“La extradición dejó de ser un mecanismo disuasivo para los narcos”: María Elvira Samper

En su nuevo libro la periodista hace una historia de la extradición en Colombia. En entrevista con Diario Criterio explica la necesidad de regularizar el narcotráfico para acabar con la violencia en el país.

Hace unos días, la extradición volvió a estar en la palestra por cuenta de la propuesta del presidente de la República, Gustavo Petro, de darle un giro de 180 grados a la lucha contra el narcotráfico. Palabras más, palabras menos, dijo que no extraditaría a los narcos que se entreguen a la justicia colombiana, negocien con el Estado, entreguen sus bienes y abandonen definitivamente el crimen.

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La propuesta, recibida con aplausos por unos y rechazada por otros, es un capítulo más de la larga historia de la extradición en Colombia, iniciada hace casi 40 años y que ha sido la columna vertebral de las relaciones con Estados Unidos. Diario Criterio habló con María Elvira Samper, autora del libro ‘Extradición. De Lehder y los Rodríguez a Otoniel’, sobre el tema. Para ella, enviar a los narcos a Estados Unidos no produce resultados efectivos en la lucha contra las drogas.

Diario Criterio: ¿Por qué escribir un libro sobre un tema que ya ha sido tratado por muchos investigadores y periodistas?

María Elvira Samper: Fue la primera pregunta que me hice cuando me propusieron que escribiera sobre la extradición. En un principio pensé que escribir un libro era llover sobre mojado. Días después, concluí que efectivamente había ríos de tinta sobre el tema pero no estaban articulados. Entonces, vi que mi aporte sería acopiar parte de esos materiales y tratar de hacer un relato periodístico, porque no tengo mayor pretensión que hacer un registro de lo que sucedió y darle un hilo narrativo. Tejer alrededor de la extradición, que considero una columna vertebral, los ires y venires de nuestra historia de la guerra contra las drogas y de las relaciones narcotizadas con Estados Unidos. No sé si lo logré, espero que sí. 

Debo aclarar que no tengo ninguna pretensión académica porque no soy académica y me da pena que Sandra Borda en el prólogo diga que soy historiadora. Yo pedí a la editorial que quitaran esa parte porque no soy historiadora ni tengo esas pretensiones, pero no me hicieron caso.

Diario Criterio: Su libro cobra interés porque cuenta una historia del narcotráfico basada en la extradición y logra mostrar algo que poco se conoce: cómo este mecanismo se convirtió en la columna vertebral, no solo de una política internacional sino de la política interna del país. En ese análisis que hace de la extradición, ¿cuáles son las tesis que desarrolla en el libro?

M.E.S.: La primera conclusión que saco es que este mecanismo de cooperación judicial acabó transformado en uno político de coerción y una forma para pasar el sombrero a los Estados Unidos. La extradición nos quitó margen de maniobra y es la confesión tácita de que nuestro sistema judicial no ha tenido las herramientas, en  unas ocasiones más que otras, para luchar contra el narcotráfico.

Diario Criterio: ¿A qué se refiere con pasar el sobrero?

M.E.S.: La extradición sirvió, como mecanismo de coerción política, eso pasó durante el gobierno de Samper. En otras ocasiones, como en la presidencia de Andrés Pastrana, para sacar pecho por ser un país comprometido con la lucha antidrogas y así poder pasar el sombrero y recolectar dinero. El inicio del Plan Colombia fue en esencia eso.

Diario Criterio: Si uno ve cómo ha sido el desarrollo de la lucha contra las drogas en otros países de la región, uno se da cuenta de que ellos fueron más autónomos. ¿Los colombianos hubiéramos podido entablar unas relaciones más independientes con Estados Unidos en torno al narcotráfico?

M.E.S.: El país ha tenido unos márgenes de maniobra, pero muy estrechos. Usted lo ve, por ejemplo, en el caso del gobierno Gaviria. Él logró establecer una diferencia entre narcoterrorismo y narcotráfico. Al hacer eso, con el cuento del narcoterrorismo, que era un problema doméstico, se le abrió la posibilidad de dar soluciones domésticas. De allí surgió la política de sometimiento que, cuestionada o no, logró que los Ochoa se entregaran y que Pablo Escobar hiciera lo mismo, con todos los problemas e interrogantes que hubo alrededor. Ahí hubo un pequeño margen de maniobra. 

