Las múltiples capas de ‘Get back’, el documental sobre los Beatles

Después de haber visto las siete horas y pico de los tres capítulos de la serie documental Get back quedé muy agradecido con Peter Jackson. No lo digo desde la perspectiva del beato beatleómano promedio (estoy bastante lejos de serlo), como tampoco de la mirada fría y metódica de un historiador que recurre a las fuentes primarias para entender con objetividad y método qué sucedió en un momento determinado.

Aunque, debo decirlo, haber podido revivir lo que ocurrió en ese par de estudios y en esa terraza a lo largo del primer mes de 1969 me ayudó a desbaratar ciertos mitos o equívocos que habían circulado en los últimos 50 años.

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He escuchado y leído a personas que se quejan porque Get back es muy largo, que es monótono, que es aburrido, muy aburrido. Soporífero, incluso, han llegado a decir. Entiendo que personas a las que no les interesa el día a día de las relaciones personales de los Beatles y sus esposas y allegados en aquellos años difíciles se aburran como ostras. 

Imagino también la decepción de quienes esperaban ver a Paul McCartney en plan de ogro prepotente, a John Lennon cantándole la tabla a McCartney o a Yoko Ono y Linda Eastman jalándose de las mechas y agarradas a carterazos.

Otra decepción para los amantes de los chismes, Yoko Ono está muy tranquila, no interfiere en ninguna decisión del grupo, y ni George Harrison ni Paul McCartney ni Ringo Starr la miran feo. Parecen estar a gusto con ella y ella con ellos.

También entiendo que aquellos a los que sólo les importa cómo quedó la canción que escuchan en su iPod o cuando sintonizan estaciones que transmiten los grandes éxitos musicales consideren interminables estos tres capítulos en los que las canciones apenas son esbozos o ideas sueltas. A todos los anteriores les recomiendo dirigirse directamente a la última hora del tercer capítulo, la parte del concierto en la terraza. Spoiler: un par de canciones las tocan dos veces.

Entiendo también que en estos tiempos de imágenes impactantes y efectos especiales cada dos o tres segundos resulte un tanto atípico un proyecto audiovisual con apenas tres telones de fondo: una pared gris iluminada por los colores que emiten tres reflectores, un diminuto estudio de grabación y los tejados de unos edificios de Londres.

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A mí nada de lo anterior me molestó. En esas para algunos interminables horas que a mí me pasaron volando pude asistir al complicadísimo proceso creativo que convierte una idea en la cabeza, una anotación en una servilleta o un par de acordes que a alguien se le ocurren en la guitarra o el piano en piezas claves de la cultura popular del siglo XX, que es el caso concreto de los Beatles.

Me pareció revelador ver a los endiosados y beatificados Beatles, a esos genios supremos que todo lo sabían y todo lo podían con sólo tocar su varita mágica, atrapados en callejones que parecían no tener salida, impotentes por no saber cómo dar el paso siguiente para que una idea en borrador lograra transformarse en una canción.

The Beatles_ Get Back, el último concierto
El famoso concierto en la terraza de Apple Studios, en Londres, ocupa la última parte del documental.

Es más, ver cómo la llegada del pianista y organista Billy Preston le dio sentido y le abrió paso a varias de esas canciones que parecían ya condenadas al cesto de la basura. Preston, quien casi nunca habla y casi todo el tiempo sonríe, se convirtió en un inesperado pegante que, al menos por unos días, cubrió las grietas del final de la banda, que a esas alturas ya era inevitable.

No todas esas ideas tienen un final feliz. Algunas de ellas murieron para siempre, otras encontraron su camino en las sesiones de grabación del álbum Abbey Road y unas cuatro más en proyectos posteriores de los ex-Beatles en sus álbumes como solistas. Este documental los muestra no como arquetipos o los mesías con la verdad revelada sino como seres humanos, con todos sus temores, inseguridades y contradicciones.

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Quienes pudimos ver la película Let it be, estrenada en 1970 y origen de este proyecto, nos encontramos ante dos obras totalmente diferentes. Y es lógico. Para una hora y media de película Michael Lindsay-Hogg tuvo que seleccionar los fragmentos que más le servían para mostrar lo que él había vivido en el rodaje: el derrumbe inexorable del grupo.

