Henry Torres Escalante, un general sin su laberinto

Foto: cortesía de El Heraldo

Ante la JEP, el general retirado Henry Torres Escalante precisó que los hombres bajo su mando cometieron los crímenes obedeciendo a esa presión por resultados.

Los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) Óscar Parra y Catalina Díaz presidieron la Audiencia de Reconocimiento de Verdad que se llevó a cabo entre el 18 y el 20 de septiembre de este año en el auditorio Quiripa de la Cámara de Comercio de Casanare. 

En ella, hubo 24 comparecientes: 14 oficiales y siete suboficiales del Ejército Nacional; un funcionario del ahora inexistente Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y dos civiles. Esas personas reconocieron su participación en el asesinato o desaparición forzada de 303 seres humanos que no hacían parte de ningún grupo delictivo y que, además, no tuvieron ninguna posibilidad de defenderse.

Durante la audiencia, los comparecientes reconocieron su participación y sus grados de responsabilidad en los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por personal militar perteneciente a la Brigada XVI del Ejército. Uno de ellos, el oficial de más alta gradación, el mayor general (r) Henry William Torres Escalante, comandante de dicha unidad militar entre diciembre de 2005 y junio de 2007. En frente de ellos, estaban familiares de las personas asesinadas.

Llaman la atención, poderosamente, dos afirmaciones que repitió este general en casi todas sus declaraciones a la JEP y ante las víctimas. Dijo que, aunque promovió, aceptó, ocultó y premió que se cometieran esos crímenes, él no los cometió directamente, ni dio las órdenes para cometerlos.

Al escucharlo, era imposible no recordar a Otto Adolf Eichmann, uno de los responsables del Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial. Como Torres Escalante –cuando fue comandante de la Brigada XVI del Ejército–, Eichmann era teniente coronel cuando asumió el diseño y conducción de la llamada “solución final”.

En sus respectivos juicios, ambos sostuvieron que no habían asesinado a nadie y que se limitaron a cumplir órdenes. 

El colombiano dijo haberlas recibido de su superior, el entonces comandante del Ejército de Colombia (2006-2008), general Mario Montoya Uribe, quien diariamente presionaba para que mataran más gente, como forma de mostrar resultados operacionales.

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Precisó que los hombres bajo su mando cometieron los crímenes obedeciendo a esa presión por resultados: “Las presiones constantes venían desde el comandante del Ejército, general Mario Montoya, de la IV División; señor general Guillermo Quiñonez y del mío [sic] como comandante de la Brigada XVI”. Agregó, de manera más o menos directa, que Montoya daba esas orientaciones basado en las exigencias que hacía el Gobierno de la Seguridad Democrática, dirigido por Álvaro Uribe Vélez.

Las palabras del teniente coronel Eichmann fueron: “Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera (…) Los únicos responsables son mis jefes, mi única culpa fue mi obediencia (…) No perseguí a los judíos con avidez ni placer. Fue el Gobierno [el que] lo hizo. La persecución, por otra parte, solo podía decidirla un Gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia”.

Para mayor coincidencia, a ambos perpetradores de delitos de lesa humanidad se les acusó, en vivo y en directo, de mentir: un testigo dijo haberlo visto matar a un menor de edad, Yohana Torres, hija y hermana de dos personas asesinadas por personal de la Brigada XVI; le exigió a Torres Escalante que reconociera, públicamente, que él también dio la orden de matar a su padre y a su hermano. 

Los dos delincuentes negaron las acusaciones. En eso también resultan similares.

Se podría decir que, de algún modo, Torres Escalante y Eichmann son víctimas de los gobiernos para los que trabajaron; que los utilizaron para ordenar, promover, ocultar y premiar crímenes contra la población civil; que, si mataron a alguien con sus propias manos, fue siguiendo orientaciones de la fuerza militar o del gobierno del que fueron una simple ficha más.

Se puede decir eso y es probable que sea cierto. Pero también lo es que cada uno de estos personajes quiso hacer lo que hizo. Ambos pudieron decir no, negarse a formar parte de la estrategia de matar gente indefensa e inocente. Sin embargo, los dos extenientes coroneles prefirieron impulsar e intentar ocultar el asesinato de civiles inermes para lograr el reconocimiento de sus superiores, el ascenso social y el beneficio económico.

