Otra botella al mar

“Sé que esta columna es una especie de mensaje encerrado en una botella lanzada al mar: no se sabe si alguien lo lea, ni si quien lo lea tenga interés en el asunto o pueda hacer alguna cosa”: César Torres.

Según el periódico Arauca Hoy X Hoy, “Arauca es el departamento con mayor tasa de homicidios en el país en 2022”.

Las personas consultadas por Diario Criterio en ese departamento confirman que la mayoría de las 352 víctimas asesinadas allá no tenía vínculo conocido con uno u otro grupo armado. Pero alguno de estos acusó a esas personas de colaboracionismo con su respectivo enemigo y las mató. 

El hecho de que la mayoría de las víctimas no hagan parte de estructuras armadas no quiere decir, sin embargo, que no haya enfrentamientos entre los distintos actores y grupos armados. Los hubo y los hay. Como el que sostuvieron el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las llamadas disidencias de las FARC, a partir del 3 de enero de este año, en Puerto Rondón.

Ese combate dejó como resultado una docena de muertos en las filas de las disidencias y el confinamiento de 12 comunidades campesinas y una indígena en 11 veredas, lo que afectó la movilidad de más de 1.500 personas.

Narraciones muy similares a esa llegaron a este mismo diario desde el sur de Chocó y bajo Calima; el bajo y el medio Atrato; las costas pacíficas de Nariño y Cauca; y desde el Catatumbo.

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Al sistematizar y analizar la información obtenida en esos lugares, se encontró una especie de patrón o modelo de confrontación armada que victimiza, principalmente, a la población civil. Una de las personas entrevistadas lo sintetizó diciendo: “En la pelea de los burros, el pagano es el arriero”, y agregó: “Por eso, tenemos tanta esperanza en los alivios humanitarios que va a hacer la gente del Gobierno y los del ELN; porque eso nos ayuda a seguir vivos; pero más nos ayudaría que todos los grupos, incluidos el propio Ejército y la Policía, se pongan de acuerdo y todos cesen el fuego”.

La esperanza de las poblaciones en esos lugares puede hacerse realidad si así lo deciden las partes en contienda y si las mismas encuentran el modo de lograrlo.

Dicho de otra manera: el alivio humanitario y el cese al fuego dependen tanto de la voluntad política de los contendientes, como de la capacidad que ellos tengan para definir y ejecutar las medidas antes mencionadas. En este asunto, repito, todo depende de ellos, de los armados. Las personas que somos civiles podemos analizar, opinar, ayudar, proponer, sugerir. Pero las decisiones finales sobre estos aspectos las tomarán ellos.  

Claro, de nuestra parte, también podemos solicitar y exigir a los armados que, por ejemplo, respeten las normas del Derecho Internacional Humanitario o los derechos humanos de la población que no está involucrada en la confrontación bélica. O que prioricen, como efectivamente lo están haciendo el Estado y el ELN, la elaboración y puesta en marcha de medidas de alivio humanitario y de cese al fuego bilateral. 

Podemos hacer esas solicitudes y exigencias, pero debemos saber que, en esos aspectos, hay que hilar fino y con cuidado. No les podemos exigir lo que es imposible en términos jurídicos o materiales.

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Columnas ‘Aprender de las equivocaciones’ y 'Otra botella al mar', César Torres.
El ELN declaró un cese al fuego entre el 24 de diciembre de 2022 y el 2 de enero de 2023. | Foto: captura de pantalla.

Una cosa es construir acuerdos sobre alivios humanitarios y cese al fuego entre el Estado y el ELN, organización de carácter político-militar con la que hoy hay una mesa de diálogo y otra, decretar alivios y suspensión de hostilidades con los grupos armados que carecen de motivaciones políticas, pero ejercen algún nivel de control territorial.

En el primer caso, como ya se indicó antes, hay que llegar a un acuerdo conversando; hay que pactar las características, plazos, condiciones y modos de verificación de los alivios humanitarios o del cese al fuego.

En el segundo caso, en cambio, no se requiere acuerdo alguno. Ambas medidas se pueden decretar, bien sea como gesto de reciprocidad, una vez el grupo armado respectivo haya declarado un cese unilateral, o como un gesto de buena voluntad del Estado, para invitar a que los actores ilegales asuman una actitud y unas conductas de similar magnitud y características.

Si en el primer caso el Estado y la insurgencia son incapaces de ponerse de acuerdo y de tomar las medidas pertinentes, la población civil llevará la peor parte, como se está viendo hoy en los territorios con cuyos habitantes hablamos para escribir esta columna. 

Para evitarlo, podemos proponernos y proponerles a quienes están viendo cómo convenir el camino las siguientes tres ideas: 

  • Les pedimos que, en la próxima ronda de conversaciones –o antes, como parece ser posible– lleguen a acuerdos claros, precisos y medibles acerca de alivios humanitarios y de cese al fuego bilateral de aplicación inmediata.
  • Les sugerimos que mantengan la actitud mesurada y respetuosa que habían tenido hasta la expedición del desafortunado decreto 2657 y el correspondiente trino presidencial del 31 de diciembre anterior. En lugar de intentar ofender a la contraparte con comparaciones impertinentes y/o poner cara de regaño y tono de amenaza, les solicitamos que conserven el tono y el ambiente que les permitió encontrarse como adversarios, incluso como enemigos, que tienen en común la idea de construir un país en paz.
  • Y, por último, una solicitud con autocrítica: quienes tenemos el privilegio de poder opinar en medios de comunicación tenemos, también, el deber de decir solo aquello que podamos probar. Les solicitamos a los medios, a quienes opinan en ellos y a las y los periodistas que allí trabajan que cumplamos con ese mínimo deber y hagamos un pacto por la verdad de los procesos de paz.

Sé que esta columna es una especie de mensaje encerrado en una botella lanzada al mar: no se sabe si alguien lo lea, ni si quien lo lea tenga interés en el asunto o pueda hacer alguna cosa. Pero me digo, tal vez ilusamente, ¿qué tal que la lean y sirva para mejorar, aunque sea un tris, la vida de los seres humanos civiles que padecen todas las formas de violencia?

Lea más de César Torres en Diario Criterio.

9 Comentarios

  1. Sereno, mesurado y como debe ser: que se reconozca el derecho y la aspiración de vivir adentro y afuera de la guerra, la argumentación y el trabajo.

  2. Carlos Florez Gongora

    Muy buen artículo Cesar. Es una invitación racional a los medios de comunicación y a los actores armados de un conflicto histórico. El país requiere cada vez más voces que clamen por la paz total.

    1. Excelente artículo. Cesar Torres escribe bien, pero además es un exhaustivo investigador y un narrador inteligente y moderado. Esteves, desde mi perspectiva, uno de sus mejores artículos que retratan la realidad absolutamente actual no solo de Arauca sino de otras regiones y departamentos de Colombia. Felicitaciones y adelante….necesitamos muchos artículos así, leerlos, comentarlos y difundirlos…

  3. Carmelo López Cano

    Me parece excelente columna, las tres sugerencias sin imperativos necesarios en lo que sigue en el proceso. Agregaría que el señor Presidente, Gustavo Petro y su gobierno, debe bajarle el tono al protagonismo y permitir que este lugar lo ocupe el proceso de paz toral; eso si, tener capacidad de escuchar

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