La censura de un libro sobre los Char lleva a la renuncia del director literario del Grupo Planeta en Colombia

La casa matriz de la editorial, en España, decidió parar el libro ‘La Costa Nostra’ de la periodista Laura Ardila cuando estaba listo para imprimirse. El director literario del grupo Planeta en Colombia, Juan David Correa, considera que con esa decisión diezmaron su legitimidad.

La decisión de la casa matriz del Grupo Editorial Planeta, ubicada en España, de detener la impresión del libro La Costa Nostra, historia no oficial de los Char, el clan más poderoso de Colombia, escrito por la reconocida periodista de investigación Laura Ardila Arrieta, ha desatado una ola de críticas en Colombia. Medios de comunicación, periodistas, opinadores y organizaciones como la FLIP han denunciado que la decisión es un acto de censura pura y dura, que no solo pone en riesgo a la periodista, sino que atenta contra el derecho de los ciudadanos a estar bien informados.

El último coletazo del escándalo fue la renuncia, este martes 11 de julio, de Juan David Correa, director literario del Grupo Planeta en Colombia. Aunque Correa no fue el editor encargado directamente de la investigación periodística de Ardila Arrieta, consideró que la decisión del grupo en España lo afectaba directamente.

La noticia se supo por varios de los autores que publican con esa editorial, a quienes Correa les envió un correo en el que explicaba su decisión. Allí dice que, “ante la decisión corporativa de cancelar esta seria y sólida investigación periodística, mis posibilidades y legitimidad han sido diezmadas”.

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Un editor necesita, sin duda, el respaldo y la libertad para pensar y decidir cuáles conversaciones le propone a una sociedad y desde este momento en adelante, aquellas que me han interesado promover sobre el racismo, el género, la historia del país, el ensayo sociológico, la investigación periodística o el pensamiento crítico serán puestas en entredicho por muchos y muchas escritoras que se preguntarán si lo que propongo tendrá un buen puerto o naufragará antes de atracar en él”, añade.

Correa, sin embargo, dice que agradece la generosidad y hospitalidad de Planeta para con él. “Nunca en estos cinco años y medio se me sugirió censurar algún contenido o se me impidió publicar alguno de los libros que propuse y que, sumados, se convirtieron en casi quinientos títulos que hicimos juntos en estos años en sellos de reputación indudable como Tusquets, Seix Barral, Crítica, Ariel o el mismo Planeta“.

A pesar de eso, explica, su decisión obedece “a una línea de pensamiento que he intentado observar a lo largo de mi carrera profesional de veinticinco años en el sector periodístico, cultural y editorial del país. Dicha línea tiene que ver con procurar que los valores plurales, incluyentes y democráticos por los que abogo en público estén acordes al ámbito personal, familiar y social. Como lo he escrito a lo largo de estos años, nada cambiará si sólo pensamos en nuestro propio beneficio en desmedro de los más débiles o de los atropellos que se han cometido a lo largo de la historia colombiana“.

La decisión generó lamentos por parte de escritores como Alonso Sánchez Baute, autor de libros como Al diablo la maldita primavera o La mirada de Humilda, quien puso un tweet en el que decía: “La salida de @jdcorreau me entristece el alma. Con ella perdemos todos los autores de ficción de Planeta, pero también la literatura nacional, no solo por su altas calidades profesionales, sino también por sus cualidades humanas. Su renuncia es, de hecho, una lección de dignidad“.

Y también motivo que otros escritores, como Ana Cristina Restrepo, quien iba a publicar un libro sobre madres de personas desaparecidas en el marco del conflicto colombiano con la misma editorial, dieran por terminados sus contratos con el grupo.

Desde que llegó al grupo editorial, en 2018, Juan David Correa había impulsado en los diferentes sellos una serie de libros y colecciones que reflexionaban acerca de temas como el racismo, la desigualdad social, el género, la política, el periodismo y la historia. No solo a través de ensayos (un ejemplo reciente es La vanguardia intelectual y política de la nación de Francisco Flórez Bolivar), sino de literatura y ficción (su especialidad dentro del grupo editorial). En ese sentido, gracias a su trabajo, por ejemplo, se reeditaron en Colombia libros de autores como los colombianos Arnoldo Palacios, César Uribe Piedrahita y Fernando Molano o la chilena Diamela Eltit.

Correa, quien además es escritor y ha sido periodista, director de la revista Arcadia, cofundador de la editorial independiente El Peregrino y director cultural de la Cámara Colombiana del Libro, ya había tuiteado esta mañana mensajes que daban a entender su descontento con la decisión del grupo en España respecto al libro sobre los Char, como “es imposible descolonizar la realidad sin haberse descolonizado primero”.

‘La Costa Nostra’, una investigación sobre los Char, censurada

Laura Ardila Arrieta, periodista de investigación que ha trabajado en medios como La Silla Vacía y quien actualmente tiene una columna en El Espectador, lleva trabajando en La Costa Nostra desde hace más de dos años. Se trata de una investigación periodística en la que, a través de fuentes y pruebas que ha ido recolectando en la última década, revela las practicas clientelistas y corruptas detrás del poder que ostenta la dinastía de los Char en Barranquilla.

Según cuenta la periodista en una columna, había firmado el contrato con la editorial para sacar adelante el libro en 2021 y entregó el manuscrito completo en abril de este año. Durante todo ese tiempo el equipo en Colombia la apoyó y siguió adelante con el proyecto, tanto que diagramaron el libro, diseñaron la portada, le tomaron a Ardila las fotos para la solapa y lo tenían listo para irse a impresión.

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Pero el 4 de julio, Mariana Marczuk, directora editorial del Grupo Planeta para la región Andina, la citó a las oficinas de Bogotá y allí le dijo que, aunque el libro era  “una joya del periodismo de investigación”, no iban a publicarlo por decisión del departamento legal del grupo en España. La razón: no estaban dispuestos a enfrentar posibles demandas por daños morales.

Esa explicación no convence a muchos expertos. Por un lado, porque en ese tipo de contratos, normalmente los autores firman una cláusula en la que se comprometen a enfrentar cualquier proceso judicial ellos mismos. Por el otro, porque la editorial ha publicado otras investigaciones similares sin ningún lío.

Aunque la editorial no se ha referido oficialmente al tema, la decisión de Correa demuestra que el equipo de Planeta en Colombia también se vio afectado por la censura. Trabajaron durante años para sacar adelante un libro que no pudieron imprimir.

Esta es la carta completa de Juan David Correa

Estimadas amigas y amigos:

Como es de público conocimiento, en días pasados la editorial Planeta tomó la decisión de no publicar el libro ‘La Costa Nostra’, de la periodista Laura Ardila Arrieta. Este hecho, evidentemente, tiene consecuencias en mi labor como director literario del Grupo en Colombia y Ecuador. Por este motivo, he tomado la decisión de retirarme de mi cargo a partir del viernes 14 de julio.

Quisiera, por respeto a cada una y cada uno de ustedes, darles algunas explicaciones y resumir brevemente lo que hemos logrado juntos, mucho de lo cual, espero, pueda continuar de acá en adelante sin mi concurso.

Ante la decisión corporativa de cancelar esta seria y sólida investigación periodística mis posibilidades y legitimidad han sido diezmadas. Un editor necesita, sin duda, el respaldo y la libertad para pensar y decidir cuáles conversaciones le propone a una sociedad y desde este momento en adelante, aquellas que me han interesado promover sobre el racismo, el género, la historia del país, el ensayo sociológico, la investigación periodística o el pensamiento crítico serán puestas en entredicho por muchos y muchas escritoras que se preguntarán si lo que propongo tendrá un buen puerto o naufragará antes de atracar en él.

Juan David Correa
Juan David Correa

Quiero decirles, en todo caso, que agradezco enormemente la generosidad y hospitalidad que tuvo el grupo Planeta conmigo: nunca en estos cinco años y medio se me sugirió censurar algún contenido o se me impidió publicar alguno de los libros que propuse y que, sumados, se convirtieron en casi quinientos títulos que hicimos juntos en estos años en sellos de reputación indudable como Tusquets, Seix Barral, Crítica, Ariel o el mismo Planeta. Tengo especial deuda con Mariana Marczuk quien desde su llegada al cargo como directora editorial de Colombia me permitió extender mi creatividad incorporando no sólo libros de ficción literaria sino de ciencias sociales y humanas, realizando convenios de coedición con diez universidades, desplegando un catálogo literario en Ecuador, y contribuyendo a que la editorial Planeta pudiera tener el prestigio cultural que todo grupo de edición debe procurar en un mundo cada vez más convulso y desorientado.

