‘Cristina’ de Hans Fresen: filmar la propia vida y tomar distancia

Después de su estreno en el FICCI llega hoy a la cartelera comercial la opera prima del director colombiano Hans Fresen. Una película en tono ‘menor’ y alejada, aparentemente, de cualquier pretensión distinta a la de registrar la aventura de unos actores probando la distancia entre ser ellos mismos y ser otros.

El primer largometraje de Hans Fresen sigue obstinadamente a Cristina (Rossana Montoya), una mujer joven, y a su hijo Darwin (Cantave François). Alrededor de ellos circula otra gente: amantes, amigos y conocidos de la protagonista, e incluso el padre de Darwin. Son personajes accidentales que entran y salen de la película mientras que la madre y el niño permanecen, vibrando en el misterio de su unidad.

Para entender el modo particular en que esta película toma posición en el amplio campo de exploraciones que son hoy los cines colombianos, no está de más ofrecer un poco de información sobre el grupo detrás de su realización. Hans Fresen (director, coguionista y comontajista) estudió cine en la FUC de Buenos Aires, en un momento en que un grupo importante de cineastas de Colombia coincidió en el país austral.

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Algunos se quedaron a vivir allí: Vladimir Durán, Mercedes Gaviria, Felipe Guerrero, Felipe Rugeles… Otros regresaron, entre ellos Hans Fresen, Jerónimo Atehortúa, Juan Sebastián Quebrada (el otro montajista de Cristina) y Juan Lugo Quebrada (uno de los actores secundarios). En productoras como Montañero e Invasión Cine han cristalizado ideas, nuevas cinefilias y cine-fobias e interés por géneros, tonos y estilos mirados un poco de soslayo por cineastas formados en las escuelas colombianas –y también de otros países– como la comedia romántica o el melodrama.

Vea acá el tráiler de Cristina:

Otro fruto importante del contacto de estos cineastas con el cine argentino es el acercamiento a formas de producción de bajo presupuesto o autogestionadas, y cierta desconfianza hacia las ideas de gran obra o grandes asuntos (conflicto social y político, memoria, etc.). Estos vínculos, encuentros e influencias son pues determinantes en el resultado de Cristina, y en su singularidad. Más que buscar en ella la contundencia de lo que solemos entender por una gran película, hay que ver el potencial de lo que libera y leer sus indicios. Lo resumo en el título de esta reseña: filmar la vida propia y tomar distancia.

¿Sirve todavía la etiqueta de la autoficción o sus ya canónicas definiciones y límites? En el arte de construir relatos los narradores siempre tomaron materiales de sus vidas vividas y los transformaron con las licencias de la ficción. Hans Fresen y su actriz Rossana Montoya escribieron juntos el guion de esta película, y quienes los conocemos a ambos sabemos que Cantave (quien interpreta a Darwin) es su hijo. Pero lo seductor no es la cercanía de la película con lo que ellos son, sino la distancia que el arte les permitió. Lo apreciable es la posibilidad de mirarse desde afuera, la conciencia de ser personajes. Es decir, la libertad de ser otros.

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Cristina está sostenida por un delgado hilo argumental: la protagonista intenta criar a su hijo, recibe ayuda para ese fin, se la niegan, la abandonan, abandona, baila, tiene sexo, discute, se reconcilia. Lo sustancial, no obstante, no es aquello que les pasa a los personajes en términos de percances o intrigas, o la pregunta por aquello que les puede llegar a pasar. En esta película lo más importante que sucede es el tiempo. Ella misma está construida como bloques de tiempo vivido, separados por cortes a negro que marcan escisiones o rupturas.

Cristina, la ópera prima de Hans Fresen
Una imagen de Cristina, la ópera prima de Hans Fresen

Más que una película sobre una mujer y su hijo, sobre el miedo y el afecto que circula torrencialmente entre ambos, es sobre la percepción del tiempo, incluso de manera más vehemente que en algunas películas argentinas con las que Cristina podría tener un cierto aire de familia (el cine de Rodrigo Moreno, por poner un caso), o en las de ese subgénero del cine independiente conocido como mumblecore.

Cristina es, para resumirlo, una película que cree en el cine, en todo lo que cristaliza en la duración de un plano, en la intensidad de una mirada, en la incertidumbre de un gesto. Y en lo que es capaz de revelarse si hacemos una pausa para vernos vivir. Una película puede ser, precisamente, esa pausa. Una experiencia que fija o contiene lo que en el mundo corre desbocado hacia un lugar que nunca sabremos.

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3 Comentarios

  1. Gracias por tu interpretación y análisis, por tú estilo fluido y sencillo y a la vez tan profundo para hacernos comprender el contexto de Cristina .

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