‘Bruma’, de Beatriz González, un monumento a la memoria y un homenaje a los desaparecidos
La exposición, que celebra los 90 años de la artista colombiana, se presenta en ‘Fragmentos’, el contramonumento que Doris Salcedo hizo con las armas fundidas de las Farc. Es una instalación sobrecogedora: un homenaje a los desaparecidos que se transforma en un monumento a la memoria.
Entrar a la sala principal de Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria por estos días es casi una experiencia religiosa. Aunque la palabra precisa, tal vez sea ‘sagrada’. Esa, por lo menos, es la sensación que tiene el visitante cuando ve a posteriori, la instalación en la que las cuatro paredes del salón están empapeladas y cubiertas por las replicas en papel de colgadura de Auras Anóminas, la icónica obra de Beatriz González en la que se intervinieron 10.000 columbarios vacíos del Cementerio Central con siluetas de cargueros que llevan los cuerpos sin vida de personas desaparecidas.
Mientras en las paredes se repite la imagen de los columbarios una y otra vez, como si se tratara de un cementerio, de una cripta o del osario de una iglesia, el visitante no puede dejar de pensar que el piso -negro y arrugado- está construido con las armas fundidas de las antiguas Farc, golpeadas con martillos y otras herramientas por mujeres víctimas de la violencia sexual. Son dos obras distintas (los columbarios de Beatriz González y el piso de Doris Salcedo) que juntas se transforman, adquieren un nuevo significado y generan esa sensación de estar ante algo “sagrado”.
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“Es como si (a los miles de desaparecidos que honra Auras Anónimas) se les diera sepultura en un lugar en donde las palabras derrotaron a las armas”, explica María Belén Sáez de Ibarra, curadora de la exposición, quien se refiere a la sala como una heterotopía, como llamaba el filósofo Michel Foucault a los espacios que tienen sus propias lógicas, ideas y fuerzas.
Los columbarios en papel de colgadura, sin embargo, tienen una diferencia significativa con los originales que están en el Cementerio Central de Bogotá y en donde las figuras de los cargueros están claramente definidas. En las nuevas, las siluetas se muestran borrosas, sin contorno, casi como en medio de una bruma (de ahí el nombre de la exposición). Esa sensación que González consiguió con el uso de una técnica llamada veladura -y que le da mucha más fuerza a la instalación-, busca mostrar que “la memoria traumática nunca es clara. Es como si estuviera tras una niebla”, explica la maestra.
Otra característica de Bruma, que guarda mucha relación con la memoria (y más específicamente la memoria traumática en Colombia), es la repetición de figuras, algo que suele ser común en la obra más reciente de Beatriz González. Es algo intencional, explica, porque “hay que insistir mucho en Colombia, en ciertas frases, en ciertos pensamientos, es una insistencia en la situación del país, es una insistencia en que no se repita más”.
De esa forma, el espacio sagrado que se construyó para honrar a los miles de desaparecidos, termina siendo también un monumento (o un contramonumento) a la memoria. “Beatriz González logra encapsular, encriptar la memoria”, dice María Belén Sáez.
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La idea de Bruma nació cuando Doris Salcedo, la artista detrás de Fragmentos, decidió invitar a González a exponer allí parte de su obra para celebrar sus 90 años de vida. Al inicio la idea era traer del Cementerio Central unos 90 columbarios originales para ponerlos en la sala. Por cuestiones logísticas no se pudo, lo que dio pie a que la artista desarrollara la misma idea en papel colgadura.
González, quien creo Auras Anónimas con la idea de darles una sepultura simbólica a los miles de desaparecidos, replicó seis de las lápidas usando la técnica del óleo y la veladura. Además, trató de lograr, de fondo, el color amarillento que habían tomado los columbarios originales por el paso del tiempo y la luz del sol. Luego, esos seis columbarios de papel fueron replicados varias veces para lograr tapar todas las paredes de la sala.
Además de esa instalación, Bruma está conformada por otros trabajos de la artista. Además de un pasillo en el que se exponen varios de sus bocetos y dibujos, así como algunas obras reconocidas, en una sala más pequeña hay una serie de obras hechas en los últimos años en las que la artista se enfocó en el tema de los falsos positivos. Allí aparecen, por ejemplo, obras de una serie que se llamó Funebria (2021) y de otra titulada Cinta amarilla (2020), que nacieron junto con la noticia de que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) había encontrado fosas comunes con víctimas de esa macabra práctica en el cementerio de Dabeiba.
A partir de las fotos que aparecieron en la prensa de ese proceso e exhumación (Beatriz González suele trabajar con recortes y fotos de prensa), en la que personas con pica y pala excavaban para sacar los cadáveres, ella creó unas siluetas de personas que fácilmente pueden ser campesinos arando o trabajando la tierra. En sus obras, estas figuras de agricultores ya no son un símbolo del trabajo, de la comida y del campo, sino de la búsqueda de los restos de personas desaparecidas.
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Hay otras obras de la serie Guerra y Paz en las que pueden aparecer siluetas de mujeres violadas y abandonadas, o de víctimas tapándose la cara del dolor, junto a las de los mamos de la Sierra Nevada, celebrando la restitución de tierras.
De esa forma, la exposición, así como sucede con la obra de Beatriz González, es un llamado constante (y repetitivo, como ella dice) para que el país no olvide a sus muertos y a sus desaparecidos. Para que la bruma, que siempre termina tapando la memoria de esos eventos traumáticos que todo el tiempo se repiten en Colombia, no sea una excusa para olvidar y para seguir de largo.
Bruma se puede visitar, sin costo, en Fragmentos. Espacio de Arte y Memoria, ubicado en la Carrera 7 # 6b-30, en Bogotá.
6 Comentarios
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Que bonita y sentida descripción de esta exposición de Beatriz Gonzalez “Bruma” por su significado , su trabajo ,su mensaje que junto con la obra de Doris Salcedo la hacen “sobrecogedora” para no olvidar
Dan deseos de visitarla
Conmueve hondamente este documental!! Agradecer al arte cuando no permite dar todo por sucedido, sin intentar al menos socavar el dolor que ha generado esta violencia en tantas vidas, almas y corazones. Debe ser impactante estar frente a esta magna obra.
Desde el mismo nombre, Bruma, genera interés e invita a visitar esta exposición tan importante para nuestra memoria de país . Hermoso artículo.