Campañas sin valor
“No es fácil encontrar perfiles políticos que tracen sus campañas con elementos diferenciadores, innovadores y de calidad”.
No es el callo en la piel que permite resistir los abrasivos ataques, ni la ausencia de valentía o carácter para lidiar con el asedio de los medios y los señalamientos. A nuestra clase política ese tipo de valor le sobra. Cuestiono ese valor de dar significado, importancia o validez del ejercicio político desde la ética, el fondo y la forma.
Advierto de entrada que escribo bajo el pecado de la generalización y enfocando estas líneas en los candidatos a Senado y Cámara de Representantes. Como todo en la vida, hay excepciones y vaya que hay un pocas notables, en especial por los lados del entrópico y mal llamado centro político. Pero en la vastedad de las opciones, tanto en el ámbito nacional como en las distintas regiones, no es fácil encontrar perfiles políticos que tracen sus campañas con elementos diferenciadores, innovadores y de calidad.
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Desde lo ético y propiamente intelectual, la historia muestra que los resultados de cada proceso electoral carcomen un poco más la salud de nuestras instituciones. Si la manera de llegar condiciona la estadía, imaginemos el efecto que supone que quienes compiten sean personajes intrascendentes, que estén imbuidos en escándalos o sencillamente omitan el aporte de propuestas, alternativas y propósitos realistas de cara a una eventual gestión.
Aunque personalmente admiro el liderazgo de los hombres y mujeres que ofrecen su tiempo y esfuerzo a la causa pública (en adelante los políticos), también cuestiono su pasmosa mediocridad y falta de rigor. La carencia de ideas es, en el papel, el indicador más elocuente, pero hay una extraña mezcla conducente a superficialidad que se puede explicar por varios factores.
Comenzando en las formas, no es común que anticipen el perfilamiento de su imagen. Y no se trata de un tema meramente estético. Para quienes debutan, especialmente, también para aquellos con cancha, son raros los casos en donde hay un concepto, unas líneas de programa. Considerando la perspectiva racional y libre del ciudadano-elector, las elecciones simulan una arena de mercado en la que se presentan muy diversas opciones para escoger. Este debe ser a priori el mayor incentivo para brillar, sobresalir en la vitrina y alcanzar ese elemento diferenciador.
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La inmediatez en el consumo de información invita a que los políticos no se conformen con las típicas cartas de ‘venderse’ como jóvenes, mujeres, afro, indígena, defensor de derechos, trabajador, el capaz, delfín o simplemente “diferente”, o –entre otros tantos–, la combinación de varios de los atributos. El reto consiste en cómo materializar una apuesta innovadora que invite a soñar a la ciudadanía y la persuada de participar del proceso con libertad y criterio.
Para bien o para mal, la política de hoy es altamente personalista y va en detrimento de las ideas o programas de los partidos y movimientos. A diferencia del pasado, estas organizaciones actúan como plataformas crediticias a través de las cuales se promueven avales y se contribuye a la financiación una buena parte los gastos de campaña. No más. Ante ese panorama existe un desafío de valor para los políticos, para construirse, modelarse y ofrecer aquello que potencie su liderazgo.
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No obstante, la excusa perfecta es que los presupuestos de campaña son limitados. Aún cuando todos reconocen la necesidad de invertir en aspectos técnicos para sus campañas, son radicales en que la inversión debe priorizar la producción de publicidad anodina, trivial, con número y logo del partido, y, en una mayor proporción, alimentar sus bases clientelistas a propósito del mismo.
Ordenar las bases, “aceitar las maquinarias”, “amamantar a los líderes”, son frases ya típicas en el mundillo de las campañas. Nada extraño en un país en donde la política de la calle resulta un buen escenario para paliar la falta de ingresos y ‘sembrar’ a futuro por parte de los líderes.
Más allá de los políticos, sus campañas aluden a lugares comunes, nimiedades y discursos que, como el de la lucha contra la corrupción, se repite en todos los rincones ideológicos. ‘Yo soy el bueno y los demás los malos’. Son consideraciones disonantes.
No se ha comprendido que el éxito de las campañas consiste en averiguar y responder mediante propuestas aquello que la gente espera y quiere que hagan los políticos, no por el contrario lo que cada uno “pretende hacer” o “debe hacer”. En muchos casos la falta de empatía y la desconexión es tal que no se precisa un mensaje mínimamente coherente y atinado con las realidades de los territorios.
Para colmo de males, el ancho de noticias se llena de agresiones y rencillas que poco aportan al debate de lo público y ponen en evidencia la poca madurez de los contendores y de nuestra democracia. A saber, un error estratégico es utilizar las campañas como un tinglado para descalificar para otros candidatos, pero también es claro que, en el marco de la polarización extrema, se insta por desgracia la promoción del lado morboso de la política, la ‘sangre en la arena’.
Así, cada vez costará más hacer de la política algo valioso y apreciado, no solo por cuenta de la polución en el sistema, sino también por la muy baja credibilidad de los protagonistas.
Aunque las campañas electorales no son formas de educación (por más que con ello se contribuya a informar sobre asuntos de interés), sí deben proponerse superar el hastío que produce la política, la ilegitimidad que reposa sobre el régimen y fomentar una cultura de lo público, que aun en medio de la diversidad de criterios, contribuyan a que nuestra democracia supere la minoría de edad.
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5 Comentarios
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Muy buen artículo que nos debe llamar a la reflexión
Comparto completamente con el contenido del artículo, por eso no quiero ser una espectador mas o víctima de la politiquería. Con el apoyo de cientos de autoridades indígenas estoy participando como candidato al senado de la república por circunscripción especial indígena por el movimiento MANDATO AMBIENTAL. Conozcan mi propuesta. http://www.miguelchindoy.com
Comparto completamente con el contenido del artículo, por eso no quiero ser un espectador más o víctima de la politiquería. Con el apoyo de cientos de autoridades indígenas estoy participando como candidato al senado de la República por circunscripción especial indígena por el movimiento MANDATO AMBIENTAL. Conozcan mi propuesta. http://www.miguelchindoy.com