‘Arrancar los ojos’, el arte para reflexionar acerca de la violencia policial

La artista argentina Gabriela Golder presenta en Fragmentos una instalación en la que indaga acerca de la mirada, los vacíos y el horror de la violencia estatal a partir de los cientos de casos en los que miembros del ESMAD dispararon adrede a los ojos de los manifestantes en las movilizaciones sociales. Hablamos con ella.

La videoinstalación que se puede ver por estos días en la sala central de Fragmentos, espacio de Arte y Memoria, y que hace parte de la exposición Arrancar los ojos, está pensada como una experiencia (en todo el sentido de la palabra) inmersiva para los visitantes. Cada una de las cuatro paredes hace de pantalla y las imágenes, todas en blanco y negro, van apareciendo como en una sucesión sin orden ni sentido: en algunas ocasiones en las cuatro pantallas al tiempo con la misma imagen, otras veces con imágenes distintas y la mayoría del tiempo alternando de una pared a otra o dejando alguna sin imagen.

Primero son paisajes. Pero no cualquier paisaje: cráteres volcánicos en la Patagonia, grabados con drones (desde arriba) en la provincia de Neuquén, en Argentina. Las imágenes se van acercando de forma circular y los huecos parecen más grandes, más vacíos, como ojos arrancados de la tierra. Luego aparecen ellos, los protagonistas de la exposición: rostros de jóvenes colombianos a los que el ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) disparó a los ojos durante las movilizaciones sociales que se llevaron a cabo entre 2019 y 2021. Algunos tienen prótesis, otros parches o gafas oscuras y a varios se les puede ver el ojo dañado.

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De fondo hay sonidos fuertes que aparecen o desaparecen y que hacen vibrar el suelo, construido por Doris Salcedo y varias víctimas de violencia sexual con las armas que entregaron las extintas FARC. Son sonidos que cobran sentido varios minutos después cuando la videoinstalación da paso a un momento mucho más angustiante: imágenes de las protestas y de la represión del ESMAD que van pasando rápido, de una pared a otra y que obligan al espectador a darse la vuelta, a mirar a un lado o al otro, a ver destellos con el rabillo del ojo, a sentirse perdido y en medio de una situación en la que no se tiene claro el panorama general. Tal cuál como se deben sentir las personas a las que le falta la mitad de la visión.

Esas imágenes dan paso a una coreografía. La artista argentina Gabriela Golder le contó al periodista de Diario Criterio, unos minutos después de ver (y sentir) esa videoinstalación, que esa parte surgió cuando llevó a un grupo de estudiantes de teatro a ver las imágenes de archivo de las protestas y luego les pidió que intentaran recrear esos movimientos. Por eso aparecen manifestantes que se caen, se levantan, se mueven hacia un lado, se separan, se juntan, retroceden, mientras las fuerzas del Estado avanzan. Y todo termina con una canción del colectivo La Mujer Cabra. Una canción que, para Golder, hace las veces de un coro griego (así como otras dos canciones que aparecen en medio de las imágenes de manifestantes, paisajes y performance) y hace retumbar la sala de Fragmentos. “Ojos que no ven, corazón que siente”, dice la letra.

Cinco obras para reflexionar sobre el horror

“Yo comencé este proyecto con la conmoción que me produjo lo que sucedía en Chile, en 2019. Me conmovió la noticia de que a a los manifestantes les estaban disparando armas no letales a los ojos, y me puse a investigar a y a recopilar material de archivo de diarios, de medios alternativos, de YouTube“, explica Golder, una artista visual nacida en 1971, directora de la Bienal de la Imagen en Movimiento (BIM) y curadora de El Cine es Otra Cosa, un ciclo de cine y video experimental del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

Unos meses después, y mientras seguía recopilando archivos sin saber muy bien qué hacer con ese material, vio que eso mismo estaba pasando en Colombia y, justo por esa época, encontró la noticia de que Fragmentos, espacio de Arte y Memoria tenía abierta una convocatoria para que artistas o curadores (colombianos o extranjeros) propusieran intervenciones artísticas de arte contemporáneo que reflexionaran en torno a las múltiples memorias del conflicto, no solo en el contexto colombiano, sino de otros lugares del mundo.

Arrancar los ojos en Fragmentos 2

“En ese momento centré el proyecto en Colombia y empecé a pensarlo para este espacio específico”, cuenta. Una vez se ganó la convocatoria, decidió viajar y entrevistar a víctimas de mutilaciones oculares por parte del ESMAD. “Si bien había leído y recogido información, necesitaba hablar con las víctimas para pasar de lo general a lo particular, para ir a lo general de nuevo pero partiendo de historias particulares. Fue ahí que me quedó clarísimo que sí era un plan sistemático y un problema de todo un sistema que, más allá de las fuerzas del Estado, abandona a sus víctimas (la justicia que no hace justicia, los hospitales que no atienden a las víctimas, la falta de solidaridad)”.

