Israel y Palestina: la pervivencia del Talión
Ante la visión de los judíos masacrados por Hamás y los palestinos masacrados por el ejército israelí, uno se pregunta: ¿hemos avanzado en la historia de la concordia humana? ¿Hemos superado la antigua violencia regida por el castigo a partir de la venganza? ¿De qué progreso humano, a excepción del armamentístico, se podría hablar ante la barbarie de estas imágenes que, muy probablemente, incendiarán no solo esa región, sino a todo el planeta?
La ley del talión no ha quedado atrás. Está viva como el horror que se dibuja en los rostros de quienes huyen y logran sobrevivir. Al ver las escenas de Sucot y de la frontera de Gaza se concluye que seguimos siendo esa criatura arrasadora que, ante la agresión del otro, tomamos el arma y asesinamos empujados por el odio.
Pero entonces ¿de qué sirve el amor y el respeto que nos han dejado los elevados preceptos de las religiones? ¿De qué la declaración de los derechos humanos que ayudan a soportar mejor las injusticias de las maltrechas sociedades modernas? ¿De qué los acuerdos de paz firmados por Israel y Palestina?
En contexto: Guía para entender el conflicto entre Palestina e Israel: 75 años de una herida abierta
Hemos nacido, crecido y acaso moriremos con el estruendo de la guerra que nos rodea. Y esta, que entablan palestinos e israelitas desde 1948, sí que ha sido motivo de múltiples agravios. Sabemos, y esa es la base real del conflicto, que la creación del Estado de Israel ha significado la expropiación sistemática de territorios que eran palestinos. Basta ver la transformación del mapa geopolítico a lo largo de los últimos 75 años de esos dos pueblos para darse cuenta del tamaño de la injusticia.
En esas tierras áridas y delirantes, que se disputan con ferocidad bíblica árabes y judíos desde tiempos remotos, surgió un vagabundo que predicó el amor al prójimo. Emergió, como un reflejo milagroso, de la sometida Judea romana. Pero fue asesinado a causa de sus ideas peligrosas. Y de sus enseñanzas de la paz, que irrigaron una geografía sesgada de militares voraces, surgió una iglesia pacífica que no tardó en convertir a sus adeptos en agresivos soldados de la cruz. Y en nombre de su dios bueno, dominaron y masacraron a los otros. Y esos otros, amparados por otros dioses buenos, buscaron nuevamente la vindicta.
Luego llegó Mahoma para crear una religión prolífica en desmanes, como las otras dos que le compiten en cantidad de seguidores. Sé que los profetas y los dioses de las tres grandes religiones monoteístas son también depositarios de la bondad y la generosidad humanas. Pero toda esa benevolencia se desbarata, en un santiamén, cuando de sus entrañas surgen los extremistas. Y ahí están, tan verificables como contundentes, el ataque de Hamás y la respuesta del Gobierno de Israel.
Sí. Hamás ha sido bestialmente criminal al asesinar a ciudadanos judíos indefensos. Pero el Ejército israelí lo es, igualmente, al bombardear, sitiar y ordenar bajo amenaza de muerte la evacuación de los palestinos de la Franja de Gaza. Hace menos de un siglo, en la opulenta Europa de ahora, se estaban matando con mayor proporción y salvajismo los europeos. Los que se sentían herederos de Goethe, Montaigne y Dante, no vacilaron en aniquilarse entre sí en batallas que hoy se recuerdan más con vergüenza que con honorabilidad.
Las guerras mundiales y su corolario de bombas atómicas norteamericanas y los campos de concentración nazis y estalinistas demostraron con amplitud la dimensión de nuestro descarrío. ¿Será que estamos tomando un camino semejante? Todos reconocemos que esto que pasa ahora en el próximo Oriente podría desembocar en el acabose. Estamos una vez más con la espada de Damocles encima de nuestras cabezas.
Lea, de Pablo Montoya: “Yo di la orden”
Ahora bien, a los actuales gobernantes de Israel y a los ciudadanos judíos asfixiados por la afrenta que han padecido, habría que preguntarles, para intentar controlar su dolor y su rabia, ¿de qué les han servido las lecciones del pasado? ¿Olvidaron la resistencia que sus antepasados hicieron en Masada, ante ese emperador soberbio que quiso reducirlos? ¿Olvidaron los progroms que, contra su pueblo, cometieron los cruzados cristianos en su camino a Jerusalén? ¿Olvidaron el sitio y la destrucción del gueto de Varsovia y la supervivencia en los campos de concentración creados por el fascismo alemán? ¿No debería ser el pueblo judío, tan aplastado por el mal del poder a través del tiempo, el que debiera mostrarse ante el mundo como una democracia ejemplar?
