La expansión ganadera en el Guaviare arrasa con los parques naturales

Amazonia

El primero de enero de 2016, el conocido y polémico terrateniente de la región Nevio Echeverry ocupó por segunda vez la Gobernación de Guaviare. Pese a las sombras que pesan sobre él, relacionadas con presuntas conexiones con el paramilitarismo en los años noventa, corrupción, nepotismo y una sanción de la Procuraduría General durante su primer mandato, logró ganar con un discurso de vender al Guaviare como tierra fértil para la agroindustria y la ganadería.

En sus cuatro años de mandato se dedicó a defender su modelo económico que, según él, traería prosperidad. Constantemente se le escuchaban frases como: “Los campesinos lo que quieren es ganado”, “tenemos pastos hechos para 300.000 reses”, “necesitamos plata para ganado”.

Por la misma época, la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) anunciaba con bombos y platillos la ampliación de sus oficinas y actividades en todo el Guaviare, pues según sus líderes, un informe del Instituto Geográfico Agustín Codazzi mostraba que “el 60,3 por ciento de este departamento son tierras aptas solo para la cría de ganado y plantaciones forestales”. Al parecer, toda una aparente tergiversación de lo dicho por esta entidad que ha asegurado, por el contrario, que menos del 1 por ciento de sus suelos son aptos para esta actividad.

Guaviare, convertido a la fuerza en departamento ganadero

De hecho, investigaciones realizadas por diversas instituciones han demostrado que la vocación ganadera, que se ha acelerado en las últimas dos décadas, se hizo a costa de transformar el bosque primario en praderas. Un estudio hecho por el Incoder sobre la Zona de Reserva Campesina del Guaviare concluyó que las “actividades ganaderas ocupan el 96,1 por ciento del área destinada a la producción agropecuaria en el Guaviare, lo cual contradice todas las indicaciones y recomendaciones de uso por vocación del suelo”.

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A pesar de la evidencia científica, el sueño de Nevio Echeverry de ver al Guaviare como una potencia ganadera y agroindustrial pelechó. Inversiones departamentales y locales han invertido miles de millones de pesos en ampliar el hato ganadero. Solo la Alcaldía de Miraflores ejecutó 1.750 millones de pesos para fortalecer la actividad.

Nebio Echeverri promotor de la ganadería extensiva en la Amazonía

El resultado en los últimos años se ha visto reflejado en un aumento exponencial de la población bovina en el departamento. De acuerdo con la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), en solo tres de los cuatro municipios del Guaviare (San José, El Retorno y Calamar) las cabezas de ganado pasaron de 274.011 en 2016 a 490.469 en 2021, un aumento del 78 por ciento.

Cabe anotar que la expansión ganadera en el Guaviare hunde sus raíces en la colonización de este territorio, que inició hacia la década de los años cuarenta del siglo pasado. En distintos momentos, el mismo Estado ha impulsado proyectos de volver al Guaviare un hato ganadero, de la misma manera que lo hizo en lugares como Meta, Casanare o Arauca.

Pero su crecimiento acelerado, ocurrido en las últimas dos décadas, debido a la política de garrote del gobierno de Álvaro Uribe, pero también de la zanahoria de Juan Manuel Santos. De acuerdo con Olmes, Alonso Rodríguez, líder campesino del Guaviare, la intensificación de la erradicación forzada de cultivos ilícitos de Uribe llevó a muchos cocaleros a ensayar la ganadería como modo de subsistencia o para ofrecer su mano de obra para deforestar grandes extensiones de bosque para dedicarlas a la ganadería. Por su parte Santos, como parte del programa sustitución voluntaria de cultivos, incentivó a los campesinos a dejar la coca por las vacas.

Gandería y deforestación en Guaviare

La expansión se hizo a costa de los bosques del Guaviare. En San José, El Retorno y Calamar se deforestaron 11.227 hectáreas en 2016. Cinco años después, en 2021, la deforestación fue de 154.401 hectáreas. En otras palabras, en este periodo se tumbaron 13 veces el área equivalente en selvas y bosques talados de 2016.

Vale la pena decir que, si bien hay otras actividades relacionadas con este fenómeno, la ganadería ha sido uno de los motores más importantes. “En las épocas de bonanza cocalera, incluso ahora un campesino podía vivir con dos o cinco hectáreas deforestadas para sembrar coca. Si uno quiere vivir del ganado tiene que deforestar 50, 100 o más hectáreas y esa capacidad no la tiene el campesino”, dijo Olmes Rodríguez.

En conclusión, para expandir la ganadería se necesitan tierras, y como buena parte del territorio que se encuentra en el eje vial San José de Guaviare-El Retorno-Calamar y en la Zona de Reserva Campesina ya está descumbrado y dedicado a la ganadería, la expansión se está haciendo selva adentro, afectando los parques nacionales Chiribiquete y La Macarena y la reserva natural Nukak Maku.

Reservas y parques, en llamas

Sobrevuelos realizados por la FCDS y enviados especiales de Diario Criterio sobre estos parques y sus fronteras muestran parches de pastos o de selva arrasadas y que, poco a poco, son poblados por reses. Toda una ‘potrerización’ de una de las zonas ambientales más importantes de Colombia.

De acuerdo con FCDS, la reserva natural Nukak Maku es una de las más afectadas. Allí, desde abril de 2018 hasta marzo de 2022 “en su zona occidental, se han transformado 8.391 hectáreas de bosque natural, las cuales ocurrieron para ampliar lotes preexistentes, aperturas de vías, ganadería y nuevos cultivos de uso ilícito”.

Deforestación en el resguardo Nukak Maku
Una de las formas de expandir los potreros sobre la selva es construir una trocha que permita el ingreso de vehículos, trabajadores e insumos, y sacar madera.

