“Un periodista en Colombia es un detective sin pistola y sin placa”

Santiago Gamboa acaba de publicar ‘Colombian Psycho’, una historia sobre crímenes que ocurren en la Colombia post acuerdo de paz con las Farc. Diario Criterio habló con él sobre su idea de diseccionar el país actual a través de una novela negra. 

El escritor colombiano Santiago Gamboa volvió a Colombia en 2015, esperanzado con el acuerdo de paz con las Farc y las posibilidades que este abría para el país. Llevaba varias décadas viviendo afuera y casi 20 años de carrera literaria, y sentía que ya era el momento de regresar. 

El país que se encontró, y todo lo que ha venido pasando desde entonces, lo sorprendió tanto, que se llenó de insumos para un nuevo proyecto literario: una trilogía de novela negra enfocada en la Colombia de después del acuerdo de paz. 

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El primer libro de ese proyecto, Será larga la noche, salió en 2019. El segundo, Colombian Psycho, fue publicado el mes pasado y retoma a los mismos protagonistas (un fiscal de ascendencia indígena, una periodista independiente y su asistente, una desmovilizada de las FARC) que nuevamente se enfrentan a la locura de un país violento, frenético y que no da tregua. 

En este caso, acompañados por un personaje nuevo. Un escritor llamado Santiago Gamboa (como el autor) que en sus libros y novelas (las mismas del autor) tiene la clave para desenredar una serie de crímenes extraños que han venido ocurriendo en Bogotá: un hombre al que le amputaron sus piernas, sus manos y sus partes íntimas, y un argentino que aparece totalmente desmembrado en su apartamento. 

Hablamos con él sobre el libro, la novela negra, la decisión de incluirse como personaje y el papel de la literatura para entender el momento convulso que vive el país.

Diario Criterio: Sus dos últimos libros tienen lugar en un contexto muy específico: la Colombia después del acuerdo de paz con las FARC. ¿Por qué le interesa escribir sobre esta etapa tan actual?

Santiago Gamboa: Yo viví 30 años en Europa (me fui a los 19 del país) y regresé en el  2015. Y no solo yo: muchos de los colombianos que se habían ido en los años ochenta y noventa volvieron en ese momento porque en Europa había una crisis económica y una situación de violencia islamista, con carros bomba y ataques ciegos. Acá, en cambió, yo estaba muy entusiasmado con el proceso de paz. Lo veía como una gran oportunidad para Colombia. Así que volví y comencé a mirar. Y claro, en mis novelas anteriores hablaba del país, pero siempre a través de colombianos viviendo afuera o del recuerdo que yo tenía de los años ochenta. Y no es lo mismo verlo desde adentro. En 2016 escribí una novela sobre el regreso, Volver al oscuro valle, y luego, cuando empezó el sabotaje a los acuerdos de paz y el deterioro de la situación, me pareció que era muy atractivo hacer una especie de retrato a través de la literatura de esa Colombia que yo veía. 

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Diario Criterio: Ambas son novelas negras. ¿Por qué escogió ese subgénero para retratar la Colombia actual?

S.G.: En todas mis novelas anteriores había elementos de novela negra, pero en realidad no eran novelas negras. Aquí, en cambio, hay toda la intención de que lo sean. Y es porque la novela negra es muy buena para mirar el presente, para hacer una radiografía sobre la sociedad y el momento actual. Quise hacer una novela negra que fuera compleja, reflexiva, muy literaria. Una que no sea exclusivamente la narración de una peripecia, sino que contenga una reflexión más profunda, un poco al estilo del cubano Leonardo Padura, del sueco Henning Mankell o de un clásico como Raymond Chandler. 

Diario Criterio: Novelas para entender un poco la sociedad que narran…

S.G.: Sí. Ahora, lo que me interesa a mí, más que los problemas de la sociedad, es como todo eso influye sobre las vidas privadas de las personas sencillas y simples. Cómo esa situación que viven los lleva a ser de un modo o de otro, a entender ciertas cosas de la vida y a ignorar otras. En el fondo, lo que a mí me interesa como escritor y como novelista es la vida de las personas que están en torno a mí, la vida propia, y el paso del tiempo, que es el verdadero y único protagonista de toda la literatura. 

