Cinco comedias clásicas de la televisión colombiana disponibles en ‘RTVC Play’

Algunas de las comedias más aplaudidas y recordadas de la televisión colombiana se pueden ver, de forma gratuita, en internet.

Por estos días, justo cuando el Canal RCN transmite su nueva serie, Dejémonos de Vargas, una secuela de la recordada Dejémonos de vainas (uno de los programas más vistos en Colombia durante los años ochenta y noventa), muchos recuerdan en redes sociales –y en las conversaciones familiares– algunas de las comedias clásicas que hicieron historia en la televisión colombiana. 

Programas como Don Chinche, que, con grandes actores, libretos que mostraban situaciones muy colombianas y una gran dirección, reunían a las familias frente al televisor y eran tema de conversación en el día a día. Algunos de ellos tan exitosos que duraron varios años y hasta más de una década en pantalla. Algo que no era raro: en ese entonces no había plataformas de streaming, el acceso a canales por cable era limitado y solo había dos canales disponibles. 

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Pero incluso ahora, en épocas de sobreoferta de producciones nacionales e internacionales, algunas de esas comedias se han ganado un espacio en canales como Señal Colombia y plataformas de streaming como RTVC Play, que hace parte del Sistema Nacional de Medios Públicos en Colombia

Estas son las seis comedias colombianas que hicieron historia en la televisión y que hoy están disponibles, de forma totalmente gratuita, en esa plataforma, junto con otro tipo de series y dramatizados de hace varias décadas:  

Dejémonos de vainas

En los años ochenta, el periodista Daniel Samper Pizano escribía una famosa columna en la revista Carrusel –que circulaba los viernes con el diario El Tiempo– llamada ‘Postre de Notas’. Era un texto cómico, en el cual el periodista contaba, generalmente, anécdotas graciosas sobre su familia bogotanísima. 

Cuando salió a la venta un libro que reunía algunas de esas columnas, llamado Dejémonos de vainas, el director Bernardo Romero Pereiro le propuso a Samper que montaran una comedia familiar que adaptara algunas de esas anécdotas a la televisión. Así nació la serie, producida por Coestrellas, que estuvo al aire entre 1984 y 1998 y se convirtió en una de las más vistas de la televisión colombiana. 

Contaba las peripecias de una familia de clase media bogotana: un padre periodista, su esposa y tres hijos (dos mujeres mayores y un hijo menor); acompañados por la suegra, la tía de la esposa, la empleada doméstica y el mejor amigo costeño. Debido a su larga duración, diversos personajes entraron y salieron de la serie. En RTVC Play están disponibles 95 capítulos. 

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Romeo y Buseta

Para 1987, Don Chinche era el programa más exitoso en Colombia: reunía a millones de personas frente a la pantalla chica cada semana y había cambiado la manera de hacer televisión. Por un lado, de forma técnica, porque, por primera vez, se filmaba en la calle y no dentro de un estudio. Por otra parte, contaba una historia costumbrista, con personajes fácilmente identificables en la calle, algo que hasta ese momento nadie había hecho. 

Ese año, sin embargo, Pepe Sánchez, director del programa, partió cobijas con RTI, que lo producía, y creó Tevecine, su propia productora. Y una de sus primeras acciones fue tomar al busetero paisa William Guillermo (interpretado por Luis Eduardo Arango), uno de los personajes secundarios de Don Chinche, para montar su propio programa: una especie de spin off al que llamó Romeo y Buseta

La comedia tuvo bastante éxito, casi igualando el de Don Chinche, y estuvo al aire hasta 1992. Muchos recuerdan su tema de apertura: Las cuarenta, interpretado por Rodrigo Laserie. Con el tiempo, el protagonismo fue pasando de William Guillermo a la familia Tuta, dueña de la empresa de busetas, y a su patriarca, Trino Epaminondas (Jorge Velosa). En 1993, de hecho, Tevecine produjo Los Tuta, una secuela que no tuvo tanta audiencia, pero también está en RTVC Play.

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N.N.

