¿Bogotá se quedó chiquita para tanto concierto?
Las quejas por el concierto de Dua Lipa y la discusión sobre el posible uso del Estadio El Campín para el concierto de Harry Styles han dejado ver que, a pesar de la gran cantidad de artistas que vienen por estos días a la capital del país, hacen falta mejores escenarios para conciertos grandes y masivos.
El fin de semana pasado, en un lapso de solo cuatro días (entre el jueves 15 y el domingo 18 de septiembre) y como sucede en las grandes ciudades del mundo, Bogotá vivió, casi en simultáneo, una serie de conciertos y espectáculos en vivo. Artistas reconocidos mundialmente, como Coldplay, Dua Lipa o Camila Cabello, y otros muy famosos en América Latina y Colombia, como Ricardo Arjona o Silvestre Dangond, se presentaron en la capital del país.
Casi todos los grandes escenarios para conciertos, como el Movistar Arena, el Estadio El Campín, el recientemente estrenado Coliseo Live y hasta el parqueadero del Parque Salitre Mágico, estuvieron ocupados. E incluso, en un mismo día (el sábado 17 de septiembre), Silvestre Dangond y Coldplay (junto con Camila Cabello) se presentaron a solo una cuadra de distancia; uno en el Movistar Arena y los otros en el estadio.
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Pero así como esa coincidencia de conciertos demuestra, como ya se venía viendo desde hace varios meses, que la industria de los espectáculos en vivo, que tanto sufrió por la pandemia, vive uno de sus mejores momentos en Colombia, y especialmente en Bogotá, también ha dejado claro que a pesar de que se han construido nuevos y mejores escenarios en los últimos años, la infraestructura para conciertos de la ciudad se está quedando pequeña, sobre todo para los grandes espectáculos y conciertos masivos (que son para unas 30.000 o 50.000 personas).
Las quejas de la mayoría de los asistentes al concierto de Dua Lipa, que Ocesa organizó en el parqueadero del Parque Salitre Mágico, han dejado claro que ese espacio no es tan conveniente para espectáculos de primer nivel. Aunque el parqueadero, supuestamente, tiene una capacidad de 30.000 a 40.000 personas, la falta de graderías, la mala ubicación de las pantallas y los problemas de sonido impiden que muchas de las personas que compran boletería general y que terminan ubicados en la parte de más atrás -que son la mayoría- puedan disfrutar del concierto de la mejor manera. Incluso se viralizaron videos en los que se veía y se escuchaba mucho mejor desde la calle.
El concierto de Harry Styles y El Campín
Esa situación, que Ocesa prometió evaluar y revisar para próximas ocasiones, ha generado un debate grande debido a un próximo concierto que esa misma empresa tiene planeado para el domingo 27 de noviembre en el mismo parqueadero: el del exintegrante de One Direction Harry Styles, una de las estrellas más grandes del pop a nivel mundial.
Los fanáticos del artista y muchos de quienes ya compraron boletas para su concierto iniciaron una campaña en redes sociales para cambiar el escenario. El problema es que por temas de capacidad (y teniendo en cuenta la boletería que ya fue vendida), el concierto de Styles no puede hacerse en el Movistar Arena ni en el Coliseo Live, que solo tienen capacidad para 14.000 y 24.000 espectadores respectivamente. Sin contar con que en el Movistar se presentará un día antes Camilo.
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Un escenario a cielo abierto e incluso con mayor capacidad podría ser la plazoleta de eventos del Parque Simón Bolivar, a la que le pueden caber unas 80.000 personas, y queda pasando la calle, justo enfrente del parqueadero del Salitre Mágico. El problema es que para ese mismo día está programada una de las fechas de Rock al Parque (hay quienes dicen que con Rock al Parque, el sonido en el parqueadero sería aún peor).
Muchos de los seguidores del artista creen que la mejor opción es el Estadio El Campín, al que le pueden caber de 30.000 a 40.000 personas, por lo que adelantan en redes sociales la campaña #HarryAlCampin. Pero la prioridad del estadio es el fútbol (para lo que fue construido) y para ese día está programada la final de la liga de Fútbol Profesional Colombiano. Aunque no se sabe si Millonarios (actualmente líder) o Santa Fe -los dos equipos que usan el estadio- clasifiquen hasta esa instancia, la Dimayor tiene apartado el estadio para esa fecha.
El problema es que hacer un concierto no solo inhabilita el estadio para ese día, sino casi durante una semana, teniendo en cuenta el tiempo para el montaje (y el desmontaje) del escenario. De hecho, el 20 de noviembre, siete días antes del concierto de Styles, El Campín será escenario del concierto de Bad Bunny, lo que ya implica que el estadio estará inhabilitado para el fútbol entre el 15 y el 21 de noviembre.
A todo eso se suma lo apretado del calendario de la liga de fútbol colombiano para este año. La FIFA había pedido que todas las ligas nacionales terminaran antes del inicio del Mundial de Catar 2022 (el 20 de noviembre), pero Colombia consiguió el permiso para alargarla hasta el 30 del mismo mes. Aplazar un posible partido de la final sería incumplir esa fecha.
