La historia de ‘El beso de los invisibles’, el mural que cambió la cara del centro de Bogotá

La fotografía de dos habitantes de calle juntando sus labios con gran pasión dio como resultado uno de los murales más importantes de la capital. La obra acaba de ser renovada ocho años después.

Existen besos inolvidables. Besos de película como el de Spiderman y Mary Jane; el de Jack y Rose en Titanic; y el de los dos vaqueros en Brokeback Mountain. Besos en el arte como los de Klimt, Picasso o Magritte. 

Un beso de despedida o incluso ese primer beso de la vida. Existen besos apasionados, tímidos e inocentes.

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Y hay amantes que corren la suerte de que ese instante quede congelado en una fotografía, como Hernán y Diana, quienes, en medio de la visita al cartucho del entonces presidente de la República, Juan Manuel Santos, fundían sus labios en un símbolo genuino de amor. 

Ese beso, además de ser capturado por el lente de Héctor Fabio Zamora, quedó impreso en el 2013 en una de las paredes del centro de la capital, con el título El beso de los invisibles.

Foto que inspiró el mural. Fotógrafo Héctor Fabio Zamora
Foto que inspiró el mural. Fotógrafo Héctor Fabio Zamora.

Tras ocho años de adornar la Calle 26 con Carrera 13b, Vértigo Graffiti y la Fundación Gilberto Alzate (FUGA), se unieron para renovarlo como un mensaje de amor, “para recordarles a los bogotanos la importancia que tiene ese sentimiento en nuestra vida y como esos símbolos mueven nuestra cotidianidad”, aseguró a Diario Criterio, Margarita Díaz, directora de la FUGA.

Esta es la historia de cómo nació El beso de los invisibles, cuáles fueron los recursos públicos que se utilizaron para su realización y el porqué de su importancia en un momento en el que el arte urbano se ha convertido en algo mucho más potente que pintar o rayar paredes.

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Revivir una escena

Después de ganar una convocatoria de Idartes, en junio de 2013, el equipo de Vértigo Graffiti transformó la entrada del centro de Bogotá y plasmó ese beso fugaz en un mural de 10 pisos de alto y 20 metros de ancho.

“Nos sentimos muy convencidos de que esa imagen era la que queríamos recrear. Hablamos con Héctor Fabio para que nos cediera los derechos y él muy amablemente nos los compartió”, dijo a Diario Criterio Camilo Fidel López, director de Vértigo Graffiti.

Renovación El beso de los invisibles. Foto: cortesía FUGA.

Santiago Castro, otro de los artistas que intervino en la obra, expresó que “la pintura parte de la foto pero lo que nos interesó fueron los dos personajes y su interrelación. Sacar a los protagonistas de la fotografía y volverlos una sola pieza era lo especial”.

Con los recursos, las pinturas y lacas, y las ganas intervinieron la fachada del edificio y desde ese momento la imagen se volvió un punto turístico e icónico de la capital, que atraía a curiosos para tomar fotografías y, sobre todo, se convirtió en uno de los mayores referentes del muralismo en la ciudad.

Es un símbolo que le pertenece a la ciudad y que merece ser resaltado y enaltecido para que nos recuerde una historia y nos recuerde ese amor que aún tenemos y prevalece.

Camilo Fidel

Un beso para Bogotá

“Nuestra intención nunca fue renovar una obra. En realidad esa fue la herramienta que utilizamos para encontrarnos con la ciudadanía, con los bogotanos. Queríamos darle un regalo a Bogotá por su cumpleaños”, explicó a Diario Criterio Margarita Díaz.

Según ella, más allá de pintar y trabajar con grafiteros, la intención al renovarla era “remover ese sentido de amor que tenemos cada uno de nosotros”. El objetivo era tocar las emociones de los colombianos y “encontrar eso en lo que todos nos identificamos: sabíamos que el amor definitivamente era el símbolo en el que todos nos ubicamos”.

Vértigo y la FUGA son hermanos desde hace años. Somos parceros y todo surgió de algún encuentro en el que se intervino el Bronx y unos meses después de la reactivación nos encontramos y surgió la idea de renovar el símbolo.

Margarita Díaz

Por su lado, Camilo contó que “la idea surgió a partir de la nostalgia que nos trajo la pandemia de no poder hacer muralismo. Luego empezamos a ver que el mural estaba deteriorado, que era víctima del tiempo. Esta fue una imagen que nos dio todo y me comprometí a buscar la forma de renovarla”.

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Renovación El beso de los invisibles. Foto cortesía: FUGA.
Renovación El beso de los invisibles. Foto cortesía: FUGA.