El resultado de ese proceso es Arrancar los ojos, la instalación ganadora de la Convocatoria de Fragmentos 2021 que está compuesta por cinco obras distintas, distribuidas en los diferentes salones del espacio, que nació como un contramonumento creado por Doris Salcedo a partir de la firma de la paz y la entrega de las armas por parte de la guerrilla.

Además de la videoinstalación, que lleva el mismo nombre de la exposición y que se puede ver al final del recorrido, en la sala principal del espacio, los visitantes pueden encontrar un salón en el que, al fondo, aparecen unos televisores que reproducen 150 minutos de entrevistas, grabadas en mayo de 2022, con 10 víctimas colombianas de mutilación ocular. Golder llamó a esta parte de la exposición Un dolor que recuerda por qué duele. Más que entrevistas periodísticas, llenas de preguntas y respuestas, son espacios en los que las víctimas tienen la libertad de hablar, de contar sus historias y de explicar cómo se sienten y cómo viven sin un ojo, el miedo con el que deben convivir, las consecuencias en sus familias y las injusticias que aún viven.

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En ese mismo salón, en las paredes de los lados, hay 56 placas de aluminio escritas en braille, en las que se repiten diferentes frases para enunciar la acción de quitar un ojo: “arrancar los ojos“, “secuestrar los ojos“, “sacar los ojos”, “extirpar los ojos”, “exhumar los ojos”, “vaciar los ojos”, “remover los ojos”, etc. Una obra llamada Formas de decir, que buscaba nombrar lo que había pasado para dejar claro que fue una realidad y reiterarlo, para hacer consciencia del horror. Pero, también, jugar con la sensación de no saber y no entender que tienen la mayoría de espectadores cuando ven los textos escritos en braille, que resuena con lo que ocurre cuando faltan los ojos.

Esa parte de la instalación está íntimamente relacionada con De los ojos que se mueven amparados por su furia, 20 esculturas en madera, bañadas en cemento, y ubicadas en el pasillo de Fragmentos, en las que se repiten algunas de estas frases de antes, pero escritas en español. “Decir hasta que el cuerpo se canse, hasta que duela; hasta que la palabra se vuelva insoportable. Dejar huella, excavar, resistir a pesar de la desaparición intencionada de las pruebas“, dice el texto curatorial. Un ejercicio que Golder comenzó cuando vio la frase “arrancar los ojos” en un medio chileno y, asombrada, empezó a pensar en todas las formas posibles de decir lo indecible.

Arrancar los ojos en Fragmentos 3

Justo al frente está la quinta obra que compone la instalación, llamada Desde el campo de batalla. Es otro video (no en vano, Golder se considera una artista visual) en el que cuatro locutores narran de forma cronológica, como si estuvieran transmitiendo cables noticiosos, los hechos de violencia policial y represión contra los manifestantes que ocurrieron en Francia, Colombia, Chile y Hong Kong. Es la única parte de la instalación que no está a blanco y negro, y que tiene una estética muy televisiva, aunque en la pantalla solo se ve al locutor frente a un micrófono repitiendo hechos violentos. En este caso la violencia que en el resto de la exposición se ve (y se siente) muy tangible, se convierte en datos fríos o hechos sin rostro ni doliente.

Esto no solo sucedió, sino que sigue sucediendo. En Argentina, por ejemplo, por primera vez tenemos cuatro víctimas“, explica Golder. “Las tácticas y las técnicas de represión al pueblo se van sofisticando cada vez más. Cuando uno se entera que están tirando a los ojos entiende que hay un nivel de perversidad y de finura detrás, porque están pensando en que el otro no vea, con todo lo que eso implica. Uno entiende cuánta hipocresía hay en las llamadas armas no letales”, añade.

Arrancar los ojos llega justo cuando desde algunos medios y entre muchos de los políticos involucrados se intenta cambiar la narrativa de lo que ocurrió en las movilizaciones. Ahora que tratan de presentar a la gran mayoría de manifestantes como criminales pagados o como jóvenes engañados, esta instalación artística recuerda que, en realidad, durante las manifestaciones sociales las fuerzas del Estado atacaron sin tregua y de forma premeditada a cientos personas que ejercían su derecho a la protesta de forma pacífica y a muchos de ellos los dejaron sin ojos.

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Arrancar los ojos se puede visitar en Fragmentos, espacio de Arte y Memoria, ubicado en la Carrera 7 N. 6B - 30 de Bogotá, de martes a domingo  entre 9:00 a.m. y 5:00 p.m. (con entrada gratuita). 

5 Comentarios

  1. Excelente relato sobre esta exposición que denuncia y visibiliza el horror de esta práctica perversa de represion de las fuerzas del Estado.

  2. Interesante exposición y muy impresionante a la vez darse cuenta y comprobar con algunas víctimas , estos casos de violencia y todos los demás que no se muestran.

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