‘Hilo de retorno’ de Erwin Goggel: el castigo del tiempo
Once años después del estreno de ‘Retratos en un mar de mentiras’, se exhibe en Colombia un remontaje de la película de Carlos Gaviria, esta vez con el crédito de director para Erwin Goggel. Aquí se explica por qué ocurrió esto y los parecidos y diferencias entre ambas versiones.
En 2010, el director colombiano Carlos Gaviria estrenó con éxito Retratos en un mar de mentiras. Por éxito no me refiero a un gran resultado de la película en taquilla (46.000 espectadores) sino a la resonancia que logró en festivales como los de Berlín, Guadalajara (donde ganó los premios a Mejor Película Iberoamericana y Mejor Actriz) y el FICCI (premio a Mejor Ópera Prima), y a las discusiones que suscitó*. Retratos es un particular road movie que acompaña el viaje a La Ceiba, en el Caribe colombiano, de dos primos que esperan recuperar unas tierras de las que fueron desplazados, luego de la muerte del abuelo y la disolución de la familia en Bogotá.
Más de Pedro Adrián Zuluaga: ‘Licorice Pizza’ de Paul Thomas Anderson: los años salvajes
La película de Gaviria, producida por Erwin Goggel, se inscribía también en la tradición de cine colombiano sobre la violencia y refutaba de manera abierta la narrativa oficial sobre el conflicto armado en el país que intentó imponer el gobierno de Álvaro Uribe. Amparado en la guerra contra el terrorismo que empezó tras el ataque a las Torres Gemelas en 2001, el gobierno de la Seguridad Democrática quiso negar la existencia de un conflicto armado interno, en abierta contradicción con el proceso de desmovilización que llevó a cabo con los paramilitares y sus intentos de negociar con las insurgencias de izquierda.
Ha pasado una década desde ese estreno y ahora los espectadores colombianos pueden ver un remontaje de la película, con un título nuevo (Hilo de retorno) y otro crédito de director (Erwin Goggel). La explicación del caso está en un desacuerdo entre productor y director por el corte final y el enfoque narrativo de la película. En 2010, Goggel y Gaviria pactaron que en ese año se estrenara la película con el sentido que su primer director le quiso dar, y que años después Goggel sacaría su versión: la que ahora se exhibe en las salas del país. Este remontaje aparece como “basado en un guion original de Carlos Gaviria” y con cambios también en los créditos de la música original (ahora es de Santiago Lozano) y montaje (Sergio Navarro).
Aunque las disputas entre productores y directores son frecuentes en el cine, este caso concreto ha tenido poca atención; como consecuencia de esa desidia Retratos en un mar de mentiras corre el peligro de ser borrada. El jueves 24 de febrero, día del reestreno nacional de la película, el periódico El Colombiano publicó una nota firmada por Claudia Arango en donde Goggel asegura que Hilo de retorno es “más valiosa, más profunda y más seria que la primera película”, y señala a la versión de Gaviria de estar plagada de chistes a lo Sábados Felices y de centrarse en el protagonista masculino, un fotógrafo ambulante interpretado por Julián Román. Intrigado por la ausencia de la voz de Gaviria en la nota, busqué al director para preguntarle su posición. Fue él quien me confirmó el acuerdo al que llegó con Goggel; también manifestó su deseo de no entrar a polemizar sobre la nueva versión.
Aunque ambas versiones tienen logros y limitaciones, las afirmaciones de Goggel y su menosprecio por Retratos, son ligeros e injustos. Goggel dijo en la nota de El Colombiano que hay un 40 por ciento de diferencia entre las dos películas. Comprobar ese cálculo me resulta imposible. Como espectador que vio ambas versiones, una seguida de la otra, constaté la muy alta semejanza entre ambas. La diferencia principal consiste en que, en la versión de Goggel, hay un fuerte acento puesto en la connivencia entre la familia desplazada y la guerrilla, que en la versión de Gaviria no estaba o solo aparecía ligeramente indicada. Eso crea una incómoda causalidad que cambia el sentido ideológico de la película.
