‘El Niño’ no es un juego
Todos los colombianos debemos estar atentos a las recomendaciones de las autoridades y adoptar, desde ya, medidas de ahorro y uso eficiente del agua.
De acuerdo con las mediciones de las agencias internacionales y de los análisis del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), persiste el calentamiento de la temperatura superficial del océano Pacífico ecuatorial, con valores superiores al promedio histórico. Igual ocurre en la subsuperficie. Además, continúa el debilitamiento de los vientos alisios en los niveles bajos de la atmosfera.
Esto les permite declarar que el fenómeno de “El Niño” se extenderá, con un 80 % de probabilidad, hasta mayo de 2024.
Esta información la debemos tomar con respeto, con sensatez y con responsabilidad; pero sin alarmismos ni estridencias. Al fin de cuentas, el fenómeno del Niño es un fenómeno de variabilidad climática que tiene una larga historia geológica, y que ya muchas cosas nos han enseñado.
Como se sabe, el Niño se caracteriza en nuestro país por una disminución de las lluvias y un aumento de las temperaturas que suelen ocasionar incendios forestales, sequias, desabastecimiento y afectaciones en la producción agrícola, ganadera y energética.
Entre 2015 y 2016 Colombia experimentó un Niño de extraordinaria crudeza. Se perdieron casi 200.000 hectáreas por incendios forestales, el río Magdalena bajó su caudal a niveles históricos, más de 200 municipios fueron declarados en calamidad por desabastecimiento y se tuvo que invertir 1.6 billones para atender las emergencias. El Niño débil de 2018-2019 afectó la nación en idénticos sectores, aunque con consecuencias menores.
Lea, de este columnista: El fenómeno del Niño y la crisis del agua
Nuestro departamento costeño del Valle del Cauca padeció racionamientos en Cali, Dagua, Vijes, Yotoco, Ginebra, Ansermanuevo, Toro, La Unión, Roldanillo, Obando, La Victoria y Zarzal. El gobierno departamental tuvo que realizar obras de reducción del riesgo en diferentes municipios con riesgo alto de sequía. En el último Niño débil de 2018-2019, solo se presentó racionamiento en Vijes, ante lo cual Vallecaucana de Aguas construyó un pozo de aguas subterráneas para enfrentar situaciones similares.
Vale la pena advertir que este fenómeno de variabilidad climática no se presenta con igual ímpetu en todas las regiones del país y que los períodos cruciales y peligrosos suceden cuando se compinchan las fuerzas de las dos temporadas de verano con la fuerza del Niño, magnificando los efectos.
Por observaciones de años anteriores, se sabe que en la región Caribe y en la región andina el impacto del Niño es altamente significativo, tanto en deficiencia pluviométrica como en aumento de la temperatura.
Mientras que, en las regiones Pacífica, Amazónica y de la Orinoquía las deficiencias de lluvias son menos significativas o no significativas. La clave podría estar en el manto de protección que ofrecen los árboles. Al Pacífico lo protege la selva tropical húmeda del Chocó Biogeográfico y en el oriente actúa la poderosa selva amazónica. Por eso se dice que, en las zonas selváticas del país, en realidad, hay dos temporadas climáticas: una de lluvia y otra de más lluvia.
Lea, en DIARIO CRITERIO: 🔗La expansión ganadera en el Guaviare arrasa con los parques naturales 🔗La Mojana: ¿una luz al final del túnel u otra promesa incumplida?
Es que los árboles sirven hasta para fabricar remedios: “el bosque no sólo absorbe gas carbónico y entrega a la atmosfera oxígeno, como nos lo enseñaron en la escuela; sino que, además, produce ríos de vapor de agua que después, como lluvia, favorecerán la recarga de los acuíferos; produce vientos beneficiosos; protege las playas de las olas, atenúa las inundaciones, morigera el clima, brinda diversidad biológica y de ñapa, mejora los suelos al producir capa vegetal, entre otros servicios ecosistémicos (1)”.