Colombian Psycho, de Santiago Gamboa
Colombian Psycho, de Santiago Gamboa

Diario Criterio: ¿Y qué tan difícil es hacer ese tipo de novela negra con el trasfondo de Colombia? 

S.G.: En los países en donde los grandes temas están resueltos, como Suecia, la novela negra se ocupa de los dramas individuales. En Colombia, en cambio, y teniendo en cuenta la realidad que nos rodea, si uno quiere hacer novela realista, casi que involuntariamente termina haciendo novela negra. Pasa con un montón de novelas colombianas que no tienen la intención de serlo, pero se pueden ver en clave de novela negra. Como con casi toda la obra de Mario Mendoza o El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez. Eso habla de una sociedad todavía en formación, con muchos problemas, y de individuos llevados por mareas extrañas al interior de esa sociedad. 

Diario Criterio: La protagonista de estas dos novelas es Julieta Ledezma, una periodista ¿Por qué ella y no de una detective, siendo esta una novela negra?

S.G.: Es que en el país, desafortunadamente, no tenemos referencia de detectives o de representantes de la ley heróicos. Debe haberlos y hay excepciones, pero no es lo primero que a uno se le viene a la mente cuando piensa en heroísmo. En cambio el que sí investiga, a veces arriesgando su propia vida, es el periodista. Al periodista lo matan, lo amenazan, lo persiguen, lo acosan, lo intentan sobornar. Casi que un periodista en Colombia es un detective sin pistola y sin placa. Y eso me gustaba mucho: que fuera una persona frágil, un ciudadano que no tiene privilegios y aún así se arriesga por la verdad.

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Diario Criterio: Otro de sus personajes principales es Johana Triviño, una desmovilizada de las Farc: ¿qué tan difícil fue meterse en su piel? 

S.G.: Yo conocí varios exguerrilleros después del proceso de paz y para mi fue muy bello encontrar que personas que durante tanto tiempo había considerado monstruos, eran también seres humanos que tenían una imagen del país y una visión de la realidad, así fuera completamente diferente a la mía. A mí me parecía muy interesante tratar de entender el sustrato que había en ellos. Así surgió Johanna, un personaje muy conmovedor y muy bello. Este fin de semana, de hecho, conocí a una persona muy parecida: una desmovilizada de las FARC que trabaja en prensa. Por su puesto no había leído mis novelas, así que se las regalé y le dije: “bueno, ahí vas a encontrar un personaje más o menos parecido a ti, perdona lo malo”.  

Diario Criterio: Usted ha dicho que sus libros son muy autobiográficos, pero en este caso va más allá: aparece usted mismo, o bueno, un personaje llamado Santiago Gamboa que también es escritor y que tiene su misma obra… 

S.G.: Yo quería que esta novela tuviera una dimensión muy literaria porque el tema en el que se iban a meter los protagonistas era muy denso. Y mientras escribía fui descubriendo que necesitaba un escritor para la historia. Pero así como en mis novelas suelo usar instituciones reales, como la fiscalía, quería usar un escritor de la vida real, que fuera una referencia para el lector. Comencé a pensar en nombres, pero como al personaje le van pasando una serie de situaciones incómodas, me daba un poco de vergüenza usar, por ejemplo, a Mario Mendoza o Héctor Abad. Entonces al final dije “bueno, me voy a poner yo mismo”. Y fue una experiencia bonita, que me permitió acercarme a los personajes como nunca antes. A Lorena, por ejemplo, siento como si la conociera de carne y hueso.

Diario Criterio: El Santiago Gamboa de la novela tiene unas reflexiones muy interesantes sobre el oficio de escribir y sobre los límites entre la realidad y la ficción. ¿Aprovechó para plasmar en él algunas de sus ideas sobre la literatura? 

S.G.: Sí, sí, están mis ideas sobre la literatura. Claro que no es que el personaje piense al 100 % como yo, porque a mí me pareció interesante hacer una serie de extrapolaciones y exageraciones, y decir cosas que probablemente yo no sería capaz de decir. Me pareció divertido tener una especie de impunidad y un espejo deformante. Porque el personaje también vive en una situación que no es exactamente la mía. 

“En Colombia, en cambio, y teniendo en cuenta la realidad que nos rodea, si uno quiere hacer novela realista, casi que involuntariamente termina haciendo novela negra”.

