“Lograr momentos de intimidad con otras personas realmente es muy difícil”

Hablamos con Diana Obando, autora de ‘Erial’, libro publicado por Laguna Libros, que reúne relatos que exploran las vulnerabilidades del ser humano cuando se relaciona con los animales, la naturaleza y otras personas.

Casi todos los protagonistas de las historias que componen Erial, el libro de cuentos de Diana Obando que Laguna Libros lanzó durante la reciente edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), son niños o adultos que recuerdan episodios de su niñez. Episodios que, aunque a cualquier persona le pueden parecer, a simple vista, anecdóticos o normales (sin ningún acontecimiento extraordinario), a ellos los marcan y les dejan una especie de revelación (una verdad o una epifanía), casi siempre algo que tiene que ver con la naturaleza, los animales, ellos mismos u otros seres humanos.

Diana Obando (bogotana, 36 años), la autora, a quien le contaron las 18 historias que componen el libro, que resultó ganador del Premio Nacional de Narrativa Elisa Mujica 2022, dice que fue una coincidencia: “aunque tal vez tiene que ver con que la gente se deja ser más vulnerable respecto a su infancia”, añade. Y es que los relatos tienen que ver mucho con la vulnerabilidad, con ese estado en el que el ser humano se deja ver tal como es por los otros, ya sean vegetales, minerales, animales o personas. Una vulnerabilidad que para la autora está muy ligada con la intimidad. Una intimidad que se hace evidente cuando la historia se cuenta.

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Los cuentos de Erial, además, no siguen la fórmula tradicional. Más que historias con inicio, nudo y un desenlace claro, son “como las imágenes que se ven desde un vehículo en movimiento: fragmentos, formas entre vistas, de las que no se está seguro si se vieron o no”, como lo dijo el jurado (Yolanda Reyes, Jazmina Barrera y Álvaro Robledo) del premio Elisa Mujica en el acta que la declaró ganadora. Son anécdotas, episodios, momentos que a veces arrancan en medio de una situación que ya viene ocurriendo (sin que el lector sepa nunca cómo empezó) y que suelen tener finales abiertos, que dejan preguntas, reflexiones e ideas en el aire.

Por esos elementos (la vulnerabilidad, la intimidad y la estructura de episodios), entrar en los cuentos de Erial es como meterse de cabeza en mundos muy íntimos en los que a los protagonistas se les revela una especie de secreto sobre la vida misma. En mundos en los que no importa en realidad el desenlace, o el argumento de la historia como tal, sino captar esa verdad, esa esencia de lo humano que está detrás de lo anecdótico.

Criterio habló con Obando sobre el libro, las historias y su visión de la escritura.

FILBO 2023 CUENTOS Erial Diana Obando
Erial, de Diana Obando, fue publicado por Laguna Libros y se consigue en las librerías del país.

Diario Criterio: ‘Erial’ está conformado por historias que le contaron otros y que usted convirtió en cuentos. ¿Qué fue lo que le llamó la atención de esas historias? ¿Qué tenían esas 18, que no tuvieron otras, que la movió a escribirlas?

Diana Obando: El libro no empezó deliberadamente como un libro, sino que arrancó de forma azarosa. El primer relato que escribí fue el que se llama “Vuelo”, que aparece de segundas, y fue una historia que me contó un amigo del trabajo que tenía en 2017. Era un trabajo que me demandaba muchísimo y que me abrumaba porque no me daba tiempo para hacer nada más, como escribir o relacionarme. Pero un día, mientras almorzábamos, mi compañero (Nico) me contó esa historia y yo la sentí como un bálsamo. Sentí que todavía podía intimar, tener tiempo para la presencia y la escucha con otras personas. Así que en agradecimiento la escribí, se la mostré y le gustó un montón.

Desde ahí me quedé con la sensación de que entablar momentos de intimidad con otras personas es muy difícil, no es algo que ocurra usualmente. Así que me dediqué a hacerle la cacería a esos momentos únicos. Luego de “Vuelo” escribí otra, que fue “Erial”, y como estaba en un momento muy raro de mi vida, uno muy infértil creativamente por el trabajo del que hablaba ahorita, descubrí que escribir estas historias era un mecanismo de supervivencia emocional y mental. Fue cuando empecé a recordarlas y a escarbar en mi mente deliberadamente.

