La homofobia que aún florece en la cultura paisa

Por: Juan Esteban Mejía

La homofobia volvió a ser noticia en Antioquia. Esta vez, fue por cuenta de un profesor de la Institución Universitaria de Envigado que en plena clase se despachó contra las parejas del mismo sexo. Sus comentarios quedaron grabados en un video que circuló hace poco por redes sociales.

Allí se ve al docente diciendo que “lo natural es un hombre y una mujer. Para eso nos instituyó Dios. Cuando ya son dos varones, algo va a andar mal. Y si son dos damas, algo va a andar mal”.

Enseguida, criticó con ironía a la Corte Constitucional por considerar que la unión entre homosexuales es legal: “La Corte Constitucional, que es la sabia, dijo que se puede contraer matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Yo, como persona, no lo acepto; pero como abogado, sí”, comentó el profesor.

No es la primera vez que esta clase de expresiones causan polémica en una tierra donde las personas dicen ser liberales, tolerantes, abiertas, pero que en privado o a la hora de votar o aprobar un cambio, salen a la luz las tradiciones conservadoras y católicas en las que supuestamente se sustenta la tradición antioqueña.

El 27 de junio de 2019, la Alcaldía de Medellín izó la bandera multicolor que representa a la comunidad LGTB en el Cerro Nutibara, donde habitualmente ondea la blanca y verde de Antioquia. Con ese gesto, el gobierno local quiso mostrar respeto por la diversidad.

Dos días después, un hombre que vestía sombrero, poncho y carriel desmontó la colorida bandera y la rasgó a navajazos. Luego, caminó hacia donde estaba una cámara, calificó de “sinvergüenzas” a los de la comunidad LGTB y exigió respeto por los símbolos patrios. Su actitud, en ese momento, también fue noticia.

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Prejuicio con historia

Este tipo de manifestaciones son secuelas de un discurso sobre la familia que tuvo apogeo desde hace décadas y floreció en las mentes de los paisas. El filósofo francés Michel Foucault escribió la historia de la sexualidad en el mundo, donde dice que desde el siglo XVII la Iglesia católica reguló la sexualidad, restringió los placeres y los limitó al matrimonio.

Aquella doctrina determinó que la unión legítima es la heterosexual y monogámica, cuyo fin es expandir el pueblo de Dios. A partir del siglo XVIII, según Foucault, surgió el biopoder como una forma de gerenciar la cantidad de personas necesarias en el sistema productivo. Se requería, entonces, aumentar el número de gente, sus años de vida y sus capacidades para trabajar sin que se perdiera el orden social.

Las élites política y económica de Colombia acogieron esa ideología y los medios de comunicación obraron como instrumento de control. En reiteradas publicaciones, crearon el estereotipo de que quienes sentían atracción por personas de su mismo sexo eran raros, enfermos y estaban contagiados de un vicio extraño.

El profesor Guillermo Antonio Correa, de la Universidad de Antioquia, investigó la prensa de Medellín entre 1890 y 1980 y encontró varios contenidos que promovían el rechazo hacia los homosexuales. El periódico El Progreso del 30 de abril de 1912 publicó la historia de Rosa Emilia Restrepo, una empleada doméstica que fue capturada por la policía porque tenía aspecto de hombre. Los agentes la llevaron donde un médico y confirmaron que se trataba de un varón. Después, la enviaron a la cárcel y allá intentaron vestirla con ropa masculina, pero ella se negó.

El 17 de enero de 1936, El Colombiano informó que el Código Penal que acababa de entrar en rigor castigaría los actos homosexuales con penas de entre seis meses y dos años de prisión. Esa fue la primera vez que aquel diario se refirió directamente a esa población.

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A partir de los años 40, algunos periódicos promovieron la imagen de que estas personas, además de raras, eran peligrosas. Decían que los hombres que se vestían con prendas femeninas eran “falsas mujeres” que buscaban engañar para cometer delitos.

Cruz Elena Espinal, profesora de Eafit, también indagó publicaciones de aquella década y encontró una que apareció en El Diario, el primero de julio de 1947. La noticia era sobre operativos de la policía contra una “plaga” de “pervertidos morales” con “sexo indefinido”. En esos procedimientos, detenían a los homosexuales que encontraran en las calles y les cobraban multas por sus malas conductas. El 29 de octubre de 1948, el Semanario 9 de Abril criticó que en Medellín se cometieran “delitos contra el honor sexual” en “centros de perversión” para el “endemoniado tráfico de carne”.

En los años 50, algunos medios mantuvieron una línea editorial similar, según los hallazgos del profesor Correa. El periódico Sucesos Sensacionales tituló, el 8 de mayo de 1954: “El homosexualismo es un alarmante problema de índole social y moral para Medellín”. Ese texto criticaba a la policía por permitir que en la ciudad pulularan lugares clandestinos a donde iban parejas del mismo sexo a tener relaciones.

