La columna de Ana Bejarano y el estigma hacia la enfermedad mental
Esta es la tercera vez que escribo una columna sobre este tema y lo seguiré haciendo cuantas veces sean necesarias. La primera columna la publiqué en el blog que tenía en El Tiempo porque María Fernanda Cabal llamó bipolar a Claudia López. La segunda la publiqué en Diario Criterio, cuando Íngrid Betancourt le dijo a Gustavo Petro, para disminuirlo, que estaba deprimido cuando lo vio en el exterior.
Y esta vez la escribo porque Ana Bejarano, quien creo ha sido una gran revelación como columnista y a quien leo con mucho gusto, escribió una columna para El País América en la que cuestiona la salud mental de Iván Duque y de Rodolfo Hernández.
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Es cierto, como ella quería decir, que los electores tenemos derecho a conocer la salud de nuestros mandatarios, pero la forma en que abordó la salud mental y con ello a los enfermos mentales no fue la mejor.
Sus palabras dejan ver ignorancia y estigmas. Seguramente esa no era su intención, pero precisamente por eso es importante señalar cómo esos prejuicios se cuelan en los textos sin que sus autores lo noten, precisamente porque están arraigados en nuestra mente, nos los ha creado la sociedad y no somos conscientes de ellos.
Tengo un trastorno bipolar y publiqué el libro Mi bipolaridad y sus maremotos, en el que cuento mi historia con la enfermedad, precisamente para poner el tema sobre la mesa y hacerle frente al estigma. Como periodista trato de pronunciarme cuando las palabras están llenas de prejuicios hacia las enfermedades mentales, porque estas no pueden usarse como insultos ni como armas para degradar a un ser humano. Desinforman y hacen mucho daño. Lo explicaré más adelante.
Revisemos los puntos críticos de la columna de Ana Bejarano. Escribe: “En estos cuatro años de mandato del presidente Iván Duque mucho se comentó en los círculos políticos sobre el estado de su salud mental. Escuché a dos periodistas narrar su batalla por conseguir acceso a esa información de interés público. No a la historia clínica, para ver si tenía el colesterol alto y otros datos coloridos, sino elementos de fundamental importancia para el público, por ejemplo, si se medica con antidepresivos y cuál sería el alcance inhabilitante de ese tratamiento”.
Es posible concluir por el texto que a Ana Bejarano tomar antidepresivos no le parece “colorido”, como el colesterol y otros datos, sino un elemento “de fundamental importancia para el público”. Primero, valdría la pena preguntarle a un médico qué es más probable: que el presidente se muera por colesterol alto o por tomar antidepresivos, eso solo para saber cuál es el riesgo real de quedar en manos del segundo o segunda a bordo. Lo más seguro es que con la respuesta en la columna se redefina lo “colorido”.
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Es muy posible también que muchas personas cercanas a la columnista tomen antidepresivos, porque es una enfermedad muy común (las cifras están en intenet), pero que ella no lo sepa, precisamente porque nadie habla de una enfermedad mental, porque la sociedad lo prohíbe, porque está mal visto, porque se juzga. Como se estigmatiza y se rechaza, solo queda silencio y con el silencio solo hay culpa, ocultamiento, dolor, soledad, enfermedad, desatención médica y muerte. Como no se habla abiertamente del tema hay ignorancia y miedo al rechazo, entonces la gente no pide ayuda cuando se siente mal, no usa las medicinas y se suicida. Sí, así de directas e irrefutables pueden ser las consecuencias de desinformar sobre la salud mental.
La columnista deja ver detrás de sus palabras un miedo a los antidepresivos, como un medicamento de cuidado, la verdad muchos de los más actuales no son diferentes a un medicamento para la hipertensión. En cuanto a los alcances de estos, algunos pacientes pueden tener efectos secundarios, como temblores, resequedad en la boca, estreñimiento, pero nada de esto les impide tomar decisiones acertadas. Eso sería lo que la columnista llama “alcance inhabilitante del tratamiento”.
Lo triste es que eso lo habría podido averiguar ella con una simple llamada a un psiquiatra. Es una persona estudiada en muy buenas universidades, con gran capacidad de investigación, es profesora. Pero entiendo que no lo haya hecho, porque ese es otro error frecuente, creer que no es necesario preguntar sobre las enfermedades mentales porque estas están lejos, esas no nos tocan, les pasan a otros, pero, sobre todo, porque se cree equivocadamente que los enfermos mentales no les servimos a la sociedad. Claro, si le preguntamos a Ana Bejarano ella dirá que jamás ha pensado esto, pero ese es precisamente el problema, que los estigmas están detrás de la conciencia y por eso cuidar y revisar las palabras es tan importante.
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Más adelante expresa en su columna que sería bueno conocer el estado de salud mental y físico de Rodolfo Hernández y escribe: “Además, podríamos saber si la misoginia, racismo, xenofobia e imprevisibilidad de Hernández están asociadas a alguna afectación mental o si simplemente es la manifestación de su ignorancia y odio”.
