“El Estado debe ser árbitro y jugador en la nueva bonanza de la marihuana”: Lina Britto

La historiadora y periodista Lina Britto, profesora en la Universidad de Northwestern, habló con Diario Criterio sobre su libro ‘El boom de la marihuana’, publicado originalmente en inglés. Para Britto, la historia de la bonanza marimbera de los años setenta es una lección que Colombia debe tener en cuenta justo ahora que el país empieza a hablar de regulación del consumo de drogas.

Diario Criterio: ¿Cuántos años lleva investigando este tema y cuál es su conexión personal con la historia de la bonanza marimbera?

Lina Britto: Este tema ha estado conmigo desde siempre. Mi familia paterna es de La Guajira, de San Juan del Cesar, uno de los epicentros de la bonanza. Prácticamente, crecí con las historias e imágenes de este fenómeno. Si hablamos de hacer investigación y de dedicarme seriamente a tratar de entender la bonanza, comienzo en 2004, con una maestría en antropología en la que indague por la cultura regional, la música vallenata y, por supuesto, la bonanza marimbera. Me tomó entre 15 y 16 años desde que comenzó el proyecto hasta que salió publicado este libro.

Diario Criterio: Llama la atención que su trabajo tenga una especie de mezcla entre el lenguaje académico y la narración periodística. ¿Cuál fue la metodología que utilizó para llevar a cabo esta investigación?

L,B.: Para mí era muy importante que el libro fuera accesible para todo el mundo. Obviamente, hay requisitos académicos de la tesis de maestría, de la disertación del doctorado, pero yo quería que el producto final fuera narrativo, muy periodístico. Ese fue el esfuerzo que hice, porque quería un libro abierto al público en general, no solo para expertos.

Diario Criterio: ¿Qué tan desafiante fue esa tarea, ¿cómo logró equilibrar ambos mundos?

L.B::: La pregunta siempre fue “¿cómo contar esta historia?” –que es una historia política, económica, diplomática, social y cultural– de manera sencilla, pero sin perder el rigor. Las técnicas de la crónica y del gran reportaje me ayudaron muchísimo, porque eso es lo que hace el reportaje, mezclar análisis con narrativa, personajes y un poco de teoría. No tuve que inventarme nada, simplemente echar mano de lo que ya existía para poder contarlo, tanto en inglés como en español.

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Diario Criterio: Uno de los grandes temas del libro es la memoria de esa bonanza marimbera o del boom de la marihuana. ¿Por qué esa historia ha quedado tan rezagada en comparación con la de la cocaína y otros fenómenos similares?

L.B.: Claro, yo no solo quería entender cómo, en medio de esta bonanza, Colombia pasó de ser un país cafetero a un gran productor de narcóticos, sino que también quería entender por qué dejamos de hablar del tema. La respuesta obvia es que la cocaína, como sector económico y con todo sus tentáculos políticos y sociales, se arraiga de una manera tan fuerte y violenta que nos absorbe por completo.

Sin embargo, mientras hacía investigación, me di cuenta que esa respuesta tenía muchos matices. El primero tiene que ver con la manera como los colombianos nos imaginamos como nación, una nación muy centralizada en la Región Andina, rodeada por unas periferias que casi que son territorios salvajes. Y no es gratuito que, precisamente, el conflicto armado haya tenido epicentro en estas periferias. Entonces es muy fácil olvidarnos que en esas regiones sucedió algo fundamental y crucial de nuestra historia.

Diario Criterio: Esa puede ser una de las grandes diferencias con la bonanza de la cocaína, la geografía…

L.B.: Sí, el negocio de la cocaína fue controlado por los carteles de Cali y Medellín, una parte central del país. El problema es que existía una forma de imaginarnos como nación a través de jerarquías de raza, de región, de etnicidad; que nos hacen muy difícil entender cómo en esa ‘Colombia profunda’, como muchas veces la llamamos como cliché, sucedieron cosas cruciales y fundamentales que nos cambiaron como país.

