¿Cómo estuvo tu viernes?
Ahí está corriendo Britos, enjundioso, ganándole la espalda a Anderson Angulo tras un saque de banda. Llega a la línea de fondo y su centro se va hacia la lateral sin que ninguno de sus compañeros se hubiera percatado de que el atacante argentino del Huila ha estado tratando de sacarle sangre a las piedras. No es Messi, pero le mete ganas en medio del desértico panorama.
Porque ya han pasado setenta minutos y la verdad parece que no ocurre nada. Bueno, en el primer tiempo el arquero del Tolima, Cuesta, -un portero de buenas condiciones desde hace tiempo- se apegó a la modorra y al tratar de encajonar una pelota, se le escapó y pasó por encima de él, refundiéndose en un extraño punto ciego que casi provoca un gol del pobre Huila que, aunque en anteriores encuentros ha jugado bien, se le perdieron las instrucciones de la victoria en algún vuelo.
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La cancha no puede estar peor y qué irrespeto con Neiva, porque observar ese césped deforme, con montículos y disparejo, ya es suficientemente ofensivo con los 22 protagonistas. Se entiende, de alguna manera, que se juegue tan mal. ¿Cómo puede exigirles eso en aquella grama fosforescente? Aunque es cuestión de mirar hacia las graderías y de pronto el césped, en comparación con las tribunas, se transforma en el Augusta National Club.
Resulta indigno que, además, se esté disputando en un torneo profesional de primera división en medio del Guillermo Plazas Alcid, un símbolo de la corrupción y de la desgracia; unas ruinas con campo de fútbol. ¿Por qué Neiva, plaza futbolera, le toca soportar ese horror hace ocho años? ¡¿Y NO PASA NADA?!
No sigue pasando nada tampoco en medio del Huila-Tolima programado el viernes. Como no pasó nada tampoco en medio del Tolima-Millonarios en el que un tipejo de apellido Montenegro agredió a un futbolista por un odio tan gordo y desagradable como su propio físico. Y no ocurrió nada, porque la sanción fue laxa, porque, aunque el energúmeno ese quedó castigado con tres años de no ir a fútbol en el Manuel Murillo Toro, el presidente de la Dimayor no sabe si hay reconocimiento biométrico en ese escenario. Es decir, el avivato en una de estas vuelve a ocupar su lugar en un sitio que no le pertenece.
Como no pasó nada en el partido Llaneros-Magdalena, de final vergonzoso e inolvidable, y no pasó nada cuando Águilas tuvo que salir con siete futbolistas al campo, porque el resto estaba contagiado de Coronavirus. Y tampoco pasó nada cuando el Medellín, con lógica pura, no viajó a Montería para disputar un encuentro ante Jaguares. ¿Motivo? Había paro armado. No importó. Jaguares, en un acto que debería replantear el significado de colegaje, saltó a la cancha y ganó los tres puntos, sin que se aludiera al sentido común.
Y mientras la mente regresa a la TV, no pasa nada entre Huila y Tolima y fuera de eso el árbitro se atreve a dar cinco minutos más. ¿Para qué torturarnos más, juez? ¡Acábalo! Y a pesar de todo eso y de muchas cosas más, me sigue gustando y mucho el fútbol colombiano, aunque algunos insistan en conspirar contra él.
En medio de ese hueso y esas cavilaciones se fue mi viernes. ¿Cómo estuvo el suyo?
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