Es lamentable ver hasta dónde llega el estigma hacia las enfermedades mentales como para encontrar este párrafo en una columna. Es muy triste que se insinúe por un segundo que la misoginia, el racismo y la xenofobia son producto de una “afectación mental”. No sé qué significan concretamente las palabras “afectación mental”, pero me pregunto qué prejuicios están metidos en las cabezas sobre cómo somos los enfermos mentales para llegar a escribir esto. No entiendo cómo se puede pensar que estamos totalmente enrevesados en nuestros valores, principios y humanidad solo por tener precisamente una enfermedad mental. En mis más de 20 años de diagnóstico jamás había leído ni escuchado una definición tan aterradora de lo que se cree que somos.
Por eso esta columna me indignó y se lo escribí en Twitter a la columnista. Ella, muy correcta, me respondió que ese no era su objetivo, que no quería estigmatizar, y me copió otra columna de Los Danieles sobre la salud de los presidentes. Esa columna era muy diferente. Yo me refiero a la que publicó en El País. Pero el tema no era para una conversación con tuits ni para hilos, yo necesitaba explicar esto con calma para no caer, una vez más, en el error de hablar de forma equivocada de la salud mental.
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Por eso preferí esta columna, para decirle a Ana Bejarano que ella, que ha marcado una diferencia como columnista, que es una importante voz femenina y joven en los medios, debería resarcir un error como corresponde, averiguar sobre el estigma hacia las enfermedades mentales, sobre el daño que eso nos hace a todos como sociedad, sobre los suicidios que ocurren porque nadie se atrevió a hablar de la enfermedad mental, sobre los jóvenes que sufren en silencio o los adultos que se esconden porque creen que su enfermedad es un pecado, una culpa con la cual deben vivir aislados. Que pregunte entre sus amigos y conocidos quiénes toman antidepresivos y ojalá le digan la verdad, para que compruebe que no son seres extraños ni peligrosos, que van por la vida como cualquier otro ser humano.
Ojalá encuentre testimonios de personas con enfermedades mentales que vivimos bien y somos productivas, tenemos familias, hijos, escribimos, hablamos, trabajamos, nos reímos, lloramos y somos buenos seres humanos. Bien puede revisar la historia y encontrará personajes muy importantes que cambiaron el mundo y tenían depresiones. Ojalá descubra que los enfermos mentales somos como los hipertensos y los diabéticos, solo que nuestra enfermedad está cargada de ignorancia y prejuicios que nos ha puesto encima la sociedad y es justamente eso lo que nos hace más daño, mucho más que la enfermedad misma.
Así como se equivocó por desconocimiento, puede corregir con conocimiento. Nos haría un gran favor que alguien que defiende la libertad de prensa como la defiende ella, se tomara el tiempo para corregir, ojalá borrar, una columna que hace mucho daño y escribiera una nueva con toda esa información que recoja, para que nos devuelva a los enfermos mentales la dignidad que su columna de El País América nos robó.
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9 Comentarios
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Tiene razón Catalina , con el tema de la Salud Mental no se debe juzgar ni señalar a ningún ser humano.
Gracias por hacer esta importante distinción entre la enfermedad mental y distintas forma de delitos: no es lo mismo tener una enfermedad mental que ser delincuente.
Realmente el descuido que se tiene en cuanto al abordaje de la salud mental es desolador, se esperaría que un columnista hiciese una investigación concienzuda antes de afirmar en una publicación cualquier cosa. Las personas que tomamos antideptezivos o antiansioliticos somos muchas, bastaría con averiguar en las EPS cuántos formulan? Y una cosa es la enfermedad mental y otra la falta de valores.
Excelente, considero lo mas etico, corregir el desconocimiento y la desinformacion en el tema de las enfermedades mentales , en el mismo medio donde se señalo el tema ; ;adicionalmente es mas constructivo y etico no atacar a las peraonas con sus dificultades en salud, sino fomentar el cuidado de la salud y empoderla para adherise al tratmieno y los seguimientos con el especialista para el control de su enfermedad como se hace con los pacientes con hipertension y diabetes.
Un ser humano no es una enfermedad.
Gracias x tu columna, humanizante y aclaradora!! Ojala Ana Bejarano de el paso correcto y borre esa columna q maltrata la humanidad de seres maravillosos q sufren x ese estigma social!!
Senora Catalina GALLO, salut desde Francia. Y gracias por su columna.
LLegue a Francia el 11 de febrero de 1996 a los 32 anos y con un diploma Universitario.
3 meses depues hice una grave depresion, los medicos franceses diagnosticaron “Depresion nerviosa”.
Nunca antes me habia asotado tanto el fantasma de mis camaradas asesinados que en mi exilio. Siendo yo una militante activa de la Union Patriotica, estaba con vida! mis amigos mas entranables y mis mentores en el sepulcro.
Hoy, 26 anos despues, espero mi pension como una sencilla Assistante Social.
Nunca deje de luchar por mis principios. En Francia como en Colombia, sigo siendo una revolucionaria. Ya desde muy nina me tome el papel en serio.
Solamente, un concejo para las colombianas.
Por una Colombia sin ideologias patriarcales, bienvenida sea Francia Marquez à las arenas de la politica nacional e internacional.
Y Continuemos la lucha hasta que la dignidad se vuelva costumbre!
Catalina …. Francamente te felicito !!! La naturalidad, conocimiento y entereza con que abordas el tema de “salud mental” son dignos de admirar y seguir …. Ojalá aprendiéramos más de ello. Fuerte abrazo !