Además de reconocer esta libertad, quisiera explicarles que mi decisión obedece a una línea de pensamiento que he intentado observar a lo largo de mi carrera profesional de veinticinco años en el sector periodístico, cultural y editorial del país. Dicha línea tiene que ver con procurar que los valores plurales, incluyentes y democráticos por los que abogo en público estén acordes al ámbito personal, familiar y social. Como lo he escrito a lo largo de estos años, nada cambiará si sólo pensamos en nuestro propio beneficio en desmedro de los más débiles o de los atropellos que se han cometido a lo largo de la historia colombiana.

Entiendo si esto les produce asombro e incertidumbre y quizá muchos de ustedes se sientan defraudados con mi decisión, pues fueron múltiples las conversaciones en las cuales les manifesté mi idea de que este proyecto editorial era de largo aliento. La vida nos enseña que la futurología es casi siempre incierta, y de ahí mi compromiso y afán diario por aprovechar el tiempo y el espacio que me brindó Planeta a lo largo de estos años. Cada uno de ustedes y el catálogo publicado serán la muestra de que las redes y el afecto son capaces de producir un capital simbólico, económico, social y cultural que, en su pequeña dimensión, va señalando senderos para una sociedad que debe resistirse al miedo y a la violencia, y en la cual el disenso y el pensamiento crítico sean bienvenidos y no señalados o perseguidos.

Ustedes lograron hacer crecer un campo como escritoras y escritores y ese paisaje interior será un legado que llevaré siempre conmigo.

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“Es posible que en América Latina aparezcan nuevas guerrillas”: Jon Lee Anderson

El periodista y cronista estadounidense considera que, pese a las redes sociales y a los mandatarios autoritarios, en América Latina todavía se hace buen periodismo.

Con la franqueza que lo caracteriza, Jon Lee Anderson habla de la situación actual del periodismo y de la política Latinoamericana. Sin eufemismos de por medio, dice que Nayib Bukele, presidente de El Salvador, es un “vulgar twittero”; que Donald Trump es un “hombre despótico, dictatorial y antidemocrático” y pone el dedo sobre la llaga al señalar el momento difícil por el que pasa el periodismo.

En su paso por Bogotá, el autor de la célebre biografía del Che Guevara le dijo a Diario Criterio que el mundo ha entrado en un nuevo ciclo de gobernantes autoritarios y que la violencia y el narcotráfico han puesto en peligro a las frágiles democracias latinoamericanas.

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Diario Criterio: Existe la percepción de que hay, por un lado, una pérdida de credibilidad de los medios y del periodismo, y, por el otro, una creciente persecución contra los periodistas en Nicaragua, El Salvador, México y en muchos países de Suramérica ¿Qué piensa al respecto?

Jon Lee Anderson: Es un asunto preocupante que se debe a la suma de varios factores. Un ingrediente muy importante es el internet y las redes sociales, que han ido socavando el modelo de los medios de comunicación. Al comienzo, estos permitieron que muchas más voces aparecieran, haciendo creer que cualquiera podía ser periodista, comunicador o como se llame, así como ocurre en las iglesias cristianas, en las que cualquiera puede ser predicador. Esto empezó con los blogueros, luego Facebook. Al principio, me preguntaban mucho sobre esto y yo pensaba que estaba bien, que era la democratización del espacio y que la competencia nos venía bien.

Pero desde hace 10 o 12 años, con los teléfonos inteligentes, hemos visto cómo grupos económicos como Google, Facebook, Amazon, Twitter, o grupos políticos se han ido apoderando de esos nuevos espacios, nos han ido suplantando, creando poderíos propios, nichos, a través de la web y las redes. Si antes un grupo guerrillero accedía a que un periodista o los medios fueran al monte a escuchar sus puntos de vista, hoy puede decir que no nos necesitan porque tienen Twitter o Facebook; pueden ser los dueños de su información.

Este ejemplo muestra lo que ha pasado. Ha habido una atomización a través de las redes del mundo de la información que está poniendo a los periodistas contra las cuerdas y cada vez más cuestionados por un público que está saturado de información y de propaganda y, en muchos casos, está indeciso o incapacitado para saber cuál es la diferencia entre algo fidedigno, serio y algo falso e interesado.

Diario Criterio: Y frente a la persecución de los medios y los periodistas…

J.L.A.: Antes, en países como Cuba y Rusia, se cerraban medios y se perseguían periodistas, pero cuando Trump llegó al poder y empezó a atacar a la prensa, directamente desde la cima del poder, en la supuesta democracia más sólida y poderosa del mundo, Estados Unidos se unió a ese mismo club. Él hizo muchísimo daño al hacer un hábito el fustigar a los periodistas y socavar su credibilidad. Es un político despótico, vulgar y con una audiencia masiva propia en Twitter que la manejó y manipuló como quiso.

Eso hizo tanta resonancia, creo yo, que ha creado un modelo de comportamiento emulado por otros políticos, como Bukele, en El Salvador, otro tuitero vulgar que hace ataques frontales contra los periodistas. Y así, lo preocupante es que, en otros países, con democracias y derechos frágiles, muy rápidamente sus mandatarios se han subido al mismo carro, porque se dan cuenta que les funciona.

Diario Criterio: Pero lo que muchos no entienden es que cuando se ataca y socava a los periodistas y a los medios, también se está haciendo lo mismo con la democracia…

J.L.A.: Así es. La democracia misma está en jaque. El hecho de que hoy los mandatarios tengan en su mano la posibilidad de opinar cuando quieran y como quieran, a través de Twitter o sus redes, se ha vuelto un mal hábito, incluso para muchos ciudadanos. Si yo fuera el consejero de cualquier mandatario digno de respeto, le diría que no use las redes de esta manera, porque rebaja el nivel de la democracia y del ejercicio del poder, más si son de personalidades emotivas.

Hoy, algunos usan las redes como una Colt 38. Incluso, me atrevería a decir, que en algunos tiene un efecto contrario sobre su personalidad, sobre su ego, al descubrir que tienen incidencia, que pueden ser el centro de la información mediática, sin saber o importar el daño que sus críticas directas pueden causarles a los periodistas.

El caso más obvio, cotidiano, diría yo, es quizás el de Amlo [Andrés Manuel López Obrador] en México: intenta marcar la pauta periodística todos los días a través de una rueda de prensa mañanera, a las 7:00 de la mañana, y ataca a veces a periodistas, en un país donde muchos están siendo asesinados. Eso, a mi juicio, es bastante irresponsable.

Diario Criterio: En Colombia, a Petro también se le está criticando por atacar a periodistas y medios a través de sus redes, que son las de la Presidencia de la República

J.L.A.: Mira, no he estudiado el caso de Petro, pero sí me han comentado que se ha vuelto muy criticón con los medios. Le diría que no es aconsejable que un mandatario haga ese tipo de cosas.

Diario Criterio: ¿No le parece paradójico, que justo cuando ocurre la mayor apertura de la información, cuando más se ha democratizado la información, han aumentado los autoritarismos, pero también los medios y periodistas han perdido credibilidad y confianza por parte de sus audiencias?

J.L.A.: Así es, porque los autoritarios se han dado cuenta de que pueden utilizar esta democratización, este enorme espacio público, que a veces parece un ring de lucha libre, para ganar poder y ejercer lo que ellos llaman la democracia directa. Buscan hablar directamente con los ciudadanos y sus seguidores sin pasar por los medios y sin periodistas, en especial si les son críticos en sus posturas editoriales. Eluden la autocrítica, la crítica, los debates públicos, creando un deterioro del sistema político y de la democracia.

Eso es lo que estamos viendo en este hemisferio, muy marcado en Centroamérica y algunos países de Suramérica, por no hablar de Estados Unidos o el resto del mundo. Estamos en una época crítica.

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Diario Criterio: Pero, en medio de esto, medios y periodistas parecen perder un poco el sentido de su quehacer en la sociedad…

J.L.A.: Resulta que nosotros, los periodistas, somos servidores públicos y baluartes de la democracia, de las libertades individuales. En mi caso lo entendí cuando Donald Trump empezó a señalarnos como enemigos del pueblo casi todos los días de su presidencia, una persecución proveniente de un hombre despótico, dictatorial y antidemocrático. Si necesitábamos la prueba de que el periodismo es una especie de rector moral de la sociedad y del poder autoritario, fue esa.

Diario Criterio: Estos mandatarios y sus seguidores arguyen que atacan a los periodistas o a los medios porque hacen parte de conglomerados económicos. Afirman que la labor periodística está al servicio de sus jefes. ¿Qué opina de esto?

