‘Barry’ volvió más oscura que nunca
Por la pandemia, tuvimos que esperar mucho para que varias de nuestras series favoritas regresaran. Esperamos dos años para volver a ver Succession, dos también para Better Call Saul y casi tres años para que regresara Barry, una de esas comedias que entre más avanza más tiene de tragedia.
Antes de que empezara la tercera temporada el domingo pasado, decidí repetir las dos anteriores (en primer lugar, porque son buenísimas; en segundo, porque necesitaba refrescar mi memoria, y tercero, porque son tan cortas que no había excusa para no hacerlo). Y en esta repetición, además de reírme cada vez que aparecía NoHo Hank o cuando la niña karateka los vuelve nada, me fijé (mucho más que la primera vez que la vi) en lo profundamente humana que es esta serie y en la pregunta central y clave que hace: ¿pueden los seres humanos cambiar y redimirse?
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Por si no la han visto, les hago un resumen ejecutivo y sin spoilers: Barry es un exmilitar veterano de Afganistán que al volver de la guerra sufre de depresión y trabaja como asesino a sueldo. En uno de los trabajos para los que lo contratan, lo envían a Los Ángeles a matar a un actor y es allí donde nuestro querido protagonista (Bill Hader en el mejor papel de su vida) decide que quiere ser actor.
Pero, obvio, dejar de la vida de asesino y volverse una “buena persona” no es fácil, entonces Barry ha tenido que, durante dos temporadas, lidiar con los dos lados de su vida mientras se pregunta si puede dejar atrás sus peores impulsos y empezar de ceros.
En esta nueva temporada, de la que hasta ahora ha salido solo un episodio y este domingo primero de mayo saldrá el segundo, Barry está, en teoría, superficialmente, mejor que nunca: vive con Sally (a quien le está yendo, también en teoría, de maravilla profesionalmente) y logró eludir las consecuencias de sus actos una vez más. Pero realmente está peor que nunca. Los ojos vidriosos, la barba desaliñada, la actitud de andar en piloto automático, Bill Hader lo transmite muy bien: Barry está en la mala.
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Y aunque el episodio tuvo un par de momentos que me sacaron risas (y sonrisas de emoción también, como cuando vi a Hank con Cristóbal), la sensación emocional fue más de: “esto se puso pesado”. Sí, Barry es en teoría una comedia, pero también es la historia de un veterano de guerra con problemas de salud mental que hace reflexiones sobre la humanidad de quienes cometen actos monstruosos.
Ahora que la repetí, y especialmente ahora que ya vi el primer episodio de la tercera temporada, no puedo dejar de conectarla temáticamente con BoJack Horseman, otra serie con un protagonista deprimidísimo que en un momento decide que quiere cambiar y dejar atrás el daño que causó. Barry, así como BoJack en algún momento, desea ser diferente y quiere con todas sus fuerzas no hacer más daño, pero (y esta lección la aprendió BoJack de una forma difícil pero necesaria) para poder “redimirte” y cambiar, no puedes simplemente levantarte un día y decir “¡Ya está! ¡A partir de hoy no haré más daño!” y olvidar todo lo que pasó antes. La parte clave del proceso es enfrentarse a los errores, aceptarlos y, por encima de todo, intentar reparar. Como dicen dos veces en este nuevo episodio: “El perdón es algo que tiene que ganarse”. Mientras Barry no esté dispuesto a ganárselo y a enfrentarse a las consecuencias de todos sus actos horribles, no encontrará la paz mental que tanto desea.
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La veré
Buena cronica
A verla