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Además, ambos estaban convencidos de que los asesinatos que ordenaban, permitían o facilitaban eran correctos y eran un bien para la sociedad. Estaban seguros de que, con sus acciones criminales, ayudaban al Estado a ganar la guerra.

Los dos comparten la misma perspectiva ética: creyeron que lo correcto, lo bueno, era obedecer y viabilizar las ordenes recibidas. Ejecutarlas con eficacia y eficiencia y asumieron que los seres cuya muerte ordenaron no eran tan humanos como ellos mismos. Asumieron y propagaron la idea de que sus víctimas eran seres inferiores.

Durante muchos años, Eichmann se escondió para evitar que lo juzgaran. Torres, por su parte, inicialmente asesorado por uno de los habituales abogados de Álvaro Uribe Vélez, negó cualquier participación y responsabilidad en los más de 300 asesinatos que hombres bajo su mando cometieron.

Ante las instancias judiciales, el mayor general (r) Henry William Torres Escalante —así como Otto Adolf Eichman, durante su juicio en Jerusalén— intentó construir un laberinto con mentiras, con indicios falsos que desviaron las investigaciones y con testimonios amañados que parecían probar su inocencia.

En ese mismo laberinto, escondió pistas y pruebas que podrían demostrar su culpabilidad. Encerrado ahí, negó sus responsabilidades, se escudó en algunos de sus hombres y los sobornó para que se autoinculparan. 

Pero las familias de sus víctimas, aunque amenazadas, perseguidas y revictimizadas, insistieron en saber la verdad.  Buscaron pistas, huellas y pruebas refundidas. Esas personas, junto a la JEP, dejaron al señor mayor general (r) sin su laberinto.

Ribete: si el comportamiento de Torres Escalante se parece tanto al de Eichmann, y siendo que las personas somos, al menos en parte, producidas por la cultura dentro de la que nos formamos, ¿se puede afirmar que un sector de nuestras Fuerzas Armadas ha asumido ideas y comportamientos propios de la cultura nazi?

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4 Comentarios

  1. La comparación entre el caso Eichman y el de Torres Escalante que hace el profesor César Torres es escalofriante. Aún nos cuesta aceptar las dimensiones de lo que ha ocurrido -y sigue ocurriendo-. Lo análogo de las situaciones históricas y de el comportamiento de los personajes, permite establecer la gravedad del holocausto colombiano. Aún hay indiferencia, cuando no hostilidad frente el cometido de la JEP. Sin embargo, algo no me suena: ni Eichman fue víctima de quién dió las órdenes, cómo tampoco lo es Escalante. Todos, todos, pudieron haber dicho no. Y no lo hicieron. Aunque la actitud de quienes dicen la Verdad debe ser valorada con grandeza y decisión restaurativa, en un tiempo en el que todavía se escucha la algarabía rabiosa y nostalgia de los que dieron las órdenes y su hinchada fascista, debemos afirmar la Vida con mayúscula y esperanza, cueste lo que cueste, como han hecho tantos y tantas compañer@s. Pudieron decir no, pero no lo hicieron. La orden de decir Si a la Vida viene de más adentro del alma y desde lo más alto de la conciencia si queremos merecer llamarnos gente.

  2. Aplaudo el análisis por acertado. Pero, retomo el comentario final sobre la formación en la cultura. Ya Lacan y Agamben han anunciado que los nazis fueron pioneros, de qué? Hemos legalizado muchas de sus prácticas tribales y quirúrgicas, amén de la formación escolar y universitaria de hoy, fiel al “hombre nuevo”. Qué nos espera?

  3. Lina Patricia Barbosa

    Cómo siempre tu columna es apasionante, y pone un tema candente, hasta donde se debe obrar con obediencia? Es la obediencia en los mandos medios y bajos una fortaleza del Estado o una puerta abierta a la violación de los derechos humanos y los crímenes de lessa humanidad? De nuevo gracias por suscitar la reflexión y el cuestionamiento.

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