El top de la compra de derechos de Colombia

Nicolás Morales hace un análisis de los autores colombianos que más han vendido los derechos de sus obras a editoriales extranjeras.

¿Cómo gerencian sus obras los escritores y escritoras colombianas en el exterior? Esta es una pregunta que responde el consultor editorial Martín Gómez en su increíble ejercicio del mapa de la narrativa colombiana en el mundo, presentado formalmente en la última Filbovirtual. Gómez logra una proeza: levantar arqueológicamente en cada país del mundo los títulos de autores colombianos que han comprado editoriales foráneas o grandes casas editoriales. Revisa desde Corea hasta Polonia, desde México hasta Francia. Y aunque la respuesta es de cierta manera predecible, este ejercicio impresionante de Gómez me interesó para destacar del listado obviedades importantes y detallitos curiosos de nuestro variopinto mundo editorial. Consulten ese trabajo en la red, es genial.  

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Los grandes vendedores van tranquilos

La tarea de tener ediciones traducidas en decenas de países está muy bien hecha por los escritores de las grandes ventas en Colombia. Es decir, hay cierta proporcionalidad entre ventas internas y compras de derechos. García Márquez es el caso menos interesante por su vocación mundial. Está en todo lado, qué tal que no, pero los demás tienen un buen score de editoriales internacionales y van en este orden: Juan Gabriel Vázquez (qué potente máquina de derechos), Héctor Abad, Melba Escobar, Santiago Gamboa, Pilar Quintana, Jorge Franco, Laura Restrepo y Evelio Rosero. Nada muy raro hasta el momento, ni más faltaba que tuvieran malos resultados de sus agencias literarias, aunque es interesante este ranking: Héctor Abad y Emma Reyes van con un libro muy poderoso que los avasalla. Melba es un caso de análisis y Pilar Quintana sube en el listado como un Egan en montaña. De hecho, esta última escritora sería la autora con más proyección internacional por su edad. Gamboa, Franco y Restrepo son mayores y pues, ajá, no han tenido un bombazo reciente. 

Las decepciones

Dos escritores me sorprendieron por sus decepcionantes resultados. Son de generaciones distintas. Fernando Vallejo es el primero, al que pensaba con una vocación más internacional con muchas más ediciones en otros países (conté solo tres), y el segundo es Tomás González, que aunque tiene más derechos vendidos que el primero no logra meterse en el pelotón de punta pese a su prestigiosa escritura. En este segundo caso puede pesar la elegante discreción de su acción personal. Ungar pensé que tendría más derechos comprados, lo que puede revelar una cierta inacción de sus agentes, sin que sea para nada deficiente o ausente. Y Mario Mendoza, nuestro best sellers nacional, pues francamente muy poco comprado.   

El caso Melba Escobar

Esta escritora logra un score fenomenal en el listado de derechos vendidos, pero, si me lo permiten, no estoy seguro que sea proporcional a sus ventas locales que –creo- pueden ser menores. Es decir, puede ser la escritora colombiana que –desde mi punto de vista- mejor negocia sus derechos en el planeta. Esto es interesante: ¿es una escritura más internacional? ¿Es más juiciosa con la acción de las agencias literarias? ¿Sus libros no han tenido suficiente mercadeo en el país? En verdad no lo sé, pero ahí les dejo ese trompo. 

Los jóvenes en la vía independiente

Me gusta ver a unos escritores que, en sellos más artesanales, han logrado entrar en más países con sellos más indies. Encabeza el señor Juan Cárdenas con muy buenas negociaciones en el continente latinoamericano; Francisco Montaña, Jairo Buitrago e Ivar Da Coll, en la cuota infantil, logran estar en catálogos extranjeros importantes. Carolina Sanín puede estar creciendo. Por cierto, aunque no tan jóvenes, Octavio Escobar y Dasso Saldivar tienen unas entradas muy interesantes en Europa y hay muchos autores y autoras con una entrada en algún país. La lista es gigante. 

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Los muertos, muertos están (salvo Emma Reyes)

Muy pocos escritores muertos siguen siendo editados en el extranjero, lo que es muy interesante. Es decir, es mejor no morirse para ser reeditado fuera de Colombia. Algunas excepciones son Álvaro Mutis, Álvaro Fayad y José Eustasio Rivera, y pare de contar. Como lo anota el propio Martín Gómez en el listado, están ausentes toda una generación de escritores, estilo Óscar Collazos o Moreno Durán (si es que estuvieron algún día), pero doña Emma Reyes, con sus memorias, en cambio arrasa. Impresionante lo mucho que ha sido traducida y editada. Caray, un libro de esos no se encuentra dos veces. Y bueno, Gabo que es el rey absoluto, pero ni entraré en el tema. 

Los menos conocidos

Manuela Espinal Solano, James Cañón, Juana Restrepo y Lorena Salazar son algunos escritores que, pese a su fama aún discreta, ya están en el mundo mundial con ediciones internacionales. Confieso que sé poco de ellos y tocará leerlos con juicio. Gusta que existan relevos y que también sean los públicos de afuera los que impulsen los autores y autoras de la patria. 

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