El miedo y la propiedad
En un reciente tweet Álvaro Uribe expresó: “Gustavo Petro piensa en expropiaciones y yo en el emprendimiento privado”. Este mensaje, lo sabemos, corresponde a la estrategia con la que el uribismo piensa contrarrestar su debacle y hacer valer convergencias existentes entre la derecha, la ultraderecha y la tecnocracia de centro.
Se trata de moderar el tono, dejar atrás la beligerancia, presentarse como defensores de las instituciones, de la estabilidad económica, del orden social, para asimilar a Petro a la figura del incendiario que estimula el odio de clases, abogará por un programa de estatalización, al viejo estilo socialista, para acabar con la propiedad privada (grande o pequeña) de cualquiera. El miedo, Uribe lo sabe bien, mueve enormemente en política.
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Está claro que Petro está lejos de esta caricatura. En sus declaraciones y programas se inscribe en el horizonte del capitalismo, sólo que en uno menos neoliberal (y, por ende, menos desigual). Le interesa defender a las pequeñas y medianas empresas, robustecer instituciones públicas que garanticen derechos sociales básicos, contrarrestar el poder excesivo de grandes corporaciones sobre el Estado, generar condiciones que empiecen a confrontar el colapso social que vive el país, sin poner en cuestión el mandato capitalista de crecimiento económico, aunque se proponga generar otras fuentes de riqueza, distintas a los combustibles fósiles. No quiero discutir aquí las propuestas concretas del candidato para lograrlo y su viabilidad.
Lo que es cierto es que en estos días me he encontrado con muchos anti-uribistas que temen que el uribismo se salga nuevamente con la suya, y logre generar el escenario del 2018. Temen, más allá de la posibilidad de fraude, que el mensaje logre ser efectivo, de nuevo, en la mayoría de votantes. Yo misma, después del entusiasmo del domingo por la tarde, y pese a los miles de votos no-uribistas que han aparecido en estos días, he sentido temor de que la derecha logre formar, otra vez, una sólida y victoriosa hegemonía. Aunque me digo que es un escenario menos viable.
Algunos temen por los defectos del mismo Petro. Preocupa que estos pueden llevar a muchos votantes de centro, de nuevo, a la abstención o al voto en blanco, por la falta de confianza que despierta el candidato, dada la prepotencia, el carácter despótico, y la ambición de lograr la presidencia a toda costa, que le atribuyen. Espero, sin embargo que, dado el desastre del gobierno Duque, la violencia y la precariedad agudizada que generó, esta desconfianza no se vuelva representativa. Uno asume que este tipo de votantes se dará cuenta que optar por la continuidad, con todos los defectos de Petro, es seguir saltando al vacío conocido, por miedo a lo desconocido.
Además, el descontento que apareció en el paro no se puede borrar, y millones de personas son conscientes de la necesidad de un cambio.
Pero, en todo caso, no hay que despreciar el riesgo de la reiteración. Petro lo sabe y por eso busca nuevas alineaciones electorales y crear, a la vez, confianza con un electorado de centro. Al trino de Uribe responde: “emprendimiento privado era el de los campesinos que desplazaron expropiando sus tierras, y el de los 600.000 empresario(a)s que dejaron quebrar durante el Covid…”.
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En un doble movimiento expone los vínculos de Uribe -y las fuerzas que representa- con el paramilitarismo, y la desposesión territorial que éste produjo para beneficiar a grande propietarios, a la vez que asimila al campesino con el pequeño emprendedor privado. Identifica así esta desposesión con la más brutal expropiación, en el sentido etimológico de “despojo de lo propio”. Le habla a un ciudadano al que le ha costado mucho conseguir lo poco que tiene y, a la vez, a posible votantes formados en la lógica del emprendimiento, y el individualismo posesivo; visiones -por cierto- ajenas a algunos sectores campesinos y comunidades étnicas, que se resisten a asumir sus prácticas territoriales desde la lógica del emprendimiento.
Después de todo, Colombia, como lo destaca Jacobo Grajales, es un orden social basado en la defensa “cuasi-religiosa de los derechos de propiedad”, asumidos como condición básica de la “estabilidad social y política” de un orden tremendamente desigual. Pues se trata de unos derechos que, en el país, sólo han hecho valer los grandes propietarios, para concentrar y acumular más su riqueza, a costa de una mayor marginalización del campesinado, los trabajadores urbanos, los sectores populares e, incluso, hoy en día, la clase media.
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No sé si esta retórica convenza a los electores del centro. Seguramente los más apegados a la tecnocracia neoliberal, y a valores regresivos sobre la familia y los deseos, así sean pequeños propietarios, no podrán ver nunca en Petro un candidato viable, aunque él se esfuerce en conquistarlos.
Ojalá se esfuerce más en construir alianzas reales, y no meramente electorales, entre los descontentos.
5 Comentarios
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Con que propiedad mientes, personas como tu son realmente uno de los mayores peligros que tiene una democracia.
Excelente Laura, la propiedad privada del pequeño campesino o del micro empresario dan vida a la democracia y han escrito de abajo para arriba la verdadera historia de nuestra patria. Cada colombiano de bien en el uso legítimo de sus opciones, construyendo con su trabajo un nuevo día. Consuela de verdad este relevo generacional que ya no come cuento ni a los verdaderos expropiadores, ni al cinismo inaceptable que alimenta esta guerra fratricida. Los jóvenes son esperanza del cambio; sin muertos; con buenos argumentos. La tienen clara y no parecen dispuestos a recibir las anquilosadas banderas de los corruptos. Conviene mantener en adelante ese dinamismo pro activo en todos los frentes. Caminar con FE en un “mejor país”, aunque no sea fácil distinguir el camino. Participar con honestidad. Construirlo día por día. El nuevo presidente, tendrá que escuchar y vivir a diario ese mensaje de los colombianos deliberantes como tú. Felicitaciones. Sin miedo y sin ambages, porque quizás, la apatía, la permisividad y la cobardía cedieron el turno a los avivatos explicando en buena parte los males de hoy. Los jóvenes serán determinantes en estos próximos comicios presidenciales; a multiplicar esfuerzos por el cambio.