El honor de tener y perder un trabajo
Creo que todos estamos de acuerdo al decir que el trabajo dignifica, y por ello todos salimos cada mañana a cumplir nuestras labores con fuerza y esperanza. Algunos trabajos incluyen la extracción de metales preciosos en socavones oscuros y tenebrosos, otros, en cambio, se dirigen a sus oficinas a firmar documentos con una gran carga de responsabilidad en sus espaldas.
Y es que acudir a nuestro trabajo para realizar las tareas designadas nos ofrece gran estabilidad, alegría y honor. Cuando pienso en esta palabra del ‘honor’, recuerdo un libro denominado El coste de la excelencia de Nicole Aubert y Vincent de Gaulejac, donde indican claramente cómo la empresa para la que trabajamos y el nivel que ocupamos en ellas nos ofrece las más altas o bajas dignidades según sea el caso. Aplica entonces lo que he escuchado por muchos años en relación con que “dime dónde trabajas y te diré quién eres”.
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Y así transcurren nuestros días, saliendo cada mañana a nuestros lugares de trabajo a ganarnos un ‘salario’ mensual para comprar artilugios poco necesarios en los centros comerciales. Cuando tenemos el goce, el honor y el privilegio de tener un trabajo medianamente estable y que nos permite hacer préstamos para comprar una casa, un auto, estudiar lo que deseamos o simplemente comprar lo que se nos antoja, adquirimos una relativa calma y seguridad. Sin embargo, en muchos momentos sentimos que podríamos llegar a ser despedidos, generándonos una caída muy profunda en la angustia, el miedo y pérdida de la dignidad y del honor.
Pensar en una pequeña posibilidad de perder el trabajo o de ser despedidos es de esas cosas que mayor temor nos puede generar.
La creencia de encontrar nuevas oportunidades laborales luego del despido se desvanece rápidamente tras la sensación de que eres invisible para las demás organizaciones, de modo que se experimenta la sensación de un gran vacío existencial en caso de que ocurriera.
“¿Cómo pagaré todas las cuentas que debo?”, “¿qué pensarán mis círculos sociales al ya no tener el trabajo que me dignificaba?” son preguntas que solemos hacernos mientras cargamos con el peso de nuestra pérdida, del despido.
Y entonces llega el fatídico día: te llaman de la alta dirección y te despiden. Si cuentas con la suerte de que tus jefes te despidan con el rostro de las razones de tal decisión, cuentas con suerte. Sin embargo, muchas organizaciones no cuentan con la altura necesaria para tal fin ni rostros humanistas para hacerlo, y apelan entonces en un despido inexplicado, sin razones, sin las gracias, sin dignidad y sin honor. En estos momentos llegan muchas inquietudes a nuestras mentes, el miedo se nos presenta con un rostro aterrador, generándonos dudas y grandes preguntas.
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Sin embargo, hay esperanza. Si has logrado realizar un buen cuidado de ti mismo y un buen gobierno de sí. Si has logrado vivir una vida coherente con tu propia naturaleza, si has trabajado en tu propio perfeccionamiento, te comienzas a dar cuenta de que, ante el despido y una transitoria pérdida de la dignidad y el honor, comienzas, por el contrario, a observar cómo el cosmos se alinea presentándote un nuevo camino, un nuevo rumbo laboral y personal.
Así las cosas, la pérdida de nuestros trabajos se convierte en sí misma en un mecanismo de devolución de la dignidad y el honor. Es increíble cómo aquello a lo que más tememos, a ser despedidos, se convierte en una gloriosa situación revitalizadora. Es maravilloso observar cómo ante el despido y su vacío se nos fortalece el ímpetu para perfeccionar lo que hacemos y que realmente nos apasiona.
Entonces, el honor de perder un trabajo puede convertirse en el honor de ganar uno nuevo, con nuevos matices, aires y esperanzas.
Que sea entonces esta una excelente oportunidad de cruzar nuevos caminos, ganar y perder nuevas batallas que dignificarán nuestras vidas. Es entonces el despido una gran oportunidad de humanizarnos, de hacer lo que nos apasiona y enaltece.
Y mientras reiniciamos nuestra marcha en estos nuevos mundos, debemos invitar a las organizaciones que hemos recorrido a que humanicen sus procesos de despido. No es posible que nuestras organizaciones sigan prescindiendo de sus colaboradores sin dar gracias, sin decir “buena suerte” en tu nuevo camino, sin decirle “esta sigue siendo tu casa”.
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Que, en adelante, las personas responsables de los despidos realicen todo un protocolo de humanización del despido. Para aquellas empresas que ya han emprendido estos caminos, mis felicitaciones. Para aquellas que ni se lo han imaginado, una invitación a emprenderlo.
Concluyendo, que no nos invada el miedo y la incertidumbre ante un despido. Aquel que sólo trabaja para ganar dinero, para comprar, siempre tendrá estos sentimientos. En cambio, cuidarnos y gobernarnos a nosotros mismos no nos ofrece sino la dulzura oculta en la acidez del despido.
Bienvenidos los nuevos caminos. Humanízate y cultívate: es necesario y urgente.
Feliz semana.
Esta columna no fue escrita por Inteligencia Artificial (IA). Fue escrita desde la mente y el corazón de su autor, Diego Hurtado Guzmán*.
*Médico de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín), especialista en gerencia de salud ocupacional y magíster en bioética de la Universidad CES (Medellín); así como expositor a nivel nacional e internacional sobre el trabajo y las humanidades. También se desempeña como docente de cátedra en varias universidades del país. Ha sido premiado con dos galardones internacionales, la Medalla de Oro Mérito Profesional con distintivo internacional de España; y el Premio Profesor Dr. D. Rafael Ruiz Calatrava, por la Comisión de Honores y Distinciones y Recompensas de España, en 2022. Creador del blog ‘El arte de trabajar feliz’. Sígalo en Facebook e Instagram. Correo electrónico: [email protected].
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8 Comentarios
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Excelente artículo. Creo que es y podrá ser de gran ayuda motivacional y, tal vez de manera más especial, esperanzador para las personas que hayan perdido o, a futuro, pierdan su empleo.
Diego: muchas gracias por tu comentario y te agradezco exponer todo tu sentir frente a este tema. Debemos seguir trabajando para humanizar nuestros espacios de trabajo. Un abrazo.
Excelente artículo Dr. Diego. La humanización en los procesos de despido y en general en todo lo que involucra talento humano debe ser imperioso, Así como se ingresa a una empresa por la puerta grande debe salir por la misma puerta. Muchos éxitos
Estimada Dra. Amparo. Un gusto saludarla. Muy importante compartir este deseo de humanizar estos procesos de despido en las empresas. Le agradezco que haya compartido su sentir conmigo. Un abrazo y admiración Doc.
Incluso se está trabajando en offboarding y en embajadores de la marca empleadora
Enriquecedor artículo profe, muchas empresas deberían ser conscientes de la importancia de humanizar un despido y así mismo es importante que como trabajadores sepamos que siempre habrá y debe haber alguna otra organización que valore nuestro servicio y compromiso.
Hola Doc. Así es. Es muy importante resaltar sobre el trabajador saliente una debida retroalimentación para beneficio y cuentas claras de ambas partes. Un abrazo.
Estimado Diego. Totalmente de acuerdo. Es un tema que debe valorarse más, el ser un embajador de la empresa saliente luego de un buen proceso de retiro. Un abrazo.