas impiden el avance del proceso de vacunación.
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“Tenemos una situación bastante difícil. Nuestro departamento se encuentra con la ocupación de Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) al ciento por ciento y mucha población que está padeciendo la enfermedad está en sus casas”, dijo a El Tiempo Facundo Castillo, gobernador del departamento.
Este 16 de julio en Arauca se procesaron 220 pruebas diagnósticas de covid-19, de las cuales 73 resultaron positivas. Esto se traduce en una positividad del 33 por ciento, la séptima más alta entre los 32 departamentos del país.
La violencia en Arauca
Como si fuera poco, el sábado 10 de julio, en el municipio de Cravo Norte, desconocidos perpetraron una masacre contra cuatro personas de una misma familia. El hecho dejó en evidencia una frágil situación de orden público, marcada por la presencia del ELN y disidencias de las Farc, de los frentes 28 y Martín Villa.
En una carta enviada por el defensor Camargo al ministro del Interior, el 5 de marzo de 2021, se detalla que cerca de 15.000 personas debido al incremento de las acciones violentas por parte de grupos armados que cometen graves violaciones de los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario.
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“Estos grupos armados no estatales aprovechan las condiciones fronterizas del territorio araucano que limita con el Estado Apure venezolano a través del cauce del río Arauca, para sacar ventajas del factor sorpresa cuando realizan incursiones o ataques contra la Fuerza Pública o contra personas de la población civil”, dice la misiva.
Este antecedente también ha sido un detonante de la crisis social que se ha venido desatando por cuenta de la migración de ciudadanos venezolanos. Según las organizaciones sociales, desde marzo Arauca recibe unos 300 migrantes al mes, muchos de los cuales huyen de los enfrentamientos entre la disidencia Segunda Marquetalia y las comandadas por Gentil Duarte.
La masacre del pasado sábado es la número 51 en lo que va corrido del año en todo el país. Las víctimas son los hermanos Juan, Raúl y Joaquín Garcés, así como su tío, Ángel Garcés.
Por ahora, muchos araucanos dicen sentirse abandonados, a la deriva y con temor de vivir una situación similar a lo de San Andrés y Providencia. Arauca es el tercer productor de hidrocarburos de Colombia; sin embargo, sus habitantes no ven los beneficios de las regalías, denuncian corrupción y una explotación indiscriminada de su territorio.
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Excelente artículo