J.L.A.: Así es. Y es un gran problema. Para no ir muy lejos, en Estados Unidos tenemos a Fox News, que era el parlante de Trump. Así como Putin ha cerrado la prensa independiente y tiene medios que hablan como si fueran su vocero, lo mismo hizo Fox durante Trump: de manera muy sectaria, emitía noticias falsas y tendenciosas que buscaban polarizar aun más a una población efervescente con temas importantes como las armas o asuntos raciales.

Rupert Murdoch es el dueño de Fox y yo soy uno de los más críticos de ese hombre y del poder que ha adquirido en muchos medios. En lo personal, yo tiendo a creer menos en sus medios, porque veo que son canales de infiltración de propaganda y de dispersión de operaciones sicológicas de ciertas agencias. No me fio de ellos.

O sea, soy consciente de esa crítica que se les hace a los medios que son propiedad de grandes grupos económicos. A veces tiene su validez, como en el caso Fox. Pero no es válido para todos y para evitar que sea la excusa utilizada por los gobernantes para perseguir a la prensa, también hay que reconocer que muchos medios si se empeñan para ser editorialmente independientes de sus dueños y tienen editores y periodistas que son profesionalmente serios y honestos, sin agendas ocultas.

A la vez, tenemos que estar conscientes del recelo del público contra determinados medios y hay que ser autocríticos. Nos toca a nosotros, los que somos honestos y sinceros, defender nuestra esquina y tratar de que el público vea nuestras cualidades frente a otros medios que pueden tener intereses ideológicos o pecuniarios o que representan más que todo intereses económicos, del poder o ambas cosas.

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Por ejemplo, me consta que Semana, que antes era un medio liberal que, pudo haber tenido sus flaquezas, pero de todos modos intentaba hacer un periodismo serio. Ahora cambió, cuando fue adquirida por un grupo económico y se cambió a todo el equipo periodístico. Semana se ha vuelto un órgano político de ultraderecha, amarillista y ha perdido su balance. Lo que hemos visto ahí es la “Foxicación” de ese medio y es una gran pena, porque en un país donde no hay tantos medios nacionales, se perdió uno que era importante.

Conozco a muchos periodistas que salieron de Semana y se han ido a otros, algunos virtuales o para Cambio. Es muy difícil, en un país polarizado, obtener una prensa independiente, pero es un norte al que aspiramos todos los periodistas. Siempre ha sido una lucha lograrlo y ahora es algo más problemático.

Diario Criterio: ¿No se está abusando de la libertad de prensa, también, por parte de algunos periodistas y medios?

J.L.A.: Sí, y lo digo porque en Estados Unidos, no sé si en Colombia, hay leyes que respaldan el derecho de libertad de prensa, pero algunos se aprovechan para hacer desmadres. No sé cómo solucionarlo del todo, pero siento que hay que tener debates, hablar sobre esto, oxigenar el tema en la sociedad, como estamos haciendo tú y yo ahora. Los periodistas honestos, sinceros, la buena prensa no debería permitir esos abusos.

Considero a Fox, no como un grupo periodístico, sino como uno propagandístico y, a lo mejor, acá en Colombia, Semana lo es también. Hay que establecer pautas nuevas, claras para el público, tratando de dar la batalla de frente a quienes han invadido y conquistado el espacio público arropándose en la libertad de expresión, pero también a los gobernantes de turno que intenten atacarla.

Tenemos que hablar a ‘calzón quita’o’ de esto. No podemos estar arrinconados, inermes, neutralizados frente al abuso del espacio público por parte de medios manipuladores o de periodistas que esconden sus verdaderas intenciones detrás del derecho de informar. No tengo una respuesta global, pero es saludable hablarlo y que el público lo sepa; nuestras familias, amigos, hijos, nietos sepan la que está pasando y tomen sus propios criterios.

Diario Criterio: ¿Qué opina de esa tendencia de periodistas metidos enredes sociales?

J.L.A.: A mi me convencieron de entrar a Twitter hace como 12 años. Era algo nuevo, interesante, blablablá… Me convencí de que debía hacerlo porque era como el télex moderno: salían todas las noticias, se podía estar encima de ellas y también pensaba que usando mi perfil podía avalar periodistas menos conocidos, pero me encontré también con que uno podía ser atacado y “troliado” por mucha gente que no dice quiénes son; o por sectores que se esconden detrás de unos avatares.

Me fui dando cuenta de que era un espacio dañino para mí, en el que uno gasta tiempo, en el que uno se rebajaba; me reventaba el hígado y era un sitio donde no había ley o reglas.

Creo que Twitter es un espacio nefasto, terrible y por eso me salí hace como dos años. Hoy, no estoy en ninguna red social y estoy mucho más feliz. Tengo más tiempo en mi vida y me siento con más potestad de mis juicios, reacciones, intuiciones. Soy Jon Lee de nuevo, no Jon Lee de Twitter.

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Diario Criterio: Y, ¿qué piensa de que Ellon Musk sea el dueño de Twitter?

J.L.A.: Me llega hasta el cuello saber que Ellon Musk, el hombre más rico sobre la Tierra, compró Twitter, y que ha invitado a gente como Trump, que usó esta red para dividir a Estados Unidos enviando mensajes de odio, para que vuelva tuitear. Ha hecho lo mismo con grupos neonazis, argumentado el derecho a la libertad de expresión. El propio Musk está apadrinando a DeSantis de la Florida para que sea el próximo presidente de Estados Unidos, una persona que, a mi juicio, es nefasta por sus políticas antieducativas, es un político racista, anti LGTBI, todo un cavernícola. Creo que Musk tiene demasiado poder.

Diario Criterio: Cree que el sensacionalismo y el amarillismo le ganó el pulso al buen periodismo

J.L.A.: Uffff. Ha ganado mucho espacio, pero todavía hay buen periodismo. Es una batalla que hay que seguir peleado para no perderla.

Diario Criterio: ¿Qué periodistas o medios recomendaría como para no perder la fe?

J.L.A.: Mira, sería injusto dar nombres, porque se me pueden pasar algunos. La BBC es un medio fantástico. A pesar de ser estatal, es el único medio subsidiado que no es de propaganda del gobierno y por eso los conservadores lo quieren minar, privatizar, porque muchas veces es crítico del gobierno. En cambio, la Voz de América nunca llegó a estar cerca a la altura de la BBC. Siempre ha sido un medio de propaganda norteamericana. El New York Times sigue siendo el gran referente entre los medios en Estados Unidos y se puede hablar de un resurgir positivo del Washington Post.

En América Latina hay buenos proyectos, como el de la Fundación Gabo. Hay medios independientes como El Faro de El Salvador, La Silla Vacía en Colombia o el Confidencial en Nicaragua, que ahora se tuvo que ir para Costa Rica. Veo con buenos ojos algunos medios digitales como ustedes, Diario Criterio, o Cambio, que han surgido como consecuencia de la compra y desviación editorial de Semana.

Hay que seguir luchando, buscando los espacios. Ya sean foros, debates, redes sociales, medios digitales o impresos; usando diferentes géneros, podcast, entrevistas, para seguir informando al público, para que tengan más ideas y criterios. Esto es esencial para la conservación de la democracia.

Jon Lee Anderson habla sobre la paz

Diario Criterio: Cambiando de tema, usted fue muy optimista frente al proceso de paz con las Farc, incluso escribió varios reportajes. Siete años después, ¿cómo ve el proceso y lo ocurrido? ¿Por qué no se silenciaron los fusiles?

J.L.A.: Bueno, todos los fusiles no los podía haber silenciado el proceso de paz, pero fue un avance importantísimo para lograrlo. Fui muy entusiasta porque era el único proceso iniciado en el todo el mundo, de un conflicto de varias décadas, que se pudo finalizar con la firma de un acuerdo de paz. Además, esto sucedió en un momento en el que, por ejemplo, Isis estaba en Medio Oriente, cometiendo abusos y atrocidades inimaginables contra el ser humano.

El proceso con las Farc en Colombia mostraba que había un espacio en el planeta donde la paz era realizable a través del diálogo. Eso para mí eso merecía aplausos. Me acuerdo de mi entusiasmo, me llenó de positivismo, de euforia, que cosas así todavía fueran posibles. Los colombianos no han de olvidar eso tampoco, porque la paz es difícil de conseguir, de consolidar.

Después de Santos, vino Duque, y sabemos cómo fue eso, se notó que él no creía en ese proceso de paz y puso frenos a muchas cosas. En consecuencia, hubo una desilusión entre quienes abandonaron las armas y eso hizo que algunos volvieran al monte y que, los que no habían salido, las empuñaran aún más.