También de Pedro Adrián Zuluaga: ‘Benedetta’ de Paul Verhoeven: una blasfemia cansada
Esta decisión del nuevo montaje, más el tiempo pasado entre una y otra versión, convierten a la película acreditada a Goggel en una experiencia cinematográfica mucho más didáctica y tosca, es decir, menos profunda y menos seria que la original. Retratos, en efecto, tenía algunos chistes flojos, un humor que ha empeorado con el tiempo. Muchos de ellos, por cierto, sobreviven en la nueva versión. A Hilo de retorno el tiempo le pasa otro tipo de factura. En la década transcurrida el cine colombiano aprendió mucho sobre políticas de representación de víctimas y perpetradores, gracias, por ejemplo, a trabajos como los de Nicolás Rincón Gille, entre muchos otros. En el caso de las víctimas, nos acercamos a la autorrepresentación, por el papel que empezaron a tener actores y actrices no profesionales, más cercanos a las experiencias retratadas.
Hoy es mucho más difícil aceptar la verosimilitud del personaje que interpreta Paola Baldión, quien carga el peso de ser Marina, una joven que vive con el trauma de la violencia sufrida cuando era una niña. Parte del trauma de Marina se resuelve en su mutismo y en un permanente estado de estupor. Cuando habla, algo hace ruido en la credibilidad del espectador: se cae su disfraz de campesina y oímos a una “gomela” bogotana.
Puede leer también: ‘Madres paralelas’ de Pedro Almodóvar: el origen revelado
Ambas películas construyen una versión en blanco y negro de la guerra, con victimarios esquemáticos y finales melancólicos. Imaginan un paraíso (el campo antes de la guerra) para enfatizar el daño y la pérdida. Si bien esta dualidad puede ser entendible en términos psicológicos como la manera en que la guerra se ha vuelto un relato compartido y tolerable, es muy discutible históricamente. Lo mejor de las películas, consideradas como una sola experiencia, es la manera cómo resuelven cinematográficamente el vínculo entre pasado y presente, es decir entre vivos y muertos. Ahí están el horror y la belleza que nos constituyen. No la parábola sino la tragedia del retorno.
* Especialmente indicativo es el debate al respecto entre el senador Gustavo Petro y el ex asesor José Obdulio Gaviria, que se puede ver acá. También está recogido en este artículo de Esfera Pública.
9 Comentarios
Deja un comentario
Toca ver las dos versiones y comparar
Me parece un ejercicio interesante digno de análisis en espacios académicos. Más allá de encontrar cuál es mejor que la otra, es importante en cuanto a trabajo de reescritura de una obra. Un ejercicio que casi nunca sucede, y que por eso mismo tiene un valor adicional. Interesante mirarlo desde esa perspectiva, y más allá de polemizar entre los dos directores, un diálogo entre ellos sería muy valioso desde un debate de apuestas creativas.
Si la escritura de guion, el concepto, la construcción de atmósferas, las decisiones estéticas, los encuadres, el trabajo actoral, y tantas otras cosas fueron trabajadas por Carlos Gaviria; y lo que se hace ahora es un re-montaje que altera el discurso y enfoca a otro personaje basados en material preexistente, lo que debió haber hecho después de su acuerdo con el Director de RETRATOS EN UN MAR DE MENTIRAS, fue haber indicado que su película está basada en una obra preexistente titulada tal, y si al caso haber compartido crédito en la Dirección.
O simplemente indicar que es una reedición versión del Productor.
Es importante no olvidar esa primera película que además sale en 2010 un momento clave. Y convivir con ambas sin que la nueva borre la historia.
Estoy de acuerdo con lo que dices, Augusto. Lo que vemos en esta nueva versión es, más allá del acuerdo al que hayan llegado Goggel y Gaviria, un borramiento no solo de la primera película sino del derecho moral -inalienable- del primer director. Creo, Juan C., que estos asuntos ético-legales también deberían llegar a los espacios académicos.
Súper de acuerdo, el cine en los temas habla de muchas cosas importantes y, por supuesto, trata dilemas éticos dentro de las películas, pero a veces parece, que por fuera de ellos se olvida que la estructura de producción es también un espacio de acuerdos, de conflictos, de reconocimiento y de debate. Entiendo que el director no quiera polemizar, pero que bien que se nos recuerde que hay director`s cut y productor`s cut en este caso, y digo, tampoco será tan difícil acordar el crédito que corresponde, no?