En general, la extradición ha sido coercitiva y nuestro margen de maniobra ha sido poco porque históricamente no hemos tenido recursos para combatir al narcotráfico y hasta hace muy poco teníamos una justicia muy débil y precaria; así como una institucionalidad muy corrupta y cooptada por los narcotraficantes. Durante buena parte de la historia del narcotráfico la justicia tuvo que operar con mecanismos extraordinarios bajo los estados de sitio. Además, operar por fuera de los designios de Estados Unidos era muy difícil porque ellos influenciaban los convenios internacionales antidrogas.  Bajo ese contexto uno piensa que hace unas décadas no había más alternativa que plegarse al país del norte.

Diario Criterio: Uno podría decir que en la lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos ha sido hipócrita, porque ellos no han sido unos santos en cuanto a relaciones con narcotraficantes…  

M.E.S.: Por supuesto, acuérdese de todo el escándalo Irán-Contras en el que el narcotráfico financió mucha de la guerra contra los sandinistas. Hay una hipocresía y una doble moral porque es muy fácil iniciar guerras que otros ponen. Esa concepción prohibicionista de que el problema es de los países productores y no de los países consumidores, que volvió a darle fuerza Donald Trump, es muy hipócrita.

Extradición De Carlos Lehder a Otoniel. 40 años de historia

Diario Criterio: El historiador Eduardo Saénz, en su libro ‘Conexión Colombia’ dice que ver a nuestro país como víctima de Estados Unidos en la guerra contra el narcotráfico es errónea porque, por ejemplo, los narcotraficantes no se inventaron las escaladas violentas, sino que estas venían por lo menos desde la Violencia bipartidista de mediados del siglo pasado. También afirma que esa victimización ha servido para esquivar responsabilidades. ¿Qué opina de esta tesis?  

M.E.S.: Es cierto lo que el historiador dice. Yo le agregaría que nos hemos presentado como víctimas y ese concepto del Estado fallido nos ha servido para recibir ayudas y fortalecer las fuerzas militares. El victimismo nos ha convertido en uno de los receptores de ayudas más grandes para luchar contra el narcotráfico en el mundo. La extradición también ha servido también para de evadir responsabilidades y para que las verdades incómodas se vayan para afuera. 

Pero, no podemos dejar de lado que esa lucha ha dejado muchas víctimas en Colombia, los campesinos, por mencionar algunas. Esa tesis nos lleva a pensar también por qué la violencia ha sido un instrumento privilegiado de solución de conflictos desde hace mucho tiempo antes de que apareciera el narcotráfico. Mire en la actualidad, México tiene unas violencias narcotraficantes espantosas, pero acá desde hace mucho tiempo hacíamos cosas como las aperturas de garganta y de los vientres de las mujeres. Entonces uno se pregunta: ¿de dónde acá esa violencia? Todo resolviéndolo a machete, a trompadas. Es algo muy complejo, porque tampoco quiero decir que nosotros llevamos la violencia en el ADN.

Diario Criterio: Pero el victimismo también ha servido para evadir las responsabilidades políticas de las élites o del Estado en el narcotráfico…

M.E.S.: O para ocultar la incapacidad de nuestros sistemas judiciales para aplicar justicia.

Diario Criterio: Al leer el libro aparecen datos interesantes como que Uribe, a finales de los años 80, estaba a favor de la legalización de la droga…

M.E.S.: Sí, como es interesante saber que Uribe quiso negociar con las FARC.

Diario Criterio: Ya que habla de las negociaciones con las Farc, esta guerrilla entregó las armas y el narcotráfico no se acabó y la violencia en algunas zonas del país se mantuvo. ¿Qué pasó?

