El poder y el control territorial del ELN en Arauca
Pese a la amplia presencia de tropas en Arauca, ¿por qué el Gobierno no ha logrado acabar con el control territorial que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional tiene?
El inicio de año no ha sido bueno para Arauca. La violencia causada por el enfrentamiento de distintos grupos armados que se registró en el departamento durante 2021, lejos de reducirse, ha aumentado en 2022. Entre el 2 y 6 de enero, en los municipios de Tame, Fortul, Saravena y Arauquita, aparecieron los cuerpos sin vida de 27 personas. Al parecer, el responsable de los asesinatos fue el ELN y las víctimas eran miembros de las disidencias de las Farc.
A media que pasaban los días aparecían más muertos. De acuerdo con el defensor del Pueblo, Carlos Camargo, entre el 2 y el 13 de enero 33 personas habían sido asesinadas y cerca de 170 familias se desplazaron. Lo grave de esto es que ninguno de ellos murió en combates, sino que fueron aprehendidos en sus casas o lugares públicos, de acuerdo con la Fiscalía. La crisis humanitaria alcanzó tal magnitud que algunos de los desplazados llegaron a municipios de Santander.
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Enfrentamiento mediático
En la noche del 15 de enero, el presidente Iván Duque llegó a Arauca y al día siguiente entregó dotación a la Armada y realizó un Consejo de Seguridad en el que se analizó la situación de orden público y tomó medidas para mejorar la seguridad del departamento.
“Vamos detrás de los cabecillas que han estado organizando muchos de estos actos criminales. Se aumenta el pie de fuerza, se aumenta la dotación y se aumenta la capacidad de inteligencia y contrainteligencia en la frontera. Y también estamos en una operación transnacional definitiva para poder desenmascarar las redes de lavados de activo que ha tenido el ELN en esas tierras”, dijo Duque.
Mientras hacía estos anuncios, por las redes circularon imágenes que daban cuenta de un patrullaje hecho por el ELN en el corregimiento La Esmeralda, Arauquita, a tan solo una hora del municipio de Arauca, en donde se encontraban el presidente, la cúpula del Ejército y un fuerte dispositivo militar.
El ministro de Defensa, Diego Molano, aseguró que las fotos estaban editadas y que las Fuerzas Armadas mantenían control territorial sobre Arauquita. Para demostrarlo, en la madrugada del 17 de enero, la cuenta oficial del Ejército y las de los altos generales circularon videos y fotos que mostraban la presencia de tropas en La Esmeralda. “Ejército no se detiene, no se doblega y se mantiene firme en la misión de proteger y defender la democracia, la soberanía y las regiones” escribió en Twitter el general Eduardo Zapateiro, comandante del Ejército.
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En medio de esa guerra mediática ocurrió un hecho curioso. El Ejército publicó una foto tomada en la madrugada del lunes en la que aparecen tres soldados en la vía que conduce a Arauca y, al fondo, un aviso vial. La imagen reproducía de manera exacta la fotografía del ELN que había circulado el día anterior.
Infortunadamente, la fuerte presencia de tropas en Arauquita no impidió un nuevo acto violento. En la mañana de ese lunes, hombres armados interceptaron al artesano y líder social Miguel Carrillo y lo asesinaron. Al día siguiente, en Arauca, dos hombres llegaron a la casa de la comerciante Narda Cisneros, la sacaron y se la llevaron secuestrada en un carro.
Y para acabar de completar la grave situación de orden público en Arauca, el miércoles en la noche, un carrobomba estalló al frente de las instalaciones de la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra en Saravena. El atentado dejó un muerto y cinco heridos y, de acuerdo con fuentes del Ejército, lo habría perpetrado la estructura 10, una disidencia de las Farc.
El control territorial del ELN
La situación tiene cansados a los pobladores de Arauquita, Tame, Fortul y Saravena. Con un tono de desesperanza, reconocen que, pese a la llegada de amplios contingentes del Ejército, la violencia no disminuye. “Lo que vemos desde hace unos tres años para acá es que cada vez que aumenta la violencia, el presidente manda muchos soldados, pero las vainas siguen de mal en peor“, le contó a Diario Criterio un líder social que prefirió no dar su nombre.
