La insoportable levedad de las críticas a Francia Márquez
Luis Guillermo Vélez reduce a Francia Márquez a su historia personal, invisibilizándola como profesional, lideresa social, defensora de derechos humanos y ambientales, etcétera.
El señor Luis Guillermo Vélez Cabrera acaba de publicar una columna de opinión en La Silla Vacía, titulada La insoportable levedad de Francia. No quisiera entrar en debate con las ideas que la conforman sino más bien iluminar algunos presupuestos implícitos en ella. Esta columna será un comentario y análisis de la de Vélez.
Me parece que la columna tiene tres referentes entrelazados: Francia Márquez, las personas que votaron y votarán por ella y Gustavo Petro. La tesis de fondo de la columna radica en el peligro que un gobierno Petro-Márquez representaría para el país. El medio utilizado para sustentar esta tesis es una crítica a Francia Márquez debido a su supuesta falta de capacitación. El sustento para la tesis se ofrece al final de la columna, cuando se menciona a “otros países de la región que decidieron ‘cambiar el modelo’”.
Supongo que entre aquellos países que el columnista tiene en mente se encuentran la Venezuela de Chávez y Maduro, la Bolivia de Morales, Nicaragua y, tal vez, el Brasil de Lula, la Argentina de los Kirchner y el Uruguay de Mujica. Vélez afirma que muchas de las políticas que propone el Pacto Histórico son las mismas que estos gobiernos implementaron y llevaron a su fracaso. No dice nada más al respecto, solo un lapidario: “De eso no hay ninguna duda”.
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Para que no haya ninguna duda sería necesario mostrar, por un lado, que son las mismas políticas y, por el otro, que decididamente fracasaron. Si no se hace este ejercicio, simplemente tendremos unas afirmaciones repetidas ad nauseam y convertidas en verdaderas debido a esta repetición automática, como el ‘castrochavismo’ que Petro representa y cuyo significado no es fácil de iluminar.
Pienso que hay varias políticas implementadas por gobiernos de izquierda cuya rotulación como fracasos podría ser debatida vigorosamente (política de regalías y protección del medioambiente en Bolivia, Bolsa Familia en Brasil, diversificación energética y política salarial en Uruguay), a no ser que la posición política que Vélez habita excluye de por sí la posibilidad de cualquier logro generado por políticas de izquierda. En cualquier caso, si queremos ser honestos con los lectores, no basta con decir simplemente que no hay ninguna duda sobre nuestras opiniones.
El referente principal de la columna es Francia Márquez. Si el tema es el fracaso de las políticas de izquierda, tanto en el pasado como en el futuro, ¿qué papel cumple ella, además de ser fórmula vicepresidencial del partido político que tiene opciones reales de actualizar estos fracasos en Colombia en el futuro inmediato? El problema que Vélez ve en Francia es su falta de preparación para el cargo que posiblemente ocupe en unos meses.
Este es el papel que juega la referencia al programa reality Factor X y al cantante Francisco Villarreal, la cual ocupa el primer tercio de la columna. Según Vélez, ni Francia Márquez ni Francisco estaban preparados para el papel que iban a asumir. Francisco, a pesar de ser un cantante más bien mediocre, salió elegido por el público para luego estrellarse contra la realidad y fracasar estrepitosamente, mientras que Francia… Aquí parece haber un quiebre en el paralelismo, el cual requiere de una contorsión argumentativa para sostenerse en tanto Francia aún no ha fracasado debido a su supuesta falta de preparación.
Además, las únicas razones que ofrece Vélez para justificar su afirmación de que Francia no está capacitada para el cargo de vicepresidenta es que las personas que votaron por ella lo hicieron por su condición de ser mujer afro, y no por su preparación. Así como los votantes en Factor X lo hicieron por Francisco Villarreal por su condición de campesino analfabeta con una conmovedora y meritoria historia personal de sacrificio y superación.
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Esta afirmación presupone saber el razonamiento detrás de los casi 800.000 electores que votaron por ella. Si alguien está reduciendo a Francia a su construcción identitaria como mujer afro es el columnista en tanto no hace el mínimo esfuerzo por iluminar quién es Francia ni qué ha hecho en su vida más allá de decir que tiene una historia personal cuyo carácter admirable también condiciona.
Es curioso cómo barre debajo del tapete del campo de lo personal su titulación como abogada, su experiencia de más de 20 años en derechos humanos y medioambientales, su participación en los diálogos de paz, su participación en el Consejo Nacional de Paz y Convivencia. Es Vélez quien termina reduciendo a Francia a ser una mujer afro campesina, para luego proyectarles esa reducción a sus votantes como razón para su voto.
En un país con el grado de violencia que ha sufrido Colombia en los últimos 70 años, donde todos o casi todos sus problemas estructurales están vinculados de una manera u otra con dicha violencia, la experiencia de Francia Márquez podría valorarse un poco más que reduciéndola a una historia personal posiblemente admirable. No estoy afirmando que su experiencia particular la haga necesariamente una vicepresidenta capacitada y preparada. Simplemente quisiera poner en evidencia que aún las opiniones requieren de un mínimo sustento argumentativo si a alguien le interesa persuadir a sus lectores.
