Conversaciones de paz con el ELN: el espejo invertido
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y la vicepresidenta, Francia Márquez, ya casi cumplen un mes de estar gobernando. Él, ella, el equipo de Gobierno y la bancada parlamentaria que respalda sus iniciativas han concentrado algunos de sus mejores esfuerzos en la propuesta de Paz Completa, entre otros, con el ELN.
Por eso, empezó a tramitar el Proyecto de Ley “Por medio del cual se define la política de paz de Estado”. Al mismo tiempo, y en absoluta contravía, algunos dirigentes políticos y empresariales llamaron a crear grupos paramilitares y los grupos armados ilegales cometieron dieciséis masacres, en las que murieron más de 50 personas, y asesinaron a trece líderes sociales.
En ese contexto de búsqueda de paz, desde el Gobierno, y de guerra, promovida por personas y grupos con poder económico, político y militar, se va abriendo paso la negociación con la organización insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Algunas y algunos periodistas y especialistas perciben y reiteran que es sumamente difícil conversar y pactar con esa insurgencia. Por ejemplo, en 2012, Enrique Santos, hermano del entonces presidente de la República, pronunció una frase que resume esa percepción: “Los elenos (…) tienen fama de enredar hasta un aplauso…”.
Eso puede ser cierto. Pero, para ser sinceros, hay que reconocer que el Estado colombiano ha sido igual o más enredado en la negociación que los elenos.
Para empezar, como dije en una columna anterior, la participación de la sociedad civil es una garantía y, también, una dificultad. Si se tomara dificultad como sinónimo de enredo, habrá que aceptar que este se pactó entre Estado y guerrilla. Por lo tanto, ni su creación, ni la responsabilidad de desenredarlo, son atribuibles, solamente, a ese actor armado.
Las mismas personas expertas en negociaciones de conflictos armados internos y en guerras civiles han dicho que otra complicación para negociar con el ELN es que carece de unidad de mando. Afirman que no todas las estructuras de esa organización les hacen caso a las instancias de dirección.
El diario El Colombiano, de Medellín, opinando al respecto, desde su editorial, dijo que “Los rumores sobre una federalización del ELN son cada vez mayores”. Y exigió que quienes negocien a nombre de esa organización armada representen a todos sus integrantes.
Se puede hacer la misma exigencia al Estado: que las personas que negocien en su nombre y representación tengan el respaldo de todos los sectores y todas las instituciones que hacen parte de él.
También, de César Torres: Fiscalía, ¿obstáculo o aliado para la paz?
La experiencia muestra que ni todos los altos funcionarios gubernamentales se sienten representados en las comisiones negociadoras, ni todas las instituciones del Estado se comprometen con la política, las negociaciones y las acciones de paz del gobierno de turno.
Así ha sido desde las primeras negociaciones con las Farc, en el siglo XX. Tal como lo dijo Otto Morales Benítez, cuando renunció a la Comisión de Paz, en 1983: “Los enemigos de la paz están agazapados por dentro y por fuera del gobierno”.
Hoy no se sabe con absoluta certeza de si quienes negocien con el ELN representarán a todo el Gobierno, ni si todas las instancias estatales acatarán lo que se pacte con la guerrilla.
Tampoco se sabe si esas personas y el Gobierno en cuyo nombre hablan tienen posibilidades reales y efectivas de controlar a los poderosos enemigos de la paz que, agazapados o no, hoy llaman a la guerra y la emprenden, por parejo, contra la población y contra las fuerzas armadas.
Otro aspecto de la incipiente negociación con el ELN que genera desconfianza entre un cierto grupo periodistas y analistas es la incertidumbre acerca de su desmovilización. Se preguntan si se desmovilizarán todos los frentes, incluidas sus milicias, colaboradores y simpatizantes, y si, una vez desmovilizadas las fuerzas guerrilleras, nacerán disidencias.
Se puede formular la misma duda, pero acerca del Estado: ¿Los sectores del empresariado, de la clase política, de las fuerzas armadas, de los medios de comunicación y de las economías ilegales que –aliados– se tomaron el Estado hace casi 30 años respetarán lo que se pacte en la mesa de negociación con la guerrilla? ¿Una vez desmovilizado el ELN, estos sectores adelantarán una estrategia de eliminación sistemática de excombatientes como la que ocurrió contra los exguerrilleros del Llano en los años sesenta, contra la Unión Patriótica desde mediados de los ochenta y contra las personas desmovilizadas de las FARC, más recientemente?
Algunos de los enredos y obstáculos para la paz que percibimos en el ELN son los mismos que hay en el Estado. Solo que los vemos en un espejo invertido.
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9 Comentarios
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Considero que el artículo describe la situación que diversos imaginarios y/o posiciones ideológicas extresan sobre esta negociación.
Sin embargo, se requiere de un análisis de fondo como el que realizó Álvaro Villaraga, sobre los hechos y diferentes negociaciones desde ha emas de un siglo, para comprender el momento histórico que este gobierno está promoviendo en la búsqueda de una Paz total. No solame te con el ELN.
No sé si aporte está catilinaria.
Dice mi epidermis que la metáfora del espejo invertido es acertada. Solo que la aludida ‘federalización’ de los insurgentes se presenta desde hace unas tres décadas -hasta donde alcanza mi mirada-, por lo que es preciso armar el “puzle” para ver el conjunto, al igual que el abordaje a las fuerzas que apoyan a la ultraderecha.
Resumen: hay que mirar el asunto desde las regiones y con los actores regionales, según lo anuncia mi olfato.
Lo otro, es que el gobierno está armado desde una alianza en la que cada cual quiere primera fila en la foto. Sin embargo, yo veo que -aun considerando las masacres y la promoción de la guerra- el proceso comienza a decantar. Optimismo moderado.
Los elenologos y pazologos del país siempre ven fisuras y posibilidades en cada proceso, sin embargo, la desconfianza sembrada a lo largo de las negociaciones es la cosecha real de la paz total o parcial dado que las causas estructurales subsisten igual o peor que ayer. Involucrar los muertologos de la paz -léase víctimas- es un principio que aplica indistintamente para el logro de acuerdo negociables, la diferencia está en que por primera vez se puede negociar con un Presidente diferente al de los llanos, los noventa, los dos miles, con experiencia exitosa, constituyente y constitución, lo que puede significar sentar a la mesa de dialogo una nueva confianza con la vieja desconfianza en la búsqueda del centavo que siempre rompe el dialogo, dado que el programa de gobierno actual se pinta en justicia social como objetivo superior lo que no esta lejos del objetivo eleno, Amanecerá y veremos dijo el ciego.
No soy una especialista en procesos de paz y soy desconocedora del ELN. Pero al leer este artìculo pensé:
1. Los enemigos de la paz han sido quienes han estado dirigiendo el país por muchos años y claro, sus seguidores. Es posible y quizàs necesario hacer un acuerdo de paz con ellos?
2. ¿Son las guerrillas enemigas de la paz? ¿Pareciera que en su naturaleza nominativa si… pero hay un proyecto al que sumarse que los convierta en paz-illas?