M.E.S.: La solución de las violencias que hoy vivimos pasa por la solución del narcotráfico. Y esta solución no puede conseguir echando bala. No podemos seguir haciendo lo mismo, tenemos que cambiar. Por supuesto que esto hace parte de una transición y de un contexto internacional favorable. El mismo Santos ha dicho que cree en la legalización y en el cambio de óptica hacia las drogas, pero que sus ideas son imposibles de realizar si no hay un contexto a favor.

Diario Criterio: Cuando en el libro usted habla de paramilitarismo y extradición a uno le queda la siguiente pregunta: ¿El paramilitarismo fue el brazo político o el proyecto político del narcotráfico o había un paramilitarismo puro, uno ligado al narcotráfico?

M.E.S.: El paramilitarismo siempre estuvo penetrado por el narcotráfico. Ahora, que había un proyecto político detrás, sí, algo tan cierto como que hubo unidades de militares metidas en el proyecto. Mire lo que fue el famoso ‘Baile Rojo’, un proyecto en el que estaban metidos militares en el Magdalena Medio para acabar con la UP. Y mire  la discusión que hubo dentro de las autodefensas entre Castaño y Mancuso y otros. A Castaño lo defenestran de jefe militar cuando él, según se dice, empezó a buscar arreglos con la DEA y les dice a sus compañeros que hay que separarse del narcotráfico.  Él pierde la pelea porque los otros están metidos en ese negocio ilegal.

También ocurrió el fenómeno de la venta de franquicias en la que narcotraficantes puros, que no tenían un proyecto político como los paramilitares, ingresan a las AUC. Mi teoría, puede no ser válida, es que los paramilitares se entregaron o negociaron porque ya habían logrado lo que buscaban: la penetración política. Tenían sus fichas en el Congreso, cooptaron administraciones locales… Entonces, con el objetivo logrado entregaron las armas a cambio de la no extradición.

Diario Criterio: ¿A los jefes paramilitares Uribe los engaño con la promesa de no extraditarlos? 

M.E.S.: Yo creo que sí les puso conejo, porque si se leen todos los intríngulis y cómo se negoció por debajo de la mesa esa es la conclusión a la que se llega. El problema comenzó cuando entregaron las declaraciones en las audiencias de Justicia y Paz en las que hablaron y destaparon ollas podridas que comprometían a empresarios y políticos muy distinguidos. Es en ese momento cuando los extraditan con la excusa de que estaban delinquiendo. ¡Cierto, pero lo estaban haciendo desde antes! A ellos los extraditan cuando empiezan a hablar. Es la extradición de verdades incómodas.

Diario Criterio: Pero los políticos y autoridades colombianas dicen que ellos podían seguir colaborando y decir esas verdades incómodas…

M.E.S.: Le pongo el caso de Don Berna que se ha negado a seguir participando en las audiencias de Justicia y Paz y aduce muchas razones para no hacerlo: que no puede decir lo sucedido porque no tiene contactos con sus base o antiguos ejércitos, que no tiene la seguridad para hablar… y como allá en Estados Unidos lo condenaron a 31 años entonces no tendrá muchas ganas de hablar, aunque recientemente dijo que estaba dispuesto a colaborar en la propuesta de paz total. El problema de ese tipo de extradiciones es que a Estados Unidos solo le importa el narcotráfico y no los muertos y los crímenes de lesa humanidad que estos paramilitares cometieron aquí. Y para acabar de completar los estadounidenses desnaturalizaron la extradición. Ahora usted ve a los de la DEA, ex fiscales y abogados buscando narcos para proponerles que se entreguen a la justicia de su país. Y les ofrecen que den tanta cantidad de dinero e información a cambio de unas penas reducidas y de quedarse allá. Eso es lo que más me indigna, la doble moral. A nosotros nos aprietan las tuercas mientras que su justicia termina beneficiando a los narcos.

Diario Criterio: ¿Cuál es la evaluación que usted hace de la extradición?