La expansión ganadera también va de la mano de un fenómeno que, incluso el Ideam ha considerado un motor de deforestación. Se trata de la apropiación ilegal de baldíos, que consiste en que inversionistas de distinto tipo y con un gran músculo financiero, financian la deforestación de centenares de hectáreas ubicadas en regiones donde por ley es ilegal ejercer cualquier tipo de agroindustria, esto es, en tierras de reserva forestal creadas por la Ley 2 de 1959, de parques nacionales, reservas naturales o resguardos indígenas, para luego, por medio de “jugaditas” administrativas o sobornos a autoridades nacionales y regionales.

¿Por qué hay una relación entre ganadería, apropiación ilegal de baldíos y deforestación? Porque para que la ganadería extensiva sea rentable necesita grandes extensiones de tierras. La ganadería a pequeña escala solo es posible para una pequeña o mediana economía campesina, pero no da grandes rendimientos económicos.

Jacobo Walshburguer, antropólogo de la FCDS explicó: “En un departamento como Guaviare, la ganadería es una actividad económica que depende de la posesión de una gran cantidad de tierra para que sea rentable”, entre otras razones porque los suelos no son aptos para los tipos de pastos con el suficiente contenido de proteína para engordar a las reses o porque se degradan de manera rápida por su falta de fertilidad.

La apropiación de tierras destinadas para la ganadería (pero también para cultivos agroindustriales) comienza con la deforestación de grandes extensiones de tierras. En la actualidad se sabe el modus operandi de esta actividad, pero todavía falta el eslabón más importante: darles rostro a estos grandes inversionistas.

Deforestación y apropiación de baldíos en Guaviare

Así se apoderan de las tierras en Guaviare

La operación comienza cuando alguien en la región comanda la deforestación de 50, 100 o 200 hectáreas que se debe hacer en cuestión de días. Por lo general se hace en los meses de diciembre a febrero, temporada de verano en la región. Un capataz se encarga de contratar a colonos o personas de bajos recursos para que se encarguen de la deforestación. Para engancharlos hay distintas modalidades, unos traen sus propias motosierras o las alquilan o son suministradas por el financiador. Contar con la herramienta de trabajo representa una mejor paga.

Luego de la primera tala se espera unos tres meses para que la madera se seque. Ahí se hace la primera quema. Se espera un año y se vuelve a quemar con el fin de que la ceniza fertilice un poco más las tierras. Luego se siembra el pasto, que demora unos tres meses en brotar. Sigue el levante de la finca ganadera: construcción de bebederos, corrales y la casa del mayordomo o los cuidadores. El costo global de toda esta operación asciende a los 3 o 4 millones por hectáreas. Eso representa que quién tumba 100 hectáreas debe tener entre 300 y 400 millones de pesos para financiarla, con un ingrediente más: el retorno de la inversión no es inmediata, hay que esperar varios años.

El negocio del ganado se divide en distintas etapas: levante, engorde o ceba, etcétera. En Guaviare, está última es la actividad que se hace mayoritariamente y en la que un novillo pasa de 400 kilos a 550 o 600 kilos. En este momento, el animal se puede vender para sacrificar.

En la mayoría de las ocasiones, el levante y la comercialización de las cabezas bovinas en zonas prohibidas se hace prácticamente frente a las miradas de funcionarios públicos regionales o locales que ejercen poco o ningún control. Y cuando se intenta hacer algo desde el ámbito nacional (como, por ejemplo, restringir la vacunación contra aftosa a ganados criados en parques naturales o resguardos indígenas), al parecer se hace un traslado a fincas que no tienen ninguna restricción.

Ganadaría en Guaviare y deforestación

¿Cómo detener este problema? La expansión ganadera en tierras no aptas es difícil de combatir porque también está anudada a la apropiación ilegal de baldíos. En este último caso, la Ley 2111 de 2021, tipificó esta acción como delito y fue considerada un instrumento para combatirlo. Sin embargo, hace unas semanas fue declarada inexequible por la Corte Constitucional.

En cuanto a reducir la ganadería extensiva en la Amazonia, expertos han sostenido que la mejor manera de hacerlo es sacar una legislación que exija certificados de trazabilidad de la carne, en donde los diferentes participantes de la cadena de compra y venta de ganado y de carne tengan la certeza de que no provienen de zonas donde está prohibida esta actividad económica.

Al parecer, en el ámbito internacional y nacional, hay vientos a favor de la propuesta. Por un lado, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo acordaron crear una nueva norma para exigirles a los comercializadores de ganado, aceite de palma, cacao, soya, café, madera y caucho, así como sus derivados, que no provengan de zonas deforestadas. Por otro lado, en días pasados, el Congreso aprobó, en primer debate, un proyecto de ley que exige la trazabilidad del ganado para combatir la deforestación. Y Fedegan también ha mostrado su voluntad en detener la intromisión de la ganadería en zonas prohibidas.

Mientras esto ocurre, todos los días la frontera agrícola en el Guaviare se extiende a costa de los bosques y selvas y se encamina a convertirlo en un departamento ganadero, tal y como lo soñó y prometió Nevio de Jesús Echeverry, uno de sus líderes más polémicos en su historia.

Este artículo pertenece al especial Amazonia, al filo del hacha, en el que participan Diario Criterio y el proyecto Unidos por los Bosques, de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) y la embajada de Noruega. El especial cuenta con el apoyo de Andes Amazon Fund, ReWild y las embajadas de la Unión Europea y Reino Unido.

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5 Comentarios

  1. Otra vez este buén artículo muestra que el problema lo causa la apropiación indebida de baldíos y malas prácticas para obtener tierra para ganado que causa deforestación
    Mejor dicho la Corrupción
    ¡Que plaga !

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