Para comienzos de los años noventa, las comedias costumbristas que ocurrían en las calles de Bogotá estaban en boga. Pero en 1990 Malcom Aponte (el mismo de Padres e Hijos) y Germán Escallón decidieron crear otra que brilló y logró destacar en medio de tanta competencia. El protagonista era un hombre del campo llegado a la ciudad. Uno de esos seres desconocidos y anónimos (por eso el juego con el N.N.) que la recorren todos los días intentando ganarse la vida. 

Gran parte del éxito de esta serie, que estuvo al aire hasta 1995, está en el personaje de Nerón Navarrete, el protagonista, interpretado por Escallón. Un tipo bien intencionado, pero inocente y torpe, quien siempre termina metiéndose en problemas mientras busca trabajo o se rebusca unos pesos. También, en los personajes que lo acompañan, interpretados por Jorge Herrera (su tío), Flor Vargas y Ana Cristina Botero.

Otra explicación de su éxito es que varios de los episodios hacían referencia a hechos reales ocurridos en Bogotá y en el país en esa época: la apertura del primer McDonald’s  (en la serie, Mac Patos) del país, en el Centro Comercial Andino; el concierto de Luciano Pavarotti (Luchino Paparotti), en el estadio El Campín; o el robo de los billetes vallenatos, que también inspiró El robo del siglo, la miniserie de Netflix

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La posada 

A raíz del éxito de Romeo y Buseta, en 1988 Tevecine decidió replicar la fórmula con otra serie costumbrista que tenía lugar en las calles de Bogotá, más específicamente en el barrio Chapinero, uno de los más tradicionales de la ciudad que, en esa época, se abría para estudiantes y otro tipo de población flotante. 

El argumento de La posada muestra esa situación: Martha Gutiérrez de Posada (Vicky Hernández), una señora típica bogotana dueña de una casona del barrio, se ve obligada a convertir su hogar en una posada por su situación económica. Y así, debe aguantar las ocurrencias de unas estudiantes y de varios vecinos. 

El propio Pepe Sánchez dirigió en un inicio la serie, que estuvo al aire hasta 1992. Luego lo reemplazaron dos maestros de la comedia: Diego León Hoyos y Mario Ribero, quien más tarde se haría famoso por dirigir Yo soy Betty, la Fea

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Don Camilo

A partir del éxito de Dejémonos de vainas, en Coestrellas le pidieron a Bernardo Romero Pereiro y a Daniel Samper Pizano que trabajaran otro proyecto juntos: adaptar una serie de libros del humorista italiano Giovannino Guareschi sobre las peleas entre un cura de pueblo, con el poder de hablar con el Cristo de su iglesia, y el alcalde comunista, que intenta llevar como mejor puede el municipio, mientras trabaja en su taller. 

Ellos tomaron la historia, que originalmente ocurría en Brescello, un pequeño pueblo de provincia italiana, y la adaptaron al contexto colombiano. En esa versión, Don Camilo (interpretado por Carlos el ‘Gordo’ Benjumea) era el párroco de Puentepalo, un municipio ficticio del altiplano cundiboyacense, y su rival era José Chipate Pepón (Héctor Rivas), el alcalde liberal y crítico de la Iglesia católica. 

La serie, dirigida por Kepa Amuchastegui y Moisés Rivillas, estuvo al aire entre 1987 y 1989, y ganó un premio India Catalina en 1988. Tenía, en el fondo, un mensaje de reconciliación, porque, a pesar de que los dos personajes chocaban constantemente por diversas situaciones que ocurrían en el pueblo, también mostraba cómo podían trabajar juntos (en el fondo se admiraban) cuando lo necesitaban.

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6 Comentarios

  1. Qué bueno poder volver a ver estas series de la televisión colombiana. Las disfrutaré de nuevo. Gracias por la información.

  2. Excelente bien por rtv por traernos esas joyas desde Kaliman, aunque hay muchas novelas q hay en el tintero: la pezuña del diablo, el caballero de rauzan, el hijo de ruth, la voragine, lejos del nido, rojo y negro, la marqueza de yolombo etc…ahi les dejo con cariño esas perlitas guardadas.

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