Diario Criterio: Me llamó la atención que jugara con varias de sus novelas anteriores en esta trama, que las incluyera como pistas del caso, ¿eso estaba planeado o surgió con la escritura?

S.G.: Eso fue surgiendo sobre la marcha. La idea fue crear como una especie de mapa sobre mi propio mundo literario que a mis lectores de vieja data les agradara. Un mapa que se hace como con tinta al limón, que solo cuando hay calor se ve. Solo que en este caso, más que calor, se puede empezar a ver  con el aprecio del viejo lector, que va a reconocer en esta novela personajes, lugares o situaciones familiares. Tal vez, además, como dice mi personaje Santiago Gamboa, uno ya siente que empieza a tener el sol en las espaldas, y siente gusto al empezar a reunir el mundo y los personajes que uno ha construido, anticipando un poco la despedida final. 

Diario Criterio: ¿Qué tan difícil es tratar en la literatura temas que son tan dolorosos y que están tan presentes en la vida diaria de los colombianos, como el de los falsos positivos, la corrupción o el paramilitarismo? 

S.G.: No mucho. Es complejo, pero no difícil. Uno como escritor piensa siempre literariamente las cosas. Yo, por ejemplo, que sigo las noticias y soy columnista de El Espectador, estoy muy preocupado como ciudadano y como persona de los temas políticos. Y eso implica estar permanentemente informado de la infinita vulgaridad y grosería de las clases dirigentes de este país, así como de la infinita violencia y crueldad de muchos de los actores de la vida nacional. Poner todo eso en una novela es, al revés, muy estimulante. Porque casi siempre lo que le sirve a los escritores no le sirve a la sociedad. De hecho, son las situaciones más terribles las que hacen que la cultura se mueva un poco más y avance. 

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Diario Criterio: Hablando de eso, ¿qué cree que puede hacer la literatura y el arte para ayudar a las sociedades en situaciones como la nuestra? 

S.G.: Las sociedades insatisfechas, heridas, golpeadas y humilladas normalmente producen buena literatura, buena música y buen cine. Necesitan versiones diferentes y mejores de sí mismas para seguir creyendo en algo. En ese sentido, la literatura convierte la crueldad, la dificultad y los problemas de la vida en conocimiento, y ese conocimiento produce una sensación de belleza. Porque cuando uno comprende, se conmueve. Escribir bien, de hecho, no es escribir bonito, sino hacer algo que pueda conmovernos ante las vicisitudes humanas. Y eso es belleza. También pasa en el arte: la belleza no es pintar a una orquídea, sino hacer una obra como El Guernica, de Picasso, que nos muestra a las víctimas civiles de un bombardeo. Una obra que al conmovernos también traza una línea, nos lleva a pensar “no podemos volver a vivir esto nunca más”

Diario Criterio: Es decir, ¿los libros o el arte pueden cambiar sociedades?

S.G.: Los libros nunca han cambiado a las sociedades, pero sí pueden cambiar a los individuos, y después tal vez los individuos puedan hacer algo. Y aunque la gente que lee es una minoría, yo creo que una novela como Los miserables, de Víctor Hugo, ha  despertado la conciencia social y progresista de mucha gente en la historia, incluso más que El capital, de Marx. 

“Escribir bien, de hecho, no es escribir bonito, sino hacer algo que pueda conmovernos ante las vicisitudes humanas. Y eso es belleza. También pasa en el arte: la belleza no es pintar a una orquídea, sino hacer una obra como El Guernica, de Picasso”

Foto: Cristhian Mosquera

13 Comentarios

  1. Buena entrevista
    Muestra y describe la motivación del autor del libro , un periodista y como vive la realidad del país desde su profesión

  2. Maycol Rodríguez

    Muchos de los que abandonaron el país hace 30 años regresaron esperanzados en un proceso de paz que no es perfecto pero tiene mucho de positivo.
    Lemtablemente llegaron y se encontraron con un gobierno al que le sirve la guerra para tapar las cochinadas de corrupción que antes no sonaban por el ensordecedor ruido de los fusiles

  3. Me encantó la reflexión del escritor acerca de que escribir bien no es escribir bonito, sino hacer algo que pueda conmovernos …
    Buena entrevista a uno de nuestros mejores escritores contemporáneos.

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