Diario Criterio: ¿A qué se refiere cuando habla de momentos de intimidad?

Diana Obando: Siento que la intimidad tiene que ver con momentos de vulnerabilidad frente a otros. La mayor parte del tiempo nos escondemos, no nos dejamos ver. Eso es algo que puse en el prefacio, en la historia del tigre: el miedo a dejarnos ver y el reclamo al otro (como esas ganas de atacarlo, de morderlo) cuando nos ha visto. También lo importante que es cuidarse de la violencia que puede haber en ‘comerse a los otros’ con lo que uno sabe, con lo que han dejado ver ellos.

Diario Criterio: Muchas de estas historias ocurren en la infancia de los personajes, ¿fue algo deliberado buscar las historias en esa época de la vida?

Diana Obando: No, fue una coincidencia. Pero siento que fue así porque la gente se deja ser más vulnerable respecto a su infancia. Hay una forma de acercarse a esa época de la vida más franca. Sobre lo que viene después elaboramos más, armamos una narrativa, juntamos un montón de cosas azarosas y creamos una personalidad. La infancia, en cambio, es un lugar más revelador, menos elaborado.

Diario Criterio: Hace un rato dijo que le escribió y le regaló la historia de “Vuelo” a su compañero, al que se la contó… ¿Es algo que hace mucho?

Diana Obando: Sí, eso me ha pasado muchas veces. Yo tengo mucho material de cosas que escribo para mis amigos como un regalo. Para mí el escribir siempre ha sido como un regalo, como una forma de relacionarme y de generar mucha intimidad con amigos y amigas.

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Diario Criterio: ¿Fue difícil tomar esas historias que le habían contado en algún momento y convertirlas en relatos escritos?

Diana Obando: Había trabajado en proyectos de memoria histórica y reparación con víctimas del conflicto, entonces llevaba mucho tiempo trabajando en tomar esos registros de voz para convertirlos en texto. Esos casos eran muy distintos porque había asuntos históricos con los que tenía que ser muy precisa y rigurosa. Acá tenía mucha más libertad y en algunos casos me permití mezclar dos historias para lograr que los relatos quedaran más claros, más redondos. Porque aunque algunos están basados en anécdotas, otros solo en una imagen de la infancia de alguien. Eso sí: me preocupé siempre en respetar un núcleo vivo importante para la persona y su historia, y en no ficcionar sobre su estado interno o sus sensaciones, por ejemplo.

Diario Criterio: La mayoría de las historias tienen un momento de revelación, de epifanía… Una verdad a la que llegan los protagonistas y que los cambia internamente. Un momento que generalmente coincide con el final. ¿Qué le interesa de esos momentos tan reveladores?

Diana Obando: Ese es el núcleo que quería respetar de cada historia, precisamente. El momento de intimidad que quería contar. Y coincidía con el final porque una vez yo lograba asir eso en el relato, sentía que ya había hecho lo que tenía que hacer y ya no tenía sentido seguir elaborando o continuar las anécdotas (porque algunas van más allá).

Diario Criterio: Las historias, ya que lo menciona, no siguen la fórmula de inicio-nudo-desenlace, sino que quedan como episodios, en algunos casos abiertos. ¿De dónde viene esa forma de escribir?

Diana Obando: Yo siempre he escrito así y eso me ha representado problemas concretos en algunos espacios, como la maestría en escrituras creativas que hice en la Universidad Nacional, en donde los tutores me preguntaban para dónde iban mis relatos. Es raro, porque la gente siempre se hace la pregunta de para dónde van las cosas. Yo, en realidad, no sé cómo hacen, porque la vida no funciona así, linealmente, pero a todos nos enseñan a pensar así en las instituciones y ámbitos académicos formales, así funciona la educación occidental, y eso nos jode un poco la cabeza.