Diario Criterio: ¿Lo que esta pasando con el incremento de la violencia, no es un retroceso del proceso de paz? ¿Por qué el Estado no ha logrado pacificar, en el buen sentido de la palabra, al país?

J.L.A.: Obvio que el Estado colombiano está en un proceso largo de establecer un dominio de la fuerza, de una forma legitima. Este es un Estado que nunca ha logrado la legitimidad total y por eso ha habido actores armados irregulares durante casi toda su historia. Y, además, en los últimos cincuenta años ha sido un país con una economía envilecida por el narcotráfico, lo que ha hecho que aparezcan actores criminales, organizados como ejércitos en este país.

Hasta que el Estado no logre establecer una noción de Colombia cívica y participativa, una paz en todos los rincones, con un Estado de derecho para todos, para la gente negra, indígena, y no solo para unos cuantos ganaderos, digamos, la paz no se va a lograr.

Entiendo la frustración de muchos colombianos al respecto de lo que fue el proceso de paz, pero fue un logro importante, pues el hecho que 10.000, 12.000, 15,000 personas que antes tenían sus vidas en el monte, con armas y narcotráfico, ya no estén ahí, es algo muy importante. Hay que luchar por la paz, seguir dialogando.

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Diario Criterio: Precisamente, ¿por qué cree que es tan difícil negociar con el ELN?

J.L.A.: Buena pregunta y no sé cómo responderla. A lo mejor me meto en ese tema y más adelante te pueda decir algo con más conocimiento. Pero lo que sí puedo decir es que he estado con muchos guerrilleros en el mundo y he llegado a entender que, una vez tu cruzas ese umbral y estas ahí, tu empiezas a ver a la sociedad de otra forma. Lo mismo pasa con quienes han estado mucho tiempo presos. Es otro código con el que vives. Lo haces con una ilusión de futuro, y si hay sangre derramada ahí, sacraliza su permanencia en pie de lucha.

Le incumbe al Estado tragar un sapo a veces para hablar con esa gente, intentar entenderlos y convencerlos de que esta sociedad es diferente y más asequible y más justa que la que abandonaron hace tantos años para empuñar las armas; y que hay un lugar para ellos si deciden volver. Reitero: el Estado tiene que hacer su trabajo y hay que dejarse de moralismos y purismos porque en este conflicto todos los participantes han contribuido a su degradación, incluyendo el Estado mismo. ¿Quién va a tirar la primera piedra en Colombia?

En vez de acusar, el Estado, la sociedad o el mandatario de turno tienen que estar convencidos de la paz y que en estos procesos se debe incluir a la población civil y a las víctimas. Se debe ir pacificando de buena manera al país, no a través de los ‘paras‘ o escuadrones de la muerte, para llamarlos por su nombre. Si no hay paz, no hay nada.

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Diario Criterio: Hace 30 años todo el mundo decía que el autoritarismo no iba a resurgir en América Latina, y ahora volvió a surgir, solo que ya no en forma de dictaduras militares. Siguiendo esa misma lógica, ¿usted cree que las luchas guerrilleras están pasadas de moda en América Latina o, por el contrario, cree incluso es posible que puedan resurgir?

J.L.A.: La historia no ha terminado. Así como han regresado los autoritarios, y la injusticia y las desigualdades siguen reinando en muchos espacios, no me sorprendería que en algunos lugares de América Latina surjan de nuevo algunos grupos guerrilleros. Es una región donde hay muchas armas y es la región en que más personas se matan en el mundo. Las personas creen que en Estados Unidos es donde más personas se asesinan por la libertad del porte de armas o los abusos de la policía contra la gente negra, pero no.

En Brasil, por ejemplo, la policía mata 20 veces más personas que en Estados Unidos. La violencia en esta región es muy fuerte y sigue siendo un ingrediente básico en la sociedad porque no han podido establecer derechos plenos y han mantenido una justicia y una policía corruptas, que ha minado las instituciones.

Si uno mira a Centroamérica, después de 30 años de guerras civiles están de regreso los autoritarismos. Durante tres décadas de supuestas ‘democracias’, la corrupción, los malos gobiernos, el crimen o las pandillas empoderadas han llevado a muchas personas a sentirse desamparadas y a vivir con miedo. Eso es arcilla para alguien que diga que va a imponer el orden, que hay que matar a esos “hijueputas”, hacer más cárceles. Pero esos autoritarismos, esas injusticias también pueden ser arcilla para nuevas guerrillas.

Creo que en algunos países la lucha armada tiene posibilidades, pero, a diferencia de los años 60, si las guerrillas volviesen a surgir, tendrían que hacer frente a una nueva realidad y quizás también librar nuevos tipos de violencia.

Diario Criterio: ¿Cómo así?

J.L.A.: Antes, las guerrillas ocupaban los espacios de los pobres y marginados. Hoy, esos espacios están, en su mayoría, en manos del crimen organizado, del narcotráfico, de pandillas. Ya no piensan en ideas revolucionarios o irse al monte; lo que quieren es tener buena ropa, una cadena de oro, plata, poder.

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A esto se le suma el incremento de la violencia. Acabo de llegar de Haití. El colapso de una sociedad democrática se ve en Haití, pero también en algunas zonas de acá o de América Latina. Los pandilleros ya controlan el 90 por ciento de la capital de ese país. No puedes entrar o salir por tierra sin pasar por sus territorios. Ves cadáveres en las calles todos los días. Casi no funciona el gobierno. El periodismo no opera y yo tuve que moverme con esquemas de seguridad. Haití es el futuro de todos si no nos cuidamos.

Hablando en privado con algunos líderes de las Farc me reconocieron que lo peor que les pasó fue entrar en el narcotráfico, lo que eventualmente significó la criminalización de sus estructuras. Por eso algunos se quedaron en el monte después de la firma de la paz, porque estaban haciendo mucho dinero con el narcotráfico y con las economías ilegales. No les convenció irse para la ciudad a andar con una mano adelante y otra atrás, o a depender del Estado o de ser parte de una sociedad que no los quiere o de la que no se sienten parte.

Diario Criterio: Frente este panorama poco alentador, súbanos el ánimo y díganos algo para seguir teniendo fe en el periodismo y en la paz…

J.L.A.: Hay que seguir luchando.

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“La transición energética requiere de decisiones cuidadosas y muy responsables”

Diario Criterio habló con Eduardo Uribe Botero, director de Sostenibilidad y Comunicaciones del Grupo Energía Bogotá (GEB), sobre transición energética, sostenibilidad y la relación con las comunidades en los territorios en los que operan.

Diario Criterio: A lo largo de la historia reciente ha habido muchas definiciones y nociones sobre la sostenibilidad, pero hoy, ¿qué es la sostenibilidad y cómo la entienden ustedes en el Grupo Energía Bogotá (GEB)?

Eduardo Uribe: Para una empresa dedicada al tema de la energía, y que trabaja en temas de electricidad, gases, transmisión y generación en todas las cadenas, como esta, el tema de la sostenibilidad es absolutamente estratégico por dos razones. La primera es que el tema energético y el tema climático son inseparables. La segunda, porque somos una empresa con capital mixto, público y privado, por lo que nuestro mandato no solo es generar dividendos a los accionistas, sino también asegurar que contribuimos a la prosperidad de las sociedades en donde estamos.

Por eso, nosotros entendemos la sostenibilidad como una manera de gestionar los negocios que asegura la creación de prosperidad social, la conservación de los recursos naturales de los cuales depende nuestro negocio y un gobierno corporativo que genere confianza y transparencia, es decir, que los grupos de interés nos vean como una organización sana, transparente y ética. Con esos tres ejes entendemos la sostenibilidad.

Diario Criterio: ¿Y cómo llevan esa noción de sostenibilidad a la práctica, siendo una empresa que trabaja en algunos donde viven poblaciones vulnerables?

Eduardo Uribe: El trabajo con las comunidades es constructivo cuando hay una relación respetuosa y transparente. Eso implica que ellas tengan claro nuestro propósito y nuestros objetivos, pero también, y es lo que esperamos, que ellas tengan confianza en nosotros y revelen, de forma igualmente transparente, sus temores, sus dudas, sus expectativas. Pero además de esa confianza, en la aproximación a los territorios debe haber respeto por sus culturas, tradiciones, creencias, valores y ritmos con los cuáles se mueven y toman decisiones. Esos valores, creencias y ritmos no siempre son iguales a los nuestros y, en esos casos, el respeto y la buena comunicación se convierten en condiciones necesarias para construir relaciones de largo plazo.

