La hora de los africanos: los escritores de este continente ganan los premios literarios más prestigiosos del mundo
El premio Goncourt, el más importante de las letras francesas, para el senegalés Mohamed Mbougar es el más reciente de una serie de reconocimientos a escritores nacidos en territorio africano, incluyendo el Nobel.
Mohamed Mbougar es de Senegal, tiene 31 años y ha publicado hasta ahora solo cinco novelas que, hasta hace unos meses, no eran muy conocidas por el público masivo, aunque habían sido alabadas por la crítica. Desde la semana pasada, sin embargo, es la figura más importante del mercado literario francés.
La razón: a pesar de su corta edad, de su relativamente poca obra y de ser un escritor nacido en el África subsahariana, Mbougar acaba de ganar el premio Goncourt, el más importante de la literatura francesa, con su libro La más secreta memoria de los hombres. Un resultado histórico por su edad (es el más joven en ganarlo desde 1976), por el hecho de que su libro sea de una editorial pequeña y por su región de procedencia (es la primera vez que lo entregan a un escritor de esa región de África).
Fanático, confeso, del chileno Roberto Bolaño (de hecho, el libro ganador comienza con una frase de Los detectives salvajes) y un escritor con un estilo directo, torrencial, de esos que atrapan desde la primera página, el senegalés se ha llevado el honor más grande para los escritores en lengua francesa y un cheque simbólico de 10 euros. Su verdadero premio: tiene aseguradas ventas millonarias, sobre todo en la época navideña, y reconocimiento mundial cuando, a juzgar por su edad, aún tiene mucho por escribir.
El año de los escritores africanos
Su triunfo, sin embargo, no parece ser una casualidad. Este año los principales premios literarios han ido a parar a manos de escritores africanos. Empezando por el más importante de todos, el Nobel de Literatura, que ganó por sorpresa el tanzano Abdulrazak Gurnah. También dos de los más importantes en lengua inglesa: el Booker Prize, que recibió el sudafricano Damon Galgut, y el Neustadt de Literatura, que fue a parar a manos del senegalés Boubacar Boris Diop. Y por último, el más importante en portugués, el premio Camões, que este año ganó la mozambiqueña Paulina Chiziane.
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Tantos escritores africanos, relativamente desconocidos para el gran público, que ganaron seis de los premios más importantes del circuito literario es un indicativo de que algo está pasando. Así como lo es el reconocimiento a nivel mundial de escritoras como la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie (Medio sol amarillo, La flor púrpura, Americanah) y la etiope Maaza Mengiste (El rey en la sombra, considerado el mejor libro de 2021 por The New York Times).
Situaciones que muestran que, por un lado, la producción literaria de escritores nacidos en África viene creciendo y, por el otro, que lo que están haciendo les está gustando tanto a los críticos como al público especializado. Y aunque algunos dicen que los premios también pueden ser un intento de las academias de Occidente por mostrarse abiertas e inclusivas con otras culturas, es innegable que detrás hay una realidad tangible.
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Polémica literaria
Claro que el tema no deja de ser polémico. Sobre todo en el caso de Gurnah, a quien muchos se abstienen de reconocer como un escritor africano o como un representante de las letras del continente. La razón: nació en 1948 en Zanzíbar, cuando la isla era un sultanato bajo el protectorado británico, y huyó al Reino Unido a los 18 años (escapando de la persecución a ciudadanos árabes en el recién creado Estado independiente), lo que significa que ha hecho toda su carrera en territorio británico, de donde también tiene la nacionalidad. Además escribe en inglés (aunque domina el suajili, lengua de Tanzania) y en su país de origen, muy pocos lo reconocen.
De hecho, todos los premiados (y escritoras reconocidas como Ngozi Adichie) escriben en las lenguas europeas de sus exmetrópolis. El tema va más allá: son muy pocos los escritores africanos reconocidos que escriben en lenguas nativas. Tal vez el único es el eterno candidato al Nobel, el keniano Ngugi wa Thiong’o (El diablo en la cruz), quien tiene algunos libros en lengua gikuyu.
Pero más allá de eso sus temas tienen que ver con situaciones parecidas, muy ligadas al colonialismo y al poscolonialismo, a la violencia, a la marginalidad y la pobreza, y a los migrantes que salen de sus países y se enfrentan a un territorio nuevo y hostil. Y esa parece ser la literatura africana que gusta en el resto del mundo.
Claro que con sus diferencias y matices: la última novela de Galgut (el nuevo Booker), por ejemplo, es sobre varias generaciones de una familia de granjeros sudafricanos blancos que ven pasar la historia del país. Y la novela de Mbougar ganadora del Goncourt es sobre un escritor senegalés que vive en París y busca a un autor africano legendario y olvidado (que está basado en Yambo Ouologuem, de Malí).
En ambas, sin embargo, se ve el rastro del colonialismo y la búsqueda de sus protagonistas por su identidad como africanos.
Ya sea por la forma de abordar esos temas, por su talento o por el creciente interés del mundo por esas historias, los escritores africanos viven un momento dorado. Y los premios les dan reconocimiento en todos los continentes. No en vano, Anagrama publicará en español a Mohamed Mbougar y Salamandra, al Nobel Gurnah. Así que sus libros estarán pronto en Colombia. Una oportunidad para conocer de primera mano la literatura africana que está conquistando al mundo.
Foto de portada: Sylvia Bongo Ondimba @Sylviabongo
6 Comentarios
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Muy joven este escritor que ganó el premio Goncourt
Y si provoca leer “La más Secreta memoria de los Hombres” por la que ganó el premio.
Leí “Flor Purpura” de la nigeriana Chimamanda y me gustó mucho