Afinando las cuentas de la cultura

ADRIANA GONZÁLEZ

El presupuesto proyectado para el sector cultural en 2024 es uno de los más bajos de los últimos 10 años. Y el de 2023 tampoco fue el mayor de la historia, como se anunció en su momento. ¿Por qué?

En medio de los primeros anuncios sobre el presupuesto del Gobierno nacional para 2024, me interesé por conocer cómo se ha comportado la asignación de recursos al sector Cultura en Colombia en gobiernos pasados, en especial por los mensajes contradictorios que se han entregado al sector.

Mientras que la entonces ministra, Patricia Ariza, anunció en octubre del año pasado un presupuesto histórico para 2023, superando el de anteriores gobiernos (en pesos), el proyectado para 2024 podría ser el más bajo de la última década.

En contexto: ¿Por qué no pudo despegar la propuesta de cultura de Patricia Ariza?

Para hacer esta comparación utilicé la información disponible en las leyes de presupuesto de cada año, incluyendo la asignación a instituciones como el Instituto Caro y Cuervo, el Archivo General de la Nación y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), adscritas al Ministerio de Cultura. También tomé en cuenta la tasa de cambio promedio de cada año para tener una idea del poder adquisitivo del presupuesto en dólares.

Los resultados que encontré no son alentadores. A lo largo de los años, el presupuesto del sector cultura ha sufrido variaciones significativas, y difícilmente para mejor. Lo que en 2014 se acercaba a los 200 millones de dólares, hoy valdría alrededor de 83 millones de dólares. Aclaro que, aunque no soy economista, no soy ajena al conocimiento sobre presupuestos públicos y el valor agregado de las cuentas nacionales. Mi desaliento se incrementó porque es cosa sabida que con un dólar de 2014 no se compra lo mismo que con un dólar de 2023, tan fuerte.

La cultura, su peso e impacto en la vida económica nacional fueron materia de otros gobiernos se discuten en la conferencia de las partes de la convención 2005 de la Unesco, y ocupan un lugar significativo en la agenda de trabajo de muchos ministerios del ramo de la región como Brasil, Chile, Argentina, República Dominicana, entre otros. Colombia ha jugado un papel clave en ese escenario de discusión en el que el centro de la problemática es encontrar una sostenibilidad real para bienes que tienen un valor simbólico invaluable y que necesitan entornos que los sostengan.

La diversidad de las expresiones culturales de cada país pasa por apoyar, impulsar y fomentar la creación, los creadores y un entorno que les ayude a encontrar una viabilidad a su actividad. Esto, en buena medida, sucede a través de mecanismos de ley que abren compuertas de financiación complementarias, pues la proveniente del presupuesto de la nación tiene límites.

Este ejercicio nos da una prueba ácida de la liquidez del sector en los últimos 10 años:

cultura presupuesto gobiernos Santos Duque Petro
*Un dólar estadounidense. **Pesos colombianos. ***Fuente: tasa representativa del mercado (Banco de la República). ****Fuente: leyes de presupuesto (2013-2022).
Esta tabla no tiene en cuenta adiciones o recortes, pues solo se dispuso de las leyes de presupuesto del año inmediatamente anterior. Es un ejercicio de sentido común al que le hace falta una metodología econométrica rigurosa.

Parece simple: hace 10 años tuvimos la mayor liquidez disponible para el sector cultura. Sin embargo, sería impreciso, creo yo, que ante este panorama pueda señalarse que tal o cual gobierno aportó más o menos al presupuesto de la cultura.

Los equipos técnicos del sector cultura trabajan incansablemente para mejorar las condiciones adquisitivas de sus instituciones, y siempre están buscando mayores fuentes de financiación. Pero, además, ufanarse de una inversión incrementada es muy problemático en este contexto, si el mismo contexto exige disminuir la inversión al año siguiente. Este es un llamado directo a que las fuentes complementarias, en los recursos parafiscales, en los instrumentos como Cocrea, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, el recaudo de la Ley de Espectáculos Públicos, el uso de los recursos de la estampilla Procultura, sean los que permitan que el sector no se asfixie. El acompañamiento eficaz del Gobierno puede marcar una diferencia vital para el sector.

Colombia ha sido un modelo internacional en política cultural. Ha trabajado arduamente en ampliar cada vez más las posibilidades de los creadores y sus entornos. Es evidente que aún hay mucho por hacer para garantizar la sostenibilidad de los procesos, la economía de la cultura y la pervivencia de un sector que contribuye al desarrollo del país, más allá de las consideraciones monetarias. Monitorear el presupuesto del sector cultura con ojos realistas y argumentos sólidos nos permite mantener abierta una conversación indispensable para nuestra nación.

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