El temor a Dios

Foto: Zac Durant / Unsplash

La pareja de abuelos, enamorados de su recién llegado nieto, avanzaba afuera del templo incrustado en el corazón de un centro comercial que esperaba a la muchedumbre recién santificada para que consumieran, después del alivio espiritual, el alivio mundano de la ropa, los electrónicos, el perfume o, como dice la clase media bogotana (a la que pertenezco), “comerse un heladito”, que no sé de dónde se acuñó como la acción indigna de la felicidad.

Comerse un heladito“, ¡por favor! Emocionados venían la abuela y su sempiterno marido, que traía al crío de 2 años en orgullosos brazos. Reunidos ya en el automóvil con los padres del recién llegado feligrés y, ahora, candidato en fila a primera comunión, confirmación, matrimonio y mortaja, los padres de los padres celebraron su privilegio de haber sido los anfitriones del primer encuentro del ‘príncipe’ con la eucaristía y con el hacedor supremo, más coloquialmente conocido como “nuestro Señor”.

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En la reunión de toda la familia, el aspaviento verbal giró acerca del encuentro del niño con la trascendencia de Dios, expresado por el abuelo con ojos húmedos cuando reportaba que en la mirada del primogénito de los nietos había visto sembrarse el “temor a Dios”, momento en el cual esperé que todos nos preocupáramos por el ingreso de semejante miedo a una mente humana, pero la acción que acompañaba el diálogo no era de preocupación o siquiera de aflicción; era de júbilo. Estábamos celebrando que en la mente de este recién llegado humano ya se había sembrado el “temor a dios”.

En consecuencia con lo que debe ser, desde mi punto de vista, estas exclamaciones no se atajan. Bien podría haber sido un grito de alabanza a Mahoma o un reclamo celestial a la virgen María, o un manifiesto por carencia de fondos en dólares a la cinesiología.

Lo que fuera no se discute, la fe de las personas no se argumenta, como tampoco sus ideales políticos o sus gustos personales, pero hay algo a lo que me abrogo el derecho: a mirar para entender, y eso hice, callé y escuché. 

Muy claro fue que la buena intención de estos abuelos se basa en la idea de que el temor a dios nos aleja de las malas acciones, claro, porque nos asusta que, en algún momento, dios, que está en todas partes, nos castigue por faltar a su ley.  Y si el temor a dios es tan conveniente, (no voy a negar que suena bien), ¿qué pasó en el mundo?, y, ¡por favor, ¿qué pasó en Colombia?. 

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¿No temía a dios Laureano Gómez?,  porque es sencillo explicarse que gente como la del M-19 o las FARC, comunistas, no tengan como temerle porque no creen en él, pero y entonces Pablo Escobar, Álvaro Uribe Vélez –vuelvo y digo: no incluyo a un asesino como Putin, porque él no cree en dios—, Popeye, tan mentado por Zapateiro, el militar que clamó su duelo en discurso público; Karen Abudinen, que se va sin la menor vergüenza de un cargo en el que dejó que se robaran el progreso para niños que viven en el pasado fósil de este país; Duque, que se hace el pendejo con los asesinatos a mujeres embarazadas y niños, ordenados por su mangualo de Defensa (¿defensa?), los mismos que se desgarran en discursos baratos e insustanciales acerca de al ley a favor del aborto y se declaran provida, reitero, ¿¡qué pasó con esta gente!?, ¿no le temen a dios?, ¿acaso en sus leyes no dice “NO MATARÁS”?,  y dice también “NO ROBARÁS”, y agregan NO “LEVANTAR FALSO TESTIMONIO NI MENTIR”,  lo cual me hace concluir que a dios estas acciones no le gustan, y que siguiendo con la lógica de que hay que temerle, habría de esperarse que lo mentados arriba y muchos otros para los que no alcanzan las páginas ni de otra Biblia, hubieran refrenado sus malas acciones como matar, mentir, robar, violar, destruir, empobrecer, falsificar, plagiar.

6.402 asesinatos por temor a dios, pero no, no es así. Los sujetos de estas conductas no solamente parecen en paz con su dios, el católico, sino que al matar, al robar, al mentir y al destruir se sienten actuando en su nombre (véase escritorio con el que Duque se presenta en TV). 

Temor de dios
Iván Duque.

¿Y el temor a dios?

Voy a ser pragmático. Si el temer a dios evita que cometamos los delitos mencionados atrás, entonces bien por el miedo y vamos, hagamos como los abuelos del cuento y apurémonos a infundir en nuestros menores de edad, no miedo, sino terror a dios.

Que el miedo al infierno o al purgatorio nos ayude a que en Colombia el estado y los delincuentes no asesinen a los ciudadanos indefensos, no se roben los impuestos, no mientan y asesinen 6.402 veces amparados en la autoridad otorgada por la ciudadanía.