Por eso jamás me cansaré de repetir que “el bosque es la gran maravilla de la naturaleza, la más portentosa fábrica de vida y el eslabón vital del ciclo del agua. Ante su magnificencia palidecen todas las creaciones humanas y los ilusorios oropeles de la modernidad. Ya no nos podemos equivocar más: requerimos de un colosal esfuerzo que erradique de inmediato su destrucción y propicie su regeneración (2)”.
En el departamento costeño del Valle del Cauca este año, en la primera temporada seca con Niño, se dieron intensos aumentos de la temperatura y una baja en las lluvias, pero no se registraron cortes en los servicios públicos en ningún municipio.
En esta temporada de invierno con el Niño hasta el momento no se han registrado desabastecimientos por sequía en ningún municipio.
Pero nadie puede confiarse: los expertos consideran que la próxima temporada de verano aunada al Niño, correspondiente a diciembre del 2023 y enero y febrero del 2024, podría traer eventos indeseables.
Las estimaciones del viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico indican que 162 municipios del país tienen riesgo alto de sequía, 440 están en riesgo medio, 142 en riesgo bajo y 377 no presentarán afectaciones.
Lea, de Pedro Barco: Los ríos de la Sierra Nevada de Santa Marta y sus estuarios
Para el departamento costeño del Valle del Cauca, cinco municipios tienen riesgo alto de sequía que podrían llevar a desabastecimiento: La Cumbre, Vijes, San Pedro, Ansermanuevo y La Unión; veinte municipios están en riesgo medio: Zarzal, Roldanillo, La Victoria, Toro, Yumbo, Obando, Sevilla, Jamundí, El Cerrito, Restrepo, Yotoco, Río Frío, Bolívar, El Dovio, Florida, Candelaria, Ginebra, Trujillo, Versalles y Argelia; por último 4 municipios tienen riesgo bajo y 13 municipios no presentarán afectaciones.
Por eso, el viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico viene impulsando una “Estrategia del Sector de Agua y Saneamiento Básico para Afrontar los Impactos del Fenómeno del Niño con Enfoque Territorial” en la que se parte de un diagnóstico nacional que debe ser validado y detallado por los consejos departamentales de gestión del riesgo de desastres a instancias de los gestores del agua, para poder vislumbrar cual es la “real magnitud de la posible emergencia en cada departamento”.
Por otra parte, el ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible lanzó la campaña “El Niño no es un Juego” para prevenir incendios forestales en esta temporada mediante la creación de brigadas forestales comunitarias, así como buscar que los municipios activen convenios con los cuerpos de bomberos y que la ciudadanía sea más activa en la prevención.
Realmente el Fenómeno del Niño no es un juego y todos los colombianos debemos estar atentos a las recomendaciones de las autoridades y adoptar, desde ya, medidas de ahorro y uso eficiente del agua. El conocimiento del riesgo implica utilizar la información científica, técnica, social y cultural y es la pieza fundamental para la toma de decisiones. Vamos avanzando.
- Carlos Eduardo Calderón Yanten, PhD; Gustavo Eduardo Moreno Angulo, Mg; Pedro Luis Barco Díaz. El árbol, maravilla de la naturaleza y eslabón vital del ciclo del agua. 2 de marzo de 2019.
- Ibídem.
Siga con más de este columnista: 🔗La espeluznante ineficacia de las medidas agrarias en Colombia 🔗Nuestra verdadera riqueza son las selvas y los ríos
1 Comentarios
Deja un comentario
Hola Pedroluis.
Acertado y oportuno análisis de la situación actual de este fenómeno cíclico natural.
Conozco de primera mano tu pasión y rigurosidad con estos temas y tu responsabilidad a la hora de tratarlos.
Por supuesto que, atendiendo a tu llamado, haremos lo pertinente para difundirlo y procurar paliar la contingencia.
Gracias Pedroluis por tu escrito.
¡Abrazo!