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Diario Criterio: ¿Cómo lograr que la sostenibilidad social, o lo que antes llamaban la Responsabilidad Social Empresarial, no sea una simple forma de pagar o de dar contentillo a las comunidades en las que opera una empresa, sino que sea de verdad un trabajo conjunto para llegar a acuerdos beneficiosos?

Eduardo Uribe: Nosotros no hablamos de Responsabilidad Social Empresarial, lo que nosotros buscamos es alinear nuestros objetivos empresariales con los objetivos de las comunidades. Esa es la estrategia en esencia: buscar que nuestros negocios no vayan en contravía de las expectativas de las comunidades, sino que, por el contrario, las refuercen.

Ahora, esa relación no siempre es fácil y fluida, puede ser tensa y tener sus altibajos; es normal que en ocasiones haya desencuentros, pero eso no puede amilanar a nadie, uno tiene que entender que es parte del proceso de construcción de confianza y en esas ocasiones hay que ser muy sincero y poner todas las cartas sobre la mesa. Lo grave es cuando esos conflictos y discusiones se tramitan con irrespeto y, peor aún, con violencia. La clave está en llevar todo de manera respetuosa.

Diario Criterio: ¿Qué papel juegan en esas relaciones las consultas previas?

Eduardo Uribe: La consulta previa es un momento de la relación, pero no es toda la relación. Cuando nosotros llegamos a un territorio como La Guajira, por ejemplo, planeamos quedarnos por mucho tiempo, luego de desarrollar los proyectos, y eso implica décadas de convivencia con las comunidades. En ese sentido, la consulta previa es el inicio de una relación a largo plazo, pero no es nuestro objetivo. Es decir: no invertimos pensando en chulear el requisito de la consulta previa para tener una licencia ambiental, sino que lo hacemos pensando en que tenemos que construir una relación de confianza de largo plazo que nos permita tramitar las diferencias que se presenten por el camino.

Diario Criterio: Ustedes son una empresa cuyo principal negocio es la energía. Y ahora, por todo el tema del cambio climático, en el mundo, y especialmente en Colombia, se habla del tránsito hacia energías limpias o renovables como una prioridad, ¿cómo ven ustedes esa iniciativa y cómo aportan a ella?

Eduardo Uribe: Nosotros no operamos negocios de generación de energía, aunque somos socios de Enel Colombia, que sí lo hace. Lo que hacemos es operar negocios de transmisión de energía y de transporte de gas. En ese sentido, uno pensaría que la transición energética es simplemente un asunto de generación de energía a través de plantas eólicas o solares, pero eso es equivocado y parcial; también se necesitan líneas de transmisión que saquen esa energía hacia los centros de consumo porque, en esos casos, la energía solar o la eólica se produce en lugares como La Guajira, la Orinoquía e inclusive en el mar.

El mismo Bill Gates lo decía: sin transmisión no hay transición. Así que lo que nosotros hacemos, la transmisión y el transporte de gas, es un eslabón necesario para tener energías renovables y limpias. Por eso decimos que nuestro negocio es la transición energética.

Diario Criterio: ¿El gas natural puede aportar a la transición energética?

Eduardo Uribe: El gas natural es un energético fósil, pero es el más limpio de los energéticos fósiles. Eso quiere decir que es el combustible que menos CO2 emite por cada unidad de energía que produce. Por eso en Colombia, y en todo el mundo, lo llamamos el energético de la transición, porque permite una transición gradual desde las energías fósiles duras, como el carbón, hacia energías renovables, como la eólica. Además, es un energético flexible y barato que, hoy por hoy, está generando enormes beneficios de la sociedad. En el caso de Colombia, una gran cantidad de ciudadanos cocinan con gas, buena parte de la industria lo utiliza e, incluso, es el energético de respaldo cuando las hidroeléctricas están mal de agua por el Fenómeno del Niño.

Diario Criterio: ¿Y qué tan rápido se podría dar la transición energética?

Eduardo Uribe: Tiene que ser una transición gradual, no acelerada, por muchas razones. La principal es económica: el costo de una transición súbita sería brutal y es casi imposible, tecnológicamente hablando. La transición energética va a requerir de una gran cantidad de plantas de generación, de materiales, de minería, en fin. Eso no va a ser rápido. Por eso, mientras la transición va ocurriendo, lo deseable es reemplazar combustibles como el carbón por otros como el gas.

Diario Criterio: ¿Cómo ve la discusión del tema de la transición energética en Colombia?

Eduardo Uribe: Es una discusión urgente por razones locales y globales, por compromisos internacionales y hasta por razones económicas. Pero requiere de tomar decisiones cuidadosas y muy responsables. ¿Por qué? Porque la transición energética puede resultar terriblemente costosa e inequitativa para la sociedad si no se hace con prudencia y con los números en la mano. En conclusión, la transición energética en Colombia debe darse tan rápido como sea posible pero, al mismo tiempo, de una forma tan prudente como sea necesario.

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Diario Criterio: ¿Una política empresarial robusta de sostenibilidad puede ayudar a mejorar operativa y financieramente a una empresa? ¿Cuál ha sido la experiencia de ustedes?

Eduardo Uribe: ¡Claro! Una empresa con buen gobierno corporativo, que evidencie su buen comportamiento en temas ambientales, sociales y de derechos humanos tiene más valor en el mercado y genera más confianza entre los accionistas, socios, aseguradores y financiadores. Hay varias razones fundamentales para tener una empresa sostenible: por un lado, están los temas éticos, obviamente las personas nos sentimos más felices trabajando en una empresa que tiene esas características. Y, adicionalmente, por temas también estratégicos y financieros. Y es que una empresa sostenible, en el sentido amplio del término, es una empresa que tiene más valor y que puede crecer.

Diario Criterio: En el sector energético se habla mucho de innovación, ¿cómo combinar la innovación con la sostenibilidad?

Eduardo Uribe: Este es un sector muy dinámico: todos los días hay nuevas tecnologías, nuevas maneras de hacer los negocios, nuevos productos, nuevos tipos de contratos, nuevos equipos. Es un sector con empresas inmensas en todo el mundo que hacen unas inversiones enormes en innovación y donde los márgenes son muy estrechos y dependen mucho de la eficiencia. En ese sentido, es crucial y fundamental innovar para poder defender esos márgenes, para asegurar la competitividad y para ser más sostenibles.

Para responder a la pregunta, la innovación puede producir soluciones frente a los potenciales impactos ambientales y puede facilitar el relacionamiento con las comunidades, no en vano se habla de innovación social. Para nosotros, la innovación es una condición necesaria para para el crecimiento y para la supervivencia.

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Agarrón Petro–Barbosa: pierde la verdad y gana la impunidad

El rifirrafe entre el presidente Gustavo Petro y el fiscal Francisco Barbosa sirvió para alimentar el odio entre dos bandos políticos, pero sacrificó el fondo de una denuncia de la que pocos hablan. ¿Cuál es?

Desde que el presidente Gustavo Petro llegó a la Casa de Nariño, muchos advertían que el único contrapeso mediático que tendría su gobierno correría por cuenta del fiscal general, Francisco Barbosa, un abogado con méritos dentro de la academia que llegó a la jefatura del ente investigador gracias a que su amigo de universidad, el entonces presidente Iván Duque, que lo ternó para que fuera elegido por la Corte Suprema de Justicia.

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No es la primera vez que Petro y Barbosa se enfrascan públicamente en fuertes polémicas. Ya había ocurrido cuando el Fiscal general cuestionó la excarcelación de los gestores de paz o catalogó de “caos” y “bastante laxo” el manejo que el presidente Petro le viene dando al orden público en el país.

Pero sin duda, la copa que rebosó esa tensa relación entre el poder Ejecutivo y el Judicial sucedió este jueves 4 de mayo, cuando Petro dijo lo siguiente en su cuenta de Twitter:

“Las vidas de 200 personas no solo se pusieron en peligro, sino que fueron asesinadas por el Clan del Golfo cuando, según el periodista Gonzalo Guillén, la Fiscalía ya sabía el listado antes del asesinato. El fiscal Hernández y su familia deben ser protegidos, pero el país merece respuestas”, trinó el presidente Petro.

Y se armó Troya. Desde entonces, el fiscal Barbosa no ha parado de hablar, cuestionando al mandatario y denunciando que esa publicación puso en riesgo la vida del polémico fiscal Daniel Hernández Martínez y la de su familia.

El tema se empeoró aun más cuando el propio Petro, desde España, aseguró a los medios que él, como jefe de Estado, es jefe del fiscal.

