‘Cicatrices en la tierra’: historias de sueños y libertad de varios excombatientes
‘Cicatrices en la tierra’ relata el conflicto a través de la historia de cuatro excombatientes que hicieron parte del Acuerdo de Paz. Sus vidas son reflejo de que el perdón, la esperanza y el cambio son posibles.
William retorna donde su madre después de 25 años; Fabián busca una figura paterna después de ser guerrillero desde los nueve años; David trata de crear otra vida con su compañera y su hija, y Janeth reivindica su familia ‘fariana’ dejando las armas y siendo madre: estas son las historias de Cicatrices en la tierra.
Esta película, que se estrena el próximo 17 de marzo en la Cinemateca de Bogotá, en el MAMM de Medellín y en el Museo La Tertulia en Cali, relata el conflicto, desde la intimidad de un campamento de firmantes del Acuerdo de Paz y cuenta la historia de los hijos de cuatro familias de origen campesino, con carencias materiales y destinos diferentes.
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El documental del director y productor Gustavo Fernández muestra a cuatro excombatientes de las Farc, que hicieron parte de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación – ETCR-, habilitados desde el 2017 para su reinserción, luego de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc EP.
Aunque en realidad fueron ellos mismos quienes los construyeron con los materiales que compró el organismo del estado encargado de ello, la ARN, después de vivir varios meses en cambuches. “El filme nació de una forma un poco rara, producto más de un impulso tras iniciarse el proceso de reincorporación de la guerrilla”, cuenta el director.
‘Cicatrices en la tierra’ y en el corazón
En un proceso que duró cuatro años, Gustavo Fernández capta de cerca el sentir, el miedo y el anhelo de William, Fabián, David y Janeth. Registra la cotidianidad de una comunidad que se debate entre la incertidumbre por su futuro y el de sus familias: no saben si su apuesta por la paz fue una decisión acertada, pero saben que sí es irreversible.
Cicatrices en la tierra fue filmada entre 2016 y 2020 en Icononozo (Tolima), Puerto Asís (Putumayo), Macanal (Boyacá), Neiva (Huila) y Bogotá. De acuerdo con sus realizadores, esta película de 118 minutos de duración, “es un estudio sobre la incertidumbre y la esperanza, sobre la belleza dolorosa que emana del duelo inconcluso por los viejos ideales, por un país que ya no pudo ser y el reto colosal de construir desde las ruinas”.
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La forma de acercarse a este documental es una que Gustavo Fernández empezó a usar a finales de los noventa en De(s)amparo, polifonía familiar. “En el método tradicional documental te cuentan algo, lo asimilas y cuando vas a grabarlo ya la historia no se repite con la misma intensidad que la primera vez”, explica.
Acá, en cambio, es diferente:
“Todo lo estaba conociendo mientras estaba filmando, como la certeza de la mayoría de ellos, de que a pesar de que se estaban jugando la vida en este proceso –ya van más de 300 muertos– se mantienen fieles a su ideal de un resto de vida sin guerra”.
Gustavo Fernández
Un trabajo de inmersión
Gustavo Fernández encontró la inspiración de Cicatrices en la tierra cuando se dio la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, en La Habana, a finales de septiembre del 2016. En ese momento salió con su cámara al Parque de los Hippies, en Bogotá, y grabó las reacciones de las personas, llenas de emoción. Para él era un gran paso hacia adelante en un país acostumbrado a caminar hacia atrás.
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Luego siguió grabando y vio, a través de su lente, la enorme decepción con el ‘No’ al plebiscito. Después de eso no pudo parar. Registró las manifestaciones y el campamento de resistentes que se instaló en la Plaza de Bolívar. Y después de saber que los excombatientes se trasladaron hacia los espacios de reinserción, también buscó la forma de llegar allí.
Primero a la zona veredal de La Carmelita, en Putumayo, y luego a Icononzo, en Tolima. Conoció a David, un excombatiente y escritor frustrado, y a través de él empezó a seguir a otros, como William, quien se convirtió en eje de su relato. Lo acompañó a Boyacá para ver su mamá Rosa Cilia, una mujer enferma que vivía sola en el campo y a quien volvió a ver luego de 25 años de estar en la guerrilla.
También estuvo con Fabián, quien llegó a los 9 años al grupo y volvió a encontrare con su madre. Finalmente conoció a Janeth, una mujer fuerte que reconocía a la guerrilla como su única familia hasta que llegó su hija: la encarnación de un viejo y postergado anhelo de ser madre.
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Cada testimonio fue guiando al director en su trabajo, “se creó una relación de aceptación mutua, de conversaciones espontáneas, sin pretensiones ni discusiones preconcebidas y empecé a seguir un camino con cada uno”, explica Gustavo.
También dice que:
“Siempre hay algo didáctico en los documentales, pero no se puede quedar en lo obvio, al espectador algo se le tiene que revelar, algo que lo sorprenda o la experiencia será incompleta”.
Fernández confiesa que este documental permite que el espectador reflexione acerca de estas personas, entre la imagen de monstruos violentos que muchos medios han mostrado y la de “seres casi inocentes”.
Cicatrices en la tierra es una cinta en la que sus protagonistas hablan de la profundidad de sus cicatrices, pero donde estas mismas hablan por sí solas.
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Tema interesante y fuerte pero es real