Por esa razón Let it be es una película que le da mucho espacio a rostros aburridos y a veces en conflicto y se centra, ante todo, en las canciones terminadas. Que yo recuerde (la vi un par de veces en los años 70), muy poco se ve en la Let it be original cómo avanza una canción desde el punto cero hasta el resultado final. Además, es una película hecha en caliente, cuando lo que se veía ahí era noticia de último momento y no un recuento sosegado de algo que sucedió medio siglo atrás.

The Beatles, Get Back, sonrisas
A pesar el mito que habla de la grabación de ese álbum como un infierno, el documental muestra camaradería y sonrisas entre los miembros de la banda y sus esposas.

Jackson, además de la perspectiva de cinco décadas, cuenta con el tiempo suficiente para mostrar los cambios a los que se someten las distintas ideas. El solo hecho de ver cómo nace la canción Get back, cómo crece y muta hasta convertirse en la obra maestra que todos conocemos, pagó para mi las siete horas de la serie documental. Pero también le presté mucha atención a la manera como tomaban forma canciones de ese proyecto que me son más bien indiferentes o que incluso me irritan.

Jackson también tiene tiempo para mostrar varios minutos de los Beatles repasando las canciones propias y ajenas que tocaban antes de ser famosos en Liverpool, en Gran Bretaña y en el mundo entero. De cómo rescatan del baúl del olvido One after 909, una tremenda canción de su adolescencia que forma parte del contenido del álbum Let it be.

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Otro elemento para mí muy atractivo es ver no sólo el detrás de cámaras de los Beatles en sus ensayos sino también el detrás de cámaras de la película de Lindsay-Hogg. Ver cómo un especial de televisión con un concierto en un anfiteatro romano en la costa de Libia va tomando una forma inesperada.

Cómo los sucesos del día a día, los inconvenientes y los obstáculos hacen que ese proyecto de un concierto en África, luego en un buque en alta mar, luego en un salón de baile y luego en Primrose Hill (un parque de Londres) termine en la azotea del edificio donde están las oficinas y el estudio de los Beatles.

The Beatles, Get Back_ los miembros de la banda grabando algunas canciones. (1)
Los miembros de la The Beatles grabando algunas canciones en el estudio de grabación.

Entre paréntesis, es curioso ver cómo en los dos últimos proyectos de los Beatles todo se resuelve en casa. Aquí, con el concierto en la terraza. En el álbum Abbey Road, con la famosísima fotografía de la portada en el paso peatonal junto a los estudios de EMI en Londres. La idea original era que el álbum se llamara Everest y que la portada fuera una foto del grupo en el campamento base del mítico pico del Himalaya.

El operativo de llegar hasta allá era tan complejo que optaron por la más fácil, una sesión de fotos que duró diez minutos junto a la puerta del estudio donde grabaron casi todas sus canciones y donde ese día los cuatro estaban presentes.

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En mi opinión Get back debe verse no como un documental sino como una sucesión de historias que van en paralelo y que casi todo el tiempo se funden y se confunden. Para apreciarla y disfrutarla no hace falta ser fan de los Beatles, sino formar parte del contingente de quienes sentimos que la creación musical es una aventura excitante y consideramos la música como un componente fundamental del ser humano.

8 Comentarios

  1. Luis Carlos Muñoz Sarmiento

    Hola, Eduardo: Me alegra saber de Usted. El artículo está muy bien. Lo único que no queda claro, ni convence, es la (supuesta) buena relación entre Beatles y esposas: no, según cuenta Lennon, en la entrevista poco conocida que adjunto, Yoko Ono, por ejemplo, no fue nunca bien recibida por Paul, George o Ringo. Un fuerte abrazo. https://socompa.info/entrevista/o-soy-un-genio-o-estoy-loco/?fbclid=IwAR1YFygFO07HFn_pmC12jWacnz5aYy1htMDzbvLhj7GbG2DcScEjfoNfjeI

    1. Yo creo que no interfirió en gran cosa, lo que sí es cierto es que la mujer era una ladilla, y pues ellos estaban trabajando. Supongo que si en mi oficina tuviera al esposo/a de un compañero/a sentado todo el día sin hacer nada, viendo como la gente trabaja, pues a cualquiera le parecería en algún momento un fastidio.

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