Detrás de esa violencia se encuentran el ELN y las disidencias de las FARC. Ambos grupos libran una guerra territorial en la que el ELN busca consolidar su dominio en el oriente de Arauca (municipios de Puerto Rendón, Arauca y Cravo Norte), evitar que las disidencias ocupen el piedemonte araucano (Saravena, Fortul, Tame y parte de Arauquita) y mantener el control en los pueblos fronterizos de Venezuela.
La pregunta es por qué el ELN mantiene un fuerte control de buena parte de Arauca y no se le ha podido dar importantes golpes militares, como los dados en el Chocó, región en donde el Ejército abatió a alias Fabián, jefe del frente de guerra occidental del ELN.
La respuesta más sencilla es que la guerrilla tiene su retaguardia en Venezuela, en los municipios fronterizos del estado de Apure. Hecho que impide a las tropas realizar acciones efectivas en su contra. También hay otra explicación: en Arauca el ELN no anda en grandes contingentes sino en pequeños grupos de personas por lo que se hace difícil entrar en combates armados.
Ambas explicaciones son ciertas, sin embargo, no alcanzan a explicar el fenómeno. Esta pregunta no es nueva. Desde hace un par de décadas investigadores y expertos en conflicto armado se la han hecho y han concluido que la respuesta se encuentra en elementos históricos que van más allá de los aspectos puramente militares.
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Hace diez años una importante investigación realizada por la Fundación Arco Iris, titulada ‘La frontera caliente entre Colombia y Venezuela’ afirmaba que “aunque en muchas regiones el ELN es irrelevante militarmente, en Arauca son un Estado de facto, que también tiene presencia del lado venezolano”. Según los investigadores de la ONG eso se debía a una presencia histórica en la región que le permitió hacer un trabajo político y social con buena parte de los pobladores de la región e instaurar un estricto y represivo control social. Proceso al que se le sumó la buena fortuna de la economía petrolera que volvió al Bloque de Guerra Oriental, el frente más rico del ELN.
La resurrección del ELN
Tras purgas internas y operativos militares como la Operación Anorí (1973), el ELN, a mediados de la década de los setenta, parecía ser una guerrilla en vías de extinción. Con pocos hombres en sus filas y una escasez de recursos, los elenos no protagonizaban importantes golpes militares, salvo hostigamientos y emboscadas de baja magnitud.
Sin embargo, en la región del Sarare (territorio que comunica la Orinoquia con la zona andina en donde se encuentran los municipios de Saravena, Tame, Arauquita y Fortul) campesinos colonos, descontentos con los incumplimientos de los gobiernos, se radicalizaron y se unieron al ELN hacia finales de la década de los setenta. Nació así el frente Domingo Laín en Arauca, que sería la columna vertebral del Bloque de Guerra Oriental, la estructura más importante del ELN.
Como sucedía con los demás frentes de esta guerrilla, el Domingo Laín contaba con poca capacidad militar y poco dinero. Así que en estos años se dedicaron al trabajo político y a incidir en los movimientos sociales. Gracias al abandono estatal, el ELN cosechó simpatía entre los pobladores.
En un golpe de suerte, el frente Domingo Laín dejó la pobreza y comenzó su camino a convertirse en el frente más rico y poderoso del ELN. En 1983, la empresa Occidental de Colombia descubrió el yacimiento petrolero de Caño Limón, en Arauquita. El petróleo sacó a flote la economía de Arauca, pero también benefició al Domingo Laín. Los dineros producto de extorsiones, vacunas y secuestros a personas de la industria petrolera llenaron las arcas de este frente y le dio al ELN la posibilidad de reestructurarse, fortalecerse y expandirse militarmente.
Cooptación política y social
Con dinero y buena imagen ante la comunidad, el frente Domingo Laín desarrolló una estrategia para ejercer un férreo control social en Saravena, Tame, Arauquita y Fortul, sustentado en el descontento de los habitantes con el Gobierno y en la intimidación de aquellos que desobedecían sus órdenes.
