Jean-Luc Godard, adiós al gigante que cambió el cine para siempre
El mítico cineasta, uno de los padres de la ‘nueva ola’, murió este martes a los 91 años, mediante suicidio asistido.
Con un breve y escueto comunicado, la familia del cineasta francés Jean-Luc Godard anunció este martes que el director, una de las grandes leyendas del séptimo arte, “falleció de manera apacible en su domicilio, rodeado de sus seres queridos”. Tenía 91 años y vivía en la pequeña localidad de Rolle en Suiza.
Se sabe que murió por suicidio asistido (es legal en Suiza), ya que como lo explicó Patrick Jeanneret, consejero del cineasta, lo había pedido porque sufría de “múltiples patologías invalidantes“. También se sabe que el cineasta (siempre celoso de su intimidad) no quería que la noticia se conociera hasta dentro de dos días, pero cuando se filtró la información a la prensa, a la familia no le quedó más remedio que hacerlo oficial.
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El cineasta es considerado uno de los miembros más influyentes de la llamada nouvelle vague (nueva ola del cine francés), un movimiento que surgió a finales de los años cincuenta y que cambió para siempre la forma de hacer cine, rompiendo con las normas preestablecidas y haciendo películas muy personales, que exponían la vida humana y la mostraban sin tapujos.
De hecho, para muchos expertos Godard cambió la forma de hacer cine para siempre. Solo con su primer largometraje, À bout de souffle (Sin aliento), rodado en 1959 y ganador del Oso de Plata en el Festival de Berlín, revolucionó la forma de filmar, que hasta entonces era bastante clásica.
Godard salió a la calle a rodar con cámara en mano y desplazando la cámara para acercar o alejar los objetos (el llamado travelling), y luego, en el montaje, usó el llamado ‘corte con salto’, en el que hacía cortes abruptos en una misma toma para romper la continuidad y dar la sensación de paso en el tiempo. También experimentó con el uso de la música.
Vea aquí el trailer de À bout de souffle (Sin aliento), de 1959:
Una cuestión de libertad
Había sido crítico de cine antes, escribiendo en la famosa revista Cahiers du Cinéma, así que ya tenía una idea de lo que quería hacer frente a las cámaras: acabar con el clasicismo y experimentar. Para él, de hecho, todo lo que hacían en la nouvelle vague era simplemente un acto de libertad. Libertad a la hora de mover y usar la cámara, así como libertad a la hora de narrar una historia.
No dejó de hacerlo nunca. Hasta su muerte siempre buscó formas de provocar y la experimentar, por lo que alternó películas para expertos junto a éxitos de taquilla, más accesibles para el público.
Gracias a esa filosofía, películas como El soldadito -prohibida durante unos años en Francia-, Banda aparte (que influyó tanto a Quentin Tarantino, que llamó su productora Bande à Part) o Pierrot el loco se convirtieron pronto en clásicos del séptimo arte. Y Godard, junto con François Truffaut (quien lo consideraba el cineasta más grande), Éric Rohmer y otros, se volvió una referencia para el cine de todo el mundo.
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También lo hicieron sus actores, a los que escogía como musas para sus proyectos, como Brigitte Bardot o Jean-Paul Belmondo. De hecho, hay un par de escenas famosa en el cine de Godard: la de Bardot conversando desnuda encima de la cama y la de Belmondo paseando con Jean Seberg en los Campos Elíseos.
Político y provocador
Godard era un artista que conseguía cancelar un festival (el de Cannes) para unirse al alboroto en las calles (en 1968). Un cineasta que filmaba y luego editaba sin seguir ningún consejo y sin guión, confiando siempre en su talento para improvisar.
Sus compromisos políticos dejaron una pesada herencia de incomprensión, como su adhesión a la Revolución Cultural china, que causó millones de muertos en los años 1960. Esa década, sin embargo, fue su época más fértil. Hizo películas de gran éxito como Pierrot el loco, pero también pequeños cortos de tres minutos de duración que son panfletos de propaganda.
Exaltado partidario de la causa palestina, realiza con Anne-Marie Miéville, Aquí y en otro lugar, un documental de 1976 en el que compara a los judíos con los nazis, suscitando un gran escándalo. Luego enojó al papa Juan Pablo II con Yo te saludo, María, una película de 1984, en la que la Virgen aparece desnuda en la pantalla.
Vea aquí el trailer de Pierrot el loco (1965):
A partir de los años 1980, el hermetismo le fue ganando a Godard, y sus últimas obras, como la monumental Historia(s) del cine, presentada mediante cuatro volúmenes y una película, eran más bien una serie de collages de imágenes y sonidos. A partir de esa década, además, se fue aislando en Suiza.
Volvía así a los paisajes que vivió cuando era niño. Era de familia adinerada, pero sus padres se divorciaron y él tuvo una adolescencia difícil, en Lausana. Se escapó en cuanto pudo a París, donde vivió como un bohemio antes de entrar en el cine.
Al final de su vida, en 2018, Cannes le otorgó una Palma de Oro especial que no fue a recoger. Como tampoco lo hizo con otros galardones. No era extraño, el rehusaba los honores, que fueron muchos en su dilatada carrera: premios en los principales certámenes cinematográficos del mundo, y galardones honorarios de la Academia de los Óscar, la Academia francesa o el Festival de Cannes.
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No en vano, en alguna ocasión dijo que su epitafio debía ser “Jean-Luc Godard, al contrario”. Ahora que murió, tal vez, esos honores (que tanto le molestaban) volverán a tomar fuerza. Y a pesar de sus reticencias tendrán algo bueno: muchas más gente se acercará a su cine y podrán disfrutar de cómo se ve la libertad en una pantalla grande.
Con información de AFP
3 Comentarios
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Que buena biografía de Jean-Luc Godard, ícono rebelde y revolucionario cineasta Frances que cambió la forma de hacer cine
Descanse en paz
A volver à ver los filmes de Goddard, a ver si podemos comprender el siglo que acaba de enterrarse!
Pierrot le fou et la chinoise, son mis favoritas, son las que tienen un rasgo mas intimista y revolucionario.
A bout de souffle, fué su consagracion.