Patriota Gustavo Petro, ¿no ha pensado en renunciar?

Transcurridos estos muy alargados, inestables y oscilantes 83 días de su mandato, nunca antes se había visto cómo se inicia un gobierno generando tanto desgobierno desde el gobierno mismo.

Después de analizado este lapso de gobierno del doctor Gustavo Petro, la situación es clara: debido a que nuestro presidente no renuncia a sus catastróficas quimeras, que desde ya están causando tanto daño, el país deberá comenzar a pensar en exigirle la renuncia. Dará la pelea, es cierto, como lo hiciera cuando el Procurador lo destituyó como alcalde de Bogotá, pero aquí se trata de pedirle al patriota que reflexione en los estropicios, actuales y futuros, fruto de sus éxtasis, no solo ideológicos sino también de grandiosidad universal.

Hay que recordar, en primer término, que en la mitología a la quimera se la representaba como un gran y trifásico adefesio, monstruo con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. Tales cuales las apreciaciones que nuestro presidente hace sobre ciertas problemáticas nacionales e internacionales, y, en especial, sobre el cambio climático, con su aledaña y no responsable propuesta de acabar aquí con las nuevas exploraciones y explotaciones de petróleo y de carbón.

Así recientemente se haya abierto —tímida rendija— la posibilidad de reversar esa decisión y se haya generado una calma expectativa, la reforma tributaria le hará mucho daño a este renglón de la economía. ¿Será este el camino oblicuo para marchitar la explotación de nuestros hidrocarburos? Unos primeros perjuicios ya se causaron: dólar creciente, pérdidas accionarias en Ecopetrol, disminución de las decisiones de inversiones en esos energéticos, entre otros.

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Gustavo Petro

Quimeras y quimeras. Su actitud ante la delincuencia es delicuescente. Y no se trata de un juego de palabras. Las dos acepciones de ese adjetivo –delicuescente- le cuadran.  La primera indica que es algo que tiene la propiedad de absorber la humedad del aire y disolverse en ella (eso es delincuescente, me corrige el procesador). Y la segunda, que se trata de algo sin vigor ni capacidad.  

Eso de desfigurar el derecho penal nos llevará a más delincuencia e inseguridad. Eso de indultar, de no judicializar, de absolver mediante decreto; eso de permitir la salida de muchos condenados por delitos de incidencia social, a ningún gobierno le han dado resultados. Hay que mirar al vecino, Ecuador, en donde Rafael Correa ensayó una política similar y hoy por hoy allá se les ha crecido la delincuencia.

Un mandatario que insiste en la paz total, pero que en todo foro o minga predica la lucha de clases. Alguien que se dice buscador de la armonía social, pero que trata al mismo tiempo más desunir que unir. Un predicador de la concordia que se la pasa invocando a cierta historia para revivir viejas heridas ya cicatrizadas. Alguien que padece los problemas del orador neto, al cual al 100 por ciento le gusta más oírse a sí mismo antes que comunicar; y quien por ello no calibra las consecuencias de sus palabras. En algunos campos actúa como un presidente autista.

Mi impresión es que el presidente Petro sería un espécimen raro al comando de cualquier país. El piloto de un jet lleno de pasajeros haciendo cabriolas en el aire, con el consiguiente peligro para todos. Después de escuchar sus variadas y muy frecuentes intervenciones, me atrevo a pensar que tiene un déficit de claridad mental. Sus múltiples auditorios, después de escucharlo, deberán sentirse interrogantes, bamboleantes y confusos, preguntándose si de sus palabras se puede concluir algo; se quedarán investigando cuál será la salida y tratando de saber cuáles serán los caminos que en el fondo sugiere nuestro adalid y guía.

En los temas de la paz, o de las múltiples paces con todos los violentos que por aquí campean, se comenzó por el final: ofreciendo lo que se puede dar, y eso mucho antes de sentarse a conversar con esas múltiples delincuenterías del territorio nacional. Se las envalentonó. Se les dio un estatus que no tienen. Ahora hablan ellas como si fueran interlocutores con rango igual al del Estado y sus instituciones.

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En ese orden de presentación, igual el jefe disidente de las Farc, de renombre Iván Mordisco, les lanzó el primer mordisco a esos ofrecimientos. Airado y displicente, ese tal puso como condición para dialogar el que se tuviesen en cuenta a los miembros de esa guerrilla detenidos en las cárceles. Y se sigue y se seguirá con todo lo anterior.

Veamos.

Trae El Espectador de este jueves 27 de octubre, un reportaje con un dirigente de las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (Acsn), en el cual se exige: a) que a Hernán Giraldo, el detenido gran jefe de los paramilitares de esa región, se le nombre gestor de paz, o sea que además se le libere; b) que se cancelen (no suspendan) las órdenes de captura contra sus hombres; c) que no se trata de sometimiento sino de negociación con el gobierno; d) que se les permita aspirar a cargos de representación popular. Y, por último, la superlativa pretensión: e) que se organice una zona de despeje para dialogar.

No coordina el presidente a sus ministros y permite que cada uno de ellos construya sus agendas, no solo aisladas casi todas, sino algunas veces en contradicción con las de otros ministerios. Le da pereza administrar, cuestión que considera banal y minúscula frente a esas sus mundiales aspiraciones. ¿Tiene sentido claro de sus responsabilidades? ¿Está más preocupado en movilizar muchedumbres —¿para qué?—, que en generar soluciones? ¿Prevé y asume los problemas graves que se avecinan en lo social y lo económico?

No caben aquí todos los interrogantes que plantea el acucioso actuar de nuestro presidente, pero lo que más preocupa es su plan de gran líder en varios aspectos de la temática, no solo continental, sino también mundial.

Nuestra situación me recuerda a Bertolt Brecht en La Vida de Galileo, con el siguiente diálogo:
—Andrea: ¡Desgraciada es la tierra que no tiene héroes!
—Galileo: No. ¡Desgraciada es la tierra que necesita héroes!

De mi coleto, añado yo: desgraciado será el país cuyo gobernante se encuentra en función de convertirse en héroe y, además, mundial. Levitará con ello. Y para escalar hasta su heroísmo, le exigirá tantos sacrificios a su pueblo, tal y como lo historia lo enseña, generando pobreza, penalidades y en algunos casos —que se han visto—hasta guerras.

Los pretorianos de su partido, al ver que se esfuma el apoyo de la opinión nacional, y además la posibilidad de un aceptable gobierno, a lo mejor también se podrían interesar en su renuncia. Hay que aspirar a que doña Francia Márquez, si llegare, llegase libre de tan amenazantes delirios. Y a los de su partido, los de nuestro mandatario, hay que decirles que, si así procediere el presidente, no se desesperen, que no estarán entregando la presidencia, la joya de la corona. Como bien lo expresara Cantinflas, “si se necesita un sacrificio… renuncio a mi parte y agarro la suya.”

Ante este inminente mal gobierno que se nos avecina, tiempos breves llegarán en que sus copartidarios, in pectore se preguntarán, aunque no se atrevan a expresarlo así: patriota Gustavo Petro, ¿no ha pensado Usted en renunciar?

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4 Comentarios

  1. Este Giraldo es la encarnación de la exageración, su reacción es tan desproporcionada que le sugeriría visitar un psicólogo a ver si le ayudan a razonar de modo menos histérico.

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