Ese mismo medio publicó, el 4 de octubre de 1958, una noticia sobre el asesinato de Miguel Ángel Bejarano, a quien calificó como un delincuente peligroso. A él le decían La Pecadora y era reconocido en el barrio Guayaquil de Medellín por sus exagerados ademanes femeninos.

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Casi un año después, el 29 de agosto de 1959, Sucesos Sensacionales informó que la policía había capturado a Alberto Areiza, que se vestía de mujer y se hacía llamar Luz Vélez. El reporte decía que él engatusaba señores para invitarlos a sitios oscuros y que allí les robaba. El 5 de diciembre, El Colombiano contó que Areiza pagó una fianza para quedar libre, pero lo arrestaron otra vez cuando lo encontraron en la calle maquillado y con tacones buscando trabajo como empleada doméstica.

En la siguiente década aparecieron publicaciones más radicales. El 20 de mayo de 1960, Sucesos Sensacionales criticó que los hombres que sentían gusto por personas de su mismo sexo, que se vistieran de mujeres y bailaran. Los calificó como una “legión de verdaderos antisociales”. El 2 de junio de 1962, ese periódico comparó a los gais con cerdos que gozan revolcándose en el lodo y pidió rechazar sus conductas extrañas, antinaturales y contrarias a los designios de Dios.

El odio no demoró en brotar y en Medellín aparecieron grupos que entendieron la ‘limpieza social’ como una forma de eliminar con violencia a quienes se consideraban ‘indeseables’. Entre ellos estaban los adictos a las drogas, los mendigos, las prostitutas y los homosexuales que se atrevieran a exhibirse.

Nuevos aires contra la homofobia

Sin embargo, la diversidad se abría paso y la inclusión avanzó paulatinamente, con tropiezos y retrocesos. En 1980 se despenalizó la homosexualidad en Colombia, pero en 1991 la Constitución, en su artículo 42, insistió en que “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla”.

En 2006, el Congreso de la República aprobó el Código de la Infancia y la Adolescencia y definió que los compañeros permanentes que demuestren una convivencia ininterrumpida de por lo menos dos años pueden adoptar hijos. Como allí no dice que la pareja tiene que ser heterosexual, la Corte Constitucional, en la Sentencia C-683 del 4 de noviembre de 2015, aclaró que los homosexuales pueden constituir una familia.

En Medellín también se empezaron a ver cambios. El Concejo aprobó el Acuerdo 08 de 2011, que adopta una política pública enfocada a reconocer la diversidad sexual y proteger a quienes hacen parte de la comunidad LGTB. En el 2017, tres hombres formalizaron su relación poliamorosa al constituir su régimen patrimonial en la Notaría Sexta de Medellín, algo que solo podían hacer los matrimonios heterosexuales y monógamos.

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En 2018, un juez de la ciudad le reconoció a una pareja de hombres la posibilidad de adoptar un hijo. Y el 13 de julio de 2019, un sacerdote de Medellín bautizó a un niño adoptado por una pareja de mujeres. A pesar de que algunas instituciones públicas y privadas ya le abrieron la puerta a la diversidad, el bloqueo se mantiene en algunas mentes.

En 2017, Bancolombia lanzó una campaña llamada Es el momento de todos y publicó sus intenciones en un comunicado. Allí decía: “Como organización respetamos a cada ser humano con su interpretación del mundo. Por eso, es el momento de los que superan límites, de los que adoptan, de las nuevas familias, de los que crecen, de los que cultivan, de los que emprenden… es el momento de cada uno y de lo que cada uno quiere hacer“.

Como parte de esa campaña, el banco instaló publicidad en las calles. En una de la piezas aparecía la foto de dos hombres abrazados, acompañados de un perro y con una nota que decía: “Es el momento de las nuevas familias”. Personas que aún no aceptan este tipo de relaciones se quejaron y advirtieron que, si no se retiraban aquellas imágenes, sacarían su dinero del banco.

Otro caso que ilustra la puja entre aceptación y rechazo a la comunidad LGTB ocurrió el 5 de mayo de 2019. Durante un partido entre Atlético Nacional y Santa Fe, las cámaras de televisión enfocaron la tribuna y había una pareja de jóvenes hombres dándose un beso. En Twitter se burlaron de ellos y René Higuita los defendió desde su cuenta en esa red social.

Las noticias más recientes sobre la homofobia en Antioquia dan cuenta de que el discurso que se incubó en el pensamiento de los paisas durante décadas aún se mantiene. Pero algo está cambiando, si se tiene en cuenta que ahora las polémicas no son porque alguien muestra gusto por personas de su mismo sexo, sino cuando se hacen expresiones que desconocen la diversidad.

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