“Que Diomedes haya sido condenado no repara la memoria de Doris Adriana Niño”
Para Nathalia Guerrero, periodista que participó en la investigación del documental sobre Diomedes Díaz, la familia de Doris Adriana Niño necesita saber qué pasó en realidad la noche en que ella fue asesinada.
El pasado 30 de marzo, Netflix estrenó el documental Diomedes: el ídolo, el misterio y la tragedia, que trata sobre la vida de Diomedes Díaz.
Dirigido por Jaime Barbosa y Jorge Durán, durante al menos dos semanas este documental estuvo entre las producciones más vistas de la plataforma de streaming en Colombia y revivió el debate sobre el asesinato de Doris Adriana Niño, así como del machismo que rodea la cultura popular.
Diomedes: el ídolo, el misterio y la tragedia hace un recorrido por la vida de Diomedes Díaz, desde sus inicios, y trata de contar todo lo que pasó alrededor de la muerte de Doris Adriana, ocurrida en mayo de 1997 en Bogotá, en un apartamento de propiedad del cantante vallenato, durante un encuentro en el que también estuvo presente Luz Consuelo Martínez.
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El cuerpo de ella fue encontrado en Cómbita (Boyacá), hasta donde lo llevaron escoltas de Díaz, que la sepultaron en una fosa común e intentaron encubrir lo sucedido simulando que ella era una prostituta de la zona.
Diomedes Díaz, el condenado
Las autoridades capturaron a Diomedes Díaz en octubre de 1997, pero en marzo de 1998 recuperó su libertad. En abril de ese mismo año, el cantante fue diagnosticado con el síndrome de Guillain-Barré.
Inicialmente, el cantante era procesado por homicidio culposo. La investigación siguió su camino y, en junio de 1998, la Fiscalía consideró que Diomedes Díaz sí quiso hacerle daño a Doris Adriana Niño, por lo que la acusación cambió a homicidio preterintencional, es decir, un tipo de homicidio en el que una persona busca lesionar a su víctima y termina matándola, sin que ese haya sido el motivo de sus agresiones.
Así, el ente acusador pidió revocar la libertad condicional que le había sido concedida al cantante vallenato. Sin embargo, un juez decidió beneficiar a Diomedes con prisión domiciliaria, debido a sus problemas de salud. Esa medida se revocó más de dos años después, en agosto de 2000, pero cuando los agentes del CTI llegaron a detenerlo en su casa en Valledupar, él ya no estaba. Se había fugado con la ayuda de su mánager y amigo Joaco Guillén.
Diomedes Díaz estuvo prófugo de la justicia durante dos años. Durante ese tiempo, contó con la protección de los paramilitares, según cuentan en el documental el propio Guillén y el entonces fiscal Alfonso Gómez Méndez.
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En enero de 2001, una juez condenó a 12 años de prisión al cantante, pero el 20 de agosto de 2002 el Tribunal Superior de Bogotá rebajó la sentencia a tres años y un mes de prisión. Un mes después, el 26 de septiembre, Diomedes se entregó a la justicia. “Vengo a poner la cara a la justicia”, dijo entonces, precisamente cuando ya le habían rebajada la pena.
Posteriormente, en mayo de 2003, la Corte Suprema de Justicia anuló la sentencia del Tribunal Superior de Bogotá, por lo que la condena de 12 años quedó en firme. Diomedes Díaz estuvo solo 32 meses en prisión y en noviembre de 2004 le otorgaron libertad condicional, después de ser beneficiado con una revisión de su pena y le otorgaran una rebaja por buena conducta y trabajo.
El documental muestra claramente el apoyo que recibió Diomedes Díaz durante el tiempo que enfrentó el proceso penal, con manifestaciones multitudinarias a su favor en Valledupar y declaraciones de sus seguidores en Bogotá que trivializaban la muerte de Doris Adriana Niño. Un respaldo que, 25 años después, se sigue sintiendo.
Así mismo, habla de la lucha de su hermano, Rodrigo Niño, por limpiar la memoria de Doris.
Por la memoria de Doris Adriana Niño
Nathalia Guerrero, junto con periodistas como Helena Calle, participó en la investigación que sirvió de base para el documental, principalmente en lo referente a la muerte de Doris.
Guerrero, directora editorial de Manifiesta (www.manifiesta.org, un medio con perspectiva feminista), escribió un texto al respecto titulado Todo lo que le sigue debiendo Colombia a Doris Adriana Niño, en el que reflexiona sobre la revictimización que sufrieron la memoria y los familiares de esta mujer.
