La maldición que le cae a Netflix con el fin de las series de Mike Flanagan
Me niego a creer que ya casi es diciembre, y por eso es que el tema de esta columna de noviembre es Halloween. Sí. Halloween. Más específicamente, la tusa en la que estoy por el final del contrato de Mike Flanagan con Netflix. Y aunque en Caracol Radio haya empezado a sonar desde el 1 de noviembre De año nuevo y Navidad, el día de los brujos apenas terminó y no es hora todavía de despertar a Mariah Carey o de armar el árbol de Navidad; aún es válido, al menos, por 15 días más, el andar de negro, comer dulces y ver películas de terror.
Ha llegado el día de esta columna en el que vamos a hablar de uno de los géneros más controversiales del entretenimiento, y no hay mejor momento para esto que esa semana incómoda entre octubre y noviembre en la que muchos aún nos estamos limpiando la sangre seca de la cara, porque no estamos preparados todavía para la natilla y el buñuelo; las novenas y la Tutaina; y queremos aferrarnos a los días fríos que parece que traen consigo el aliento de fantasmas y las canciones de brujas. Además, un susto de vez en cuando es bueno para la salud.
El terror, especialmente en el cine y la televisión, es ese compañero de la universidad que algunos no se aguantan y no se explican cómo es que tiene tantos amigos; y, para otros, es incondicional e increíblemente entretenido.
Por años fui una gallina completa, después de ver El exorcista, a mis escasos 11 años, pasé casi toda mi adolescencia evitando el terror como la plaga. Al final, después de una excursión con mis compañeras del colegio y ver La mujer de negro, en 2012, encontré mi camino hacia las historias de este género en la pantalla. Y aunque no podemos decir que es un género perfecto, ya que es parodiado constantemente (existen historias francamente monstruosas de lo malas que son; no entiendo quién pensó que Winnie the Pooh: sangre y miel era una buena idea para una película), entrega joyas como Ready or not o The Babysitter.
Netflix tenía en su arsenal a uno de los directores más prometedores del género, creo que uno de los poquitos a los que Stephen King les ha confiado sus historias, y el hecho de haberlo perdido es una de las movidas menos inteligentes de la industria.
Y, aunque me duela, porque es mi deber como su columnista de televisión por excelencia, tengo que hablar, con bombos y trompetas, de la salida de Mike Flanagan de su contrato con el servicio de ‘streaming’.
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La caída de la casa Usher, la tercera entrega de la antología de The Haunting del visionario director, junto con la serie que nos convoca hoy, es una clase maestra en televisión de terror y una de las mejores historias inspiradas en la obra de Edgar Allan Poe que se han estrenado en los últimos años.
Pero antes de ir a los detalles de esta, tengo que devolverme y darles un poco de contexto frente a Flanagan.
El director norteamericano empezó a hacer su lugar en el mapa con películas como Before I Wake, Ouija: Origins of Evil y Hush, en 2016. Pasó a adaptar la novela de Stephen King Gerald’s Game, en 2017; y se consolidó en el género con Doctor Sleep, en 2019, la cual fui a ver sin saber siquiera que era del mismo director de mi obsesión de 2018, The Haunting of Hill House. Una miniserie de Netflix que no solo me dio miedo de verdad, sino que me puso a llorar como un bebé.
El poder de Flanagan
Ese es el poder que tiene Flanagan: les devuelve el corazón a las historias de terror. Y créanme que esto suena muy extraño, teniendo en cuenta que nos han vendido que el terror son baldes y baldes de sangre y ‘jump scares’, pero en Hill House van a encontrar poco de eso (aunque pilas con el capítulo 6), lo que vas a encontrar es mucho más de lo que esperan.
Basada en la novela del mismo nombre de Shirley Jackson, pero reimaginada por Flanagan, cuenta la historia de los Crane, una familia que se dedicaba a comprar casas para remodelarlas y volverlas a vender. Ellos pasan un verano en Hill House, el nuevo proyecto de los padres Crane y del que al final saldrán todos increíblemente traumatizados y sin su mamá, quien muere en circunstancias extrañas en la casa.
Si usted me quiere hacer caso sobre un trabajo de Mike Flanagan, que sea este. La historia toma la idea de la casa embrujada y la lleva a hablar sobre otro millón de temas como la culpa, la adicción, el amor fraternal y lo que realmente es el miedo.
De Hill House salió Victoria Pedretti (quien hace un papel increíble como Nell Crane, la menor de los hermanos), actriz aclamada por la crítica y quien, en mi opinión, rescató a You en la su tercera temporada.
