Las elecciones que marcarán el cambio en Colombia
En estas elecciones todo está en juego y se va a marcar el inicio de varios cambios. Análisis de Diario Criterio.
Si hay una palabra que podría definir la jornada de este domingo 29 de mayo es incertidumbre. Pocos se atreven a vaticinar si en los comicios de este domingo se escogerá al presidente de la República, si habrá segunda vuelta y, en caso de darse, quién será el ungido para enfrentar a Gustavo Petro, que después de una larga campaña se perfila como el más fuerte de todos los aspirantes a llegar a la Casa de Nariño. Ni las encuestas, a pesar de jugarse su credibilidad, logran al menos avizorar un horizonte.
En lo que coinciden expertos y analistas en que estas serán las elecciones en las que todo está en juego y que van a marcar el inicio de cambios. Uno de ellos es el analista político y director la revista Alternativa, Pedro Medellín, que considera que en la jornada electoral los colombianos se juegan la suerte del modelo político, económico, social o del papel del Estado en la sociedad.
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Llama la atención que en estas elecciones de 2022, las Farc, ahora convertidas en partido Comunes, dejaron de ser un tema sobre el que se construían las campañas o un factor de distorsión, proceso que comenzó en las jornadas electorales desde hace más de cinco lustros.
Andrés Pastrana llegó a la Presidencia en 1998 con la promesa -y el empujón publicitario- de que iba a adelantar un proceso de paz con esa guerrilla. Álvaro Uribe lo hizo en 2002 con la promesa de derrotarlas y se reeligió cuatro años después. Juan Manuel Santos lo hizo en 2010, inicialmente, como la continuación de Uribe y en 2014 se reeligió con un proceso de paz ya avanzado. Aunque en las elecciones de 2018 Comunes demostró no tener la más mínima influencia política, Iván Duque llegó al poder junto al uribismo, montados en la ola de la inconformidad, distorsión e insatisfacción que el proceso de paz con las antiguas Farc le generaba a una parte de la sociedad.
En estas elecciones, ni las Farc asustan ni tienen la capacidad política, como partido, para incidir en el resultado final. Sí lo tiene las disidencias, el Clan del Golfo y otras organizaciones criminales, de narcotráfico, de rentas ilegales e ilícitas. Su papel en lo que hagan en esta jornada quedará expuesto en dentro de un tiempo.
Quizás esa pérdida de importancia de los exguerrilleros convertidos ahora en políticos pueda explicar el principal cambio que podría suceder en estas elecciones: la posibilidad de que un candidato de izquierda, como Gustavo Petro, llegue al poder a través de las urnas. Hecho que no había sido posible en la historia de Colombia, ya sea porque los movimientos alternativos que participaron del juego democrático fueron perseguidos o eliminados físicamente o porque los grupos guerrilleros de izquierda, al ser protagonistas del desangre que ha vivido el país en los últimos 60, crearon un rechazo de la sociedad colombiana hacia propuestas de izquierda democrática.
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Además, por primera vez en la historia, una mujer afrocolombiana podría ser elegida por voto popular como vicepresidenta de la República: Francia Márquez. De lograrlo, será el triunfo de una parte de ese otro país que perdió el plebiscito por la paz de Juan Manuel Santos, en las elecciones de octubre de 2016, y que se ha sentido excluido, maltratado.
Allí puede estar una parte de los pueblos afros, indígenas, campesinos, habitantes de zonas marginales, estudiantes, desempleados, jóvenes… aquellos que la propia Márquez ha designado como los “nadies”.
Lo que está en juego en estas elecciones
Otro factor en juego y de cambio es que, con Petro y Márquez, Colombia podría cambiar radicalmente el modelo tributario, bancario, de la salud, de las pensiones o del papel del Estado. De crear o revivir modelos o instituciones que se habían dado por fallidas o superadas, como la sustitución de importaciones por producción nacional, el Idema o el Instituto de Seguros Sociales.
Ahora bien, los otros candidatos también tienen sus propuestas e ideas sobre estos y otros temas. Las reformas pensionales de Petro y Fajardo son muy similares, mientras que Fico plantea importantes ajustes sin afectar los derechos adquiridos y Hernández aún no ha podido explicar si va o no a reformar.
El papel que debe tener el Estado, hasta dónde y en qué sectores dejará actuar al sector privado y cuáles no, es otro asunto fundamental en discusión.
Petro también podría cambiar radicalmente un tema económico que nunca ha estado en tela de juicio por los dirigentes colombianos: la exploración y producción petrolera y gasífera y el ajuste de lo que se conoce como la matriz energética. Estos sectores son fundamentales para la estabilidad financiera del Estado central, de más de 21 departamentos y más de 350 municipios, y afectarla es un peligroso juego de dominó.
Petro propone apagar la exploración y acelerar la transición energética en un proceso de 12 años, un periodo de tiempo en el que ni siquiera Estados Unidos, Alemania, Francia o Japón lo podrán lograr. Hace cuatro años, el candidato del Pacto Histórico proponía reemplazar la renta petrolera por aguacate Haas; hoy plantea reemplazar el petróleo para expandir la agricultura, la educación y el conocimiento.
Gutiérrez y Fajardo consideran que es necesario acelerar la transición energética hacia energías más limpias, como la solar, eólica o de hidrógeno, pero están totalmente en contra de apagar la exploración y menguar la producción de petróleo y gas. Si algo ha quedó claro con la guerra de Ucrania y la pandemia, es que la dependencia del mundo por combustibles fósiles será importante, incluso en 2050.
Finalmente, en esta contienda existe la posibilidad del comienzo del ocaso del uribismo y de la figura de varios expresidentes que se niegan pensionarse, como César Gaviria y Andrés Pastrana.
¿Y el proyecto de nación?
De todos los candidatos, Petro es tal vez el que mejor ha logrado esbozar sus ideas de programas y políticas de gobierno, pero, al igual que Fajardo, Gutiérrez o Hernández, no ha podido mostrar cuál es la idea de Estado-Nación que quiere crear, el rumbo hacia dónde se debe encaminar Colombia.
La falta de rumbo en la que anda el país desde hace años es una consecuencia de la crisis en la que cayeron los partidos políticos, los liderazgos regionales y locales. Para llenar esto, aparecen ideas, proyectos, planes, programas, metas y eslóganes de campañas.
De seguro, la construcción de proyecto de nación será el principal reto de los candidatos. En un momento de profunda polarización, pareciera que al final de la campaña ningún colombiano está dispuesto a jugarle a la reconciliación con su contendiente político; ni siquiera Fajardo, que dice ser el candidato que menos polariza, ha logrado bajarle la temperatura al clima de sectarismo del país.
Por supuesto que todos los candidatos hablan de reconciliar y de trabajar por la unión del país, pero una cosa es el discurso y otra es la realidad, en la que se ven a sus seguidores con un espíritu sectario que es difícil de cambiar. Y aquí es donde surge una pregunta que fundamental en estas elecciones: ¿podrá el futuro presidente desarmar los corazones de los colombianos y bajarle la temperatura al clima de polarización?
Ahora bien, con diferentes tonos y banderas, Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández también han planteado la necesidad de hacer cambios. Eso no está en discusión. Cuáles y en cuánto tiempo, parecen ser las medidas en juego este domingo.
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