Diario Criterio habló con la periodista a propósito de su investigación, de cómo la abordó y del documental.
Diario Criterio: Usted dice que la investigación para el documental se hizo con enfoque de género. ¿Qué quiere decir eso y en qué se diferencia con otras investigaciones sobre el caso?
Nathalia Guerrero: Es diametralmente distinto. La gran mayoría de investigaciones que se hicieron en su momento, y en los años posteriores, sobre el caso de Doris Adriana Niño eran supremamente revictimizantes. Eran unas investigaciones que tenían un enfoque amarillista, que de cierta manera revictimizan a Doris, a su memoria y a su familia. Hurgaba por detalles morbosos, gráficos, que realmente no le aportaban a la investigación. E incluso había investigaciones que reivindicaban a Diomedes Díaz, que finalmente fue el condenado por el feminicidio.
Hablar de una investigación con enfoque de género tiene varios puntos clave, como la política de no revictimizar: tener un especial cuidado por detalles que son innecesarios para la investigación pero que sí le podrían hacer mucho daño al caso, a la memoria de Doris, a la familia, a Rodrigo Niño. Como es un tema de documental, no buscar una revictimización con el tema audiovisual, por ejemplo, como las imágenes que se utilizan. Las imágenes que se usan sí son de la necropsia de Doris, pero son de conocimiento público y de casi que la memoria sobre el caso. Y solo estamos hablando de una imagen de esas a las que me refiero.
También el cuidado en la reportería frente a tener la paciencia con una fuente como Rodrigo Niño, que lleva varias décadas al frente de este caso defendiendo a su hermana. Ese tipo de políticas al momento de hacer reportería, al momento de presentar la información y, sobre todo, tener la mente, todo el tiempo, que es una investigación que claramente está ahondando en los hechos pero que busca reivindicar la memoria de Doris, y eso no necesariamente significa un sesgo, porque la narrativa que la gente compró en su época sobre Doris Adriana Niño era una narrativa supremamente misógina y equivocada.
Profundizar en ella y profundizar en los sucesos y el tiempo en el que se dieron esos sucesos es una manera de reivindicar su memoria.
Diario Criterio: ¿En la investigación que ustedes hicieron pudieron detectar si en la época había movimientos que rechazaran el trato que se le dio a Diomedes Díaz en ese momento?
N.G.: Con mi compañera de investigación, que fue Helena Calle, no tuvimos conocimiento de “esta organización se movilizó alrededor de…“. Probablemente los hubo, o quiero pensar que sí los hubo, pero de pronto no tuvieron la fuerza como para tener un registro en medios, que fue la base de nuestra investigación.
Diario Criterio: ¿Cómo se ve el enfoque de género en el documental?
N.G.: Son dos cosas diferentes. Es una investigación que tiene ese enfoque de género, pero una cosa es llevar esa investigación, que se tradujo en un documento final, a un documental. Ahí hay una partición de la investigación y cómo luego Netflix presenta esa investigación.
Yo siento que en el documental sí se puede ver un relato que sí se esfuerza por no revictimizar a Doris. Sin embargo, siento que hay cosas de ese traslado de la investigación inicial al documental que se pudieron haber profundizado en el documental, pero, obviamente, es un formato diferente donde no todo puede caber, en donde no todo puede hacerse y entiendo que existen ciertas limitaciones.
Igual, para mí es el trabajo de investigación que más ha reivindicado el caso, contándolo como es, porque, sobre todo, los trabajos audiovisuales que se han hecho alrededor del caso de Doris Adriana Niño son supremamente machistas y son supremamente revictimizantes y morbosos y amarillistas con la familia. Creo que en este caso, de ninguna manera, este formato audiovisual lo fue.
“Intentaron desaparecer la historia de Doris Adriana Niño”
Diario Criterio: El documental no es revictimizante ni está haciendo una apología a Diomedes, aunque alguna gente ha hecho esa lectura, Sin embargo, en el documental, no en la investigación, pareciera que al final lo de Doris Adriana Niño quedara como algo anecdótico en la vida de Diomedes Díaz… No sé si usted siente lo mismo.
N.G.: Sí, un poquito. La verdad, yo creo que el final pudo ser un poco diferente, pero eso ya tiene que ver con decisiones de un equipo y pienso que ahí hay disenso, al menos de mi lado.