Pero algo pasó. Las comunidades de católicos que educaron este país, los Jesuitas, los Maristas, los Franciscanos, los Agustinos y cientos de congregaciones que le han vendido el miedo a dios en este país desde la colonia fracasaron, es un hecho indiscutible, ¡y sí!, los curas en este país están capando juicio moral y social, porque dado que fueron ellos los constructores de valores de la juventud de los pasados doscientos años, no podemos decir nada distinto a que su fiasco es rotundo, es una vergüenza histórica el colapso de la iglesia católica en Colombia.

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Y los acompañan las nuevas iglesias cristianas que venden otros miedos muy convenientes para su arcas, pero sin algún efecto positivo en el comportamiento social, ellos también fracasan indiscutiblemente. Y entonces, si el miedo no funciona, ¿qué hay que hacer con los hijos?, ¿subirle las dosis al terror? ¿Algo así como el Islam o los talibanes? Mala noticia: tampoco funciona.

Es que el miedo no funciona por una razón física, sencilla: el miedo es incómodo, no es un sentimiento grato, el miedo asusta y a los humanos no les gusta el susto, entonces se preparan y lo superan, y ¡voila! Los sicarios se acomodan la Virgen en el cuello para asesinar; los soldados del Ejército Nacional, con la conciencia apagada, allanan a los civiles inocentes e indefensos y los matan; los padres mienten a sabiendas de que algún día caerán y toda su educación va a quedar puesta en duda; los políticos corrompen (comprando testigos, por ejemplo) y todo esto se hace con la Biblia en la mano, como aquel cura Gonzalo Palacio Palacio, pastor de las almas de los asesinos de los 12 apóstoles; el grupo de criminales al que está vinculada la familia del Uribe que fue presidente.

Porque los Uribes, los Duques, los Escobares, los Abudinen, los Boteros, los Laueranos Gómeces, los Popeyes, los Diego Molanos, las Marta Lucías, las Vicky Dávilas, los Zapateiros, los Rodríguez Gachas rezan —y rezan mucho—, mienten y encomiendan sus bellaquerías con una mano en la Biblia, porque ellos, de tanto temerle a dios, le perdieron el miedo y le tomaron confianza. Por eso, lo que se esperaba que les restringiera de cometer pecados perdió eficacia, porque la herramienta era el miedo y no la razón justa, y así se educó a este país y se le sigue educando.

Padres, abuelos, maestros y tutores sin imaginación siguen vendiendo el temor a dios, a pesar de que no ha servido para un carajo, porque el miedo fracasa; porque el que no peca por miedo es un santo sin convicción, es decir, es un santo a la espera de una reforma legislativa. 

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Dejo consignado otro recuerdo de la vida real, aquel del niño que, en coche con los padres, pregunta por qué hay que parar en el semáforo en rojo y alguien se apuró a asustar al pequeño revelándole que no hacerlo significa que viene la Policía y, si estás de buenas, te ponen una multa, porque podría pasar que te peguen un tiro. Ya el rostro del infante se dibujaba como el de los colombianos, intimidado y acobardado, cuando la voz de la madre limpió el ambiente con tono conciliador y concluyó: “No, mi amor. La razón por la que nos detenemos en el semáforo no es porque venga o no la Policía. Es porque si no nos detenemos en la luz roja, nos ponemos en grave riesgo nosotros y todas las personas que podrían estar haciendo uso del derecho que les da tener la luz verde”.

Hubo silencio y el pregonero del miedo, con tono inofensivo argumentó que de esa manera el niño se iba a tomar mucho más tiempo en entender, a lo que la madre en el carro repuso: “Me voy a tomar el tiempo que sea necesario para que entienda el sentido de la ley. Va a ser más demorado que el camino del miedo, pero me quiero asegurar de que cumpla las normas porque las entiende y no porque la teme a dios o a la policía”. Porque evidentemente hay quienes se toman confianza con el hacedor supremo o con los que, hasta hace poco, se vestían de un verde horrible y ahora se visten de un azul peor y, debido a eso, tenemos la Colombia que tenemos.

7 Comentarios

  1. Darío Cárdenas Garcia

    En un mundo , que no escapa a Colombia, los valores y principios se perdieron y que hacen parte de la cultura que nace en el hogar, siendo un principio religioso o católico el temor a Dios, que hoy la sociedad olvida por la injusticia, la corrupción, la doble moral.etc

  2. Ernesto Arturo Andrade Talero

    Muy buena explicación de como ese imaginario “dios”, desde tiempos inmemoriales es y a sido rl terrorismo a ultranza, soporte del poder.

  3. GILDARDO CARDENAS MORALES

    O como dijo alguien…. gracias a dios por permitirme ser ateo. Con eso no le temo. (lo de subir la dosis a terror… genial.)

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