Ese supuesto lapsus del presidente Gustavo Petro es imperdonable, porque él mismo sabe que Colombia es un Estado Social de Derecho cimentado en la separación de los tres poderes públicos que son el Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Más, si se sabe que el M-19, movimiento al que perteneció el presidente, fue una de las fuerzas que lideró la propia redacción de la Carta Magna.

Aunque luego quiso suavizar semejante ‘error’ o ‘provocación’ citando el artículo 115 de la Constitución, al asegurar que, como presidente, es “jefe del Estado, jefe del Gobierno y suprema autoridad administrativa”.

Pero el daño ya estaba hecho. El asunto fue tendencia en redes sociales y sirvió de insumo para que todos los medios de comunicación centraran su atención en la manera como tergiversó un artículo de la Constitución.

A partir de ahí, a Petro lo han llamado desde dictador hasta usurpador de poderes. Mientras que el fiscal Barbosa aprovechó semejante ‘papayaso’ para victimizarse, anunciar denuncias internacionales y sacar a su familia del país, por temor a represalias. Aunque tenía motivos, para muchos expertos, el fiscal se sobreactuó, lo que le quitó peso a sus arguementos.

Es decir, una pelea doméstica entre dos funcionarios del más alto poder, terminó convertida en un escándalo internacional.

Lo más absurdo es que, en el fondo, ambos funcionarios están equivocados.

El presidente Petro, por desconocer o malinterpretar la Constitución; y el fiscal Barbosa, por olvidar que, entre sus funciones especiales, sí está la de presentar al Gobierno información sobre las investigaciones para la preservación del orden público, tal como lo ordena el numeral 6 del artículo 251 de la Constitución:

ARTICULO 251. Son funciones especiales del Fiscal General de la Nación: 6. Suministrar al Gobierno información sobre las investigaciones que se estén adelantando, cuando sea necesaria para la preservación del orden público”.

Pero es lo más triste de todo ese bochornoso asunto es que no se volvió a hablar de la denuncia que originó el problema: el asesinato de 200 personas, al parecer cometidos por el Clan del Golfo en la Costa Caribe y que presuntamente fueron advertidos y serían conocidos por la Fiscalía.

Tuit Petro fiscal Barbosa Ñeñe Hernández

El fiscal y la denuncia incómoda

Foto: cortesía de La Nueva Prensa.

El meollo de todo esta polémica nació el pasado 1 de mayo, cuando el portal La Nueva Prensa, dirigido por el periodista Gonzalo Guillén, publicó una investigación que tituló Investigador del CTI le pidió en vano al fiscal Daniel Hernández impedir cientos de homicidios específicos del Clan del Golfo y luego le envió constancias de que los dejó cometer (II).

El medio virtual agregó tener los chats y audios para ratificar la denuncia, que “los homicidas, que actualmente continúan libres con la protección de la Fiscalía General, la Policía Nacional y las fuerzas militares, son 14 empresarios del crimen del Clan del Golfo en la costa norte y los muertos —asegura el investigador— “pueden pasar de cinco mil y eso se logrará probar si la Fiscalía General permitiera investigar a fondo”.

En ese entramado, aparecen dos personajes que no son nuevos para la opinión pública nacional: José Gregorio Hernández (‘Neñe’ Hernández) y el fiscal Daniel Hernández Martínez.

José Guillermo Hernández Aponte era un cuestionado ganadero cordobés, asesinado en mayo de 2019 en Brasil, durante un misterioso asalto que quedó grabado en una cámara de vigilancia.

En Colombia, su nombre retumbó mediáticamente porque él habría sido la piedra angular de todo un entramado de supuesta financiación ilegal de dineros oscuros y que habrían ingresado a la campaña presidencial del entonces candidato Iván Duque.

La base de esa investigación estaría apoyada en cientos de interceptaciones telefónicas, pero, irónicamente, esas pruebas fueron catalogadas como ilegales y los investigadores que las recaudaron terminaron procesados por la justicia.

Toda esa investigación fue liderada y revelada por el periodista Gonzalo Guillén, a través de su portal La Nueva Prensa.

El polémico fiscal Hernández

La otra figura polémica alrededor de esta nueva rencilla entre Petro y Barbosa corre por cuenta del fiscal Daniel Ricardo Hernández Martínez.

El funcionario del ente investigador trabaja en esa entidad desde 2004, pero hoy se encuentra en el ojo del huracán porque, en noviembre de 2022, fue imputado por la propia Fiscalía, por los presuntos delitos de prevaricato por omisión y amenazas a testigo, cargos formulados ante un magistrado del Tribunal Superior de Bogotá.

La historia de esos delitos se remonta al 20 de julio de 2017, cuando el funcionario obtuvo de un juez de control de garantías siete órdenes de captura contra presuntos implicados en el entramado de corrupción de Odebrecht. Tres de esas órdenes de captura fueron contra los brasileños Mauricio Marangoni Marangoni; Eder Paolo Ferracuti y Amilton Hideaki Sendai.

Sin embargo, al parecer, el fiscal Hernández Martínez hizo una solicitud defectuosa de las citadas órdenes de captura contra los tres extranjeros, directivos de la multinacional brasileña, y omitió darles trámite legal; es decir, no las registró en el Sistema de Información sobre Antecedentes y Anotaciones (SIAN) para que se hicieran efectivas.

Adicionalmente, la investigación reveló que el fiscal Hernández Martínez tampoco pidió, de manera inmediata, la expedición de notificación azul de INTERPOL, para ubicar en otros países a los señores Marangoni, Ferracuti e Hideaki Sendai, en el entendido de que, para la fecha de los hechos, podrían haber salido de Colombia.

Como si lo anterior no fuera suficiente, los investigadores del caso aseguran que el fiscal Daniel Ricardo Hernández Martínez, habría intimidado en las instalaciones del Búnker de la Fiscalía en Bogotá a Otto Nicolás Bula y le habría reprochado por su intención de querer servir como testigo contra otras personas que estarían vinculadas al escándalo de corrupción por el caso Odebrecht.

Sin embargo, en su defensa, el propio Hernández denunció al excongresista por, supuestamente, mentir al asegurar que él lo había amenazado para que no nombrara a varias personas a la investigación.

Pese a lo ocurrido y las polémicas, el fiscal Hernández Martínez continúa en la entidad y al frente de importantes procesos.

En respuesta a las denuncias de Guillén, tanto Barbosa como Hernández dijeron que el caso se remonta a 2008. Hernadez salió al ataque y dijo que todo esto se debía a una retaliación del Presidente porque sabe que él lleva dos procesos en los que Petro podría estar relacionado.

Lo cierto es que, en medio de semejante enfrentamiento, el respeto y estabilidad de la institucionalidad y la división de poderes, la misma que Petro y Barbosa juraron proteger, es la que salió más lastimada.

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10 libros sobre investigaciones académicas para leer en la FilBo 2023

Las universidades y los académicos también tienen su espacio en la Feria del Libro. Estos 10 recomendados de Diario Criterio demuestran que, a pesar de lo que puede pensarse a simple vista, sus libros abordan temas de interés general, relevantes para el país y atractivos para todo tipo de lectores. 

‘A las patadas: historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949’

Gabriela Ardila Biela
Editorial Pontificia Universidad Javeriana
460 páginas

FILBO 2023 ACADÉMICOS A las patadas

En Colombia, hasta ahora, el fútbol y su historia solo se ha pensado en masculino. Sin embargo, las mujeres han estado presentes en el desarrollo del fútbol desde sus inicios y han retado las dinámicas de opresión para construir espacios de liberación en su práctica deportiva, aunque su historia haya sido invisibilizada. A las patadas construye un relato historiográfico en el que se materializan las luchas ganadas y perdidas por las futbolistas colombianas.

‘Fals Borda, fotógrafo’

Verónica Salazar Baena y Marlon Steve Celis
Editorial Universidad Nacional
120 páginas

FILBO 2023 ACADÉMICOS Fals Borda fotógrafo,

Las 72 fotografías incluidas en este libro forman parte del diario de campo del reconocido sociólogo colombiano durante su primer viaje de campo a Saucio. Lejos de jerarquizaciones y maniqueísmos, dan cuenta de la mirada de un fotógrafo sensible y original, que dignifica la condición humana y pone en valor el trabajo, la cotidianidad, los afectos y la templanza de los sectores populares de la Colombia rural de la primera mitad del siglo XX.

‘Entre líneas: una historia de Colombia en mapas’

Varios
Editorial Universidad de los Andes y Crítica
384 páginas

FILBO 2023 ACADÉMICOS Entre líneas mapas

Los autores de este libro indagan los propósitos que construyeron nuestros mapas, descubren de qué manera estos trazos influyen en quienes los esbozan y en las poblaciones que representan. Un trabajo que reúne a historiadores, geógrafos, arquitectos, economistas, topógrafos y sociólogos que en conjunto componen una historia poco conocida, pero deslumbrante y lúcida, en la que el territorio y sus mapas hablan a luz de la imaginación, el poder y el tiempo.