Yo soy un bicho raro, pero es que yo no pienso así. A mí lo que me interesa es agarrar con la escritura una cosa que me parece más esquiva y que tiene que ver con unas claridades mentales, emocionales, mentales. No sé por qué. Yo digo que es porque tengo la Luna en acuario (risas). Hace poco leía algo hermoso sobre la naturaleza acuariana, especialmente en la Luna, y decía que éramos personas que que no sabemos para dónde vamos, pero que sabemos cómo llegar allá.

Diana Obando retrato
Un retrato de Diana Obando que aparece en ‘Erial’

Diario Criterio: ¿Y qué la llevó a mantener el estilo y la voz propia, ante las dudas de las personas, incluyendo los tutores de la maestría, que le reclamaban finales redondos?

Diana Obando: En eso me ayudaron mucho mis amigos y amigas que también son escritores y escritoras, y que entendían que no era una incapacidad. Sobre todo un amigo que quiero mucho, que se llama Óscar Campo, quien siempre estuvo ahí muy firme. Porque de tanto que le dicen a uno que no funciona, uno duda. Y de hecho hubo una versión que alcancé a rotar en concursos en la que me obligue a escribir finales. Y claro que no funcionó: quedaban finales retóricos o con plot twist que no tenían sentido.

Diario Criterio: Estas no son historias de personas en soledad; todas tienen que ver con la relación entre el protagonista y otros, ya sean animales, vegetales, minerales u otros seres humanos, ¿por qué pensarnos de esa forma tan relacional?

Diana Obando: Nosotros no somos una cosa sola, somos gentes siempre en relación. De hecho, somos el resultado y el devenir de esas relaciones. Y la vulnerabilidad, en ese sentido, siempre está puesta en relación con esos otros.

Diario Criterio: Es inevitable preguntar por la importancia de la naturaleza para su literatura. Sobre todo porque es un elemento que no aparece como mera escenografía en las historias, sino que termina siendo tan protagonista como el ser humano…

Diana Obando: Eso hace parte de una claridad de la que a mí me interesa partir y que tiene que ver con un contraste que quiero crear frente a cierta literatura hegemónica y a la forma en la que están estructurados muchos relatos. Porque aunque hay gente humana a la que le están pasando cosas, también hay unas gentes animales o vegetales a las que les están sucediendo otras cosas y no son solo contexto, decorados o atmósfera. Cuando yo estaba haciendo la maestría, hace 10 años, me decían “tus relatos son muy atmosféricos”, y yo me preguntaba qué es eso. Y claro: en mis relatos hay una presencia muy fuerte del afuera, de los animales, minerales, vegetales, pero es que yo no los estaba incluyendo como atmósfera, sino como otras gentes implicadas en las historias.

Diario Criterio: El prefacio es una historia más. Una que reúne el espíritu de los cuentos que hacen parte del libro, pero que parece una fábula o una leyenda de esas que cuentan las comunidades indígenas. ¿Cómo llegó a esa historia y por qué decidió convertirla en un prefacio de su libro?

Diana Obando: La escribí deliberadamente como un prefacio porque hubo un momento en el que sentí que para un lector desprevenido podía parecer muy azaroso juntar todas estas historias sin un tejido aparente, aunque sí lo tuviera en realidad. Mi amigo Óscar Campo me sugirió que escribiera un prefacio, y me habló de uno precioso que había escrito Clarice Lispector en el que dice que sus historias no tienen fin porque no sabía escribirles final a las historias.

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Diario Criterio: ¿Y por qué decidió que el prefacio fuera una historia y no un texto más descriptivo?

Diana Obando: En algún momento me forcé a hacer un prefacio pedagógico, como tratando de explicarme, pero no funcionó. Sentía que arruinaba el ritmo del libro y que el lector entraba a las historias por un lado muy ‘jarto’. Pero por esos días un amigo me contó una historia que un abuelo le había contado a un amigo de él sobre la razón por la que la figura del jaguar produce miedo. El señor decía que los animales le tenían miedo al jaguar porque sabe muchas cosas y que cada mancha que tenía en su piel era por cosas que sabía y que lo hacían muy poderoso.

Eso se junto con una conversación que tuve con dos amigas en un solsticio, en la que llegamos a la conclusión de que teníamos toda una tarea para no comernos a los demás con las cosas que sabemos de ellos, y con las ideas de Cristina Rivera Garza. Junté todo eso y decidí escribir la historia que aparece en el prefacio.