Pero ahora –esas son las amargas paradojas– están haciendo lo mismo con los palestinos lo que los otros pueblos hicieron con ellos. ¿No creen las autoridades de la Torá que el sentido de las palabras de Judas Halevy, escritas ante la destrucción del templo de Salomón (“somos como un cuerpo sin cabeza y sin corazón… somos como un montón de osamentas resecas”), pueden ser pronunciadas por las víctimas que los israelitas provocan con su política? Porque acabar con una población civil indefensa, con el pretexto de borrar un grupo terrorista, es cercenar una cabeza y un corazón y dejar solo un montón de escombros secos de los cuales brotará, con mayor ímpetu, la flor sangrienta de la venganza.
No avivemos más el fuego de la discordia. La única solución ante esta escalada de la brutalidad y el terror es que los Estados del mundo, comenzando por el de Israel, dejen que exista uno más: el palestino. Y que lo hagan a partir de una legislación justa que permita a sus integrantes vivir con dignidad. Solo así se podrían desmantelar los grupos terroristas. Palestina posee todas las condiciones para hacerlo como las que tuvieron los judíos después de la segunda guerra mundial. Desde las que otorgan los muchísimos años que llevan viviendo en esos dominios, también santos para ellos, hasta las que provocan el dolor y el sufrimiento de todos los escarnios.
Siga con: “Reforma a la salud se está votando sin leer los artículos”: Gremio de EPS
13 Comentarios
Deja un comentario
Esperaba este artículo preciso. Gracias Pablo.
Oportuno y claro
Felicitaciones por un artículo bien ponderado, históricamente. Y por llamar a la civilidad y la paz. No queremos más barbarismo. Me quito el sombrero ante su argumentación.
De acuerdo con el lector: estaba a lla expectativa por leer tus acertadas reflexiones, mostrándonos y recordándonos la historia de opresion y violencia entre estas dos tierras. Además, un mensaje de reconciliación para el mundo. Gracias. Un abrazo
Pablo, detrás de esa la ley del talión, está la economía de la guerra. Olvidas que la guerra ha sido y es el mejor de los negocios. Olvidas que esta nueva guerra favorece la industria armamentista americana y las finanzas de los sionistas. Las guerras, por lo menos las guerras modernas son económicas. Cada vez que la economía americana pierda fuerza, hay una nueva. Pero algo me dice que esta vez será el declive final de este imperio, y se llevara con ella a los países de occidente que lo secundan.
El israelí es un estado criminal. Desde su fundacion hasta hoy. Se dice que conocían por intermedio de Putin y los Egipcios que Hamas haría una incursión de dimensiones nunca antes vistas. ¿Y lo permitieron para justificar ese genocidio?¿para acabar de apropiarse de los territorios que aún les faltaban en Gaza? Y “occidente” mira sin inmutarse: otros Criminales. Y los Estados Unidos mandan un portaviones y un destructor: ¿contra un millón de niños? Criminales. Lo único que yo deseo es que los asesinos y culpables de este nuevo genociodio paguen por sus atropellos. ¡Que liberen a Palestina! Asistimos a una nueva cruzada y los frany son los de siempre: Occidente. ¡Inmensa indignación!
Gracias Pablo.
Sencillamente excelente. Su claridad y certeza son aleccionadoras…..
Doloroso como todas las guerras y disputas por el poder; gracias Pablin un acertado y real análisis
Las dos posiciones, Pablo, son virulentas y asesinas: Hamás y Netanyahu. Y este último alecciona a su pueblo sobre una supuesta culpabilidad de Gaza. Mentira de un déspota con velados intereses. Los de los gringos y los suyos propios, ya que los israelitas hace meses vienen protestando en las calles por sus reformas que perpetúan a la extrema derecha en el poder.
El judío, pues, es un pueblo engañado. En cambio los gazatíes, también. Y así les va. Así nos va.
Buen artículo, Pablo. Tal parece que los humanos no aprendemos, que las ansias de poder y riqueza acaban con las buenas intenciones. Por ahora, denunciar y recodar la frase: “Si quieres cambiar el mundo, cámbiate tú primero”. Gracias.