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‘X se escribe con J’

Jotamario arbeláez, Jaime jaramillo escobar
Editorial Universidad EAFIT
156 páginas

FILBO 2023 ACADEMICOS X se escribe con J

Este libro reúne la correspondencia que intercambiaron dos de los más reconocidos poetas nadaístas: Jotamario Arbeláez y el fallecido Jaime Jaramillo Escobar, reconocido por su seudónimo X-504. “Se nos va borrando el camino que a ninguna parte llevaba pero hicimos lo que quisimos, con el beneplácito final del mundo que empezamos contraviniendo. Planteamos seguir en desacuerdo con el mundo cuando el mundo nos concediera la razón. Y en vez de concedérnosla, se volvió nadaísta el mundo”, dice una de las cartas. 

‘Un dique en aguas turbulentas, Identidades políticas, populismo y violencia en la Colombia de Jorge Eliécer Gaitán 1928-1948’ 

Cristian Acosta Olaya
Editorial Universidad del Rosario
358 páginas

FILBO 2023 ACADEMICOS Un dique en aguas turbulentas

Esta obra examina la configuración identitaria del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán y de sus seguidores teniendo como eje analítico sus concepciones acerca de la revolución, la unidad partidista, el pueblo y la violencia política durante la primera mitad del siglo XX en Colombia. Y lo hace analizando sus discursos y la discursividad de sus partidarios desde mediados de la década de1920 hasta su asesinato en abril de 1948.

‘Black Feminism: teoría crítica, violencias y racismos’

Angela Davis y Gina Dent
Editorial Universidad Nacional
164 páginas

FILBO 2023 ACADEMICOS Black Feminism

Este libro reúne una serie de conferencias que Angela Davis y Gina Dent, dos de las pensadoras feministas y antirracistas más reconocidas del mundo académico, hicieron en la Universidad Nacional de Colombia hace nueve años. Son reflexiones que invitan a pensar en la importancia de organizar luchas colectivas alrededor de objetivos políticos, y no exclusivamente en torno a un atributo identitario. 

‘Los rieles de una ilusión: historia del Ferrocarril del norte’

Oswaldo Escobar Muriel
Editorial Pontificia Universidad Javeriana
258 páginas

FILBO 2023 ACADÉMICOS Los rieles de una ilusión

Este libro cuenta la historia del Ferrocarril del Norte, que en el siglo XIX buscó unir a Bogotá con el río Magdalena. Un proyecto planificado a medias, con intereses económicos discutibles, una desafortunada intervención inglesa, continuamente enfrentado al fantasma del fracaso. Una historia que sirve para pensar y repensar el futuro de ese sistema de transporte en Colombia, con proyectos que permitan construir sobre lo construido. 

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‘Música urbana, juventud y resistencia’

Minerva Campion y Merarit Viera
Editorial Pontificia Universidad Javeriana
136 páginas

FILBO 2023 ACADÉMICOS Música urbana juventud y resistencia

Este libro analiza algunos proyectos musicales que resisten y coexisten en diferentes contextos geopolíticos urbanos de Latinoamérica. A partir de la realidad de esta geografía se sostiene que las culturas juveniles han construido y les han dado significado a los sonidos underground, en espacios colonizados donde las desigualdades de género, raza y clase se muestran de diferentes maneras. Una forma de resistencia contra el neoliberalismo y el capitalismo. 

‘Desastres naturales en América Latina’

June Carolyn Erlick
Aguilar
320 páginas

FILBO 2023 ACADÉMICOS Desastres naturales en América Latina

Los desastres naturales moldean la historia y la sociedad, y, a su vez, su impacto a largo plazo está determinado por la historia y la sociedad. Esto es especialmente cierto en América Latina, donde el cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de estas calamidades. Desde las inundaciones precolombinas en los Andes, hasta la devastación del huracán María en Puerto Rico, este libro demuestra que las consecuencias de las catástrofes se multiplican cuando se conjugan con corrupción y desidia política.

‘Trazas, oficios y territorio’

Rosario Lopez
Universidad Nacional y MAMBO
342 páginas

Es el resultado de un ejercicio de experimentación curatorial, hecho desde la práctica artística y pedagógica por un grupo de investigación-creación de la Universidad Nacional, liderado por la artista Rosario López. Pone en diálogo obras que hacen parte del acervo del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) con sus investigaciones recientes en torno al paisaje, la naturaleza y el territorio en la serranía La Lindosa, en el departamento del Guaviare, y en el Parque Nacional Natural El Tuparro, en el departamento de Vichada.

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‘Terminación del conflicto armado y construcción de paz a 30 años de la construcción de 1991’

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: que analiza la terminación del conflicto con las Farc en el marco de la constitución de Colombia.

A treinta años de la Constitución de 1991, surge la necesidad de repensar la carta política en sus términos originales: un acuerdo de paz entre diversos actores de la sociedad.

Con la terminación del conflicto armado y la implementación del acuerdo firmado en 2016, se da a su vez la discusión acerca de cómo se ha puesto en práctica la Constitución, en qué contexto histórico y político se elaboró y cómo ha contribuido a la construcción de paz.

Se conectan, de esa manera, dos fenómenos de vital importancia: la protección de los derechos fundamentales y el fin del conflicto, entendiendo la paz como un derecho consagrado en la Constitución.

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Este libro es producto de las reflexiones de los académicos vinculados al Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia respecto a diferentes cuestiones que han rodeado la paz y la carta magna en los últimos treinta años.

A saber: el proceso constituyente, democracia, participación social, los ciclos de la violencia, procesos de reconciliación y representación política, entre otros.

Los autores esperan que se convierta en aporte y material de consulta para quien desee conocer los dos hitos descritos: la Constitución Política de 1991 y el final del conflicto en Colombia.

Firma del acuerdo de paz entre el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño Echeverri. 26 de septiembre de 2016
Tras la firma del Acuerdo Final de Paz, el Presidente Santos le obsequió a Rodrigo Londoño una paloma de la paz.
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‘Fals Borda fotógrafo’, el libro que muestra la otra faceta del sociólogo

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: ‘Fals Borda fotógrafo’, que reúne 72 fotografías que el sociólogo tomó en Saucio, Cundinamarca, entre 1949 y 1964.

En 1949, el joven barranquillero Orlando Fals Borda tuvo su primer contacto con la vereda de Saucio en el departamento de Cundinamarca. Un paisaje cultural, rural y andino -tan distinto al suyo- que sería el epicentro de su reflexión sociológica.

Conocido por ser uno de los intelectuales colombianos más destacados de la historia, Fals Borda practicó, teorizó y enseñó hasta el final de sus días el concepto de ‘sentipensante’ para definir la investigación social desde una perspectiva respetuosa, empática y comprometida con las comunidades.

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Las 72 fotografías incluidas en este libro forman parte del diario de campo de aquella primera experiencia en Saucio.

Lejos de jerarquizaciones y maniqueísmos, las imágenes que componen este libro dan cuenta de la mirada de un fotógrafo sensible y original, que dignifica la condición humana y pone en valor el trabajo, la cotidianidad, los afectos y la templanza de los sectores populares de la Colombia rural de la primera mitad del siglo XX.

Este libro fue editado por Verónica Salazar Baena y Marlon Steve Celis. Puede comprarlo en este enlace.

Orlando fals borda
Orlando Fals Borda
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‘Urbanización y revolución en América Latina’, ¿la llegada de masas a las ciudades amenazó al capitalismo?

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: ‘Urbanización y revolución en América Latina’.

Este libro estudia, desde el punto de vista histórico, el problema clásico de las ciencias sociales acerca del significado político de las masas urbanas.

Es decir, la disyuntiva de si los cambios sociales suscitados por la urbanización de América Latina y la transferencia de millones de personas del campo a la ciudad implican una amenaza capaz de subvertir el orden social capitalista o si podían ser empleados para asegurar la continuidad del sistema en una situación de transformación acelerada de la sociedad.

La obra es una historia sobre las tecnologías sociales que se pusieron a prueba en Santiago de Chile, Buenos Aires y Ciudad de México frente a los dilemas planteados por la emergencia de las masas urbanas en la segunda mitad del siglo XX.

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Es una historia social de las ciencias sociales, pero en el sentido de saberes aplicados, puestos a prueba, reconstruidos y cuestionados cuando se ponen en juego, de forma contingente, con el saber histórico de las luchas urbanas.

