Feliz Navidad y próspero Año Nuevo en Buenaventura
Todo señala que, por primera vez en muchos años, se pasará una Navidad y un Año Nuevo con relativa paz, en el bello puerto del mar mi Buenaventura.
Los habitantes de los barrios populares de Viento Libre, La Palera, Los Pinos o del Lleras, que llevaban años atrapados en sus hogares, han vuelto a salir por las noches a respirar el aire salitroso que se cuela por los esteros y a contarse sus cuitas con alegría y esperanza.
Pues, contra todo pronóstico, sigue en pie una frágil tregua que propusieron los grupos delincuenciales Shottas y Espartanos, dos bandas juveniles que surgieron de La Local, una organización del narcotráfico. Los Shottas prestan sus servicios a una disidencia de las Farc, mientras que los Espartanos lo hacen para el Clan del Golfo.
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Propuesta que el presidente Petro avaló e integró a su paz total, ya que esa guerra urbana había llevado a Turín Turán a ser una de las ciudades más violentas del mundo y, a su juventud, a no tener ni opciones ni futuro.
Esa historia larga, llena de abandono, racismo, saqueos y violencia arrancó desde una tarde de julio de 1540, cuando los indígenas buscajaes, asentados en la isla Cascajal, “al abrigo de todos los vientos”, agasajaron con pescado, chontaduro, miel y plátanos a los conquistadores comandados por Pascual de Andagoya.
Porque más se demoraron en atragantarse con las viandas que en anoticiarse que en los ríos cercanos, como el Raposo, el Anchicayá, el Dagua y en todos los de la región abundaba el oro y se les inflamó la voracidad a estos irredentos y sanguinarios saqueadores.
Desde ese momento se iniciaron graves conflictos con la población indígena que, en repetidas oportunidades, incendiaron la naciente población y favorecieron que se trajeran esclavos negros para continuar la explotación minera, la cual después fue controlada por los blancos de Cali.
La inmensa riqueza de Buenaventura ha propiciado su propia desgracia.
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El ser porteño tradicionalmente había sido alegre, bulloso, si se quiere, hasta aletoso, pero pacífico, como el nombre de su océano. Hasta la década de los noventa del siglo pasado, era popular un gracejo que los definía de cuerpo entero: “Cuando es a comé, es a comé. Cuando es a bebé, es a bebé. Pero cuando es a peleá, es a corré”.
Desde siempre, los gobiernos nacionales abandonaron a su suerte a los habitantes y solo se preocuparon por el puerto, pese a lo cual, al día de hoy, ni siquiera está conectado al país por tren.
Como amargo dato anecdótico, el primer riel para la construcción del ferrocarril entre el puerto y la ciudad de Cali se colocó en Buenaventura el 18 de julio de 1833 y el 1 de enero de 1915, es decir, 83 años después, llegó a Cali la primera locomotora. Pero este transporte vital solo funcionó medio siglo, es decir que duró más su construcción que su funcionamiento.
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Recuerdo haber ido a una reunión con la dirigencia de Buenaventura, en 1987, cuando era gobernador del Valle Francisco Becerra Barney. Allí observé con estupor que toda la dirigencia era de afuera: el gerente del Inderena, el de Puertos de Colombia, el de la Zona Franca, el de la Caja Agraria, el del Banco de la República y el de la Aduana.
A la mayoría de ellos les olía maluco la ciudad, por lo que llegaban a su trabajo los martes y se devolvían los jueves para Cali con sus valijas repletas. Hace tres años, un emperifollado gerente de la Sociedad Portuaria le contó, sin ninguna vergüenza, a la junta directiva que, “Cuando voy a Cali, mi mujer me dice que tengo que bañarme porque huelo a Buenaventura”.
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La corrupción de ahora es una herencia del pasado. Desde cuando en 1986 se estableció la elección popular de alcaldes, muchos de los mandatarios se entregaron al frenesí de la corrupción y “fueron por lo suyo”. De ninguna manera los justifico y justicieramente varios están en la cárcel. Solo señalo que las lecciones fueron bien aprendidas de inmaculados y voraces maestros ajenos a la ciudad.
La debacle de Buenaventura llegó con la recalada del narcotráfico que sí entendió lo que los gobiernos nacionales no alcanzaron a vislumbrar: que Buenaventura es la ciudad mejor situada del país para el comercio internacional, tanto legal como ilegal.
Según los estudiosos de Insight Crime, a principios de siglo dominaba el puerto el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Después de que se desmovilizaron, algunos de sus miembros se vincularon a La Empresa, que, a su vez fue absorbida por los Urabeños, quienes avasallaron por muchos años. En 2018, La Local se separó, en fiera disputa, de La Empresa, y, por último, La Local se escindió en Shottas y Espartanos.
Las agencias del Estado se han especializado en capturar a los soldados rasos y cabecillas menores, que son los que se matan entre sí, pero nada han hecho con la alta dirigencia que capitanea la guerra urbana desde afuera.
Corrupción y narcotráfico constituyeron un círculo vicioso que afecta a las capas más vulnerables de la sociedad porteña, especialmente a los jóvenes. Las secuelas son abrumadoras: guerra urbana, siembra de coca en la zona rural, casas de pique, homicidios, desapariciones, secuestros, vacunas, reclutamientos de menores y desplazamientos.
Capítulo aparte lo constituye el desplazamiento de la juventud que le ha tocado huir hacia Cali, Bogotá o Soacha; o a Panamá, Ecuador o Chile. Ha sido de tal magnitud el éxodo que se ha presentado una disminución de la población. El censo de 2018 arrojó 308.000 habitantes, reduciéndose su población en 20.000 personas. De las 93.000 casas que se censaron, 14.000 estaban desocupadas, abandonadas o a punto de derrumbarse.
Pese a todo, la frágil tregua propuesta y avalada por el Gobierno permitió que miles de personas, como doña Ofelia Grueso, la espléndida matrona del barrio Los Pinos —que llegó jovencita al puerto desde López de Micay, que conoció lo sabroso que olía la paz y que le tocó ver salir al exterior a dos de sus hijos de huida de la violencia—, disfrutara con su familia y amistades de una nochebuena inolvidable.
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2 Comentarios
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El amor que Pedro Luis Barco siente por Buenaventura que conozco es de toda una vida…… convierte su documentado artículo en una expresión de realidad impotencia y dolor que muchos de corazón compartimos.
La pregunta es ha sido y será siempre
QUE PODEMOS HACER ANTE TAN INMENSO Y OBLIGANTE RETO ???
Esta vez me reservo una respuesta para no caer en peligrosas divagaciones.
Gracias Pedro Luis