En la investigación ¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN?, publicada por el Cinep, Charles Larratt-Smith, explica: “Durante el transcurso de las primeras dos décadas de consolidación insurgente en Arauca, el ELN asumió el control de prácticamente todas las organizaciones sociales en el piedemonte”. Asimismo, llegó a controlar buena parte de la burocracia estatal, incluidas las alcaldías.
De acuerdo con Larratt-Smith, “para los años noventa, el ELN había consolidado el control de Arauca hasta el punto donde el Ejército colombiano y la Policía dejaron de ejercer sus funciones debido a la severidad de la amenaza impuesta sobre ellos por el grupo insurgente”.
Hacia finales de la década de los noventa las Farc, las autodefensas y el Estado, que buscaba recuperar la soberanía en la región, trataron de acabar con el ELN en la región. En el inicio del nuevo milenio el Domingo Laín enfrentó dos frentes de guerra, uno con el Ejército y otro, con el grupo paramilitar Bloque Vencedores de Arauca que, desde los municipios de Arauca, Cravo Norte y Puerto Rendón, los intentó expulsar de su territorio histórico. En esa época el ELN ingresó al negocio de la droga lo que aumentó los roces con las Farc.
ELN mantiene el control territorial
El Domingo Laín, aguantó la arremetida paramilitar, que dejó cientos de asesinatos y miles de desplazados y víctimas. Transcurría el primer gobierno de Álvaro Uribe y una nueva guerra estalló entre las Farcy el ELN. Si bien el gobierno de seguridad democrática también atacó a los elenos, concentró sus esfuerzos en las Farc. En esa ofensiva, hacia 2006 algunos comandantes del Ejército se aliaron con el ELN para enfrentar a las Farc en Arauca. Así, el Bloque de Guerra Oriental volvió a retomar el control territorial de buena parte de Arauca.
En 2010, las Farc y el ELN hicieron una tregua y se repartieron Arauca. En líneas generales el frente de Guerra Oriental mantuvo el control sobre su territorio histórico y las Farc se hicieron en el oriente del departamento.
Cuando esta guerrilla se desmovilizó, el ELN actuó de manera rápida para ocupar el espacio dejado por sus antiguos enemigos, pero tuvo que enfrentar a las disidencias de las Farc agrupadas en el frente 10 Martín Villa, con el que han hecho pactos de poca duración. Ese es el origen del enfrentamiento que actualmente vive Arauca.
A manera de conclusión
Ahora bien, ¿por qué el ELN ha podido mantener una dominación en Arauca? Como se vio, durante décadas el frente Domingo Laín hizo un fuerte trabajo de cooptación de la comunidad. Ha sido tan fuerte ese trabajo que al Ejército le ha costado mucho ganarse la confianza de los pobladores del departamento. Esa presencia histórica también ha servido para que el ELN imponga un régimen casi despótico en el que extorsionan a todo el mundo y en el que amenazan a aquellos que no siguen o rompen sus reglas.
De acuerdo con una alerta temprana de la Defensoría del Pueblo emitida el año pasado, el ELN “difunde panfletos amenazantes como instrumento para imponer normas, difundir amenazas de muerte contra líderes, lideresas y defensores de derechos humanos, influenciar en los procesos armados (…) intimidar a empresas públicas y privadas y a personas pertenecientes a sectores poblacionales como ganaderos, comerciantes, contratistas…”, como medio para ejercer su poder.
A todo esto, se suma que el Bloque Oriental ha diversificado sus medios de financiamiento. Además de las extorsiones y vacunas, el grupo guerrillero obtiene ingresos del tráfico ilegal de drogas, del contrabando de ganado y desde hace unos años ha incursionado en la minería ilegal y en el comercio de oro que es explotado en minas de Venezuela bajo su control.
Frente a esta situación la mayoría de analistas consideran que contrarrestar el poder del ELN no se logra con aumentar tropa en la región, como ha sido la decisión de los gobiernos de las últimas dos décadas, sino que es necesario una estrategia a largo plazo que construya una legítima orden institucional que prácticamente no ha existido en Arauca.
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Qué buen informe, claro, contextualizado y bien fundamentado. Es una lástima que la dirigencia colombiana, especialmente la egresada de la “Sergio”, no sepa leer…