Cada hermano Crane representa una etapa del duelo, y esta analogía es tan humana y cercana que a veces me sorprendo pensando en eso. Además de que como regla personal no repito series, pero es que con Hill House no solo no lo pude evitar, sino que tenía que volver a verla.
Y hablando de llorar viendo una serie de terror (que es para lo que es experto este director), llegó en 2021 con Midnight Mass, una mini serie de siete capítulos que él mismo a bautizado como su “passion project”, y sí que se nota que lo es, porque dejó toda su alma en esta producción. Sobre la trama no diré mucho, solo que es una excelente manera de explorar el trauma religioso y cómo la iglesia puede ser, en muchos casos, una fuente de terror más que de comunidad; además, como es su estilo, nos presenta un monólogo precioso sobre lo que significa morir, en el quinto capítulo, que me dejó, la verdad, deshidratada.
Las series para Netflix continuaron sin problemas hasta The Midnight Club, la historia de un grupo de adolescentes con una variedad de enfermedades terminales que se reúnen a contarse historias de terror para pasar el tiempo. Esta, para los estándares de la plataforma, no tuvo el éxito esperado y, por ende, fue cancelada; eso, sumado a los problemas que había tenido durante la producción de Midnight Mass, terminaron de sepultar el acuerdo con Netflix, firmando entonces con Amazon Prime Video y adquiriendo también los derechos para readaptar The Dark Tower de Stephen King.
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La última producción de Flanagan para Netflix, estrenada el 12 de octubre, es la que nos reúne el día de hoy: una adaptación muy a la The Haunting de la obra de Edgar Allan Poe, cuenta la historia de la familia Usher, con Madeline y Roderick Usher a cargo de dirigir con un éxito casi mágico la empresa farmacéutica Fortunato. Las cosas no van bien para Roderick, ya que está en medio de un juicio en el que podría perder su compañía y, aparte de eso, sus seis hijos han muerto, uno tras del otro, en misteriosas circunstancias.
La caída de la casa Usher tiene varios elementos a tener en cuenta el primero es que Ligodone, la droga maravilla de Fortunato, es una referencia directa a la epidemia de opioides en Estados Unidos. Incluso su nombre es tan sonoro y mortal como su contraparte en el mundo real, OxyContin de Purdue Pharma —una movida muy inteligente para esta serie, teniendo en cuenta lo vigente de este tema en la cultura popular—. La caída de la casa Usher logra una crítica social inteligente y diferente a lo que ya se ha dicho y vuelto a decir sobre el tema.
Otro es la muerte como tal de los hijos Usher, cada uno de ellos cae por su propio peso, en un desastre creado con sus propias manos, y todos muy al estilo Edgar Allan Poe, recreando las situaciones de sus historias más famosas; Asesinato en la Rue Morgue, El Pozo y el Péndulo y el Corazón delator.
Mi profesor de inglés (gracias, George), de octavo de bachillerato, nos presentó al escritor norteamericano con uno de los exámenes más difíciles que he presentado, basado en El cuervo y, como pasa con todo en mi vida, más en mi adolescencia, lo que siguió fue una obsesión —que aún vive— por Edgar Allan Poe y sus cuentos y la manera como están representados en La caída de la casa Usher, que no solo honra al escritor, sino que lo renuevan y se los presenta a una nueva audiencia.
Y a propósito de los cuentos, los personajes de la serie tienen nombres de personajes de Allan Poe: Morella, Annabel Lee, y Lenore son de los ejemplos más icónicos que se escogieron para esta serie.
Sobre el elenco y el trabajo actoral, por respeto a la huelga de actores que aún se mantiene, solo haré un comentario: Mike Flanagan tiene la costumbre de colaborar con un mismo grupo de actores (entre ellos, Kate Siegel, su esposa, quien, en mi opinión, siempre tiene el mejor personaje, QEPD Camille L’Espanaye-Usher) y por esto ha logrado una química increíble en entre sus personajes como grupo, y el hecho de que ellos siempre se vean y actúen diferente entre los proyectos hace que sus producciones brillen, porque demuestra que un buen guion, una historia atrapante y un elenco pasado de talentoso logran más que los efectos especiales.
La caída de la casa Usher es sutil e inteligente, no teme ser cruda y despiadada, y maneja un balance increíble entre el absurdo, la oscuridad y el terror que es propio de la vida misma, la diferencia es que pone en las manos de un cuervo todopoderoso la tarea de llevar justicia a quienes la merecen.
Vale la pena aferrarse a los últimos días de Halloween para disfrutar de un buen susto antes de que, sin darnos cuenta, empiece en todas partes a sonar Mi burrito sabanero. Y, así nos encante, nos parezca raro recomendar historias de tratos demasiado buenos para ser ciertos, consecuencias y gritos de esos que hielan la sangre.
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