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Por eso, el único acuerdo al que llegaron Ocesa, la Dimayor y los equipos hasta ahora fue esperar hasta el 30 de octubre, cuando termina la fase todos contra todos. Si para ese momento Millonarios y Santa Fe están eliminados (cosa poco probable porque millonarios está cerca de asegurar la clasificación de forma prematura), el estadio estaría disponible para el concierto.
El reto: habilitar nuevos escenarios
Pase lo que pase, la polémica ya dejó claro que a Bogotá le hacen falta escenarios para conciertos de más de 30.000 personas. La industria de los conciertos en vivo y los festivales viene creciendo y lo más probable es que siga haciéndolo hacia el futuro.
Aunque algunas veces el tema se soluciona con varias fechas en escenarios de capacidad mediana como el Movistar Arena o el Coliseo Live, hay artistas de talla mundial que ameritan tocar en escenarios como El Campín (por el nivel del espectáculo, la limitación en las fechas o la cantidad de espectadores que convocan), que no siempre está disponible por el fútbol. Y no siempre es buena opción -por el tráfico y la logística- usar los escenarios de fuera de la ciudad, como el Parque Deportivo 222 o el Club de Golf Briceño.
Otros espacios más planos, como la plazoleta del Parque Simón Bolívar y el parqueadero del Salitre Mágico, requieren mayores esfuerzos en logística y montaje, para evitar las quejas por el sonido y la poca visualización de la tarima desde los puntos más lejanos. Algunos empresarios han optado por ser creativos: para el Knotfest Colombia, por ejemplo, Paramo va a construir escenarios en un parqueadero de El Campín así como en El Campinsito, una cancha de fútbol junto al estadio.
Por eso, ante el aumento de la demanda y la oferta de conciertos en Bogotá, sobre todo con artistas de nivel internacional, las autoridades y los empresarios que organizan conciertos, tienen que buscar soluciones y responder algunas preguntas.
¿Hay que ser más flexibles con el Estadio El Campín aunque eso implique invertir más recursos en la recuperación de la gramilla? ¿Se necesita construir algún otro escenario tipo estadio, exclusivo para conciertos, con capacidad para unas 50.000 personas? ¿Se puede pensar en adaptar el Estadio de Techo, el Estadio Alfonso López de la Universidad Nacional, el Hipódromo de los Andes o incluso el Parque Estadio Olaya Herrera para aumentar su capacidad y organizar conciertos o, en su defecto, mover los partidos de los equipos bogotanos cuando se use El Campín?
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Las respuestas pasan, como casi siempre, por un tema presupuestal: ¿quién debe poner la plata para construir los nuevos escenarios o para remodelar y hacerse responsable del mantenimiento de los que ya existen? En la ciudad hay varios ejemplos: El Campín y el Parque Simón Bolívar son escenario públicos, manejados y coordinados por el Instituto Distrital de Recreación y Deportes (IDRD). El Coliseo Live, así como los escenarios de fuera de Bogotá, son totalmente privados. Y el Movistar Arena tiene una figura mixta: pertenece al Distrito, pero fue entregado en concesión a una empresa privada para que se encargue de su manejo y de su mantenimiento, a cambio del nombre.
Esa última figura podría ser una buena opción, incluso para llegar a un posible acuerdo para pagar el mantenimiento de la gramilla de El Campín en caso de abrir más fechas para conciertos. De hecho, ya existe una Asociación Público Privada (APP) para remodelar toda la zona del estadio, el Movistar Arena y los escenarios que los rodean, que no solo implica aumentar la capacidad del escenario deportivo, sino también construir más zonas verdes y hasta una sede para la Orquesta Filarmónica de Bogotá.
Teniendo en cuenta que los conciertos y festivales no solo benefician a los empresarios que los organizan, sino también a la ciudad (algunos traen turismo nacional e incluso internacional), la solución debe pasar por ambas partes. Al final, sale ganando el espectador.
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7 Comentarios
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Que buena crónica que muestra la falta de escenarios con más capacidad para eventos culturales en nuestra Bogotá y dejar los espacios deportivos solo para ello .
Y si beneficiaría a la ciudad por el turismo a los empresarios y al espectador que los disfruta.
Llama la atención que a pesar de tanto concierto siempre hay mucho público para todos.
La post-pandemia hizo reaparecer esa fascinación por los conciertos y se nota que hay una buena oferta con excelente acogida por parte del público. Ya se había planteado esta inquietud de los espacios limitados y se verá quién se lanza al ruedo para mostrar propuestas viables a corto plazo. Excelente crónica del diario Criterio.
Bogota es una metrópoli que requiere con urgencia más escenarios que acojan los diversos conciertos y espectáculos de talla mundial; una buena alternativa son las alianzas público-privadas que puedan apoyar estos requerimientos de escenarios apropiados. Un excelente resumen de esta situación.