Carlos Rojas, el artista abstracto y el místico que se adelantó a su tiempo

Ahora que se cumplen 25 años de la muerte del pintor y escultor colombiano, la Galería El Museo presenta una exposición homenaje con algunas de las obras que hizo en sus últimas décadas de vida, el periodo menos expuesto de su trabajo.

Carlos Rojas sabía que sus obras iban a entenderse mejor, o en toda su dimensión, muchos años después de terminadas e, incluso, muchos años después de su muerte. Su búsqueda espiritual y mística para comprender el mundo (con todo lo que lo compone) y lo “divino” a través del arte abstracto, la geometría e indagaciones en distintas ramas del conocimiento (la arquitectura, el dibujo, el diseño, la escultura, la jardinería, las ciencias exactas) era vista en su época como algo extraño y exótico.

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Ahora, sin embargo, 25 años después de su muerte (en mayo de 1997), y cuando la interdisciplinariedad es casi la regla; cuando hay una mayor conciencia sobre lo ecológico y una gran apertura hacia la búsqueda de lo espiritual, Carlos Rojas es visto como un pionero, como un vanguardista en el uso de la geometría en el arte y como un abanderado en el tema de la búsqueda de lo espiritual y de la divinidad a través de sus obras.

Nacido en Facatativa, en 1933, hijo de agricultores y criado en el campo, en Albán, municipio de Cundinamarca, sus cuestionamientos filosóficos y espirituales comenzaron desde muy temprano; a sus 12 años ingresó al seminario. No duró mucho tiempo porque sintió que la carrera en el sacerdocio limitaba su búsqueda a una sola religión y una sola doctrina. Pero aun así siempre se mantuvo curioso y activo, leyendo sobre distintas filosofías (incluyendo las orientales) y religiones.

Carlos Rojas obras
Las obras abstractas de Carlos Rojas exploraban, a partir de las figuras geométricas, los paisajes, los colores y los materiales. Usaba, además, diferentes técnicas como la escultura, la pintura y el uso de otros materiales como la madera.

Su pasión por el arte nació en el Colegio Virrey Solís, de Bogotá, donde uno de sus profesores descubrió su talento y lo impulsó a seguir ese camino. Por eso, más adelante, estudiaba arquitectura en el día, en la Universidad Javeriana, y en las noches veía cursos de arte en la Universidad Nacional. Luego, con la intuición de que su búsqueda espiritual pasaba por sus indagaciones artísticas, se fue para Italia –gracias a una beca– y allí estudió arte en la Escuela de Bellas Artes y Diseño Aplicado del Instituto de Artes de Roma. Al terminar viajó por Europa, Canadá y Estados Unidos, nutriéndose de obras, artistas, construcciones históricas, ruinas y todo lo que llamaba su atención.

Como artista, empezó a exponer desde 1957. Al inicio sus obras eran bodegones o figuras. Luego, óleos y collages cubistas o cercanos al arte pop. Pero, hacia finales de los años sesenta, viró definitivamente al arte abstracto con elementos geométricos y un uso consciente del material.

“Dios es lo que llamamos bello”

Para Rojas, la creación artística era la mejor forma de intentar abarcar lo espiritual y lo divino, o a Dios, al que en alguna entrevista llegó a definir como “el nombre de todo lo que llamamos bello”. La proporción geométrica, el equilibrio, la composición de sus abstracciones y reflexiones; el uso de los paisajes, de los espacios en los que trabajaba y de los materiales que usaba (tierra, pintura, madera quemada, etcétera) eran una forma de reflejar esa belleza, de buscarla o de describir lo que le generaba.

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Y para lograrlo se nutría de todo lo que podía. No solo de técnicas artísticas (usó el collage, el dibujo, la pintura y la escultura), sino de arquitectura, jardinería, filosofía, religión, física, matemáticas y otras ciencias exactas. Sus obras están llenas de todos esos elementos.

La serie Cruzados, por ejemplo, es una exploración del concepto de la cruz que él veía como el manejo de dos dimensiones: lo vertical y lo horizontal, y que tenía otros significados como la muerte o el más allá. O la serie Límites y limitaciones es una forma de abarcar el paisaje usando estructuras y marcos metálicos con formas inspiradas por neoplasticistas como los holandeses Van Doesburg y Mondrian.

Para él, de hecho, todas esas ideas surgían casi que de forma natural, como si los artistas fueran un medio para que el arte surgiera, y no al revés. “Respecto al arte actuó casi con la fijación de un loco: la obsesión con algo que se me grabó en la cabeza y que cuando se concreta lo debo botar inmediatamente. Entonces, al subir a mi estudio, no voy pensando en nada. La obra ya está hecha. En una especie de yoga me pongo en blanco y la cosa empieza a destilarse”, le dijo alguna vez a María Cristina Laverde Toscano, para un artículo de la revista Nómadas, de la Universidad Central.

Yo cruzado, escultura de Carlos Rojas en la Universidad de Antioquia
Yo, cruzado. Escultura de Carlos Rojas en la Universidad de Antioquia

Su otra gran pasión fue la docencia. No solo fue profesor de dibujo y de artes en el Colegio Mayor de Cundinamarca, en la Universidad Nacional, sino que fue cofundador de las Facultades de Bellas Artes de la Universidad de los Andes y de la Jorge Tadeo Lozano.

‘Un canto, homenaje a Carlos Rojas’, en la Galería El Museo

Para conmemorar los 25 años de su muerte, la Galería El Museo presenta, desde el pasado 16 de julio, la exposición Un canto, homenaje a Carlos Rojas. Se trata de una muestra, curada por María Iovino, que reúne las obras que hizo durante sus dos últimas décadas de vida, cuando, según la misma galería, “fue consciente de que su obra llegaría a ser entendida en el siglo XXI, cuando los desarrollos de la ciencia y de la tecnología permitieran aproximarse de una manera distinta al mundo y, por tanto, al entendimiento de lo real y de sus pautas matemáticas y geométricas”.

Son obras de series como Mutantes, Mater materia y Por pintar, justo en su periodo de madurez, en las que trabajó en una nueva comprensión del tiempo y de su relación con lo real. También corresponde al periodo menos conocido y expuesto de su trabajo.

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En Mutantes, por ejemplo, usó materiales relacionados con la pobreza, la violencia o la miseria para hacer sus obras, incluyendo construcciones arquitectónicas. En Mater Materia, estudió el tema de la destrucción, la transformación y la reconstrucción con elementos ajenos a la pintura, como una forma de hablar de la descomposición de las ciudades, el sida y la persecución homosexual, temas muy pertinentes en los años ochenta.

Y en Por Pintar, su regreso a la pintura, exploró “las grandes alegrías, los grandes dolores y todo lo que está por hacerse”. Fue una de sus últimas series porque, en 1997, cuando tenía 64 años y organizaba la exposición Papeles Pegados, murió de un infarto. Muy pronto para alguien que quería llegar vivo al siglo XXI, un momento que veía como determinante para la humanidad y para el arte en América Latina. No lo logró, pero su obra sí quedó como prueba de alguien que vio venir el futuro desde mucho antes.

Sin título, de la serie Mutantes  1990  130.5 x 130 centímetros, Maderas ensambladas - Carlos Rojas
Sin título, de la serie Mutantes, 1990, Maderas ensambladas | Carlos Rojas

La exposición estará abierta al público hasta el sábado 3 de septiembre de 2022.

Horario de atención: de lunes a viernes, de 9:30 de la mañana a 6:30 de la tarde y sábados de once de la mañana a 6:30 de la tarde, en jornada continua.

Más información en www.galeriaelmuseo.com.

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