Esto es con la gente, maestro

“Muchos de quienes lo habían acusado de estar gobernando con politiqueros, a punta de mermelada, sin acuerdos y rodeado de corruptos, ahora lo critican por gobernar aislado de la realidad política, de radicalizar, de ‘petrizar’ su equipo ministerial”.

Dos días después de iniciado el actual Gobierno, el periódico Portafolio, especializado en economía y negocios, dijo que los nombramientos de Irene Vélez (ministra de Minas y Energía) y Gloria Ramírez (ministra del Trabajo) causaban polémica por las posturas radicales que ellas sustentaban y por comentarios que hicieron antes de ser nombradas en esos cargos.

A partir de ese momento, empezó una especie de campaña en contra del equipo de Gobierno y de la coalición parlamentaria que lo apoyaba. Desde todas las orillas políticas, se criticó el hecho de que se nombraran como jefes de ministerios a personas vinculadas a los partidos tradicionales y a sus prácticas corruptas o el de que, a este tipo de actores, se le asignaran papeles preponderantes en las bancadas gobiernistas de Cámara y Senado.

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Incluso, gente cercana al Pacto Histórico mostró su desacuerdo e indignación con la composición del gabinete ministerial y, sobre todo, con la designación de Roy Barreras como jefe de bancada. Descalificó ciertos nombramientos argumentando que ella misma tenían más merecimientos, estaba mejor preparada y era ideológicamente más cercana al partido de Gobierno y que, aun así, no se le seleccionó para esos cargos.

Hubo, también, quienes dijeron que esa confluencia multipartidista que apoya al presidente carecía de acuerdos programáticos y estaba pegada con mermelada. Otros interpretaron la presencia de políticos tradicionales en el autoproclamado Gobierno del cambio como una simple infiltración de politiqueros y corruptos que pronto traicionarían al presidente para seguir avanzando en sus negocios electorales y en sus negociados.

Este 27 de febrero, Gustavo Petro se reunió con los presidentes de los partidos políticos que hacen parte de su coalición de Gobierno. La reforma a la salud fue el principal tema de conversación, antes de anunciar la salida de tres de sus ministro. | Foto: Presidencia.
El 27 de febrero, Gustavo Petro se reunió con los presidentes de los partidos políticos de la coalición de Gobierno para discutir la reforma a la salud. | Foto: Presidencia.

En resumen, el Gobierno y sus más cercanos colaboradores en el Congreso recibían críticas e insultos de personas y partidos de las más diversas orientaciones ideológicas y por diferentes motivos. Hasta Gustavo Bolívar, cabeza de lista y senador por el partido del presidente Petro, resultó ventilando públicamente su desacuerdo con las decisiones excesivamente pluralistas de su jefe político y prefirió renunciar a su curul.

El pasado 26 de abril, el presidente sustituyó a siete ministras y ministros, luego de haber aceptado su renuncia. Se dice que algunas de las personas que recién entran al gabinete son más cercanas en materia de política a Gustavo Petro y más radicales que sus predecesores.

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Entonces, muchos de quienes lo habían acusado de estar gobernando con politiqueros, a punta de mermelada, sin acuerdos y rodeado de corruptos, ahora lo critican por gobernar aislado de la realidad política, de radicalizar, de ‘petrizar’ su equipo ministerial y de enconcharse en su círculo de confianza.

Malo si sí, malo si no”, como diría Andrea Echeverri.

Pero ahí no paran las críticas y los ataques, justificados o no, al Gobierno. Se le acusa, además, de no estar cumpliendo las promesas de campaña, es decir, de no haber hecho las reformas prometidas.

Es cierto que el Gobierno desistió de hacer la reforma política, que la reforma a la salud se está tramitando muy lentamente en el Congreso y que los proyectos de ley para cambiar el sistema laboral y pensional apenas se han presentado al Parlamento.

No se sabe qué pasará con esas propuestas. 

En efecto, entonces, no se han hecho las reformas. Y es muy difícil hacerlas porque el partido del Gobierno no tiene mayorías, ni en la Cámara, ni en el Senado, que es donde, finalmente, se aprueban o desaprueban las leyes.

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Para obtener esas mayorías, es preciso que el presidente pacte con fuerzas políticas que han sido adversas a sus propuestas. Debe lograr que esas fuerzas hagan parte del Gobierno, es decir, debe nombrar a personas de esos partidos en cargos de dirección, confianza y manejo, pues, no se es parte de un Gobierno si no se está en él.

Una dificultad para que esos partidos entren al Gobierno es que sus directores (César Gaviria, Efraín CepedaDilian Francisca Toro) están acostumbrados a dar los votos que sus partidos tienen en el Congreso a cambio de beneficios económicos y políticos personales.

Otro obstáculo para darles entrada al Gobierno a representantes de esos partidos es la molestia que eso crea en un sector político que ha confundido su actividad parlamentaria con la de la veeduría ciudadana ejercida mediante las redes sociales. Se destacan en él los representantes a la Cámara Catherine Juvinao y Jonathan Pulido, y el senador Ariel Ávila.

Ese sector exige, al mismo tiempo, que se cumpla lo prometido y que el partido de Gobierno se mantenga como estricta minoría.

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¿Cómo piensan que puede hacerse algo así? ¿No será más bien que, con esas exigencias, buscan paralizar al Gobierno, desacreditarlo, deslegitimarlo y, así, seguir ellos y ellas haciendo su propio negociado?

Con ese panorama, disminuye ostensiblemente la capacidad del presidente y de su partido para hacer realidad el cambio que tanto han pregonado. Solo les queda confiar en que la movilización y la presión masiva de la ciudadanía puedan obligar a los parlamentarios a discutir y a tramitar en serio las iniciativas legislativas del Gobierno.

No se trataría, solamente, de convocar a las inmensas y silenciosas mayorías para que acudan a escuchar y aplaudir los próximos discursos de Petro en el balcón. Es necesario, también, acudir a la gente común y corriente para escucharla, para entender cómo cada artículo de cada reforma que se propone afecta la vida cotidiana de cada persona. 

Si este Gobierno quiere, de verdad, hacer las transformaciones a las que se comprometió y hacerlas dentro del marco legal vigente, puede promover y permitir que la ciudadanía se exprese libremente en las calles, que presione a los congresistas para que tramiten con celeridad y seriedad las propuestas. 

Mejor dicho, al presidente y al partido de Gobierno les va a tocar hacer suya la canción de KarolG y ponerse a buscar “otra vibra/ otro ambiente/ hoy estoy a menos veinte/ pero me recargo con mi gente”.

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4 Comentarios

  1. Gilberto Bonifacio Bustamante Isaza

    Esa es la única manera que la clase politiquería respete al pueblo…….hay que salir a las calles a respaldar al presidente Petro….el pueblo tiene la palabra. Hay que acompañarlo si queremos que esto cambie. Los politiqueros no quieren salir de su confor………

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