Entendiendo la situación económica por la pandemia, Vértigo Graffiti fue consiente de que no tendrían ningún tipo de honorarios por este trabajo. Así que hicieron responsables de la mano de obra y el distrito los ayudó con toda la logística.

Sobre los recursos públicos que evidentemente se tuvieron que invertir en esta obra, Margarita Díaz explicó que se usaron fondos que tiene la fundación para hacer posicionamiento del centro e intervenciones artísticas en el sector.

“Esta fue una intervención táctica, con el permiso del edificio, no hubo reconocimiento de honorarios a los artistas, simplemente fue una alianza que se generó tanto en la FUGA como con el colectivo”, añadió la directora de la FUGA.

Es una historia de camaradería donde pensamos que esto es importante y que sería un regalo bonito para la ciudad.

Margarita Díaz

Un antes y un después

La renovación del mural inició el pasado 11 de agosto y durante nueve días Santiago, Yurika, Camilo y otros artistas, ayudaron a la intervención que empezó con una limpieza general al muro y con la aplicación de una capa protectora.

Para volver a revivir este símbolo se usaron cerca de 30 galones de vinilos y 150 espray de pintura con los cuales se cubrió un área cercana a los 350 metros cuadrados.

La paloma que acompañó a los personajes de El beso de los inocentes desde la primera vez que se pintó el mural fue cambiada por un avión de papel “nos pareció un elemento poético, muy de la ciudad. Es muy silencioso, pero representa algo potente”, explicó Santiago. 

Así mismo, para darle un poco más de sentido a esta intervención y ayudar a procesos informativos de cualquier persona que pase por el sector, la FUGA dejó un código QR en donde se puede leer la historia detrás de esta obra y escuchar una playlist con las mejores canciones sobre besos.

El mural como símbolo de memoria

“Captar una microhistoria en un contexto tan fuerte como lo era el cartucho, y llevarla a un mural es un ejercicio para exhibir una situación. Es recalcar una problemática que se ha venido generando desde hace muchos años en Colombia por la lucha contra las drogas”, expresó a Diario Criterio Juan David Quintero, historiador y curador independiente que por más de 15 años se ha dedicado a los procesos de investigación curatorial especialmente del arte urbano.

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Juan David considera que aunque el espacio público siempre ha estado dispuesto para pronunciarse, alzar la voz, marchar y ser “libres”, también se ha convertido en un lugar de miedo, de control de fronteras invisibles y abuso del poder.

El arte urbano ha venido trabajando desde estos aspectos, desde dejar en la calle eso que vivimos y buscar cómo se puede hacer resistencia pero también hacer memoria.

Juan David Quintero

“El arte urbano no es solo pintar, es también lo que pasa en la calle, lo que vimos en el estallido social derribando monumentos, hacer un performance en la calle es arte urbano. Esto va más allá de solo pintar y es necesario que aprendamos a entender y definir esos conceptos”, añadió Quintero.

Sobre este punto, Yurika, otro de los integrantes de Vértigo, afirmó que “el valor de la pintura pública, es mostrar que es algo completamente vivo, es un asunto de participación pública y ciudadana. Creo que el valor de estos ejercicios en la calle ha sido validado y este paro ha sido la señal los mensajes urbanos”.

Un beso universal

En el momento en que Vértigo creó El beso de los invisibles se consolidó como grupo: fue su debut en la ciudad y el inicio de grandes intervenciones.

Por eso esta obra es de gran importancia en la trayectoria del colectivo de artistas, quienes además de hacer murales en el país, han llegado a Wynwood Walls en Miami, a fachadas de bibliotecas en Bélgica y hasta esquinas de Estambul.

Yo nunca me imaginé que la ciudad de Bogotá sintiera y apreciara una obra en la que estuvimos vinculados y que eso haya afectado a la gente. Las personas nos han compartido sus experiencias en torno a la obra y cuando es la misma capital la que defiende la obra es porque hiciste algo bien.

Yurika

Ahora, Vértigo sueña con pintar 23 besos más alrededor del mundo, para seguir mostrando que el amor también puede cruzar fronteras. “Queremos hacer como la anatomía de un beso, es esta misma imagen pero con algunas rotaciones, porque queremos que se convierta en una animación“, dijo a Diario Criterio, Camilo Fidel.

Fue una imagen que cambió el rostro del centro de Bogotá y queremos que Ciudad de México, Texas, Buenos Aires y otras ciudades ayuden a volver este proyecto mucho más universal. 

Fidel

9 Comentarios

  1. Muy buen articulo, necesario para la memoria histórica y la visibilidad tanto del arte urbano como de la otra Bogotá. aquella aquejada por la marginalidad y estigmatización social.

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