El ‘Diario del Alto San Juan y del Atrato’, una mirada al Chocó de 1958 que sigue vigente hoy

Una de las grandes novedades de la FilBo es la reedición del ‘Diario del Alto San Juan y del Atrato’, en el que el poeta Eduardo Cote Lamus consignó sus impresiones sobre el Chocó cuando integró una comisión de la Cámara de Representantes que viajó a ese departamento en 1958.

Leer el Diario del Alto San Juan y del Atrato, que el poeta Eduardo Cote Lamus (1928-1964) escribió durante un viaje al Chocó en 1958, es dejarse deslumbrar por un territorio extraordinario en el que, tal como sucede hoy, conviven por igual la belleza de la naturaleza, la riqueza del paisaje y una población alegre y amable con la desigualdad, la pobreza, el abandono del Estado y del centralismo; el extractivismo y los tratos desiguales y coloniales de las empresas extranjeras.

Es encontrarse con un documento que registra el encuentro de un hombre con una región desconocida (aunque muchos de sus municipios, ríos y lugares se conozcan de nombre o suenen por lo poco que se recuerda de las clases de geografía), pero también con una narración excelsa, llena de crónica, poesía y descripciones bellamente elaboradas. No en vano, Darío Jaramillo Agudelo escribió en 1988 que “las páginas de ese diario se pueden incluir entre las mejores de la prosa colombiana”.

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Cote Lamus, poeta cucuteño y miembro de la recordada revista Mito -donde fue codirector y compartió con figuras como Jorge Gaitán Durán, Álvaro Mutis, Hernando Valencia Goelkel u Octavio Paz- escribió el diario cuando fue representante a la Cámara por el partido Conservador y lo escogieron para integrar una comisión bipartidista que visitó el departamento para conocer sus problemáticas y dejar una serie de recomendaciones.

Con su cuaderno debajo del brazo visitó, junto con otros cinco congresistas, municipios como Bellavista, Condoto, Nóvita o Riosucio, anduvo en canoa por los ríos San Juan y Atrato, estuvo en corregimientos y veredas, y habló con alcaldes, sacerdotes, profesoras, mineros artesanales, campesinos que vivían de la siembra del banano y todo tipo de pobladores (extranjeros, indígenas, negros). Y si bien junto con sus colegas dejaron un “informe extenso sobre necesidades, problemas y soluciones para la redención de ese departamento” —que, como suele suceder, no sirvió para mucho—, Cote Lamus pensó que sus notas y sus observaciones personales valían la pena y decidió publicarlas.

La primera edición del Diario del Alto San Juan y del Atrato salió en Mito un año después del viaje y, desde entonces, han aparecido otras reediciones, no tan populares, una de las últimas en 1990. Por eso, y debido a la dificultad para conseguirlo —hasta hace unos meses—, sus hijos, el poeta Ramón Cote Baraibar y el periodista y fotógrafo Pedro Cote Baraibar, decidieron sacarlo nuevamente junto con el Fondo de Cultura Económica (FCE).

La idea de hacerlo se cristalizó en marzo del año pasado, en medio de la Fiesta de la Lectura y Escritura del Chocó (FLECHO), cuando la escritora y gestora chocoana Velia Vidal les confesó a Ramón y Gabriela Roca, directora del FCE, su fascinación por el diario.

FILBO 2023 REEDITADOS Diario del alto San Juan

Esta nueva edición, que se lanza por estos días en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), tiene, además, un par de elementos adicionales que la hacen extraordinaria: por un lado, varias fotografías tomadas por el propio Eduardo Cote Lamus durante el viaje por el Chocó; por el otro, imágenes del cuaderno en el que tomó las primeras notas a mano (con muy pocas correcciones o tachaduras).

Las fotos estaban en un rollo en muy mal estado que Pedro Cote recuperó, luego de un proceso de varios meses, y le dan otra profundidad al Diario; amplían lo que se puede leer en las palabras del poeta, además de que, por primera vez, les ponen rostro a algunos de los personajes en él.

Más allá de esos detalles adicionales, el Diario del Alto San Juan y del Atrato sigue teniendo los elementos que lo hicieron reconocido e indispensable entre muchos lectores, incluyendo varios chocoanos. Porque, como explica Velia Vidal en el prólogo, “contrario a la tendencia de los viajeros de su época, Eduardo Cote Lamus no nos ve como extraños; mira a los ojos, al mismo nivel, y construye una narración para chocoanos y visitantes de cualquier latitud, en la que los primeros nos vemos tratados con justicia y los segundos serán seducidos por un lugar extraordinario”.