Diario Criterio: Uno lo puede comparar con el documental O.J.: Made in America (Ezra Edelman, 2016)...
N.G.: De hecho, fue uno de los referentes que tuvimos para hacerlo…
Diario Criterio: En O.J.: Made in America, uno, de entrada, sabe que ellos van a tomar una posición, pero en el documental sobre Diomedes parece que no se sienta una posición…
N.G.: Yo pienso que esa posición puede que vaya tomando fuerza a lo largo de la narración, pero siento que, al final, esa construcción que pudo haberse tenido se diluye. Sobre todo siento que era mucho más complicado del lado de Doris, porque del lado de Doris no hay tantas voces. Y si las hay, no hay voces dispuestas a hablar, que fue uno de los límites que tuvimos dentro de la investigación.
Desde hace décadas, Rodrigo Niño se puso a cuestas la defensa del caso de su hermana y también fue una manera de proteger a su familia. Entonces, otras voces de la familia, por ejemplo, no había el chance de que existieran. Y, así mismo, otras voces cercanas también era difíciles y eran voces que probablemente no querían salir. Ahí hay una limitación porque el balance de las voces que hablan de cada lado es desbalanceado.
Eso también comunica algo y es toda la gente que está dispuesta a salir a defender a Diomedes Díaz y toda la gente que siente que lo que él hizo o dejó de hacer es lo correcto, y como que están defendiendo una institución, a la final, porque Diomedes Díaz es eso en la cultura vallenata y en la cultura caribe colombiana. Y todo lo que tuvo que vivir la familia y la defensa de Doris, que fue básicamente ellos dos, Rodrigo y Jesús (Édgar Niño, abogado de la familia de Doris Adriana Niño), contra el país.
Diario Criterio: Lo anecdótico se siente no solo con el tema de Doris Adriana Niño, sino cuando, por ejemplo, hablan del tema de los paramilitares y lo cuenta como algo chistoso…
N.G.:Yo siento que fue un documental que dejó que el relato de quienes hablaban comunicara también lo que somos como país y que reflejara esa idiosincrasia que sigue tan presente. Para mí, es muy chocante que gente como Joaco Guillén (exmánager y amigo de Diomedes Díaz) cuente las cosas, como lo acabas de mencionar, mientras se ríe.
Esa no fue una entrevista en los noventa, eso fue el año pasado y en 2020. Siento que el documental le deja ese juzgamiento a la audiencia sobre lo que está diciendo esta gente, 25 años después del feminicidio de esta mujer, sobre Diomedes y sobre este antihéroe y de esta manera lo está defendiendo. Frases como la de Rafael Santos, que dijo: ‘Mi papá amó tanto a las mujeres, que hasta hijos les puso‘. Juepucha, esto lo está diciendo un hombre en este momento, con las conversaciones que estamos teniendo a hoy. No siento que el documental tuviera que meterle ahí el juicio, cuando es una cosa que salta a la luz de todo el mundo.
Diario Criterio: A mucha gente el documental le ha servido para recordar algo, la muerte de Doris Adriana Niño, y para reflexionar cómo éramos en los noventa y cómo seguimos siendo, porque esas manifestaciones de apoyo de entonces uno las vuelve a ver con algunas personas que vieron el documental. Pero ahora uno ve, sobre todo en redes, un mayor contrapeso.
N.G.: Uno siente como un mayor juicio y como un mayor reclamo y eso del contraste entre los noventa y ahora es algo que yo pregunto en la columna que hice: ¿qué tanto hemos cambiado en verdad? Lo que tengo entendido es que fue un impacto grandísimo de manera negativa en la zona norte en Colombia y en departamentos y municipios en los que uno de sus grandes ídolos es Diomedes Díaz. Pero ¿qué tanto espacio hemos abierto para cuestionar a un ídolo como estos? Y parece que no mucho.
Diario Criterio: A propósito de su texto, ¿podríamos hacer más como colombianos para reparar de alguna forma a la familia de Doris Adriana Niño, con lo que sabemos ahora en 2022?
N.G.: Sí. Yo siento que conocer el caso, saber cómo se dieron las cosas, saber todas las violencias de todo tipo a las que fue sometida Doris durante su muerte y después de su muerte, y adquirir esa conciencia como país, es decir, insertar ese episodio como realmente pasó, es una forma de reparación.