Diario Criterio.: ¿Qué tanto ha cambiado ese imaginario y esa forma de vernos a nosotros mismos en las últimas décadas?

L.B.: En la medida que se han hecho ejercicios de memoria histórica, nos hemos dado cuenta de la importancia de lo que han vivido las personas en esos territorios que consideramos periferia. Creo que eso se ha transformado bastante, pero en los ochenta y noventa, que es cuando se consolida una literatura sobre el narcotráfico y las drogas en Colombia, teníamos esa imaginación muy centralizada. 

El boom de la marihuana
El boom de la marihuana

Daiario Criterio.: Usted habla de unas reformas modernizantes que, de alguna manera, empujaron la bonanza marimbera. ¿De qué se trata esa idea y cómo involucra al Estado en esta historia?

L.B.: Creo que ese fue uno de mis grandes descubrimientos. Yo parto de la premisa de que es la ausencia del Estado lo que genera las condiciones para que estas economías ilegales se arraiguen en estos territorios pobres y periféricos, pero en la medida que voy investigando, me doy cuenta de que eso es un mito.

Claro que el Estado ha sido muy débil en La Guajira o en la Sierra Nevada de Santa Marta, pero no es ahí donde surgen las condiciones que hacen posible esta economía ilegal. Es, precisamente, de la manera en la que el Estado ha intentado integrar estas regiones al centro político, orientado a proveer a Estados Unidos, que surgen los factores que hacen posible el boom.

Me refiero a que, desde comienzos del siglo XX, la región del gran Magdalena se convierte en el escenario donde Colombia se conecta con los mercados norteamericanos, a través del banano. Eso cambia por completo la región; genera una serie de infraestructuras, inversiones, burocracias y políticas públicas que van generando las redes de comercio, producción y comercialización para la bonanza de los años setenta.

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Diario Criterio: En ese contexto, ¿quiénes fueron los protagonistas de esa bonanza? Usted dice que no se trata solo de marimberos, sino que hay un interesante esquema piramidal.

L.B.: A nivel de producción están los ‘cachacos’, los inmigrantes que venían escapando de ‘La Violencia’ y llegaron a la sierra para vivir de una economía campesina de subsistencia. Cuando el mercado de la marihuana comienza a crecer en Estados Unidos, y vienen otros protagonistas, los consumidores, pues encuentran que hay una población ya entrenada para producir mercancías agrícolas de exportación y necesitada de un producto que tuviera mercados y pudiera salir de manera fácil.

Luego tenemos a las clases urbanas de la región, que encuentran en la comercialización de la planta una oportunidad de oro para enfrentar la crisis del banano y el contrabando. Es aquí cuando muchas personas de las clases medias y las élites locales invierten en el negocio.

Con el tiempo se va generando una economía de estructura piramidal, donde en la capa más baja están la mayoría, los productores agrícolas; en la capa intermedia están los sectores urbanos y, en la punta, un pequeño grupo de exportadores que tenían la conexión con los compradores norteamericanos.

Daiario Criterio: Usted deja por fuera de esa lista de protagonistas, y lo hace intencionalmente, a los indígenas wayúu. De hecho, ha criticado que en la película ‘Pájaros de verano’ se muestre a esta comunidad como pieza clave del negocio. ¿Por qué?

L.B.: Ellos no eran dueños de cultivos, no eran exportadores, sino que trabajaban en la parte más baja de la estructura piramidal. Por supuesto que los wayúu de La Guajira participaron, principalmente los hombres jóvenes, como cargadores, guías o manejando los cayucos. Algunos hicieron dinero, de ahí viene la imagen del hombre wayúu con sus gafas Ray-Ban tipo piloto, pero nunca fueron exportadores ni dueños de conexiones. Esa es la idea errónea de Pájaros de verano.