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De esa forma, será difícil para el lector escapar a las descripciones vívidas, como la del río Atrato, una “inmensa piel de culebra negra sobre la cual caen las sombras de los árboles ribereños como respetuosas y espantadas, llenas de vapor, pero sumisas por el viento”. O la del río San Juan, que, “cordial: abre sus aguas, se expande igual que los brazos en ademán de abrazo, se hace límpido, tierno, deja ver las piedrecillas en el fondo“.

También de la selva, de la lluvia que “anuncia la cólera intermitente de la divinidad escondida”, de los truenos que “hacen temblar al río”, de una noche de tempestad que, en una de las mejores páginas del Diario, describe como “un ruido de instrumentos de percusión, de cuerpos amándose con furia”, mientras “todos los afluentes del Atrato se confunden de cauce y, cegados por el miedo, buscan, apresuradamente sus desembocaduras”.

Aquí hay verdad, se siente la creación“, le dice Cote Lamus en una bella carta que también hace parte del Diario (además de las descripciones de los viajes, tiene coplas populares, fragmentos de charlas, un poema) a una amiga a la que llama A. “Amiga mía: es imposible hablarte de los ríos porque no se pueden describir, hay que vivirlos. Igual pasa con el idioma de los árboles, con sus danzas en el crepúsculo, con las letras anudadas en sus troncos”.

Pero el Chocó, para el poeta, no es solo su naturaleza “virginal” y exuberante. También habla de las desigualdades y los tratos injustos a los que la compañía minera Chocó Pacífico somete a los pobladores y al propio territorio. De las dragas que hieren los ríos y a los barequeros artesanales, que sí respetan la naturaleza y el territorio. De los panameños que llegan y se llevan el banano cosechado a precios irrisorios y que a los chocoanos no les queda de otra que aceptar.

Del abandono y la segregación a la que el resto del país tiene sometido al departamento. Del racismo con el que “el blanco explota al negro, lo tiene en condiciones de inferioridad” y que lleva a que “de la misma forma que el blanco trata al negro, el negro trata al indio”, creando “una cadena de resentimientos en medio de la manigua y al borde de los ríos más bellos del mundo”.

Diario del Alto San Juan y del Atrato de Eduardo Cote Lamus
Para Cote Lamus, el Chocó es como “un cuerpo de negro lanceado por las armas fluviales de las lluvias y los ríos, desnutrido, abandonado a las enfermedades y a las plagas, tragado por la selva y la codicia y bajo el duro sol”.

Cote Lamus, sin prevenciones ni prejuicios, se acerca a los chocoanos y los mira de frente. “…Si bien son más alegres, debido a la explotación que han sufrido desde hace muchas generaciones, al abandono del gobierno central, tienen algo de resentimiento —dice—. Resentimiento que se borra cuando se habla con ellos como iguales, cuando se les da la razón, cuando no importa que uno sea blanco y ellos negros, como las palabras”. Entiende que viven a otro ritmo, con otro “tiempo vital”, y que todos son diferentes: “los unos esperan, los otros —acaso los más— se cansaron de esperar, los demás desesperan y hay quienes trabajan como nadie”.

Y si bien han pasado 64 años de su viaje, y como explica Velia Vidal en el prólogo, algunas de las estructuras sociales que vio ya han cambiado, “muchas de las circunstancias descritas persisten, sobre todo, las relacionadas con la exclusión”. Por eso, el Diario del Alto San Juan y del Atrato sigue siendo un texto vigente. Sobre todo, ahora que a ese territorio de belleza y exclusiones lo azotan la guerra, el narcotráfico y los grupos armados que se unieron a la minería ilegal.

Un lugar que sigue siendo como “un cuerpo de negro lanceado por las armas fluviales de las lluvias y los ríos, desnutrido, abandonado a las enfermedades y a las plagas, tragado por la selva y la codicia y bajo el duro sol”.

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El Diario del Alto San Juan y del Atrato se puede conseguir en las librerías del país y en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Cuesta $ 20.000.

13 Comentarios

  1. Que buena crónica de este Diario y da pesar que han pasado 64 años y aún ahora todas los problemas de desigualdad de pobreza de violencia y de exclusión persisten y han aumentado
    Chevere leerlo y admirar la descripción de la naturaleza y la belleza que rodea esta bella región escrita por Eduardo Cote Lamus

  2. Darwin Agualimpia

    Muy buen artículo, soy docente de Ciencias Sociales, (Tadó Chocó) lo compartí en clases con mis alumnos y estamos a la espera del libro para seguir haciendo análisis.

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