‘Fiesta de ovejas descarriadas’, una celebración de las posibilidades del cuento

La escritora colombiana Consuelo Triviño escribe sobre el libro de cuentos más reciente de la bogotana Lina María Pérez Gaviria, publicado bajo el sello Seix Barral.

Por Consuelo Triviño Anzola *

Lina María Pérez Gaviria (Bogotá, 1949) se ha consolidado como virtuosa del cuento. Así lo demuestra en Fiesta de ovejas descarriadas, su más reciente publicación. Desde el título, este volumen se nos presenta como una celebración del género, con las posibilidades que ofrece. Así, explora los recovecos de la conciencia y descubre desde lo insólito que atrae, hasta los peligros que amenazan al individuo. Son dieciséis piezas en las que el humor negro, la ironía y la mordacidad, características de la obra narrativa de Pérez Gaviria, vuelven del revés el espacio de la página. Algunas de las piezas recogidas aquí son tan breves que podríamos categorizarlas como microrrelatos. Pero no es la extensión lo que en verdad definen estos cuentos, sino la tensión, que aquí nos lleva al paroxismo. Al respecto, la autoría declararía en alguna oportunidad sobre sus cuentos: “…los concibo desde el humor negro donde puedo mirar con ironía a mis personajes atrapados en situaciones extremas dentro de rutinas cotidianas.”

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Amor, locura, muerte, enfermedad, obsesiones, delirios, catástrofes naturales, o causadas por una maquinaria perversa que maneja la suerte de los humanos. ¿Somos juguete del azar? Quizás. Contra el destino se rebelan las ovejas descarriadas que, desesperadas desafían preceptos, mandatos, normas o ataduras, buscando una salida a sus obsesiones. En esta línea reconocemos a maestros del género en nuestro continente, como el uruguayo Felisberto Hernández, cuyas criaturas se mueven entre lo cotidiano y lo extraordinario en espacios oníricos, como La casa inundada; o al otro lado de la vida, igual que La envenenada. Si fuésemos más atrás en el tiempo y encontraríamos este descarrío en el Romanticismo europeo, como por ejemplo en autores como E. T. A. Hoffmann. Recuerdo en mi juventud el impacto de un cuento como Hombre de Arena, que trajo a mi memoria terrores infantiles. Estas narraciones, por lo general, exploran la atracción por lo irracional, y la necesidad que tenemos los seres humanos de asomarnos al lado oscuro, tan deseado como temido.

En Fiesta de ovejas descarriadas nos situamos en el presente y reconocemos temas, lugares y personaje cercanos. Con ellos escapamos del acoso de las redes, del temor de convertirnos en monstruos, del miedo a no poder liberarnos de un duende que se cuela en nuestras ficciones, del dolor por la pérdida de un ser esencial, de la angustia a encontrarnos en un mundo sin pájaros, ni flores, ni bosques; de las mentiras del poder y la resignación que consume a los vencidos.

Fiesta de ovejas descarriadas de Lina María Pérez portada

Todo empieza con una punzada, la sensación más común en estos cuentos. La muerte puede sorprendernos cuando aún nos estábamos preparados para dejar este mundo. También podríamos no reconocernos en el espejo, y aceptar que estamos muertos por el hedor que emana del cuerpo. La punzada se siente en el corazón o en el cerebro y es como una espina, un espasmo, un aullido que oprime. Se trata de un instante que separa la vida de la muerte. El cuento, justamente, intenta agarrar ese instante.

Convenimos en que la literatura también es un juego que permite a los lectores imaginar ser otros, percibir el sufrimiento, mientras pretenden, sentados cómodamente, adueñarse del tiempo y controlar a esas criaturas errantes, pasando las páginas de sus vidas. Con perversidad infantil, corremos tras la oveja descarriada; o espiamos a aquella otra que lucha por existir, mientras sufrimos impotentes por quien cree perseguir la felicidad, huyendo de ella. Quizás rabiamos con esa chica rebelde que contradice la autoridad, que desprecia las leyes de la física y la lógica, negando la muerte de quien vive en ella. Lloramos, incluso, al hombre de negocios que cae fulminado por un infarto.

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Gracias a la metáfora, o al efecto de realidad, estos cuentos nos contagian la locura, el miedo, o el dolor. Insisten en que los descarriados levantan su reino y, a veces, imponen con violencia la desgarradora belleza de sus pesadillas. Porque el cuento impone sus reglas en un mundo degradado, desafía a quienes pretenden arrebatarnos la capacidad de soñar. Por suerte para nosotros, todo es posible gracias a la imaginación, que nos otorga el derecho a existir.            

En este orden se agitan las ovejas descarriadas de Lina María Pérez Gaviria, buscando puntos de fuga o rincones secretos, en ese otro lado que nos promete el país de las maravillas donde descubrimos criaturas extrañas, como en uno de estos cuentos, “El hombre del sombrero”, que rondan en la cabeza. Desde la curiosidad y el asombro descubrimos que, sobre la cabeza de ese hombre, que jamás se quita el sombrero, habitan personitas ruidosas y alborozadas, que cantan y bailan, ovejitas con piel de terciopelo, que corretean entre diminutos dinosaurios. Una celebración que me devuelve el goce de la lectura.

* Escritora y ensayista colombiana, autora de libros como Prohibido salir a la calle (1997) y Ventana o pasillo (2021)

1 Comentarios

  1. Gladys González Arévalo

    Estimados directores del Periódico Criterio:
    Muy interesante el Artículo del comentario de Consuelo Triviño Anzola, sobre el libro “Fiesta de ovejas descarriadas”, de la escritora Lina María Pérez a quien conozca hace tiempo.
    Espacios como éste en este importante diario son los que hacen que los escritores difundan sus obras literarias en los diferentes géneros.
    Aprovecho a comentarles que desde mi actividad de la Antropólogí cultural, Artista Plástica, Investigadora de la música y la Cultura colombiana, soy autora de varios libros, y conferencista sobre los temas de los mismos. Igualmente, columnista de Artículos en algunas Revistas Culturales, razón por la cual, les pregunto si tendrían interés en publicar algunos, e igualmente algún comentario sobre los libros de mi autoría.

    Congratulaciones por la importante labor periodística y les deseo mayores éxitos.
    Agradezco su atención, quedo atenta a su amable respuesta.
    Cordial saludo,
    Gladys González Arévalo
    E-mail: [email protected]
    Whats App: 315 897 26 36
    Bogotá D. C.

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