Para mí, fue muy gratificante ver personas de generaciones posteriores que comentaban en la columna o que hablaban del documental y decían: “¿Cómo así que Diomedes mató a una mujer? Yo nunca supe esto. Amo a Diomedes, pero yo no sabía que había matado a una mujer y que había sido condenado”. Eso, para mí, hacer memoria, es una forma de reparar a la familia: que se sepa lo que sucedió. Eso cambia las condiciones del juego que se está jugando.
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Hay otra forma de reparación, y es un poco lo que yo hablo en la columna, y es: la gente que puede reparar a esa familia, realmente a un nivel de profundidad importante, es la gente que estuvo esa noche. Por eso, yo digo que una condena no es una verdad, y que Diomedes haya sido condenado a 12 años, de los cuales solo pagó tres, eso no es una reparación ni para Rodrigo Niño ni para la familia. Ellos lo han dicho, Rodrigo lo ha dicho en repetidas ocasiones.
Ellos se quedaron sin saber qué pasó con Doris Adriana Niño esa noche. Esa verdad la tienen muy pocas personas, y es una reparación que, lastimosamente, 25 años después del feminicidio, no se va a dar. Pero existen otras formas de reparación que menciono: poder saber del caso, poder saber que a ella le intentaron borrar su historia. Ella no solamente fue asesinada: le hicieron pasar por una sobredosis, cuando eso no fue verdad, y la intentaron enterrar como una trabajadora sexual de Tunja. Intentaron desaparecer la historia de Doris en el mundo y eso es una cosa aberrante.
“Diomedes Díaz es un producto de la masculinidad colombiana”
Diario Criterio: Con el tema del documental y que se recuerde que hubo una condena por homicidio, hay un mayor cuestionamiento moral cuando uno escucha una canción de Diomedes Díaz…
N.G.: Soy una mujer feminista que está alejada cada vez más de la cultura de la cancelación. Siento que eso no le sirve a nadie, no le ayuda a nadie, no ayuda a reparar. En este caso, de la cancelación de la obra y del artista, existen otras maneras de conciliar que no sean necesariamente cancelar: por ejemplo, consumir una obra de manera crítica: “Esta persona hizo esto, fue condenada a tantos años por esto. Escúchela, disfrútela, haga parte del universo musical de Diomedes, pero no se le olvide que este man fue un feminicida”.
Eso es importante y también marca una pauta de lo que viene después: ¿quiénes van a ser nuestros ídolos, a quiénes le vamos a dar esa idolatría o si vamos a decidir activamente no dársela a nadie porque no sabemos qué hay detrás de esa obra? Que es lo que nos ha pasado en estas décadas.
Diario Criterio: Ya que usted habla de la cultura de la cancelación, hay gente que dice que lo mejor sería que hubiera un gran movimiento para dejar de escucharlo, pero hay quienes dicen que esa decisión debería ser más personal. ¿Usted cómo hace para reconciliar eso después de hacer una investigación como la que hizo?
N.G.: Hasta ahora soy abierta con el tema, porque en un momento yo me sentí muy conflictuada porque yo adoro la música de Diomedes Díaz. Hace parte de mi historia vital, hace parte de la historia de mi familia, de lo que soy, y antes de esta investigación yo estaba muy peleada con el tema y me daba como vergüenza admitir que a mí me gustaba la música de Diomedes, porque soy feminista. Y a mí la investigación me ayudó a reconciliarme con ese tema porque entiendo la posición desde la cual consumo su obra y desde la cual esa obra constituye una historia de familia y una historia de vida, que es la mía.
Siento que estoy haciendo parte de otras conversaciones en donde ya se quedó atrás el tema de la cancelación o de cancelar y que también tiene que ver con esto mismo del escrache y la gente que es escrachada, sino buscar caminos alternativos de reparación y de socialización y como otras búsquedas colectivas.
En ese sentido, me reconcilié con ese tema. Entiendo quién es, qué hizo. También entiendo que es un producto de esta sociedad y es un producto de la masculinidad colombiana, de la masculinidad hegemónica colombiana. Y desde ahí lo entiendo y desde ahí entiendo su obra, también, que es una cosa también muy contradictoria. Una obra llena de este universo lírico espectacular y, por otro lado, como un hombre que cometió todas las violencias, que no fue solamente contra Doris. Esa es la violencia más visible, pero Diomedes Díaz fue un abusador emocional de primera, con muchísimas mujeres…
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la justicia no pudo hacer nada pero Dios si dejar las cosas en mano de Dios es la mejor eleccion