M.E.S.: No se puede dar una única respuesta porque la evaluación hay que hacerla de acuerdo con la época.  En el caso del gobierno Barco, no había más alternativa, la extradición sí era una medida a la que los narcos le tenían miedo. Hoy, no sé si sea buena idea porque ya no es disuasiva. El mejor ejemplo son los Rodríguez. Ellos hacen un pacto inédito de pagar una pena en Estados Unidos con la condición de que no persigan a sus familias. Y lo sucedido con Otoniel demuestra que la extradición ya no es el mecanismo por excelencia para luchar contra el narcotráfico. Él se va sin decir muchas verdades y al poco tiempo el Clan del Golfo decreta un paro armado. ¿Desarticulamos al Clan del Golfo con la extradición de Otoniel?

Diario Criterio: Luego de leer el libro y confrontarlo con lo que ha dicho Gustavo Petro, ¿es posible que ahora haya relaciones de igual a igual con Estados Unidos con respecto a la lucha antidrogas, como lo ha dicho el presidente?

M.E.S.: No quiero decir esa expresión vulgar pero lo que dice el gobierno al respecto es un pajazo mental, parece utópico. Además porque la lucha contra el narcotráfico, en términos militares y sociales, depende mucho de Estados Unidos, y eso vuelve más complejo aumentar los márgenes de maniobra, sin contar con las presiones a las que recurren los estadounidenses para meter en cintura al país, como sucedió con Samper. Aún así, también tengo la esperanza de que los nuevos vientos que corren en el mundo con respecto a la lucha contra las drogas puedan servir para que Petro busque cambiar el paradigma prohibicionista porque no podemos seguir repitiendo lo mismo.  Yo creo que el camino es la regularización, mientras eso no se haga, es difícil que la situación en el país cambie.

Diario Criterio: La piedra angular de la paz total de Petro es la negociación con el ELN y el sometimiento del Clan del Golfo, organizaciones metidas hasta el cuello en el narcotráfico. ¿Es posible que el presidente tenga la misma suerte que Santos, quién contó con un apoyo de Barak Obama para el proceso de paz con las Farc y no se opuso a las negociaciones por el hecho de que las Farc vivieran del narcotráfico?

M.E.S.: En este momento no es posible asegurarlo, puede que Petro sea afortunado y tenga suerte con Joe Biden, pero también existe la posibilidad de que Biden pierda mayorías en el Senado y tenga que apretar las tuercas a Colombia. Eso le sucedió a Bill Clinton, que al inicio de su gobierno era menos proclive al prohibicionismo pero como consecuencia de la política interna tuvo mostrarse como un presidente firme en la lucha contra la droga. 

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Diario Criterio: Pero en la paz total de Petro la extradición va a ser un punto fundamental…

M.E.S.: Por su puesto, la pregunta es: ¿los Estados Unidos le van a jugar a eso? No creo o no sé, porque la extradición es un punto muy sensible para ellos.

Diario Criterio: ¿Qué opina de la paz total de Petro?

M.E.S.: Lo de la paz total suena muy bonito pero todavía lo veo muy inmaduro. A mí me parece que están hablando mucho y dando noticias diarias al respecto. No sé qué tan bueno sea eso. El proceso con las Farc funcionó por la discrecionalidad y confidencialidad con que se manejó la cuestión. Fueron dos años en los primeros contactos y pocos se enteraron. Pero ahora disparan anuncios como si fueran fuegos artificiales y no sé si sea buena estrategia porque a la propuesta le falta mucho por madurar.

Y vuelvo al punto que he dicho en la entrevista, mientras no regularicemos el narcotráfico, no se acabarán las violencias asociadas a este fenómeno incluyendo las del ELN y el Clan del Golfo.

Diario Criterio: ¿Por qué dice que a la propuesta le falta mucho por madurar?

M.E.S.: Si bien me parece bueno que Petro quiera cambiar de paradigma, todavía no es claro cómo lo hará, porque no es lo mismo negociar con el Clan del Golfo que con las bandas que les hacen outsourcing. Me parece que hay una telaraña muy grande en el tema del narcotráfico y por ello no puede decir que se sienta a  negociar con cualquiera porque creo que se crearía el incentivo perverso de que cualquier grupo criminal se sienta con la legitimidad de hablar con el gobierno. Yo vería relativamente viable las negociaciones con el ELN y creo que el eje debería ser cómo articular una mesa de conversación con una guerrilla federalizada, algo bastante complejo.

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