Tratando de entender esa decisión artística de los directores yo suponía que tenía que ver con la fascinación por la cultura wayúu, pero a la vez me parecía muy cuestionable que los productores y directores dijeran en medios que la película era una lección de historia. ¿Cuál historia?

Claro que muchos marimberos tenían ancestros indígenas, pero nunca la bonanza de la marihuana sucedió bajo los códigos culturales y de resolución de conflictos de los wayúu; al contrario, la bonanza desarticuló esos códigos, haciendo de la venganza el primer mecanismo para enfrentar las disputas.

Diario Criterio: Otro tema muy apasionante de su libro es el vallenato, ¿cuál fue el papel social y cultural de esta música en la bonanza?

L.B.: El vallenato y la parranda fueron muy importantes en el ciclo de producción y comercialización de la marihuana. Toda operación exitosa terminaba en una gran parranda y esas parrandas se convertían en ocasiones para que los marimberos cultivaran relaciones de amistad y, de alguna manera, renovaran ese pacto moral, ese compadrazgo sobre el cual funcionaba el negocio.

También hacía parte de la cultura regional, era una forma de proyectar la importancia social en el pueblo. Los marimberos simplemente le dan continuidad a un estilo de vida que ya estaba arraigado, pero al hacerlo, con la intensidad de esas parrandas, logran también una bonanza del vallenato. En esas fiestas se planeaban álbumes, patrocinios para conciertos, giras y otras cosas. Así nace una segunda edad dorada del vallenato, luego de la época clásica de los cincuenta, relacionada con la bonanza del algodón, curiosamente.

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La nueva bonanza de la marihuana

Diario Criterio.: Ahora que hablamos de un nuevo boom de la marihuana y de las oportunidades de la industria del cannabis, ¿cuál cree que es la importancia de tener presente esta historia de la bonanza marimbera?

L.B.: Como historiadora soy creyente ferviente de que el pasado está para enseñarnos en el presente. Esta historia nos recuerda que el Estado es un actor fundamental. Las decisiones a nivel estatal son las que van a generar el marco dentro del cual vamos a jugar este juego. El Estado funciona como diseñador, árbitro y jugador en la nueva bonanza de la marihuana.

La otra lección tiene que ver con la importancia de generar una economía democrática y plural. La bonanza de la marihuana nos enseña que esa economía era relativamente democrática en los niveles bajos, pero en los niveles más altos, donde se producían las grandes ganancias, era muy estrecha. Esperamos que ahora no sea algo monopolizado por las grandes corporaciones, sino que se les abra espacio a los pequeños productores y a las personas interesadas en el autocultivo.

Diario Criterio: ¿Qué cree que debería cambiar en materia de política exterior con esta nueva bonanza?

L.B.: Durante la bonanza de los setenta Estados Unidos era el gran mercado que estábamos proveyendo; ahora, con esta bonanza del cannabis, debemos pensar en el mercado doméstico. También debemos ver cómo Colombia va a competir con México, con otros países y cuál es nuestra posición en ese gran juego internacional y transnacional. Para todo esto serán importantes las regulaciones internacionales y la política exterior.

Diario Criterio: Por último, ¿está trabajando en un nuevo tema o va a ampliar esta investigación?

L.B.: Estoy trabajando en la segunda parte de este libro, que es la historia de esos consumidores hippies norteamericanos que vinieron a Colombia a generar conexiones. Me interesa mucho porque es desmontar el mito de que los gringos solamente son consumidores y nunca traficantes.

Estoy tratando de entender qué nos puede decir eso sobre la historia del hipismo, la contracultura y esa movida juvenil de los setenta, de cómo ellos entendieron la marihuana no solo como la hierba que les iba a abrir la conciencia, sino también como la manera de acumular dinero y capital para tener una vida diferente.

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Lina Britto, El boom de la marihuana

5 Comentarios

  1. Rodrigo Alberto Daza Cárdenas

    Quiero es manifestar mi orgullo por Lina, una paisana que por su entrega y trabajo esté en el lugar que ha buscado. Felicitaciones!!

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