Diario Criterio: Una historia, tipo mito, en la que resume varias ideas

Diana Obando: Si lo piensas bien, esa es la función de los mitos: no son historias literales, sino que están condensando información, datos y enseñanzas importantes. Yo pienso que es una tecnología mental que está presente en muchísimas culturas, y que busca tomar una cantidad enorme información para hacerla transmisible a través de juntar todo en arquetipos. Yo tenía eso claro porque justo por la época en la que escribí el prefacio ya llevaba varios años ‘camellando’ con una juntanza de mujeres que armamos para escribir un libro en el que estamos implementando un sistema para el estudio de plantas medicinales, desde una perspectiva de medicina alternativa. Y al final, el sistema decanta en historias por esa misma razón.

Diario Criterio: Usted ha dicho en otras entrevistas que frente a las dudas que le genera el hecho de tomar historias que no son suyas y ‘apropiárselas’, ha recurrido a las ideas de esa escritora mexicana Cristina Rivera Garza, a quien mencionó hace un rato…

Diana Obando: Las preguntas que se plantea Cristina Rivera Garza son preguntas que yo también me he planteado y que para mí eran una preocupación desde hace ya varios años por el ‘camello’ que yo he hecho con víctimas del conflicto armado en procesos de reparación colectiva y de memoria histórica. En esos casos uno siempre se hace la pregunta ética de hasta donde puede meterle mano a los testimonios por temas de seguridad de las propias víctimas o de verosimilitud (una cosa es la historia que cuentan y otra la que debe quedar legible de manera escrita) y de cómo hacer para respetar el núcleo de lo que cuentan, que no solo se trata de la veracidad de los hechos (que también), sino de la verdad más nuclear, de la verdad más subjetiva de las personas. Cuando encontré el trabajo de ella fue muy revelador y conmovedor, fue maravilloso.

Diana Obando foto FilBo
Diana Obando foto FilBo

Diario Criterio: ¿Y qué dice ella frente a eso?

Diana Obando: Ella parte del hecho de que toda escritura es una escritura colectiva y de que la escritura individual es un mito, un pajazo, una idea hegemónica patriarcal que quiere poner a figurar al escritor desde el lugar del genio. Pero lo cierto, dice ella, es que todos y todas escribimos colectivamente porque tomamos un montón de textualidades (los libros y textos de toda índole que hemos leído, las conversaciones, las historias que hemos escuchado, etc…), las apropiamos y las metemos en un libro nuevo. Ella dice que es un gesto de apropiación que algunas veces es tremendamente avasallador. Para ella lo que hay que hacer es señalar esas deudas, hacerlas explícitas. Es un gesto entre muchos, como hacer que el libro regrese a su asamblea, que es algo en lo que estoy trabajando ahorita (risas).

Diario Criterio: Además de escribir es politóloga, hace masaje terapéutico, le gusta trabajar con cerámica, estudia herbolaria (aplicación de la botánica a la medicina) y ha indagado en prácticas como el masaje energético, la terapia cráneosacral y el onironautismo (que consiste en conseguir un estado de consciencia mientras se sueña). ¿Qué tanto todas esas actividades alimentan su escritura y qué le da la escritura que no le da lo demás?

Diana Obando: La escritura es el lugar en el que decantan todos esos otros oficios. Hay un pensamiento, una filosofía, unos modos de relacionarme y de poner el cuerpo en el mundo que voy construyendo con los otros oficios y prácticas. Y en el proceso de escribirlos o decantarlos a texto, esos pensamientos pasan por otro momento adicional de reflexión. No es que escribir sea un oficio más relevante o que sea en lo que confluya todo, sino que se convierte en otro lugar para pensar.

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5 Comentarios

  1. Que intesante concepto sobre las relaciones con animales, la naturaleza y otras personas plasmado en cada cuento de este libro , provoca leerlo
    Buena entrevista

  2. Interesantes cuentos sobre las diferentes relaciones que tenemos con otras personas y la naturaleza; me gustó la entrevista.

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