“Cerati aquí siempre pedía lasaña”: El Boliche, un restaurante bogotano que cerró por la pandemia
El tradicional local de La Macarena dejó de operar después de 40 años. Muchos extrañan el lugar que visitaban figuras de la cultura y el espectáculo.
Había noches en las que El Boliche de La Macarena no le cabía ni un alma. Del restaurante, ubicado en la calle 27 # 5 – 66, de Bogotá, salía música, sonido de conversaciones y el olor inconfundible de las milanesas y la pasta.
Y adentro, rodeados por la rockola y las paredes llenas de afiches de películas antiguas, portadas de discos, pinturas famosas, imágenes de exposiciones de arte y caricaturas, decenas de personas disfrutaban de la buena comida y el vino.
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Pero esa imagen ya pertenece al pasado. Hoy, cualquier persona que se dé una vuelta por La Macarena, el tradicional barrio del centro de Bogotá, va a encontrar que el local está desocupado y en arriendo, del Boliche ya no queda nada.
El tradicional restaurante, el que abrió hace 41 años y era un punto de encuentro para el mundo cultural, ya no existe. Tampoco la sede de La Candelaria, en el centro de la ciudad. El que queda en pie, ubicado en el barrio Quinta Camacho, es de un hijo de la fundadora del local original; además de eso, no tiene otra relación con el que cerró.
Una historia de cuatro décadas
La historia de El Boliche se remonta a 1980. La colombiana Martha Inés Ángel y el argentino Norberto García quisieron fundar un lugar que vendiera pastas frescas (preparadas de forma artesanal) y empanadas, al estilo argentino. Le pusieron El Boliche porque así le decían a ese tipo de restaurantes en ese país.
El primer local, en La Macarena, era bastante pequeño y quedaba unas casas más allá del que luego se inmortalizó: en la calle 27 # 5 – 60. “Estaba en una posición muy estratégica y fue generando todo un movimiento alrededor”, explicó a Diario Criterio Carlos Rueda, hijo de Inés y el encargado del restaurante de Quinta Camacho.
El sitio fue conocido por su sabor, pero fue unos años después, cuando se inventaron platos que tuvieran mitad milanesa y mitad pasta (cada una con diferentes salsas y acompañamientos), que se volvieron muy populares.
“La idea de tener platos así fue muy al principio, pero no al inicio -cuenta Rueda-. Ellos hacían las milanesas y muy rápidamente se dieron cuenta de que era una combinación muy agradable. Y desde ahí, eso se volvió la identidad de El Boliche”.
El restaurante, como la zona de circundante, se convirtió en un punto de encuentro gastronómico y cultural. Tenía mucho que ver su ubicación: cerca de la Plaza de Toros La Santamaría (en esa época ir a las corridas era todo un plan) y de las Torres del Parque, donde vivían artistas, periodistas, escritores y una clase media cultural que cambió la cara del barrio.
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A ese Boliche, de hecho, solían ir personajes como el pintor Luis Caballero, el arquitecto Simón Vélez, el periodista Daniel Samper Pizano o la actriz Constanza Duque. También políticos o músicos que se presentaban en la Plaza de Toros y remataban comiendo pastas con milanesa.
Uno de los grandes fanáticos, de hecho, era Gustavo Cerati, el fallecido vocalista de Soda Stereo, quien cada que venía a un concierto en Colombia, pasaba por el restaurante.
“Él siempre pedía lasagna. Le encantaba y decía que le recordaban a las que hacía su mamá en Argentina”, recuerda Rueda. “Es que pasó mucha gente. Era el sitio donde se sentían tranquilos, conversaban, se sentían como en su casa, en un ambiente cotidiano”.
Un barrio muy cambiado
Con el tiempo El Boliche creció tanto, que pudieron abrir otras sedes. Mientras Felipe (hijo de Inés) y su esposa, Anne Marie, se quedaron con el La Macarena (en 2010) y abrieron otra sede en La Candelaria. Carlos abrió su propio Boliche y montó un restaurante en Quinta Camacho, en 1997, desligado del de su hermano. Los platos son muy parecidos, pero las recetas son diferentes.
El restaurante de La Macarena, por eso, seguía teniendo un valor sentimental importante para los comensales por ser el primero, el que inició todo.
Por eso la familia no se recupera aún de su cierre en octubre de 2020, ocasionado por las pérdidas que produjo la pandemia y los cierres de la ciudad. Una crisis que tocó a Felipe y a Anne Marie, y que los llevó a perder todo lo que tenían.
“No sé si usted ha visto, pero todo lo que era el movimiento gastronómico y bohemio del sector del centro internacional se murió. Ya no existe“, explica Carlos, quien sí ha logrado sobrevivir con su local en Quinta Camacho.
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De hecho, La Macarena intenta recuperar su antiguo espíritu, con algunos de los pocos locales que quedan en pie.
La ciudad y muchos comensales, mientras tanto, siguen extrañando el Boliche de La Macarena, en el que se reunían frente a la rockola, tomaban vino y comían sus pastas con milanesa. Un lugar que permanecerá para siempre en la memoria histórica de la ciudad.
Algunos no pierden la esperanza y esperan que algún día pueda volver a abrir sus puertas.
4 Comentarios
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Era un sitio muy familiar y fueron 41 años de Historia .
Que triste .
Tenemos que apoyar a la sede de Quinta Camacho
Fuerza para el señor Felipe y su esposa para que abran de nuevo El Boliche en Candelaria o Macarena
Serían apoyados por quienes los extrañamos