Los 1.191 días que estremecieron al mundo

Tal vez era una noticia para celebrar en las calles como lo hizo el mundo cuando se acabó la Segunda Guerra. Al fin de cuentas, era la declaratoria oficial del fin de una guerra de tres años largos en los que murieron unos 20 millones de personas.

Pero se diluyó entre los preparativos de la coronación de un rey y la maratón de dimes y diretes en redes y en medios sobre los límites del poder presidencial. 

Sí, señores. Después de 1.191 días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado el fin de la emergencia sanitaria internacional por el covid-19, lo que no quiere decir que se haya ido.

Otra cosa es que ya no le paremos bolas al boletín diario del Ministerio de Salud que, en 2020, a las 5 de la tarde, nos pegaba a la radio para saber de muertos y contagios. Como en los tiempos de la Segunda Guerra, cuando el mundo quería saber si había caído París o si Winston Churchill iba a negociar con Hitler.   

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A partir de marzo de 2020, la pandemia nos devolvió a un mundo que solo habíamos visto en cine –Blindness, basada en Ensayo sobre la ceguera, de Saramago; o Contagio, de Seven Soderbergh, v.gr.— y que veíamos lejos de nuestra cotidianidad.

Pero, de repente, ese año fuimos condenados a cuatro paredes, atrincherados con botellas de alcohol como tabla de salvación. Las calles, los teatros, los restaurantes, los aeropuertos, los estadios, las carreteras, las salas de cine, las oficinas, los colegios, los parques, las iglesias, los bares y moteles cerraron. El mundo se silenció y con ello el libreto de nuestra vida cambió.

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Fue un encierro que expuso verdades como la pobreza extrema de los informales que no pudieron salir a rebuscarse la vida y pendían un trapo en sus ventanas para reclamar solidaridad. Las relaciones de pareja fueron puestas a una prueba que muchos no superaron.

Fue un confinamiento que, visto ahora, nos sometió a situaciones un poco absurdas y hasta ridículas. Hubo escasez de papel higiénico, cuando el problema era de vías respiratorias. Se impuso el uso de medidores de temperatura chinos poco fiables. Llegaron el tapete con desinfectante para la entrada del apartamento y la fumigada de las llantas del carro antes de ingresar al parqueadero. Vestimos trajes antifluidos de astronauta para salir a la tienda.

La marca de estos tres años largos fue el tapabocas, quizás la medida más efectiva para evitar los contagios mientras se lograba la obtención de una vacuna efectiva. Por primera vez los humanos, pobres y ricos, teníamos una etiqueta común en nuestra cara. El tapabocas ocultó el miedo, pero también la escasa sonrisa de esos días. De besos y abrazos, ni hablar.

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Hay que lamentar que, al cabo de tres años, parecemos haber olvidado a los héroes verdaderos: médicos, enfermeros y paramédicos que se jugaron la vida, y muchos la perdieron, para atender a los millones de contagiados que no cabían en las salas de urgencia. Nada dolía más que ver el cortejo fúnebre de un médico despedido en las puertas de un hospital.

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La ciencia finalmente ganó esta guerra. Nunca como ahora fue más rápida para atacar el virus. Y nunca, como entonces reaparecieron los charlatanes, que ofrecían la contra a base de moringa y dióxido de cloro, entre otras hierbas.

Mucho le debemos a la ciencia, a los médicos y a los gobiernos, efectivamente. Y también quedamos en deuda con aquellos que creyeron que la pandemia nos haría mejores seremos humanos.

@caobregon

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2 Comentarios

  1. Muy buen artículo. Pero esto no ha terminado. El anuncio del adiós a la emergencia se hace en momentos en que el Giro de Italia reporta el retiro de su líder Renco Evenepoel y del colombiano Rigoberto Urán por Covid, además de otro grupo de ciclistas.
    Queda en duda si la OMS está cantando una victoria temprana, cuando muy pocos se arriesgan a descartar una recaída del mal.

  2. Luis Alejandro Arango

    Excelente columna. Tienes razón, el viernes oí una muy breve noticia en radio, en medio de otras tantas, como la de la pelea entre el fiscal y el presidente y teniendo en cuenta lo que implicó el COVID para la humanidad la noticia merecía mucho más despliegue. Bueno, en todo caso es un alivio.

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