Así, esta no es una historia de la ciencia y la técnica o de la formación de los campos relativamente autónomos del conocimiento que se ocupan de las ciudades en un sentido estricto, sino de cómo el saber se produce, se reordena y se pone en cuestión cuando se convierte en un método para gestionar el cambio social escenificado en los vecindarios urbanos.

Esta preocupación por la gestión del cambio social está delimitada, en la época de la Guerra Fría, por la pregunta sobre la relación entre urbanización y revolución en el Tercer Mundo.

Esta investigación fue realizada por Óscar Calvo Isaza.

Familiares de Wilmer Tulul, asesinado dentro del contenedor incendiado en Texas tras cruzar la frontera con México, afuera de su casa en el pueblo de Tzucubal, Nahuala, en Guatemala Foto: Johan Ordóñez / AFP
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‘Learning from Bogotá’: un análisis de la transformación urbana de la capital del país

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: ‘Learning from Bogotá’, en la que Rachel Berney analiza la transformación urbana de Bogotá a mediados de los años noventa.

Alguna vez conocida como la “capital de las drogas” y asociada con secuestros, violencia y excesos, Bogotá experimentó una transformación a mediados de los años noventa y comienzos de los 2.000 que algunos han denominado como un milagro.

A partir de fines de la década de 1980, la ciudad emergió de un largo período de inestabilidad política y social para convertirse en un modelo inesperado de desarrollo urbano mediante el rediseño y la revitalización del espacio público (parques, transporte y espacios abandonados) bajo el liderazgo de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa (este último reelegido en 2015).

En este libro, publicado originalmente en 2017 por la Universidad de Texas, Rachel Berney analiza cómo estos alcaldes trabajaron para transformar una ciudad en problemas en una pedagógica cuyos espacios públicos y políticas urbanas ayudaron a formar una ciudadanía más tolerante y consciente.

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Berney examina las contribuciones de Mockus y Peñalosa a través de los lentes del diseño urbano y la historia de la ciudad. Allí muestra cómo, a través del cuidadoso entrelazamiento de nuevos proyectos de transporte y espacio público, la recuperación del espacio que había sido privatizado y la restauración de espacios abiertos en ruinas, los alcaldes promulgaron una visión urbana ambiciosa para Bogotá.

Iluminando la compleja interacción entre la política formal, la planificación urbana y las estrategias sociales improvisadas, así como las consecuencias negativas que acompañaron la metamorfosis de Bogotá, Learning from Bogotá ofrece lecciones significativas sobre la posibilidad de un cambio positivo y duradero en las ciudades de todo el mundo.

“Una investigación exhaustiva y profunda de la muy elogiada transformación urbana de Bogotá a lo largo de los últimos veinticinco años. Al relatar los éxitos y desafíos de dos administraciones clave de la alcaldía en Bogotá, las de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, Berney presenta un argumento profundo sobre el poder de la inversión en el espacio público y su importante potencial transformador en la ciudad contemporánea”, opina Felipe Correa, autor de Beyond the City: Resource Extraction Urbanism in South America.

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‘Fronteras sin muros ni hegemonías: encuentros entre la Amazonia, América y Europa’

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: ‘Fronteras sin muros ni hegemonías, que analiza lo que ha ocurrido con los nacionalismos y el modelo neoliberal en varios países entre la caída del muro de Berlín y la pandemia del Covid-19.

Tanto para el análisis de la política contemporánea como para el estudio de las fronteras, la coyuntura marcada por la caída del muro de Berlín y el periodo subsiguiente seguirán siendo por mucho tiempo referencias obligatorias.

El énfasis y el trasfondo de lo que ha venido sucediendo en las fronteras amazónicas, en otros países de América e incluso en Europa, durante las tres últimas décadas, así lo confirman.

Este contexto global de surgimiento o reforzamiento de los nacionalismos es el mismo que ha visto crecer, “florecer” y, según muchos indicios, comenzar a marchitarse la doctrina neoliberal, aunque este marchitamiento parece estar aún lejos de consumarse.

Puede leer: 'Los páramos de Colombia': la investigación que amplía el conocimiento sobre estos ecosistemas en el país

Sin dejar de ser dicientes, los síntomas se muestran contradictorios cuando miramos que, por ejemplo, a la par que asistimos al fortalecimiento o la radicalización de una derecha desembozadamente racista y fascista en países como Estados Unidos y en varios de Europa, en América Latina parece consolidarse una segunda ola ubicada a la izquierda del espectro político, como una respuesta a un modelo económico, un modo de vida y de relación humana y con la naturaleza, depredadores que lucen cada vez más exhaustos.

Este libro, producto del diálogo académico y de conversaciones entre docentes e investigadores de la Amazonia, América y Europa, muestra algunos aspectos y detalles de cómo se presenta este periodo en las zonas y las regiones fronterizas de estos tres macroespacios, entre 1989 y 2019, aproximadamente, pocos meses antes de la aparición de la pandemia de COVID-19.

Este libro fue editado por Carlos Zárate, Jorge Aponte y Nicolás Victorino. Se puede comprar en este enlace.

Frontera Colombia y Venezuela
Frontera Colombia y Venezuela. Foto: Alerta Paisa
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‘Los páramos de Colombia’: la investigación que amplía el conocimiento sobre estos ecosistemas en el país

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: ‘Los páramos de Colombia. Características biofísicas, ecohidrología y cambio climático’.

El conocimiento actual sobre los ecosistemas de páramo es aún escaso y se ha concentrado, generalmente, en el componente de vegetación y solo en unos pocos páramos; sin embargo, estudios sobre el funcionamiento ecohidrológico de estos biomas son casi nulos.

Como resultado, hay gran disparidad en la información disponible sobre estos ecosistemas y en el acceso a ella. Este libro busca resarcir lo anterior, al incluir temáticas fundamentales, pero poco tratadas en estudios anteriores.

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A su vez, esta investigación amplía sustancialmente el número de páramos estudiados y, además, se presenta este nuevo conocimiento en español, lo que facilitará su lectura y aplicación por la población en general que vive y depende del páramo, las instituciones, los hacedores de políticas e investigadores.

Este libro está organizado en tres secciones que buscan abarcar tres áreas del conocimiento complementarias entre sí:

La primera sección explora el componente biofísico y los aspectos ambientales de los páramos en Colombia; la segunda, incluye un estudio profundo sobre el funcionamiento ecohidrológico de estos ecosistemas; la tercera sección indaga sobre los efectos ecohidrológicos del cambio climático y de los cambios en el uso del suelo.

La investigación de este libro fue liderada por Conrado Tobón M.

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‘Habitar, TRABAJAR, cultivar cuerpo y espíritu, circular’, el conjunto industrial Coltabaco y la modernidad en Medellín

Como parte de su alianza con la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, Diario Criterio presenta una de las novedades de ese sello editorial: ‘Habitar, TRABAJAR, cultivar cuerpo y espíritu, circular’, que analiza la influencia del conjunto industrial de la Compañía Colombiana de Tabaco S. A. en la arquitectura de Medellín.

La investigación Habitar, TRABAJAR, cultivar cuerpo y espíritu, circular. De la fábrica al conjunto industrial de la Compañía Colombiana de Tabaco S. A., Medellín, Colombia se deriva de la Maestría en Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (Sede Medellín), donde se presentó como trabajo de grado de su autor en 2015, obteniendo distinción laureada.

Este documento también obtuvo el tercer puesto en la categoría de Investigación, Teoría y Crítica en la XXVI Bienal Colombiana de Arquitectura y Urbanismo en 2018.

Además de analizar el conjunto industrial Coltabaco con perspectiva histórica dentro del contexto de la modernidad en Medellín, este texto busca documentar de manera urgente los vestigios de la arquitectura moderna en esta ciudad, pues están extinguiéndose y, peor aún, tras su desaparición, no queda memoria ni testimonio de este periodo arquitectónico y urbanístico.

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Esta obra realiza un aporte desde la disciplina a la construcción de un estado del arte, aún embrionario, a partir de la vocación industrial que ha tenido la ciudad.

Asimismo, el proceso investigativo ha sumado para que algunas edificaciones del proyecto en mención hoy se encuentren en lista para convertirse en bienes de interés cultural de la ciudad y convivan con la renovación urbana inminente.

Esta investigación fue realizada por Óscar Mauricio Santana Vélez. Puede consultar la tesis en la que se basa este libro aquí.

Conjunto industrial de la Compañía Colombiana de Tabaco S. A.
Conjunto industrial de la Compañía Colombiana de Tabaco S. A.
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