En el caso de nuestro columnista, simplemente reduce a Francia a su historia personal, invisibilizándola como profesional, lideresa social, defensora de derechos humanos y ambientales, etcétera, y luego confirma esta reducción en tanto afirma sin pruebas que es la razón de su votación. Sin embargo, a diferencia de Francisco en Factor X, quien está reducido a su condición de cantante debido al formato mismo del programa, es Vélez quien reduce a Francia a sus rasgos identitarios de mujer campesina afro.
Otra crítica ofrecida es que Francia Márquez solo parece tener eslogans de campaña y no ideas políticas para “parar la inflación, sostener el déficit fiscal, generar empleo, acabar con la pobreza y construir infraestructura”. No obstante, como el mismo Vélez lo dice más arriba, el único criterio para ser vicepresidente es servir como llanta de repuesto en caso de que el presidente no pueda ejercer sus funciones. Así que las ‘ideas políticas’ de Francia serán las mismas de su fórmula presidencial y del partido político que ellos representan.
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De nuevo, no estoy necesariamente defendiendo el programa político del Pacto Histórico sino resaltando que la crítica dirigida por Vélez a Francia cae en una especie de argumento ad hominem, donde le critica la falta de ideas políticas con base en el supuesto de que sus electores votaron por ella solo por ser mujer afro campesina.
Vélez utiliza su descripción de los hípsters del Parkway que (según él) parecen ser la fuente de votos a favor de Francia Márquez para desacreditarla sin debatir sus ideas ni sobre la tenencia de la tierra, ni sobre los métodos de extracción, ni sobre el proceso de paz, ni sobre la democratización, ni sobre el modelo de producción económica. De nuevo, el punto aquí no radica en afirmar que sus ideas políticas son adecuadas para Colombia, sino en no evadir este debate invisibilizándolas a costa de su reducción identitaria como mujer afro campesina.
Al final de la columna, Vélez asevera que todos los presidentes de los últimos 30 años, al margen de sus aciertos o fracasos, han actuado de buena fe y han tenido las mejores intenciones. No es fácil entender el papel de esta afirmación, a menos que esté estableciendo un contraste con un posible futuro gobierno de izquierda que intente ‘cambiar el modelo’. En este caso, ni su fe ni sus intenciones serían las mejores. A diferencia de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, quienes han tenido las mejores intenciones a pesar de sus fracasos, la intención de un gobierno de izquierda Petro-Márquez parecería ser entonces destruir al país.
La consecuencia lógica a la que lleva esta postura es deslegitimar de antemano cualquier discurso o idea política generado por la izquierda ya que con quien se propone destruir no se puede intentar llegar a un acuerdo sobre o debatir cómo construir. Esto equivale a afirmar que la izquierda no es una alternativa política sino que se sale del campo de lo político; no es un interlocutor digno en el ejercicio de la política. De paso, hace superflua la crítica a Francia Márquez como incapacitada para su cargo en tanto, como política de izquierda, y al igual que Petro, de todas maneras sería una pésima vicepresidenta en tanto ni tendrá las mejores intenciones ni actuará de buena fe.
Encontramos aquí una tensión entre, por un lado, el peligro real para Vélez de un gobierno de izquierda (consecuencias negativas que podrían durar por generaciones) y, por el otro, la insoportable levedad de la candidata a vicepresidenta de ese proyecto político, quien, en lugar de estar capacitada y actuar de buena fe en el mejor ejercicio de sus habilidades (como todos los presidentes anteriores: ‘hombres blancos, burgueses de clase alta con educación de élite’) se la pasa haciendo doble mención de género en sus participaciones políticas y utilizando el racismo y el clasismo como escudo y arma para sostener su levedad.
Pareciera que Francia es objeto de ridículo, no merece que se la tome en serio. Por eso, la columna de Vélez no es realmente sobre ella sino sobre el hecho de que se la están tomando en serio. En últimas, es una crítica no a Francia sino a sus votantes. Para ella solo queda la burla. Es objeto de una doble estrategia: primero, reducción a su identidad racial, de género y de clase; y luego, invisibilización en tanto el problema real son sus casi 800.000 votantes. No podemos llamar a este tratamiento ni racista ni clasista ya que Vélez, de manera ingeniosa, ha logrado construir su propia muralla defensiva al tiempo que critica la de Francia y sus seguidores. Solo nos queda hacer referencia a la dignidad, una de las ideas fundamentales en la vida política y pública de Francia Márquez.
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4 Comentarios
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Luis Guzmán devela la columna de Vélez, que respira el sectarismo de un hombre blanco, burgués, de clase alta y educación de élite, hombres que en la mayoría de casos han actuado en la presidencia sin buena fe. la misma que le permite decir contraevidentemente que en los últimos 30 años el país viene mejorando, o se refiere al país de los blancos, burgueses, de clase alta y educación de élite, educación que como en este caso es usada para “fechitizar¨ la pseudo democracia colombiana y en muchos casos para engañar y preservar impúdicos y punibles intereses ya no sólo de clase
Francia Marquez es una mujer admirable pero para nada extraordinaria. Ese entorno que le celebra absolutamente TODO lo que ella dice y hace, le puede estar haciendo mucho daño a Francia. No olviden que todo ser humano está propenso a desubicarse y perder la noción de si mismo cuando todo aquel que le critica es señalado de racista, machista o burgués.
Por ejemplo, yo pienso que el lenguaje inclusivo es un embeleco antiestético que pretende dos cosas muy ridículas: 1- cambiar el idioma a la fuerza. 2- volver el mundo más tolerante con el uso de una letra.